Relato: Infierno (03)





Relato: Infierno (03)

Infierno 3




El camino sigue y sigue


desde la puerta.


El camino ha ido muy lejos,


y si es posible he de seguirlo


recorriendo con pie decidido


hasta llegar a un camino m�s ancho


donde se encuentran senderos y cursos


�Y de ah� a donde ir�? No podr�a decirlo.



"El Se�or De Los Anillos"




Cap 3 "Amanecer en Tokio"



Tokio. Jap�n


7:30 A.M.



Los rayos del sol apenas estaban entrando por la ventana
cuando el agudo timbre del reloj despertador hizo su trabajo, espoleando a su
propietaria para hacerla salir de la cama, Lita se revolvi� en su lecho por unos
instantes. Finalmente no le quedo m�s remedio que salir de abajo de las sabanas
y apagar el despertador. Por un momento se quedo sobre la cama, admirando la
calida luz que entraba por su ventana, antes de levantarse y emprender su rutina
diaria. Como siempre empez� por darse un ba�o r�pido para luego vestirse con el
en su uniforme escolar. R�pidamente realizo algunas labores sencillas como
tender su cama y hacerse un desayuno ligero, labores que conoc�a bien dada su
condici�n independiente.


La princesa de J�piter a�n estaba intranquila por los
acontecimientos del d�a anterior, la desaparici�n de Serena y el inesperado
regreso de los padres de Ami y Rei, todo era tan repentino y extra�o que a�n le
costaba trabajo creer el giro que hab�an tomado las cosas en tan solo unas
horas.


-�Por qu� esta pasando esto?-se pregunto en voz alta al
tiempo que se preparaba unos pastelillos de arroz para comerlos a la hora del
descanso. Sin embargo, antes de que pudiera colocarlos en la caja que le serv�a
de portaviandas el sonido del tel�fono la obligo a salir de la cocina.


-Mochi. Mochi.-dijo al descolgar la bocina del tel�fono.


-�Esta la se�orita Lita Kino?.-le interrogo una voz
desconocida al otro lado de la l�nea.


-Si. Soy yo.-la princesa de J�piter tuvo un mal
presentimiento.


-Soy el doctor Akira Daimonji. Del hospital central de Osaka.
Su t�o, el se�or Hiroshi Kino, ha sufrido un accidente y...-Lita sinti� que el
piso se abr�a bajo sus pies al tiempo que la bocina resbalaba de su mano. Su
rostro se torno alarmantemente p�lido y tuvo que recargarse contra la mesa para
no caer al suelo. Mientras la voz del medico segu�a saliendo por el auricular
mientras se balanceaba de un lado a otro.


-Bueno� bueno� �Esta ah� se�orita Kino?.-preguntaba alarmado
por la abrupta interrupci�n de su interlocutora. La princesa de J�piter recogi�
la bocina y hablo apenas con un hilo de voz.


-�Cu�ndo?... �C�mo?.... �


-Fue esta madrugada.-respondi� el medico.-En al carretera
num. 103. Esta muy grave y�.-


-Voy para all� ahora mismo.-interrumpi� la joven sin dudar.
Apenas termino el doctor de dictarle la direcci�n del hospital Lita colg� el
auricular y camino hacia la habitaci�n continua, donde estaba su recamara, con
manos temblorosas se despojo de su uniforme escolar y se visti� con lo primero
que encontr� en su closet, una blusa de color azul, un su�ter y una falda negra.
Despu�s empaco una muda de ropa en una peque�a maleta, junto con su tarjeta de
cr�dito y algo de dinero en efectivo.


Sin perder un momento la joven sali� de su departamento y
bajo hasta la calle donde, por una extra�a coincidencia, hab�a un taxi cuyos
pasajeros se estaban apeando. Sin pensarlo dos veces Lita abordo el veh�culo y
pidi� que la llevara a la estaci�n del tren Shinkansen(tren bala) donde se
apresuro a comprar un boleto de ida a Osaka. La suerte parec�a estar de su lado
aquella ma�ana ya que no tuvo que esperar mucho y poco tiempo se encontraba a
bordo del veloz tren rumbo a su ciudad natal.


Por el camino su mente se concentro en los recuerdos de su
pasado. Sobre todo en la primera vez que vio a su t�o, Hiroshi Kino, hermano
mayor de su difunto padre. Fue el d�a de su cumplea�os, o al menos as� lo
recordaba, �l hab�a llegado cargado de regalos para ella y para su madre. Luego,
cuando llego la tragedia, su t�o la sostuvo entre sus brazos todo el tiempo que
duro el sepelio. A partir de ese d�a �l la llevo a vivir a su casa y la cr�o
como si fuera su propia hija. Gracias a �l pudo superara el dolor por la perdida
de sus padres. Record� sus mimos, su apoyo, sus reprimendas y todo lo que hab�a
vivido al lado de aquel hombre. Y ahora estaba a punto de perderlo a �l tambi�n.


Tres horas despu�s la joven llego a su destino y sin perder
un momento tomo un taxi a las afueras de al estaci�n para llegar al hospital lo
antes posible. De nueva cuenta se hundi� en sus pensamientos, hasta que la ruda
voz del chofer la hizo volver a la realidad.


-�Se�orita!... �Se�orita!... Ya hemos llegado.-le grito
malhumorado mientras las puertas autom�ticas se abr�an. Lita miro hacia fuera y
comprob� que estaban a la entrada principal de nosocomio.


-�Son 500 yenes!-le grito el conductor impaciente porque
bajara de una vez.


-Tenga.-le dijo Lita entreg�ndole el primer billete que pudo
sacar de su maleta. Si era poco a mucho la joven nunca lo supo pues r�pidamente
se apeo del veh�culo y entro corriendo al hospital. Inmediatamente se dirigi� a
la recepci�n y solicito informes sobre su t�o.


-Esta en terapia intensiva.-le dijo una enfermera tras
consultar su lista de ingresos.-Siga por el pasillo hasta el ascensor. Es en el
tercer piso.-Lita le agradeci� con un murmullo y se apresuro a seguir las
indicaciones de la enfermera. Cuando Lita llego al tercer piso miro en todas
direcciones tratando de encontrar a alguien que le orientara. Casi de inmediato
descubri� a dos hombres hablando al fondo del pasillo, uno de ellos portaba la
inconfundible bata de medico, el otro, para su sorpresa, le resulto bastante
familiar. Se trataba de un hombre maduro, enfundado en un tradicional Kimono de
color negro, de rostro amable, y con la piel tostada por el sol. En su cabeza
apenas y quedaba algo de cabello blanco como la nieve. Era Gyobu Tokuzawa, el
socio y mejor amigo de su t�o.


-�Se�or Tokuzawa!-exclamo la joven acerc�ndose a ellos. El
anciano la miro incr�dulo por unos instantes antes de esbozar una sonrisa en sus
labios.


-Lita. �Realmente eres t�?-exclamo el anciano admirado por la
belleza que Lita hab�a alcanzado desde la �ltima vez que el la hab�a visto. Sin
embargo, la princesa de J�piter no presto atenci�n a sus palabras y se dirigi�
al medico directamente.


-�C�mo esta mi t�o?-pregunto la joven ansiosa por recibir
noticias de su pariente.


-Por ahora esta estable.-le respondi� el hombre que estaba
junto al se�or Tokuzawa, al tiempo que se inclinaba respetuosamente ante
ella.-Soy el doctor Daimonji.-aquel acto hizo que Lita se sonrojara por su falta
de educaci�n y de inmediato se apresuro a corregir su error haciendo una solemne
caravana frente a los dos hombres.


-Lo siento.-dijo sin levantar la cara.-Es que�-


-Lo entendemos.-intervino Gyobu en tono conciliador.-A sido
una amarga sorpresa para todos.-


-�Puedo verlo?-pregunto ansiosa de comprobar por si misma que
su t�o estaba vivo. Ambos hombres intercambiaron miradas y finalmente el medico
le indico el camino.


-Por aqu�.-la joven sigui� al doctor a trav�s del pasillo
hasta una puerta marcada con el numero 350. Daimonji se detuvo frente a una
puerta y espero a que Lita y Gyobu llegaran junto a el.


-Hay algo que debe saber se�orita.-le dijo el medico
adoptando una aire sombr�o.-Su t�o ha sufrido lesiones internas sumamente graves
que nos han obligado a ponerle una serie de aparatos de sustento. Por lo que su
aspecto es muy desagradable.-


-Estar� bien.-dijo la joven valientemente. El galeno le dio a
la princesa de J�piter unos instantes para prepararse y al fin abri� la puerta.
Todos entraron en silencio y se acercaron hasta el lecho donde reposaba el
paciente. La princesa de J�piter sinti� que un manto helado ca�a sobre ella al
ver al hombre tendido. Con el rostro deformado a causa de los golpes y cubierto
por una mascara de pl�stico, con los antebrazos traspasados por agujas
conectadas a bolsas de suero y plasma. Todo era silencio excepto por la hueco
sonido de un respirador y el mon�tono tintine� de los monitores que lo rodeaban.


-�Se pondr� bien?-pregunto con una voz quebrada por la
angustia.


-No lo se.-dijo el medico con evidente contrariedad.-Hasta
ahora a reaccionado favorablemente. Pero no podr� darle un diagnostico exacto
hasta que recobre la conciencia. En verdad lo siento.-Lita quiso acercarse m�s,
pero la mano del medico la detuvo. Ella lo miro suplicante pero Daimonji movi�
la cabeza en se�al de negaci�n y a se�as le indico que ten�an que salir de ah�.
La joven se resisti� un poco pero al final se dejo conducir fuera de la
habitaci�n.


Una vez afuera el medico se despidi� de ellos y se marcho
para continuar con su trabajo. Al quedarse solos el viejo Gyobu coloco
cari�osamente su mano sobre el hombro de la joven tratando de darle �nimos para
enfrentar la situaci�n..


-El estar� bien.-le dijo tratando se sonar convincente. La
princesa de J�piter se limpio las l�grimas y es esforz� de asumir una postura
valiente mientras se dejaba conducir por el se�or Takusawa hasta la sala de
espera, nada le hubiera gustado m�s que contar con el apoyo de sus amigas en ese
momento, pero sab�a que esta vez tendr�a que enfrentar aquella situaci�n� sola.



Tokio.


8:00 A.M.



Como cada ma�ana Mina Aino se levanto de un salto de la cama,
en cuanto comprendi� que ya se le hab�a hecho tarde, para darse un ba�o y
vestirse a toda prisa con su uniforme escolar. En su mente a�n estaban presentes
los eventos del d�a anterior, pero su natural optimismo le hac�a confiar en que
de alg�n modo todo saldr�a bien. Desde la cama Artemis miraba a su joven
protegida ir de un lado a otro, no sin echarle una que otra mirada mientras se
cambiaba de ropa.


-�Por qu� no me despertaste?-le reprocho Mina, como hac�a
cada ma�ana, justo antes de salir de salir de su habitaci�n.


-Lo intente pero no me hiciste caso.-le contesto el felino
blanco, a�n a sabiendas de que ella no lo hab�a o�do. A toda prisa la princesa
de Venus bajo las escaleras y se dirigi� a la cocina para tomar algo del
desayuno.


-Buenos d�as.-dijo atropelladamente mientras tomaba una
tostada con mantequilla del plato de su padre, el cual estaba ocupado leyendo el
peri�dico de la ma�ana. En tanto su madre preparaba un sufl� de huevos para
complementar el desayuno. Kaoru Aino era una mujer de 36 a�os de cabello azul
marino, de ojos azules y una figura excelente. Su esposo Masasi, era un hombre
delgado, de cabello casta�o y aspecto gentil, sobre todo por los lentes de
grandes aros que destacaban en su rostro. Mina comi� a toda prisa y despu�s de
dar las gracias se levanto para irse a la escuela.


-Espera un momento Mina.-le dijo su padre saliendo de a tras
del peri�dico.-Ayer te llego una carta.-


-�Una carta para m�?-interrogo la princesa de Venus
deteniendo por un momento su loca carrera matutina.-�D�nde esta?-


-En la mesa junto al tel�fono.-le contesto su padre volviendo
su atenci�n nuevamente al diario. Intrigada Mina se apresuro a llegar a la mesa
para echarle un vistazo a la carta. En efecto su nombre estaba claramente
escrito en el sobre. Pero lo que m�s le impacto fue cuando miro el otro lado del
sobre y ley� el nombre del remitente.


-�Takuma Moromochi!(*)-exclamo sin poder contener su emoci�n.
Sin perder un momento la joven abri� el sobre para leer aquella inesperada
misiva.


-"Se�orita Mina Aino:


Me siento muy complacido en informarle que ha sido
seleccionada por la compa��a de modelos


Hipnos para participar en nuestro concurso "Alcanzando las
estrellas". En este sobre encontrara una credencial personalizada con la que
deber� presentarte en los estudios de T.V. Tokio el d�a 10 del presente mes a la
1:00 P.M. Si no es as� se te descalificara autom�ticamente.



Attn: Takuma Moromochi."-



Mina estallo en una escandalosa carcajada y volviendo sobre
sus pasos entro de nuevo a la cocina


dando voces de alegr�a.


-�LO LOGRE!.- grit� al tiempo que comenzaba un alocado baile
de victoria. Una gruesa gota


de sudor apareci� en las cabezas del matrimonio Aino mientras
observaban a su hija, que parec�a


haberse vuelto loca.


-�LO LOGRE!... �LO LOGRE!- repet�a Mina si parar.


-Mina...- dijo su padre tratando de atraer la atenci�n del
hurac�n rubio.


-�LO LOGRE!...�LO LOGRE!...


-�Mina!...-repiti� su madre con el ce�o fruncido y una cruz
palpitante en su frente.


-�LO LOGRE!.. �LO LOGRE!...


-�MMMIIINNNAAA!.- gritaron ambos con fuerza. Solo entonces la
princesa de Venus detuvo su


alocada danza y se percato del rid�culo que estaba haciendo.


-�Qu� fue lo que lograste?- pregunto al fin en voz baja. Por
toda respuesta Mina le entrego la


carta a su padre para que este leyera su contenido.


-�Takuma Momomochi? �No es el famoso cantante y
productor?-interrogo su padre al termino de


la lectura.


-�SSSSSIIIIIII!-exclamo Mina levantando los brazos al
cielo.-�No es fabuloso? El mismo me mando


esta tarjeta para que participe en el concurso.-


-Muy bien hija.-le dijo su padre con una gran sonrisa
iluminando su cara. Sin embargo, cuando


ambos buscaron con la mirada a Kaoru, su alegr�a se estrello
contra la fr�a aptitud de la se�ora de la casa, quien permanec�a con el ce�o
fruncido y los brazos cruzados sobre su pecho.


-�Ocurre algo querida?-le pregunto su esposo con una nerviosa
sonrisa, antes de que ella le lanzara una mirada fulminante que lo hiciera
callar y casi esconderse bajo la mesa.


-Si�ntate Mina.-ordeno Kaoru se�al�ndole la silla colocada al
otro extremo de la mesa.


-Pero se me hace tarde�-


-�Si�ntate!-ordeno amenazante, al tiempo que se levantaba de
su lugar y apoyando ambas manos en el borde de la mesa. Mina se apresuro a
cumplir el mandato de su madre y ocupo el lugar que ella le indicaba. En cuanto
lo hizo Kaoru volvi� tambi�n a su asiento y la miro fijamente antes de hablarle
de nuevo.


-�Escucha Mina! �Durante a�os he sido muy tolerante con esa
tonter�a de que quieres ser "una estrella" del espect�culo! �Pero se acabo! �Ya
tienes 16 a�os y es tiempo de que pongas los pies sobre la tierra!-


-Pero mam�-


-�No me interrumpas!-espeto Kaoru levant�ndose de nuevo de su
asiento.-�No permitir� que sigas perdiendo el tiempo con esas fantas�as
infantiles! �As� que no quiero volver a escuchar nada sobre concursos, ensayos,
o cualquier otra tonter�a! �T� �nica meta ser� terminar tus estudios y entrar a
la universidad! �Solo as� ser�s una persona respetable!-


-�Qu� es lo quieres decir con eso?-pregunto Mina apretando
los pu�os.


-�Lo quieres m�s claro? Muy bien. �No voy a permitir que mi
hija termine en la cama de alg�n director o lo que sea solo para tener un lugar
en la far�ndula!-Mina no pudo articular una sola palabra, estaba demasiado
herida por las palabras de su madre. �Eso era lo ella pensaba de su gran sue�o?
�Que era indigno y sucio? Suplicante miro a su padre en busca de ayuda, pero
Masasi estaba demasiado sometido a la voluntad de su madre como para apoyarla en
su contra.


-Alg�n d�a lo entender�s Mina.-le dijo sin atreverse a
mirarla de frente. La princesa de Venus no pudo contenerse m�s y sali� corriendo
de la cocina rumbo a su habitaci�n. Sus ojos estaban llenos de l�grimas de
frustraci�n y rencor hacia la autoridad de sus padres. Al quedarse solos Masasi
se atrevi� a cuestionar a su mujer.


-�No crees que exageraste?-le dijo t�midamente.


-En lo absoluto.-le respondi� ella sin amilanarse ni un
poco.-Todo le mundo sabe que hoy en d�a las j�venes como Mina son presa f�cil
para los charlatanes. Y no voy a permitir que mi hija se eche a perder as� nada
m�s.-sin decir m�s Kaoru abandono la cocina dejando a su esposo solo y no muy
convencido de sus razones. Mientras tanto, en su cuarto, Mina lloraba
fuertemente recostada sobre su cama en protesta contra los deseos de su
progenitora. Sobre todo porque sab�a lo que significaban las palabras "persona
respetable" para su madre. Quer�an decir que terminara una carrera cualquiera,
entrara a trabajar en donde fuera y a los tres a�os se casara con quien sabe
quien para formar una familia. Como ella lo hab�a hecho. Pero Mina no era su
madre y no estaba dispuesta a seguir sus pasos as� nada m�s.


-�Ya lo ver�n! �Yo ser� una verdadera estrella sin necesidad
de acostarme con nadie!-se promet�a a si misma mientras sujetaba entre sus dedos
la credencial especial que le hab�an enviado.


-Mina� �Qu� ocurre?-le pregunto de pronto una voz muy
familiar.


-Artemis.-dijo la joven levant�ndose de la cama y enjugando
sus l�grimas con el dorso de su mano.-�Hace cuanto que estas aqu�?-


-Acabo de llegar.-le respondi� el felino blanco quien la
miraba preocupado.-Pero dime que ocurre.-


-Es mi madre�-en pocas palabras la princesa de Venus le cont�
a su gu�a todo lo ocurrido aquella ma�ana. Artemis la escucho atentamente y al
final solo pudo hacerle una pregunta.


-Bueno y� �que piensas hacer.-


-�No voy a renuncias a mi sue�o!-grito Mina como si desafiara
a su peor enemigo.-�No quiero hacerlo y no lo har�!-impulsivamente la joven se
levanto de la cama y corri� hacia la ventana como si fuera a saltar por ella
para escapar hacia noche. Pero al final solo se quedo frente a ella contemplando
las estrellas del cielo, con las manos apoyadas sobre el marco. El gato blanco
de la luna la miro en silencio por unos instantes, tratando de pensar en alguna
cosa que pudiera decirle para aliviar su pena, pero esta vez se trataba de algo
m�s all� de lo que un consejero como �l pod�a resolver.


-Tu madre solo trata de protegerte Mina.-fue todo lo que pudo
decir.


-Lo se.-dijo Mina sin apartar la vista del firmamento.


-�Lo sabes?-


-No soy tan tonta Artemis.-le respondi� la joven con cierta
amargura.-He escuchado muchas historias acerca de lo que puede pasarle a una
chica mientras trata de entrar al espect�culo�Pero�-


-�Pero?-


-�Quiero seguir adelante!-Mina se volvi� en ese momento hacia
su felino amigo, en su rostro hab�a un gesto inconfundible de decisi�n.-�Estoy
segura de que puedo lograrlo! �Solo necesito una oportunidad y la diosa del
amor, Mina Aino, se convertir� en la estrella m�s famosa del mundo!-afirmo la
joven rubia con una brillante aura rodeando su cuerpo. Artemis la miro
satisfecho, aunque el discurso de Mina no dejaba de avergonzarlo un poco. La
princesa de Venus corri� a su armario y empez� a escoger el vestido que llevar�a
a la adici�n.


-�Este?... �O mejor este?-dec�a mientas se colocaba cada
vestido delante del espejo.


-Errr� Mina.-


-No creo que el azul se me ve m�s bonito.-


-Mina.-


-�O ser� mejor el rosa?-


-�MINA!-


-�UUUUUUYYYYYY! ��Qu� quieres Artemis?!-pregunto la joven
molesta por la interrupci�n de su guardi�n.


-Disculpa pero� �No deber�as estar ya en la escuela?-Mina se
quedo congelada, blanca como un fantasma, con los ojos muy abiertos y la cara
descompuesta en una mueca tonta.


8:20 A.M. muchos habitantes de la regi�n de Jubba juraron que
esa ma�ana escucharon algo parecido al grito de un chica resonando por encima de
los ruidos propios de la ciudad. Otros comentaron en sus trabajos algo acerca de
un b�lido rubio que sin ninguna precauci�n cruz� por las calles esa ma�ana,
corriendo y saltando entre los autos. Y en casa de la familia Aino el se�or
Masasi tuvo que llamar al veterinario para que examinara a su gato, mascota de
su hija, al cual encontr� tirado en el pasillo con la huella de un zapato justo
a mitad de su lomo.



Tokio Jap�n.


10:00.am.



Aquella ma�ana Haruka Tenou despert� primero al lado de
Michiru. Por un momento se quedo quieta, admirando la hermosa figura de su
compa�era que ante sus ojos luc�a m�s hermosa que otras ma�anas. Aquel
pensamiento la hizo sonre�r dulcemente. Despu�s se levant� cuidadosamente de la
cama y en silencio se encamino hasta el cuarto de ba�o para darse una
reconfortante ducha. Despu�s, con id�ntico sigilo, se visti� con un pantal�n
deportivo y una camiseta antes de bajar hasta la cocina y preparar el desayuno.
En su mente a�n estaba frescos los eventos de la noche pasada.


<< Flashback >>




Las agudas notas del viol�n era todo lo que se escuchaba en
el interior de la casa de campo. En la cocina, Haruka Tenou lavaba los platos de
la cena, algo que realmente odiaba, pero todo era mejor que quedarse en la sala
y mirar a Michiru tocando el viol�n. Pues no hab�a nada m�s irritante para ella
que ver a su amada sumida en el �xtasis de la m�sica, lejos de ella,
desliz�ndose de un lado a otro, como si danzara para un amo invisible que la
seduc�a con una voz construida de gemidos y llantos, en un lenguaje que le era
incomprensible. Haruka nunca admitir�a ante nadie, ni a�n ante si misma, lo
celosa que se pon�a cada vez que Michiru practicaba, era como si un amante
invisible la arrebatara de su lado. Si, eso era el viol�n, un amante que pod�a
enardecer la sangre de Michiru, llev�ndosela lejos sobre las alas de sus agudas
notas, haciendo que su coraz�n palpitara a cada golpe del arco sobre las
cuerdas.


Haruka lo sab�a, o como lo sab�a, muchas veces despu�s de los
conciertos Michiru le esperaba en los vestidores, impaciente, encendida de
pasi�n por las notas del viol�n; entonces era cuando los celos la her�an m�s, se
sent�a como un sustituto, como un paliativo que la diosa de Neptuno usaba para
calmar las ansias que le hab�a despertado su fr�o amante de madera vieja y
cuerdas hechas de tripas de gato. Entonces la odiaba, pero la visi�n de sus ojos
h�medos de deseo la atrapaban con m�s fuerza que la m�tica red de Vulcano, y
nada pod�a impedir que la tomara entre sus brazos, que la besara, que le diera
todo su ser.


-Que cruel eres Michiru.-pens� mientras terminaba con el
�ltimo plato. La m�sica callo. Haruka sinti� que un delicioso escalofr�o le
corr�a por la espalda y espero. Michiru entro en la cocina con una amplia
sonrisa, fruto de su desliz con la m�sica, y sin decir nada se sirvi� un vaso de
agua fresca.


-�Qu� te pareci�?.-pregunto a su compa�era antes de beber el
vital liquido.


-Estuvo bien.-dijo Haruka sin demostrar el m�s minino
entusiasmo.


-��Solo bien?!-exclamo la princesa de Neptuno con aire
ofendido.-Haruka, a veces pienso que no te importa nada de lo que yo hago.-


-Sabes que si me importa.-replico Haruka.-Es solo que no me
siento capaz de juzgar tu arte. Es todo-


-�Solo es eso?-interrogo Michiru acerc�ndose a Haruka, quien
de inmediato sinti� una ola de calor emanando del cuerpo esbelto de la bella
violinista.-�De que tienes miedo Haruka?.�Qu� es lo que te hace huir cada vez
que tomo el viol�n en mis manos?-


-No se de que hablas.-replico la princesa de Urano,
maldiciendo la forma en que Michiru pod�a ver dentro de su alma. Las manos de la
joven violinista se posaron sobre los pechos de Haruka, ocultos tras un apretado
corpi�o, acarici�ndolos suavemente. La chica rubia sinti� arder sus mejillas,
pero no se movi�, solo se dejo hacer.


-Me voy a la cama.-dijo Michiru emprendiendo el camino hacia
sus habitaciones. Haruka se quedo unos minutos m�s en la cocina, inm�vil, como
si dudara del significado de las palabras de su amada. Al fin abandono la cocina
y lentamente subi� las escaleras hacia el piso superior, en el camino pens� en
lo silenciosa que se hab�a quedado su casa desde hac�a algunas semanas. La
peque�a Hotaru, Sailor Saturno, despu�s de que Rini regresara a su hogar en el
futuro hab�a resuelto volver al lado de su padre, el profesor Tomoe, y juntos se
hab�an mudado a Kioto donde el profesor hab�a conseguido empleo en una
importante escuela t�cnica.


En cuanto a Setsuna, Sailor Plut�n, esta hab�a regresado a su
labor custodiando la puerta del tiempo, lo cual era casi un adi�s definitivo.
Desde luego Haruka las extra�aba, sobre todo a Hotaru, pero al mismo tiempo se
alegraba de haber recobrado su intimidad y poder demostrar su amor por Michiru
sin tapujos.


Sigilosamente, casi de puntitas la princesa de Urano llego
hasta la puerta de la recamara principal y con todo cuidado hizo girar el
picaporte. Al asomarse al interior la princesa de Urano quedo embelezada al
contemplar la bella figura de Michiru tendida en la cama, desnuda como una diosa
pagana esperando al h�roe que la reclamara como suya.


Haruka admiro la belleza de su amiga y compa�era, su
cabellera verde como el mar se desparramaba libremente sobre la almohada, sus
bellos ojos estaban cerrados d�ndole un aspecto de ensue�o. Los ojos de la
princesa de Urano descendieron hasta el valle donde se alzaban los espl�ndidos
senos de su amada, coronados de areolas rozadas, que se mov�an suavemente al
comp�s de su respiraci�n, luego miro su delicada y estrecha cintura y sus
caderas firmes, las esbeltas y bien torneadas piernas y por fin el �ndigo delta
oculto entre sus blancos muslos.


La princesa de Urano entro en la habitaci�n y se fue
acercando hacia la cama. Todo su ser ard�a en un fuego de pasi�n avivado por la
visi�n de esa diosa de los mares. Delicadamente se arrodillo a un lado de la
cama y poso su mano sobre la tersa piel, roz�ndola apenas, su calor era
delicioso y el aroma que emanaba de ella era embriagador. Una sonrisa picara
apareci� en el rostro de Haruka al darse cuenta de lo mucho que deb�a parecerse
en ese instante al ficticio pr�ncipe que hab�a encontrado a la bella durmiente,
aunque dudaba que aquella fuera la mitad de hermosa que su compa�era. En todo
caso, decidi� "seguir con la argumento" y tomando entre sus brazos a Michiru
deposito su mejor beso en sus labios carnosos.


Pronto sinti� que los delicados brazos de su "bella
durmiente" se cerraban en torno a su cuerpo, al tiempo que sus labios se abr�an
para permitir el paso de la ansiosa lengua del "pr�ncipe encantado" que la
despertaba de su sue�o. Ambas bebieron la humedad de sus bocas mientras sus
lenguas se entrelazaban como dos serpientes enfrascadas en un duelo mortal.


Haruka tuvo que separarse unos instantes de su amada para
despojarse de la camisa, el corpi�o y los pantalones que portaba. Desde la cama,
Michiru admiro a su vez la belleza de su "pr�ncipe" sus hombros eran un poco
amplios para una chica, pero suaves como tiernas palomas, sus cintura estrecha y
sus caderas amplias, sus torso estaba adornado con dos pechos peque�os, como los
de una colegiala, que a veces parec�an desaparecer d�ndole un aspecto masculino.
En verdad no era raro que muchas chicas le tomaran por un var�n, a veces ella
misma lo cre�a, sobre todo con esos rasgos indefinidos, pero hermosos, que le
adornaban el rostro, su cabello rubio y corto era otro detalle encantador.


Al quedar desnuda la guerrera del espacio exterior volvi� al
lado de su amada y nuevamente la beso con pasi�n, mientras sus manos firmes
tomaban sus senos para oprimirlos con gentileza. Por largo tiempo solo
estuvieron as�, juntas, disfrutando el simple hecho de estar una en brazos de la
otra. Sin embargo, la pasi�n de Haruka necesitaba m�s que eso para saciarse y
abandonando los labios de Michiru empez� a recorrer su delgado cuello, sus
hombros y bajar finalmente hacia las monta�as que le esperaban ansiosas.


-�Aaaggggggg!... �Muuuuuu!..-gimi� la princesa de Neptuno
cuando los labios de Haruka se cerraron en torno a uno de sus pezones, haciendo
que su pecho se endureciera como una roca al tiempo que un profundo hormigueo le
recorr�a todo el cuerpo. La princesa de Urano recorri� lentamente los generosos
pechos de su amada, lamiendo cada tramo de su piel, degustando el sabor salino
del sudor que brotaba por sus poros. As� se mantuvo largo rato, besando,
lamiendo y mordisqueando las carnes tr�mulas de su amante, para luego seguir su
camino a trav�s de su abdomen, dedic�ndole unos momentos de atenci�n al hueco
del ombligo donde su lengua perforo un poco haciendo saltar a su presa.


-No por favor.-se quejo la princesa de Neptuno por la
intrusi�n de su compa�era en esa parte de su cuerpo, pero no hizo nada por
apartarla. De todos modos, Haruka ya segu�a su camino hacia su entre pierna,
besando las ingles y los muslos tersos de Michiru, antes de hundir su cabeza
rubia entre ellos para alcanzar su meta y posar sus labios sobre la vulva de su
amada.


-�Pronto!.. �Pronto!... �Hazlo como solo tu sabes Haruka!...
�T�mame como tu sabes!-gem�a Michiru al tiempo que abr�a ampliamente las piernas
para rendir su intimidad a su impetuosa compa�era de armas. Esta dedico unos
momentos a morder suavemente los abultados labios de la vulva, ocultos detr�s de
una espesura verdosa. Luego dejo que su lengua, �gil y h�bil, penetrara entre
ellos para tomar posesi�n de la vagina y hurgarla profundamente, para lamer los
n�ctares que su amante le ofrec�a como recompensa por su devoci�n. Haruka tomaba
de esa fuente como si la vida le fuera en ello, pero tambi�n se daba tiempo para
sentir como los n�ctares de Michiru resbalaban por su garganta. Por su parte la
princesa de Neptuno acariciaba entre sus manos la cabeza de su amante, hundiendo
sus dedos en el cabello rubio y sedoso la princesa de Urano.


-�Sigue!.. �Sigue!... �No te detengas Haruka!...-tartajeo la
bella artista.-�Aaaaaaggg!... �Que me corroo!.-Estremeci�ndose convulsivamente
Michiru descargo a raudales su placer, inundando la boca ansiosa de Haruka. Pero
esta, en lugar de detenerse, arremeti� con m�s enjundia haciendo que su presa
experimentara un nuevo orgasmo en pocos segundos. Despu�s, sin esperar a que
Michiru se recuperara, Haruka se tendi� nuevamente sobre ella, incrustando su
muslo derecho entre las piernas de su amada, la cual acomodo a su vez su muslo
entre las piernas de Haruka, para poder frotar con su piel el ardiente bot�n de
la princesa de Neptuno.


Eran dos fieras en celo que no estaban dispuestas a dar ni
pedir cuartel. Michiru se desmadej� entre los brazos de Haruka, gozando del
placer que solo su compa�era pod�a darle, aceptando mansamente que aquella
levantara una de sus piernas para apoyarla en su hombro, permitiendo as� que sus
vulvas se encontrara para comenzar a frotarse en un beso s�fico que las llevar�a
a ambas al m�s grande �xtasis. Sus cl�toris se raspaban deliciosamente a cada
embestida, mojando las blancas sabanas con sus derrames de placer.


-�Ohhhhh!... �Haruka!.. �Haruka!...�Te amo!..-gem�a Michiru
sintiendo la deliciosa muerte del orgasmo cernirse sobre ella.


-�Si!... �Siii!... �Dilo fuerte!... �Dime que me
amas!...-reclamo Haruka sintiendo la proximidad de su propio orgasmo.


-�Te amo!.-grito Michiru mientras se meneaba hacia atr�s y
hacia delante para frotar su vulva contra la de su compa�era, al tiempo que sus
u�as se hund�an en sus pechos para aumentar el placer que recorr�a su cuerpo.


-�Yo tambi�n te amo Michiri Kaiou!... �Te Amo!..-respondi�
Haruka apretando desesperadamente el cuerpo de la princesa de Neptuno contra su
torso, frotando salvajemente su cl�toris contra el de Michiru hasta que el cause
se rompi� y sus entra�as destilaron una lluvia de secreciones que mojaron sus
piernas, dej�ndolas h�medas y tibias, mientras sus cuerpos temblaban a causa del
placer que juntas hab�an alcanzado. Haruka se dejo caer sobre su amante y por un
rato permaneci� as�, unida a la persona que daba sentido a su vida. Por su parte
Michiru cerr� y tomando nuevamente la mano de Haruka se abandono al delicioso
sopor reservado solamente para los amantes.


Poco a poco la habitaci�n fue quedando en silencio, solo la
luna que indiscreta se asomaba por la ventana de la recamara las vio recostadas,
una junto a la otra, respirando tranquilamente. Haruka admiro un rato m�s la
belleza de la joven violinista, mientras sent�a como la brisa nocturna iba
secando el sudor de sus cuerpos produci�ndole un delicioso fr�o sobre su piel.


<< Fin de flashback >>



-Despierta o quemaras el pan.-dijo una voz sacando a Haruka
de sus apasionados recuerdos. Al volverse la princesa de Urano descubri� a su
bella amante, cubierta solo por una vaporosa bata de noche, mir�ndola desde el
umbral de la cocina. El ambiente estaba impregnado del delicioso aroma del pan
tostado y la mantequilla derriti�ndose sobre su superficie. Sin faltar la
arom�tica esencia del caf� reci�n hecho.


-Esperaba poder llevarte el desayuno a la cama.-dijo Haruka
mientras colocaba unos peque�os platos sobre una peque�a mesa de metal cromado.


-Vaya. Pues si es as� como vas a reaccionar cada vez que
hagamos el amor, entonces tendremos que hacerlo mas seguido-dijo p�caramente la
princesa de Neptuno, pues no era com�n ver a Haruka ejerciendo una actividad tan
femenina. Despu�s se dio media vuelta para volver a la recamara.


-Dejar� que termines lo que empezaste. Te espero arriba.-


-Te amo Michiru...-murmur� Haruka antes de verla desaparecer.
Esa chica era tan especial para ella, sab�a que nunca nadie podr�a quitarla del
lugar que ten�a en su coraz�n. La amaba intensamente. Devotamente termin� de
preparar el desayuno y lo llev� hasta donde le esperaba Michiru. Ella se
encontraba recostada en la cama hojeando un libro distra�damente. Haruka coloc�
la mesa de metal sobre las piernas de Michiru y luego se sent� junto a ella. La
bella violinista observ� con fascinaci�n su desayuno, no era la gran cosa pero
sin duda Haruka se hab�a esmerado en los peque�os detalles. Una hermosa rosa
blanca adornaba una esquina de la mesita d�ndole un toque de elegancia.


Mientras que debajo de ella estaba la correspondencia del
d�a, que Haruka sin duda hab�a sacado del buz�n antes de subir. A un lado un
vaso lleno de jugo de naranja y un par de rebanadas de pan franc�s. Dio un trago
al jugo y luego abri� una a una las cartas que le hab�an llegado. La mayor�a
eran de admiradores que alababan sus pinturas o sus conciertos, sin faltar las
notas donde le declaraban un amor eterno, algo que siempre le hac�a sonre�r.


-�Qu� es tan divertido?-interrogo Haruka con su habitual tono
celoso. La bella violinista miro divertida el ce�o fruncido de su compa�era y
amante, como siempre los celos de su pareja le incitaban a ser un poco
"traviesa".


-Solo pensaba.-dijo de forma enigm�tica, a sabiendas de que
eso encender�a m�s los celos de Haruka. Pero antes de que la corredora pudiera
decir una palabra m�s el timbre del tel�fono se dejo escuchar en la habitaci�n.
Michiru reacciono de inmediato y de un salto �gil se levanto de la cama para ir
a contestar.


-Mochi, mochi� �Se�or Tatewaki, encantada de o�rlo!-la
menci�n de aquel nombre casi hizo que Haruka se atragantara con el caf� que
estaba tomando. Amano Tatewaki era el representante art�stico de Michiru,
encargado de todo lo relacionado a las presentaciones de la princesa de Neptuno
como concertista de viol�n as� como del trato con las galer�as para la
exposici�n de sus cuadros. Raz�n por la cual su llamada solo pod�a significar
una cosa, trabajo.


-Si, lo conozco de o�das� �En serio?... �Cu�ndo?... �Claro
que me interesa!-era todo lo que Haruka pod�a escuchar de aquella conversaci�n
telef�nica.-Esta bien. Nos vemos en la tarde!-dijo la bella pintora antes de
colgar la bocina.


-�Qu� quer�a ese tipo?-pregunto la rubia apenas Michiru se
volvi� hacia ella.


-�Has escuchado sobre Robert L. Willson?-le interrogo a su
vez la chica del cabello aguamarina.


-No. Nunca.-le respondi� la princesa de Urano casi sin
pensarlo.


-Pues es un famoso critico de arte y adem�s forma parte del
consejo directivo del Museo Metropolitano de Nueva York.-


-�Y?-


-Pues Amano dice que le llamo ayer por la noche. Dijo que vio
mi �ltima exposici�n y que esta interesado en llevarla a los Estados
Unidos.-dijo la bella pintora sin poder disimular su entusiasmo. Por su parte la
corredora rubia se manten�a impasible � incluso irritada ante aquella noticia.


-Apuesto a que es mentira.-dijo fr�amente al tiempo que
tomaba la bandeja para regresarla a la cocina.


-�Qu� quieres decir con eso?-le dijo Michiru visiblemente
molesta.-�Insin�as que mis pinturas no son dignas de ese gran museo americano?
�Muchas gracias! No sabes como me gusta contar con tu apoyo.-


-Yo no quise decir eso.-dijo Haruka volviendo sobre sus
pasos.-Es solo que ese tipo har�a o dir�a cualquier cosa con tal de tener un
cita contigo.-


-Si es as� te juro que le sacare los ojos a
Tatewaki.-sentencio la hermosa artista con tal fiereza que la joven rubia casi
sinti� pena por aquel pobre tipo, si es que ment�a.-Pero ahora dime �que opinas
t� de mis pinturas?-


-�Yo?... Bueno� Me gustan�-balbuce� Haruka tomada por
sorpresa.


-�Te gustan? �Eso es todo!-


-Vamos Michiru� Sabes que soy corredora de autos, no critica
de arte.-


-Pues a�n as� podr�as ser un poco m�s� entusiasta.-se quejo
la pintora al tiempo que le daba la espalda a su compa�era.-Lo que pasa es que
no te importa nada de lo que hago.-se quejo con una voz quebrada que parec�a
anunciar un llanto inminente. Avergonzada la princesa de Urano dejo la bandeja
sobre la cama y acerc�ndose a su amada coloco sus manos cobre los tersos hombros
de la hermosa artista.


-Sabes que eso no es cierto.-le dijo al tiempo que le
obligaba suavemente a volverse hacia ella.-Todo lo que se relacione contigo me
importa� y mucho.-


-�Lo dices en serio?-dijo Michiru levantando su bello rostro
hacia el de su amante.


-Te lo juro.-declaro solemne la chica rubia mientras su
rostro descend�a hacia el de su amante marina. Pero antes de que pudiera
consumar su deseo la bella violinista el contuvo.


-Entonces no te importara hacer hoy el quehacer de la casa.
�Verdad?-


-�Qu� cosa?-dijo Haruka d�ndose cuenta de que hab�a ca�do en
una trampa.


-Amano dijo que me esperan en el restauran del hotel
embajador dentro de un hora. As� que apenas tengo tiempo para arreglarme y
llegar a tiempo. Nos vemos.-como una ni�a traviesa Michiru se solt� de los
brazos de Haruka y corri� la ba�o para asearse, dejando a su amante con un palmo
de narices.


-�AAAAHHHHHHH! �Odio que me hagas esto!-grito la corredora en
cuanto logro salir de su estupefacci�n.



CONTUNUARA�



Autor: CrocCruac.



(*) Takuma Moromochi: Este personaje apareci� en la saga
Sailor Moon Super Star. No se si sea una persona real o si es totalmente
ficticio. Pero apareci� como una estrella consumada y tiene un importante peso
en el mundo art�stico japon�s.


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Relato: Infierno (03)
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