Relato: Abuso de tontita





Relato: Abuso de tontita

Ni me llamo Juan, ni me llamo Pedro, ni me llamo Francisco,
ni me llamo Julio. Porque el caso es que para ustedes no me voy a llamar de
ninguna manera. Ser� tan solo un fantasma que explica unas vivencias pasadas.
Pero nunca nadie va a saber quien soy yo.


El caso es que yo trabajo en una tienda de.. digamos de
congelados. Yo me encargo de la caja y soy digamos en gerente de la tienda. A mi
mando estan unas cuantas chicas/mujeres de la tienda que si bien alguna est�
bien rica, no entra a formar parte principal de lo que me dispongo a relatar.


A menudo entra una madre o padre o lo que sea con una ni�a
que vienen de compras. Como las ni�as peque�as peque�as no entienden mucho de
contactos humanos, a menudo me aprovecho y les pellizco el culo o alguna cosita
as�. Cuando se van haziendo m�s grandes las f�minas, tambi�n se ponen muy buenas
algunas de ellas. Pero entonces tambi�n se vuelven m�s listas y no puedo
meterles mano con la misma facilidad con que meto a una ni�a que apenas sabe
porque le est�s acariciando en trasero o sobando las tetitas.


Pero haze unos cuantos meses entr� en mi tienda una chica de
unos 15 o 16 a�os, alta, delgada, guapita, pero con una muy especial
particularidad que era para mi totalmente nueva. El caso es que solo de mirarla
a la cara, ve�as que esa chica no estaba a pleno juicio. Resumiendo; que era uno
poco tontita. No ten�a la t�pica cara del s�ndrome de down (mongol) sino que su
disminuci�n era de otro tipo. No s� ahora definir que tipo porque no soy m�dico,
pero que ten�a cara tan solo de tontita, no m�s.


Desde el instante en que la vi me fij� un blanco, manosearla.
Esta acci�n tiene diferentes veces, diferentes dificultades. Y en la mayor�a de
casos tiene que tener uno un golpe de suerte. Como que le pase la chava por el
lado (con su progenitor delante) o que mientras su progenitor escoge la compra,
la chava se te acerque para bromear.


En este primer encuentro con la que llamaremos Dulce, tuve
tan solo un poquit�n de suerte. Su progenitora se fue ya de la tienda y la llam�
porque ella a�n estaba encantada mirando. Justo despu�s de llamarla, la madre se
gir� hacia la calle. Y eso me dio la oportunidad de al pasar Dulce a mi lado, le
met� la mano entre las piernas. Fue un contacto muy rapido, mil�simas de
segundo. Pero not� en esas mil�simas de segundo, que le palp� la panocha como
quien palpa la pelota de volley-ball en un match.


Como me sucede a menudo despu�s de manosear a una clienta, se
me empalm� la poronga el rato inmediato a su tr�nsito. Dese� con intensidad que
se convirtiera aquella tontita en una clienta habitual de la tienda. Y Dulce
volvi�, no se convirti� en una clienta habitual que viene d�a s�, d�a no, pero
volvi�.


No s� cuanto tiempo pasar�a entre el primer y segundo
contacto, quiz� 2 o 3 meses, quien sabe. En este segundo contacto no hubo,
digamos, contacto. Ella estaba con su madre ante mi, detr�s de la barra,
mientras yo cobraba. Y como vi que no tendr�a esta vez manera de manosearla, me
dediqu� a otras manipulaciones; mientras su madre se distra�a mirando su
monedero y sacando los �uros y esas cosas. Yo le echava a Dulce unas cuantas
miradas de estas que palpan. Primero la miraba a los ojos y viendo que ella me
estaba mirando los m�os, la recorr� de arriba a abajo. Mirandole las tetillas,
la barriguita, esa de ensue�o cadera en la que ser�a fabuloso hacer bailar mi
poronga. Y al volver mi mirada a sus ojos (despu�s de recorrela toda) vi que su
sexto sentido femenino hab�a captado todo lo que le hab�a dicho con mis ojos.


Ah� acab� todo. Se fue y pas� otro intervalo de tiempo antes
de volverla a ver. Esta tercera vez tuvo un aspecto nuevo, como las dos
anteriores. Al igual que la segunda; cobr� a su madre con ella a su lado.
Mientras cobraba, ve�a que ella me miraba con ese que deb�a ser incomprendido
deseo sexual que sent�a su cuerpo, no su mente. La mirada que le pegu� la
segunda vez tuvo su efecto. Y ella, como mujer, hab�a pensado en mi con
posterioridad a la compra. Yo me dije "las cosas pintan tan dif�ciles como la
segunda vez, no alcabzar� a tocarla" entonces puse mi atenci�n al m�ximo, como
si estubiera jugando un partido de volley, y esper� a los dos segundos en que su
madre ya se encaminaba hacia la puerta, y ella a�n no hab�a comenzado a andar.
Con la velocidad del rayo, alz� mi mano y le acarici� la tetita. Ella la recibi�
claro con sorpresa y me dedic� una sonrisa.. Yo la dej� claro, pues no era
cuesti�n de que la madre se girara para llamarla. Al soltarla y despu�s de
dedicarme esa sonrisa, se volvi� a su camino con su madre.


En los instantes despu�s, pens� que la semilla ya estaba
echada. Ella sab�a quien era ese tendero de los ultramarinos y sent�a atracci�n
por �l, era cuesti�n de aprovecharlo. El tiempo pas� de nuevo, pasaron semanas,
quiz� meses, y Dulce segu�a sin aparecer. Pasado el verano (recientemente) lleg�
una semanita de vacaciones en mi tienda, plantada en una zona esencialmente
tur�stica. �Vacaciones! Loadas vacaciones. Pero tienen cosas buenas y tambi�n
malas. Pues no podr�a manosear durante ellas a ninguna chava en la tienda.


�Saben ustedes como cuando tu numero del cuponazo coincide
con el premiado y la serie incluida? Pues esa fue la fortuna que me sonri� a mi
cuando; era el miercoles de la semana de vacaciones. Yo ten�a mucho tiempo libre
y resulta que estoy acostumbrado a comer cada d�a, dormir cada d�a, y trabajar
cada d�a y digo: �por qu� no ir a la tienda a arreglar ese fluorescente que
parpadea? Ahora que no hay nadie, no habr� quien me moleste y all� fui. Llegu�
con mi personal cajita de herramientas, dispuesto a arreglar el problema en un
periquete. No cerr� la verja esperando salir en 20 minutos, y fue ese el numero
de loter�a que me toc� sin esperarlo. Estaba yo concentrado en mi lampista
tarea, cuando o� que la puerta de aluminio de la tienda se abr�a y entraban unos
pasos.


-�Quien es! Vocifer�, esperando que me contestara una de las
empleadas. Pero no contest� nadie. Extra�ado, me levant� y me fui a ver quien
era el imprevisto. Casi que me saltan l�grimas de alegr�a de los ojos cuando vi
quien era. Era Dulce. Con la sonrisa m�s grande que he tenido nunca en la cara,
me acerqu� a ella y la cog� de los costados.


-Hola, dije.


-Hola, dijo ella, vengo a buscar 500 gramos de calamares.




-Uy, pues no te los puedo dar, porque la tienda est� cerrada
y nuestro surtido est� temporalmente en otra tienda. Pero te voy a dar otra cosa
riqu�sima, ya ver�s. Despu�s de cerrar con llave la tienda, y viendo la que
esperava su reacci�n (ninguna) tom�ndola de la mano, me la llev� al lavabo. Una
vez en el aseo. Tom�ndola del trasero, la sent� en la repisa. Sus ojos ten�an la
misma mirada que esa �ltima vez que vino con su madre, en que le toqu� la
tetita. No sab�a en absoluto porqu� le gustaba lo que le hac�a, pero as� era.


Sin prisa pero sin pausa empez� a besarle el cuello, ella tan
solo sab�a que le gustaba lo que le estaban haciendo, y no ten�a ninguno de
estos prejuicios que tienen las "enteradas". No me and� con remilgos y en unos
minutos de morreos y sobarle las tetitas, ya la ten�a descamisada. Ten�a unas
tetitas soberbias, peque�itas porque se ve que Dulce hace alg�n deporte, pero
con la forma justa de una teta que bien criada puede ser hacerse idealmente
grande. Entre los muchos manipulares que practiqu� en Dulce, no se cuando fue
que empez� a sobarle la concha. Ella agradec�a estas manipulaciones con unos muy
dulces gemidos de adolescente a la cual soban la concha por primera vez.
Evidentemente, al cabo del rato, ya la ten�a en pelota viva encima de la repisa
del lavamanos. Mis ojos no pod�an apartarse de ese primario objetivo que me
llamaba a cada momento. Esa concha peludita, con esos pelos finos primerizos
nunca rapados, pues al rasurarse una, se engordan los pelos y eso no me gusta
mucho. Pero su panocha era virgen tanto por fuera (pelos nunca cortados) como
por dentro (ya se me entiende). Sin poder evitarlo me saqu� el ciruelo
prepar�ndome a "usarlo". La cara de Dulce me revelaba que estaba excitad�sima. Y
yo iba a complacerla como se merece una chica tan linda.


Observando el intenso placer que sent�a Dulce, la masturbaba
con la punta de mi pene en su rajita. Se trataba de ir prepar�ndola para
penetrarla y eso iba a ser tan dif�cil como placentero. Cuando opin� que hubo
llegado al grado de excitaci�n m�ximo, empuj�. Ahhhh, ella solto un gritito,
revelador de la intensidad de sensaciones que sent�a. Por no hacerlo doloroso,
trat� de hacer mi penetraci�n lo m�s homog�nea posible. Se la fui insertando
toda arrancandole un gemido en cada cent�metro m�o que entraba. Al final
quedaban un par de cent�metros y fue all� que empuj� al m�ximo mi entrepierna.


-Oooooooooh.


Ya estaba, ya la ten�a desvirgada, ahora era cuesti�n de
gozarla. Sin pausa alguna, despu�s de penetrarla totalmente. Adquiri� mi
entrepierna ese dulce ritmo de penetraci�n masculino. Meterla,
sacarla-meterla-sacarla. Al tiempo que ve�a que ella gem�a como quiz� nunca m�s
hiba a gemir, me fij� en que sal�an l�grimas de sus ojos. L�grimas de alegr�a
son, como las que me iban a salir a mi cuando la vi entrar -pens�. Eso apasion�
mi cogerla hasta mi propio l�mite; abraz�ndola fuerte sentada ella en la repisa,
le insertaba sin prisa pero sin pausa, toda la longitud de mi poronga, para
volver a sac�rsela hasta que casi se saliera, para volver a met�rsela tratando
de que sus paredes vaginales sintieran el m�s grande placer sentido nunca y que
no m�s se sentir� otra vez.


Llev�bamos un buen rato cogiendo cuando de pronto pens�: un
momento, no llevo goma, �que hago, me corro dentro y quiz� la dejo embarazada?�Y
quiz� me busca la polic�a y hasta me encierran? Uy no, ser� mejor sacarla. Le
saqu� la poronga de la vagina y pens� como acabar; no me gusta el sexo anal,
�sabr� ella chuparla? Pens� que no sabr�a y ide� una forma particular de acabar
el polvo. Le dije que se pusiera de rodillas en el suelo y que abriera la boca.
Me masturb� con su mano hasta que le descargu� toda la leche en la boca, como le
dije antes que se la tragara; se la trag�, satisfaciendo mi viril orgullo.


En acabado, la vest� de nuevo y para ser previsor, la
acompa�� a otra tienda de ultramarinos de la cadena y all� compramos ese medio
quilo de calamares. Una palmada en el trasero y un "no se lo digas a nadie" y pa
casa.


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Relato: Abuso de tontita
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