Todo comenz� una noche en que mi compadre y yo fuimos a jugar
squash.

Al termin� del juego fuimos a la fuente de sodas a tomarnos
una bebida y comenzamos a platicar de nuestra respectiva vida marital. El me
dijo que su esposa ya no lo satisfac�a plenamente ya que cada vez era menos sus
encuentros maritales.

Intrigado, le pregunte porqu� de esa situaci�n a lo que me
respondi� que se debia a que ella se negaba a que se la cogieran por el culo. Yo
me quede sorprendido por la revelaci�n y de inmediato me imagine a mi comadre
con el culo bien abierto y mi compadre metiendosela hasta el fondo.

En eso, se me cayeron las llaves del auto y al agacharme vi
que mi compadre no tra�a calzones ya que su pinga fl�cida asomaba por entre sus
piernas por lo que durante un segundo me deleite con tan bella vista.

Posteriormente nos fuimos al sauna pero ya mis verga
comenzaba a palpitar as� que al entrar no pude resistirme y pose mi vista en su
paquete. Era lindo, circundado y afeitado, sus bolas eran como dos duraznos
rojos y se bamboleaban con cada paso que el daba.

El se dio cuenta de ello y me sugiri� que nos fueramos a un
privado con la excusa de seguir platicando. Al entrar al privado el se sent� y
se abri� las piernas para que yo pudiera ver su insuperable pija la cual, ya
estaba erecta. Yo no supe que hacer y retome la platica un tanto nervioso.

Le dije que como no se iba a reusar su esposa a ser penetrada
por el ano si su tranca estaba bien gruesa y el me dijo que ni tanto, que
cualquier culito podr�a con ella.

De pronto, me dice: " Te apuesto que mi verga es m�s grande
que la tuya", yo re� aturdido y acepte el reto. No me costo trabajo ya que
tambien estaba a mil. Le cuestione que como ibamos a saber cual era m�s grande a
lo que me respondi� que no la meti�ramos en la boca y la que no cupiera, era la
ganadora.

Asent� y sin pensarlo me fui sobre su poronga erecta, la
comence a lamer y besar, sentir esa tranca en mi boca fue el principio de una
deliciosa cogida. El resultado fue que no cupo en mi hocico caliente. Despu�s,
el tomo mi pene y comenzo a restreg�rselo en la cara y de pronto, se lo trago
completo: yo habia perdido el reto.

El, sonriendo, me dijo que era el momento de pagar los
adeudos y yo le pregunte en que consist�a la paga, el ri� maliciosamente y me
puso en cuatro patas sobre la banca. Yo, que para entonces me sentia putisima,
levante mis nalgas y se las ofreci imp�dicamente. El las separo y comenzo a
dedear mi culito virgen pero deseoso de ser cogido.

Yo estaba gozando a lo grande cuando de pronto siento su
lengua aspera recorrer mi ano: cosa m�s rica jamas hab�a experimentado y el
metia su lengua y la sacaba y al mismo tiempo orde�aba mi verga babeante. El
metio un dedo y luego dos y luego tres y seguia jal�ndola.

Yo me mov�a como una perra en celo y en un momento dado el
saco sus dedos y se separ� de mi cuerpo. Yo le suplique que no me dejara as� y
el como respuesta separ� mis nalgas y apunto la cabeza de su palo en mi culo ya
dilatado.

De pronto, siento como ese pedazo de carne comienza a
romperme, me duele, me duele mucho y comienzo a llorar, el me dice que me relaje
y que afloje el culo como cuando va uno al ba�o; lo obedezco y siento como su
barra empieza a recorrerme. Le pido que se detenga, pero el me ignora hasta que
siento sus bolas chocar con las m�as: �mi compadre me ten�a ensartado!

Le implor� que sea considerado con su mete y saca y el
obedece; que placer tan rico y comienzo a moverme cual vil puta caliente.

El me recorre cada vez m�s r�pido, mis nalgas se estrellan
con su pelvis, mis huevos juguetean con los suyos, mi culo goza como jam�s
imagine.

De pronto, el aprieta mis nalgas y siento como su leche
inunda mis entra�as. El se da cuenta que yo no he terminado y comienza de nuevo
a jalarme mi verga hasta que mi leche cae en la banca. El se aparta de mi, saca
de su valija una lavativa y me enjuaga el culo desvirgado.

Yo empinado, el exhausto.

Se acerca a mi y me dice que ese ser� nuestro secreto, por el
bien de nuestras familias. Poco rato despu�s, salimos del club y cada quien se
dirige a su casa.

Cada vez que nos vemos, el acaricia mis nalgas sobre el
pantalon, de manera furtiva para que nadie se de cuenta. Yo entiendo su mensaje.

Miro el culo de mi comadre y me ri� disimuladamente: de lo
que te has perdido.

Y si, mi compadre me bautizo.