Relato: Antes de ser cornudo





Relato: Antes de ser cornudo



Fantasia, mi compa�era de a�os de pajas


Le di tantas vueltas al asunto durante todos esos a�os en que mi esposa a�n
se negaba a probar a otros hombres, que llegu� a desarrollar toda una "novela",
que ahora les relato. Repito que lo que viene aqu� abajo es una fantasia, ya que
si bien es cierto ella al fin si me ha puesto los cuernos, no ha sido de esta
manera. Ya que igual las cosas se dieron como yo quer�a, no quise que esta
fantasia que fue mi compa�era de pajas durante varios a�os quedara en el olvido
ya que quiz�s haya alguien que le guste o hasta se sienta identificado con mi
relato. Bueno, no m�s rodeos y aqu� va:


Mi mujer, la Sofi, se acaba de dormir profundamente producto del efecto de
las pastillas. Hac�a algunos d�as que yo hab�a empezado a echarle pastillas para
dormir al tecito que ella se tomaba y que yo me ofrec�a a prepararle antes de
dormirse. Ya por la red hab�a yo buscado tipos dispuestos a cogerse a mi esposa
si yo los llamaba. Ellos sab�an de mi plan y de que era mientras ella dorm�a. Me
decid� por uno que viv�a relativamente cerca y que pod�a venir a cualquier hora
ya que viv�a con la mama. Cuando lleg� vi que ten�a mas a�os y kilos que la foto
que me hab�a mostrado por la red. Me explic� que la foto era de hace dos tres
a�os, pero que lo demas segu�a vigente, y se agarr� el paquete para ser m�s
expl�cito. Bueno, el tio ya estaba ah� y como la Sofi ni siquiera lo iba a ver,
daba lo mismo quien fuera, pens�.


El entr� a la habitaci�n caminando con cuidado, como para no despertar a mi
esposa. Yo cerr� con llave y con seguridad en mi mismo le dije que no hab�a
problema, que hab�a tenido muchas noches para probar el resultado. Se lo
demostr� agarr�ndole las tetas a mi mujer y subi�ndole el camis�n de dormir
"modelo abuela" para que Enrique, como se llamaba, le viera el co�o peludo y me
creyera. El tio se demor� un poco en creerme, pero cuando se entusiasm�, me hizo
abrirla de piernas mientras �l se bajaba los pantalones y se pon�a el cond�n. S�
era verdad en todo caso que su verga med�a por lo menos 18 cent�metros.
Comparada con mi verga eso era mucho, as� es que me di por satisfecho. Y
procedimos a lo nuestro. El le meti� la verga con mucho cuidado para no
despertarla, por m�s que yo le aseguraba que le pod�a dar todo lo duro que �l
quisiera. No fue la gran cosa ese polvo, pero igual me paje� mirando a Enrique
d�ndole polla a mi mujer hasta que nos corrimos los dos. El se visti� y se fue y
quedamos de contactarnos. Mis planes para esa primera noche eran otros en
realidad: darle entre los dos a la Sofi hasta el amanecer. Pero �l ya se hab�a
ido. Mi consuelo era que yo ah� me hab�a dado el gusto de ver la verga de otro
macho en el co�o de mi esposa.


Al otro d�a mi mujer ni se enter� de lo que pas�, yo goc� todo el d�a con lo
que pas� la noche anterior y lo que pasar�a hoy otra vez. Enrique volvi� a venir
al dormirse ella y tampoco fue gran cosa esta vez. Le dio verga a mi mujer, le
chup� un poco las tetas mientras lo hac�a y se quiso ir temprano cuando estuvo
listo con lo suyo. S�lo mi amenaza de dejar de llamarlo y traer a otro tio en
vez surti� efecto para la siguiente noche. Fue en esa tercera noche que �l se
qued� hasta la madrugada y se cogi� a mi esposa por el culo adem�s. Me di el
gusto de ser yo quien separara las nalgas de mi amorcito. Us� un poco de crema
que ella suele usar para la cara a modo de lubricante, y ah� me di� Enrique la
felicidad de ver a mi mujer ensartada por su culito y por una buena verga. Se la
mont� rico. El ahora estaba bien seguro de que mi mujer no despertaba con nada,
y luego fue mi turno de usar ese culito reci�n cogido. Descansabamos ah� mismo
en la cama, uno a cada lado de ella. El que quer�a le mamaba las tetas o le
agarraba el co�o, y le met�a la verga por supuesto. Le dimos varias veces esa
noche, y mi mujer se comi� todas las vergas sin problema.


Pasaron unas semanas de hacerlo as� cada noche, hasta que Enrique me indic�
sus ganas de conocer a mi mujer. O sea despierta, de d�a. La idea parec�a mala,
pero me excitaba el pensamiento de que la Sofi tuviera contacto con el macho que
le enterraba la verga cada noche, y acept�. Me parec�a perversamente excitante.
Era demasiado esperarse que ella dejara de serme fiel y se dejara coger por ese
tio, pero el verla hablar con �l ya me excitaba. Se lo present� como un amigo, y
que era sobrino del due�o de la empresa donde yo trabajaba. Por ese lado la Sofi
acept� que el vieniera bien seguido a casa.


A todo esto, en la fantasia nosotros ten�amos un hijo de cinco a�os, llamado
Andr�s.


Mientras Enrique mostraba sus lados buenos en casa, haci�ndose el simp�tico y
amable, no faltaba que yo me las arreglara para salir al jard�n a jugar con
Andrecito, de modo que a ratos ellos quedaban solos en el interior de la casa.
Igual mi esposa segu�a fiel y recatada, y Enrique trataba de ingeni�rselas para
ver c�mo podr�a cog�rsela despierta. Una de esas tardes, cuando �l se hab�a ido,
ella me dijo que Enrique se le hab�a insinuado y que le estaba incomodando la
presencia de �l en la casa. Yo la calm� a ella, y la convenc� de que �l era
buena onda y que seguramente que hab�a sido un malentendido. Luego en la noche
mientras le d�bamos a mi esposa en la cama yo le di consejos a �l para indicarle
c�mo poder hacercarse a la Sofi de d�a. La situaci�n se arregl� tan bien con mi
intervenci�n que ella comenz� a ver a Enrique de mejor manera. Ahora ellos
conversaban como si nada si yo me iba con nuestro hijo al jard�n o a pasear por
ah�. Al menos ahora a ella se le ve�a c�moda hablando con �l, gracias a que
logr� hacerla bajar la guardia. Y como yo me desaparec�a a ratos con el ni�o, y
cada vez con mayor frecuencia, mi mujer se entreten�a conversando y viendo tele
con Enrique como muy buenos amigos.


Las semanas fueron pasando y ellos pasaban m�s y m�s solos gracias a mis
salidas. Mientras de noche lo pas�bamos de maravillas con el cuerpo de la Sofi,
durante el d�a Enrique se la jugaba por lograr nuestro plan de que �l se la
cogiera, todo eso con mi ayuda por supuesto. Un s�bado, cuando yo ya estaba
pensando en regresar a casa con Andrecito despu�s de haber estado en la playa
(yo siempre he llamado avisando que voy camino a casa), me llama Enrique. Buenas
noticias, �l y la Sofi ligaron en el sill�n. Besos y abrazos solamente, pero los
dos se hab�an entusiasmado, y la Sofi, para no perder la cabeza totalmente, le
hab�a pedido que �l se marchara para evitar una locura. L�gico que �l me lo
cont� todo, con lujo de detalles, incluso c�mo le hab�a mamado las tetas y como
ella le acarici� la verga por encima del pantal�n. Fue camino al dormitorio que
ella se hab�a arrepentido. Enrique y yo llegamos a la conclusi�n de que de haber
seguido en el sill�n, �l se la hubiera podido coger a su regalado gusto. Pero
bueno, igual era una EXCELENTE noticia para m�, como futuro cornudo.


Yo llegu� de buen �nimo a casa, gracias a la informaci�n secreta, y Andrecito
le cont� a mam� de lo bien que lo pas� en la playa. Ella se hab�a duchado,
estaba bien bonita y hasta prepar� mi plato favorito. Comimos de buen agrado y
Sofi se encarg� de acostar al ni�o temprano aprovechando lo cansado que estaba.
De ah� ella me llev� al dormitorio y me abraz� y bes� como en mucho tiempo no lo
hac�a. Me dijo que me amaba con toda el alma, que yo nunca lo dudara. Me empez�
a seducir y yo notaba a la vez que hab�a algo de fondo, pero todo era tan rico
que la dej� seguir con lo suyo. Ella ya me hab�a desnudado en la cama, y luego
de desnudarse haciendome un numerito de striptease que yo no ve�a hac�a a�os,
comenz� a besarme la verga. Y ah�, con mucha suavidad, ella comenz� a contarme
la parte m�s suave de lo que hab�a ocurrido con Enrique. En su versi�n de esposa
arrepentida se hab�an dado "unos pocos besos y eso". Yo la escuch� con amor y
paciencia, y mientras me contaba ella su relato, yo pasaba mi verga por su cara
y boca. Ella pensar�a seguramente que as� me ten�a anestesiado, y yo entend�a
por mi parte que mi propio plan de hacerla ponerme los cuernos iba



a resultar. Le di mi comprensi�n, le dije que era natural para una mujer
casada tantos a�os con el mismo hombre el reaccionar as�, que yo no le daba
ninguna importancia y que por supuesto que la perdonaba. Luego de juguetear un
rato los dos en la cama, super enamorados el uno del otro, ella suavemente me
comunic� la pregunta que parec�a hace rato flotar en el aire. Era que si ella se
hubiera acostado con Enrique yo igual la hubiera perdonado. Yo la hice montarme
la verga bes� su boca y le dije que "s�". Que la hubiera perdonado sin ning�n
problema. Que yo la amaba y que yo a ella le perdonaba todo lo que pudiera
hacer. Qui�n sabe qu� pas� por su cabeza ah�, pero a la Sofi le gust� tanto mi
respuesta que comenz� a cabalgarme como una amazona, y me llen� de besos y se
apeg� a mi como una loca mientras su co�o se encargaba de bombear hacia s� toda
mi leche. Fue un polvazo como no hac�a a�os que ten�amos. Fue exquisito!!


Ya m�s calmados, y much�simo m�s felices como pareja. Estuvimos abrazados y
bes�ndonos tiernamente. Al volver a retomar el tema, le di la confianza
suficiente como para que ella se atreviera a contarme los detalles. Igual yo
sab�a que cosas preguntar, y ella me adoraba por la comprensi�n que yo mostraba
al tratar el tema. Yo hasta le pod�a bromear a ratos con que estuvo "a punto de
cabalgar al tio Enrique", y ella tanto se ruborizaba como reconoc�a entre bromas
que al parecer �l la tendr�a bien larga. Como era yo el que sin problemas
mencionaba posiciones en las que Enrique se la hubiera podido comer, en qu�
lugares de la casa y cosas as�, ella tambi�n se puso a bromear con sus propios
ejemplos, y en poco rato yo estaba encima de ella, con la verga a la entrada de
su co�ito aumentando su excitaci�n. Ah� yo le dec�a "As� es como te hubiera
tenido Enrique?" y ella caliente como estaba, s�lo atinaba a responder
"mmmhhhh". Y yo segu�a con "�l te hubiera mamado las tetitas mientras lo
montabas y te hubiera acariciado el culo con sus grandes manos tambi�n". La Sofi
no respond�a, pero se notaba que en su cabeza desfilaban esas mismas im�genes.
Yo estaba calient�simo cuando ella pas� al contraataque. Ella aprovech� lo
caliente que yo estaba y pregunt�: "Si yo quisiera hacerlo con �l, t� me dar�as
permiso?". Mi respuesta fue un silencio sorprendido y luego un corto "s�", que
nos convirti� en m�quinas de follar, cada cual imaginando su propia versi�n de
c�mo ser�a un encuentro entre Sofi y Enrique en nuestra cama.


Al d�a siguiente los tuve bajo control debido a mis celos de �ltima hora, y
cuando la Sofi sali� un rato, le cont� a Enrique lo que hab�a pasado. En la
noche le cont� a ella que ya Enrique se hab�a enterado por m� de lo que ella y
yo hablamos. La Sofi como que se asust�, o escandaliz�, le molest� la situaci�n
porque eso era algo privado. Pero por otro lado, ya las cosas estaban hechas.
Tard� un rato, pero nos pusimos en la buena y terminamos follando e imaginando
lo bien que ella y el tio Enrique lo iba a pasar en la cama si ella se decid�a a
hacerlo. Otro polvazo que nos mandamos.


La Sofi me despert� como a las 10 de la ma�ana. Era s�bado, el d�a anterior
yo hab�a salido de vacaciones. Un delicioso d�a de verano, ideal para la playa
pens� mi amorcito, que me prepar� todo lo necesario para que Andrecito y yo
fu�ramos a la playa, solos. Enrique hab�a llamado y qued� de venir m�s tarde.
Como parec�a haber algo en el aire, le pregunt� derechamente en alg�n momento si
ten�a planeado acostarse con Enrique ese d�a. Me dijo que no sab�a, pero ya que
yo tocaba el tema, quer�a saber si yo le hab�a dicho la verdad cuando le dije
que s� le daba permiso. Me pon�a (deliciosamente) contra la espada y la pared
con su actitud de "vete a la playa con nuestro hijo y d�jame follar tranquila
con Enrique". En cierto momento hasta sent� un poco de celos al entrar al
dormitorio y verla eligiendo ropa interior sexi. La muy puta se le iba a
entregar y yo no iba a estar ahi para verlo. Le dije que me estaban dando celos
y que la �nica manera de que yo saliera de la casa era si ella me promet�a
contarme todo lo que hicieran. La hice jurarme que "en detalle". Y ella me lo
jur�.


Salimos, y ni el delicioso sol o el sonido de las olas lograba calmarme. Las
horas pasaban demasiado lento. Mi hijo a ratos me distra�a, pero mi mente estaba
en casa, en nuestra cama, junto a la Sofi y Enrique que a esta hora deber�an
estar follando como condenados. Y en un momento de impulsividad, tom� el celular
y llam� a casa. Sofi contest�. Parec�a como distante, rara. No entend� lo que �l
dijo, pero escuch� la voz de Enrique cerca de ella. Ah� comenc� el
interrogatorio:


- Est�s en la cama?


- S�.


- Est�s con Enrique?


- Si.


- Ya lo hicieron?


- ... s�.


- Te gust�?


- ... (silencio)... (un adem�n de ella de contestar y luego su voz increpando
a Enrique a quedarse tranquilo, risa de ella...). Mejor en la casa hablamos
cuando vuelvas. Llama antes de venirte, si?


- OK, dale saludos a Enrique. (y ella colg�).


Me sent� como un est�pido diciendo eso �ltimo. Saludos al que le lame el co�o
a tu mujer mientras hablas con ella por telefono. Me sent�a como un primerizo
desorientado y sab�a que yo mismo me hab�a metido en el problema, y lo peor es
que no quer�a salir de �l, sino m�s bien ser participe de los cuernos que me
pon�a mi mujer desde ya.


Llam� seg�n lo acordado avisando nuestro regreso a casa. Hasta el viaje de
regreso se me hizo largo. Andrecito pregunt� por el tio Enrique cuando llegamos
ya que ahora el tio pasaba cada vez m�s tiempo en casa el �ltimo tiempo. El ya
se hab�a ido. A petici�n de mi considerada mujer. Ella actu� como una perfecta
madre y dama el resto de la tarde. A ratos me estudiaba como temiendo una
tragedia griega bien merecida por parte de todos. Acostamos temprano a Andrecito
y nos fuimos a nuestro dormitorio. La Sofi me sedujo para ablandarme, y yo me
dej� seducir. Cuando sinti� que nada malo iba a pasar, y que el ir sabiendo
detalles me excitaba m�s y m�s, ella tanto me mam� la verga como me dio a gozar
de su co�o y me fue contando una cosa tras de otra. Me lo cont� todo, yo le
pregunt� todo de todo, y ella goz� haci�ndome gozar con su ardiente relato. La
Sofi disfrutaba como cuando alguien mayor le cuenta a un ni�o una historia de
aventuras y tesoros. Me miraba, se sonre�a, me besaba y me segu�a contando. De
verdad que me lo dijo todo. Hasta supe que despu�s de cada follada ella se hab�a
fumado un cigarrillo. Un mal h�bito de la Sofi que me hab�a tomado largo tiempo
quitarle cuando nos conocimos. Culpa de Enrique dijo ella, ya que �l quiso fumar
y le ofreci� a ella. No necesit� imagin�rmelo, le pregunt� y me contest� que
ambos estaban recostados en la cama, desnudos y fumando cada vez que terminaban
de coger. Yo cerraba los ojos y los imaginaba, mi esposa con el co�o h�medo con
sus propios jugos, Enrique tambi�n desnudo a su lado con el cond�n a�n puesto,
reponi�ndose ambos y disfrutando de un cigarrillo en complicidad despu�s de
haberme puesto los cuernos a m�s no poder en nuestra cama conyugal.


Al otro d�a en la ma�ana me despert� con su cabeza apoyada en mi hombro. Me
dijo que me amaba. Que me adoraba. Parec�a bien despierta, como si me hubiera
estado contemplando durante largo rato. Le acarici� el culo de la manera
juguetona que yo suelo hacerlo, y ella con voz suave fue al grano: "A ti te
gusta saber que yo me acuesto con Enrique, cierto?". Luego agreg�: "No lo
niegues, porque me he dado cuenta de eso. S�lo dime la verdad tal y como es. Yo
te entender�". Yo trat� de inventar algo, para no quedar de perverso, hubiera
podido contarle mi teoria de los trios o de la generosidad del amor, cualquier
cosa, pero no pude contestar. S�lo la mir� a los ojos como avergonzado y le dije
que s�. Ella me llen� de besos y s�lo me dijo que me amaba. Cuando al fin logr�
preguntarle si tal vez la perder�a, se ri� de mi inocencia y me dijo que jam�s.
Que me adoraba, que yo era su esposo para siempre y el padre de su hijo adem�s.
Viendo la duda en mi mirada me asegur� que Enrique era bueno en la cama, pero
que no era ni guapo, no ten�a trabajo estable ni futuro y que adem�s viv�a con
su mam�. Qu� tan atractivo pod�a ser eso para una mujer. Eso me calm� much�simo
y pudimos conversar en forma m�s amena despu�s de eso. De lo uno pasamos a lo
otro, y supe que el vendr�a a casa de nuevo ese d�a. Ella quiso saber si yo iba
a salir con Andrecito otra vez. Me lo pregunt� porque ellos pensaban continuar
lo empezado el d�a anterior. Le dije que yo saldr�a con el ni�o ese d�a tamb�n
(para que ella se sintiera libre de hacer como quisiera), y pronto estabamos los
dos hablando de cosas relativas al polvo de ellos m�s tarde. Entramos en tal
grado de confianza que hasta me dijo que Enrique quer�a que hoy ella lo dejara
penetrarla analmente. Describi�ndome lo larga que �l ten�a la verga en
comparaci�n a la m�a, ella no sab�a si aceptarle o no por temor a una posible
penetraci�n dolorosa. Y ah� estaba yo, el buen esposo, dici�ndole a su mujer que
probaran con alg�n lubricante y s�lo la puntita de la verga para empezar. Mi
consejo y dedicaci�n le dieron tal seguridad, que ella se decidi� a aceptar el
probar sexo anal con Enrique m�s tarde. Yo no sab�a si estar feliz o lamentar
que mi esposa me viera como a una de sus amigas. Igual para un principiante es
fuerte que la esposa le pregunte a uno c�mo hacer para prestarle el hoyito del
culo a otro hombre. Pero entend� que me iba a tener que acostumbrar a cosas as�
con el tiempo.


Playa otra vez; verga para mi mujer toda la tarde; regreso a casa; un feliz
tio Enrique. Ese era el esumen del d�a. Enrique estaba a sus anchas, en shorts
solamente, sentado en nuestro sof� como si fuera el due�o de casa. Igual estuvo
extra amable conmigo, m�s juguet�n que nunca con Andrecito, y enviando complices
miradas a mi mujer, que se esmeraba en atenderme. Cuando �l la miraba yo lo
�nico que ve�a era: "te tuve por el culo, puta". El se sonre�a y ella como que
se pon�a nerviosa, y yo s�lo la pod�a ver con el culito parado y recibiendo la
verga de Enrique hasta el fondo. Y al fin oscureci� y �l se fue a su casa. Ya
solos en la habitaci�n en la noche otra vez me lo cont� todo. Incluso que
Enrique casi le parti� el culo cuando ella accedi� al sexo anal. Ella sigui� mi
consejo y hasta se relaj�, y el tio Enrique, con el cuidado que pudo, le meti�
la verga lentamente al principio. Hasta que se �l excit� tanto que ya no pudo
parar de darle como un animal a mi mujer y como dije antes, casi le parti� el
culo. El la ten�a tomada de tal manera que ella no pod�a soltarse, de modo que
hizo lo mejor que pudo para tratar de acostumbrarse al tama�o del miembro de
Enrique. Hasta que al final �l estuvo listo con el culo de mi mujer. A ella no
le hab�a gustado tanto la experiencia y �l le hab�a dicho que era cosa de
costumbre y que con la pr�ctica mejorar�a la cosa. Ella me pidi� consejo a m�, y
en parte le encontr� raz�n a Enrique (ya que as� ella seguir�a prest�ndole el
hoyito anal a mi compadre). Le dije que hiciera como ella considerara
conveniente, pero ella me contest� que cuando se excitaba tanto as� con Enrique,
no pod�a negarle algo. El la hac�a sentir como soltera y cachonda. Y por eso
ella se dejaba llevar por el placer y lo dejaba hacerle lo que quisiera. Lo que
�l pidiera. Incluso �l le hab�a pedido a Sofi que comenzara a tomar p�ldoras
anticonceptivas para as� no necesitar usar cond�n. Una vez m�s ella me pidi� una
opini�n y otra vez le encontr� la raz�n al tio Enrique y apoy� la opci�n de las
anticonceptivas.


Gracias a eso, pronto estaba yo disfrutando de la concha de mi mujer inundada
de la leche de Enrique cuando yo llegaba a casa. Las salidas a la playa fueron
disminuyendo, y a ratos me turnaba yo en entretener a Andrecito en el jard�n o
jugando en su habitaci�n con sus juguetes mientras Enrique le daba duro a mi
mujer en nuestra cama. Luego �l ven�a a entretenerlo y yo heredaba esa concha
lechosa y ese hoyito anal bien penetrado de mi mujer. Mis besos se buscaban a su
boca, a pesar de ella advertirme de que reci�n hab�a estado de rodillas delante
de Enrique mam�ndole la verga. Yo la encontraba exquisita a ella y punto.
Perfecta, maravillosa. Pasaba incluso a tanto que a veces jugabamos a las
escondidillas toda la "familia", y con Enrique acordamos que el que se
escondiera con la Sofi, aprovechaba de ligar con ella y manosearla, hasta
encularla incluso mientras los dem�s buscaban. La situaci�n era tal que a veces
por descuido Andrecito ve�a cuando el tio Enrique le daba alguna palmada o
agarr�n en el culo a su mami. No era la intenci�n, pero igual �l lo ve�a.


Pasaron tres a�os e inesperadamente supimos que la Sofi estaba embarazada. El
d�a del nacimiento nos qued� claro a ella y a m� que la ni�ita se parec�a
demasiado a Enrique. Ni nosotros lo dijimos ni �l pareci� pensarlo. Cuando los
tres hombres de la familia fuimos al hospital a buscar a las hembritas para
llevarlas a casa. No s� si la Sofi pensar�a en dec�rselo ah�, pero por suerte
que Andrecito no se di� cuenta, cuando la Sofi y Enrique se fueron al ba�o. Yo
tem�a una conversaci�n complicada, pero luego ella me explic� que Enrique le
hab�a suplicado que le diera una mamada ya que estaba tan cargado. Ella se lo
llev� al ba�o y sentada en la taza del WC, le mam� la verga y se trag� toda su
leche, hasta que el tio Enrique qued� satisfecho.


A esas alturas la mam� de Enrique ya nos conoc�a a nosotros y al ni�o. A ella
le encantaba recibir visita de Andrecito ya que ellos viv�an cerca y era f�cil
verse. De la Sofi, ella opinaba que era una "puta redomada". Y de m�, mejor no
hablar. Lo que a la viejuja le molestaba, era que Enrique le pidiera que ella
llamara por telefono a la casa invitando a Andrecito a visitarla. La vieja lo
sab�a todo lo que hac�amos durante esas horas que Andrecito estaba con ella,
porque Enrique se lo hab�a contado. Ella hasta sab�a que nosotros aprovechabamos
esas situaciones para darle cogidas dobles a la Sofi por toda la casa cuando el
ni�o no estaba.


Ahora que hab�a nacido la ni�a, la mam� de Enrique se sigui� comportando como
una abuela para Andrecito. Esas tardes nosotros las aprovechabamos para tener
sexo del bueno con la Sofi, aunque algo hab�a cambiado. La ni�a a ratos lloraba
y la Sofi ten�a que atenderla. Recuerdo que en una de esas ocasiones, la Sofi
estaba cabalgando de espaldas a Enrique, �l estaba acostado debajo de ella con
los pies apoyados en el piso, atravesado en la cama. Yo fui a tomar a la ni�a y
mi mujer en medio de su cabalgata a Enrique me dijo que quiz�s la ni�a querr�a
pecho. Sin pensarlo, le entregu� a nuestro beb� mientras la Sofi a�n cabalgaba a
Enrique. Ang�lica, nuestra hijita, reconoci� la cercan�a de su mam� y busc� la
teta, y a la Sofi no le qued� m�s que amamantar a nuestra hija mientras Enrique
todav�a le ten�a ensartada toda la verga en el co�o! Qu� imagen! No s� si las
hormonas en la leche Sofi le har�an buen efecto, pero la cosa es que con el
tiempo nos dimos cuenta de que la ni�a quedaba mucho m�s alegre cuando la Sofi
recib�a verga y la amamantaba. Lo vimos ocurrir muchas veces. Aunque el
descubrimiento no era precisamente como para ir a la prensa.


Ang�lica fue creciendo con los meses y ya nos hab�amos cansado de poner de
vuelta la s�bana que colgaba de su corralito (para que no nos viera tener sexo)
ya que la ni�a tiraba al suelo constantemente. La Sofi hasta se hab�a
acostumbrado a tener orgasmos al cabalgar a alg�n macho y quedar mirando hacia
la camita de Ang�lica. Cierto morbo me daba a mi ver las tetas de mi mujer
mecerse y ver al tio Enrique darle por el culo a la mami de Ang�lica mientras la
nena nos miraba. Mi propia hija ve�a como otro hombre le com�a el co�o, y el
culo a mi mujer. Incluso Enrique hasta se entreten�a chup�ndole las tetas a la
Sofi, y ella lo dejaba y disfrutaba con sus locuras, as� como yo disfrutaba
cuando yo y Ang�lica ve�amos a la Sofi de rodillas delante de Enrique mamarle la
verga hasta tragarse la leche. "Aqui tienes, para que no te falte la leche!" le
sol�a decir Enrique, mientras mi mujer se beb�a el semen y se relam�a los labios
y dejaba limpia la verga de mi compadre. Sonaba asquerosamente perverso, como si
mi mujer fuera dependiente de la leche de Enrique para poder amamantar a nuestra
hijita. Lo peor era que me gustaba ver a mi mujer mam�ndole la verga a �l una y
otra vez.


Pasaron m�s a�os, Ang�lica ten�a su habitaci�n propia ahora y tambi�n se
hab�a apegado mucho al cari�o de la mam� de Enrique. Andrecito hab�a cumplido
los trece a�os y hac�a mucho tiempo que hab�amos tenido la conversaci�n sobre
las abejas y las flores. Visto todo desde el punto de vista meramente
reproductivo eso s�. Un d�a que yo siento sed, y sabiendo que los ni�os estaban
en casa de la viejuja, salgo de la habitaci�n de improviso. Suerte que me hab�a
alcanzado a poner los boxers por si los ni�os volv�an. Y justamente al abrir la
puerta de la habitaci�n me encuentro con Andrecito. Bueno, Andr�s a partir de
ahora. Mi hijo lo hab�a estado viendo todo lo que hac�amos all� adentro. No me
enoj� con �l ni nada. Despu�s de todo no estabamos matando a nadie en nuestro
dormitorio. Lo llev� a la cocina y luego de mi merecido trago de agua, nos
pusimos a conversar. El me hizo algunas preguntas. Se notaba que quer�a
preguntar mucho, aunque lo hac�a con cuidado. Y como yo a�n recordaba que a los
trece a�os uno sabe MUCHISIMO m�s de sexo que el entorno cree, le expliqu� con
calma como estaban las cosas. Le dije lo saludable que era el sexo, lo del
instinto, lo de la generosidad de pareja inclusive. El dijo que lo hab�a notado
hac�a largo tiempo, pero que hace como dos semanas que se le hab�a ocurrido
mirar por la cerradura de la puerta ya que siempre se escuchaban ruidos cuando
est�bamos ah� los tres. Yo le dije que todo estaba bien y que para no complicar
a la mam�, lo mantendr�amos como un secreto secreto entre �l y yo. Ya casi se
iba al jard�n cuando se voltea y me pregunta si el podr�a seguir mirando por la
cerradura alguna otra vez. La morbida curiosidad de su mirada, su genuino
inter�s, me hizo darle permiso, pero sin que lo pillara nadie m�s y sin que
Ang�lica se enterara.


A partir de ah� yo me excitaba mucho m�s en esa habitaci�n sabiendo que
Andr�s pod�a ver las mecientes tetas de su mam� mientras mi buen amigo Enrique
se la enculaba. Tambi�n pod�a ver cuando ella nos cabalgaba y cuando le dabamos
penetraciones dobles. La Sofi disfrutaba verdaderamente de nuestras tardes en
esa habitaci�n con el tio Enrique bien pegado a su cuerpo. Lo que m�s me gustaba
era cuando la Sofi se recostaba en la cama con las piernas colgando, y el tio
Enrique le clavaba la verga en el co�o justo en el �ngulo correcto para que
Andr�s desde la cerradura viera c�mo la daban verga a su madre. Luego Enrique se
sal�a de entre las piernas de mi mujer, y Andr�s pod�a ahora ver la leche de su
tio en el co�o de su mami. Luego �l me ve�a a m� tomar el lugar del tio Enrique
y disfrutar de su mam� y de la leche del tio en su interior. Incluso en nuestras
conversaciones de padre a hijo Andr�s se re�a de que yo a veces hac�a que el tio
se acostara en una cierta posici�n en la cama, luego pon�a a la mami a
cabalgarlo, y detr�s de ella me pon�a yo a clavarle el culo.



Desde la puerta,
Andr�s pod�a ver la cabeza de Enrique mirando hacia el techo de la habitaci�n,
la cara de gozo de su mam� al cabalgar al tio y besarlo en la boca, y detr�s de
ella estaba yo, haci�ndole el signo de la paz hacia la puerta para que Andrecito
lo viera, o haciendo el "conejito" (como cuando uno payasea en las fotos) a su
mam�, mientras ella y Enrique estaban totalmente ocupados con sus orgasmos. Me
excitaba mucho tener a mi hijo como testigo en cada ocasi�n en que su mami me
pon�a los cuernos en mi propia presencia con el tio Enrique. Me gustaba saber
que �l presenciaba c�mo Enrique la agarraba las tetas y el co�o mientras seduc�a
a su mam�, para luego hacerla gemir y gritar de placer. Y hasta me gustaba saber
que mi hijo presenciaba cuando yo me pajeaba a cierta distancia como un perdedor
esperando mi turno para cuando Enrique estuviera listo con mi esposa. Es que con
eso yo no s�lo me sent�a agradablemente humillado sino que adem�s le demostraba
a mi hijo que hab�a m�s en una relaci�n de pareja que la mon�tona monogamia.



Que
tambi�n se pod�a disfrutar siendo generoso con la mujer de uno y dejando que
otros machos ardientes le dieran verga en mi lugar. Esa era la elecci�n que yo
como esposo hab�a tomado, y el como hijo podr�a decidir tomar cuando se casara.
Despu�s de todo su madre y yo igual nos ador�bamos. Y eso era verdadero y
eterno. La leche de Enrique era s�lo un delicioso condimento.


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Relato: Antes de ser cornudo
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