Relato: Mi mujer y el consolador negro



Relato: Mi mujer y el consolador negro


Mi mujer y el consolador negro




Compre un enorme consolador negro en un Sex Shop y al llegar a
casa


tuve con mi mujer le mejor noche de sexo en mucho tiempo.





Era habitual, desde ya hacia muchos meses, que de vez en
cuando apareciera en casa con una sorpresa para mi mujer. Dando vueltas por el
Sex Shop, se me venia a los labios una sonrisa al recordar la primera vez que se
me ocurri� comprarle un juguete a Laura, y el nerviosismo que me asaltaba camino
de nuestro domicilio, sin saber si esa noche me esperaba un gran polvo, o una
bronca por parte de ella.


Tras varios a�os de casados, la mutua masturbaci�n era uno de
nuestros pasatiempos favoritos. Los dos hab�amos aprendido a recorrer el cuerpo
de nuestra pareja por los rincones m�s placenteros que puedan imaginarse,
buscando cada d�a, orgasmos m�s profundos y prolongados.


Ahora, en aquella tienda repleta de objetos para el placer
del centro de la ciudad, ve�a claramente en mis pensamientos, los ojos de
lujuria y deseo que Laura puso cuando se quedo mirando, inm�vil, entre
sorprendida e impaciente, el primer dildo que puse en sus manos.


Sin duda fue un gran acierto, una nueva forma de dar rienda
suelta a nuestra imaginaci�n y a contribuir en que nuestras aventuras sexuales
no cayeran nunca en la monoton�a. Siempre que utiliz�bamos uno de nuestros
juguetes, record�bamos las primeras palabras que mi mujer dijo tras recibir la
insospechada novedad en aquella cajita alargada y recubierta con un llamativo
papel color rojo chill�n:




Muy bien, V�ctor. Ya que t� lo as comprado, tu ser�s el
que lo uses conmigo, porque seguro que antes de traerlo, ya habr�s pensado
que es lo que quieres hacer con �l.




Y vaya que si lo tenia previsto. De ese primer comentario,
surgieron unas sencillas reglas que hab�amos cumplido en todas las ocasiones en
que se me ocurri� aparecer en casa con alg�n juguetito que nos ayudara en
nuestras travesuras. Laura no podr�a tocarlo hasta que yo se lo entregara, y yo
me deleitar�a, e incluso la har�a sufrir en ocasiones, explorando su cuerpo y
recorriendo con el nuevo aparatito a mi antojo sus partes mas intimas.


De muy buen grado tomo Laura aquella primera noche el rol que
le correspond�a. Tal como le ped�, se tumbo en la cama, totalmente desnuda, con
las manos en la nuca y las piernas abiertas, los ojos tapados con el largo
pa�uelo que tantas veces hab�a servido para multiplicar nuestras sensaciones
ante el desconocimiento de lo que estaba tramando el otro.


Estaba realmente hermosa, ya de por s� lo era, pero en esa
posici�n, con su delgada figura, de casi un metro setenta, sus medianos pechos,
bien firmes y con los pezones erectos mirando al techo debido a la excitaci�n
del momento, su media melena morena descansando a ambos lados de su fino rostro,
y las piernas abiertas en un �ngulo de unos cuarenta y cinco grados, que dejaban
a mi entero capricho cualquier acto placentero que se me ocurriera para darle
placer entre sus delgados muslos.


Tras todo este tiempo despu�s, he de admitir que fue una
sesi�n un tanto sumisa. Me pase largo rato recorriendo su cuerpo con el peque�o
dildo antes de introducirlo lentamente en su vajina. Lo pasee por sus pechos,
por sus muslos, por sus labios, hasta se lo introduje en la boca para que lo
ensalivara antes de introduc�rselo en el co�o en toda su extensi�n, que tampoco
era mucha, por miedo a que no le gustara mi primer regalo sexual.


Las impresiones que Laura me comento tras esa primera
experiencia con un consolador, fue lo que me animo a seguir buscando, de tanto
en tanto, alg�n aparatito que diera mayor emoci�n a nuestros devaneos en la
cama:




Ha sido maravilloso, cari�o, es, no s�.... como si
hubiera follado con dos hombre a la vez.




Y ciertamente entiendo sus sensaciones, cuando en un momento
dado, tal como estaba tendida sobre la cama, sin dejar de deslizar
acompasadamente el consolador por entre sus paredes vaginales, me puse de
rodillas al lado de su cabeza y sujet�ndola levemente por la nuca, le met� en la
boca mi erecta polla.


Mas de cinco minutos nos mantuvimos as�, yo metiendo y
sacando r�tmicamente el dildo en sus entra�as, por entre sus piernas abiertas y
semiflexionadas con mi mano derecha, mientras que con la izquierda acompa�aba su
cabeza hasta que mi pene llegaba al fondo de su garganta y su nariz casi tocaba
en mi pubis.


Cuando nuestro estado de excitaci�n llegaba ya al m�ximo,
aceler�bamos los movimientos, sus manos ya no pod�an mantenerse quietas tras su
cabeza, sino que me acariciaban sabiamente los genitales, y yo hab�a soltado su
nuca para masajear decididamente su cl�toris mientras la penetraba con el
consolador.


As� nos corrimos los dos casi al mismo tiempo, yo inund�ndole
la boca, lo que le gustaba enormemente, y ella entre mis manos, que aunque se
retorciera y diera secos golpes de placer con su pelvis, yo no dejaban de
estimular su abultado cl�toris hasta haber exprimido su orgasmo al m�ximo con
mis dedos.


Todo esto pasaba por mi cabeza mientras recorr�a las largas
estanter�as del Sex Shop donde generalmente buscaba nuevos instrumentos para
nuestro mutuo placer. De esa especie de hipnosis en la que me encontraba, me
saco de improvisto una suave y sensual voz femenina.




Hola, �Necesitas ayuda? �O quiz�s buscas algo en
particular? �me dijo con una amplia sonrisa y total naturalidad una mujer a
mi espalda.




Era una de las llamativas vendedoras del establecimiento.
Normalmente, si el comprador era un hombre, el que lo atend�a, tambi�n era un
dependiente masculino, y si entraba una mujer, era el monumento que yo tenia
delante la que acud�a a aconsejar o despejar cualquier duda que los clientes
plantearan.


En mi caso, al haber visitado en unas cuantas ocasiones aquel
local, ya conoc�a de otras veces a los cuatro dependientes ( dos hombre y dos
mujeres ) que invariablemente observaban discretamente a la clientela y se
pon�an raudos a su disposici�n cuando lo cre�an necesario.


Verdaderamente Gabi, pues as� dec�a una peque�a tarjetita que
llevaba colgada en la solapa junto al nombre del establecimiento, era una mujer
de las que despiertan pasiones. Vestida enteramente con un ajustado traje de
cuero negro, a semejanza de los que usan los motoristas, mostraba un generoso
escote donde se apreciaba el delicioso canal que discurr�a por entre sus bien
formados pechos.


El mismo traje hacia resaltar tambi�n unas caderas y un
trasero por el que cualquier hombre hubiera sido infiel a la m�s preciosa y
exuberante esposa. De una estatura mas bien alta, realzada por las botas de
tac�n fino que llevaba por encima del mono de cuero, y su largo pelo negro y
semi rizado que le ca�a a los lados de un precioso rostro de ojos negros y
grandes, le daban cierto aspecto de leona.




�Te preguntaba si te podr�a ayudar en algo? �Repiti�
desenfadadamente al ver mi semblante un poco aturdido y con cara de estar un
poco cortado.


No, no hace falta. �le conteste casi tartamudeando y
haciendo un esfuerzo por que las palabras salieran de mi boca.




En esos momentos me sent� como un verdadero tonto. Despu�s de
haber visto tantas veces a aquella preciosidad en la tienda, y estando seguro de
que ella a m� tambi�n me recordaba, mi cuerpo casi se queda paralizado por el
simple hecho de que una morenaza como aquella entablara unas palabras conmigo
junto a unas vitrinas repletas de pollas de pl�stico de todas las formas y
colores.




�Estas interesado en un dildo? �Volvi� a espetarme con su
graciosa sonrisa y echando una r�pida mirada a la gran exposici�n de
consoladores que hab�a a mi espalda.


Bueno, si, estaba echando un vistazo. Consegu� balbucear
a duras penas.


�Vaginal o anal? �Para hombre o para mujer? �Insisti�
ella y entonces no me quedaron mas cojones que salir de mi estupor para
responder r�pidamente.


Para mujer, para mujer, bueno, la verdad es que es para
mi esposa.


Como puedes ver tenemos un gran surtido. �Sigui�
coment�ndome mirando ahora hacia los estantes. -�As visto algo que te guste
o interese?




Durante unos segundos dude si lanzarme decididamente a
explicarle que ya hab�a comprado varios consoladores en anteriores ocasiones,
pero al final cre� que lo mejor seria ir directamente al grano y salir de all�
lo antes posible, cosa que probablemente no hubiera hecho si mi interlocutor
hubiese sido un hombre.




La verdad es que de lo que he visto, ninguno me ha
parecido apropiado, quiz�s vuelvo en otra ocasi�n.


Estas buscando algo que no sea muy convencional. �Me
equivoco? � solt� la chica r�pidamente ante la perspectiva de ver que se
pod�a perder una venta. � Perm�teme que te ense�e un genero que nos acaba de
llegar de Holanda.




Me hizo un gesto para que la siguiera y comenz� a recorrer la
larga estanter�a llena de consoladores moviendo excesivamente sus caderas ante
m�. Al final de la misma, se paro ante un alto armario y saco de el una caja
alargada de color marr�n oscuro que puso ante m� al tiempo que retiraba la tapa.




Aun no los hemos puesto a la venta porque estamos a la
espera de que el jefe nos confirme el precio. �Dijo tendiendo la caja hacia
m� para que pudiera ver su contenido. � Pero para un buen cliente como tu,
si es que te interesa, te lo dejare al precio de coste, por esta vez.




Me quede estupefacto. Era un pedazo de consolador de al menos
30 cent�metros de largo, y casi tan grueso como una de mis mu�ecas, de color
negro, hecho a semejanza de la polla de un guerrero Batusi del �frica mas
profunda. Era un poco rugoso, excepto la cabeza, que reproduc�a fielmente la
punta de un capullo descomunal.


En la base, perfectamente redondeados, destacaban los huevos
que supuestamente tendr�a el portador de semejante herramienta, y justo por
debajo, en el seno de una conveniente especie de gran ventosa para colocarlo en
sentido vertical, un peque�o interruptor que pon�a en marcha el mecanismo
interior.




Es impresionante. �fue todo cuanto se me ocurri� decir
ante aquel pedazo de rabo que me mostraba la llamativa dependienta.


Adem�s del tama�o, que ya estas viendo, posee la ultima
tecnolog�a en sistemas de vibraci�n. � Comentaba la vendedora mientras lo
sacaba de la caja y lo pon�a en marcha. � Si ya hab�is usado otros dildos
con anterioridad, quedareis sorprendidos de la sensaci�n real que produce
este aparato.




No necesite pensarlo mucho. Estaba seguro de que a Laura le
encantar�a probar aquel pollon de negro, y si adem�s vibraba, iba a disfrutar
con el como una loca. Ya empezaba a ver en mi mente el momento en que hundiera
aquel m�stil negro en el co�o de mi mujer mientras se retorc�a de gusto.


Tras decirle a la simp�tica Gabi que me lo llevaba y
cerciorarme de que el precio no era algo tan desmesurado como sus dimensiones,
la chica lo envolvi� discretamente en el habitual papel de celof�n rojo chill�n
y yo sal� del establecimiento calculando las horas que faltaban para poder
liberar con Laura todas las calenturas que la simple contemplaci�n de semejante
aparato me hab�an producido.


En escasamente media hora, llegue a casa y comprob� que Laura
aun no hab�a regresado de su trabajo, aunque por la hora, posiblemente estaba a
punto de hacerlo. Guarde discretamente el nuevo juguete en uno de los cajones de
la mesita de noche y me dispuse a tomar un ba�o mientras esperaba que mi esposa
llegara a casa.


Estaba ya sec�ndome con una toalla cuando escuche la puerta
de entrada y la voz que me saludaba de Laura, dici�ndome que ya estaba en casa.
sal� del ba�o y nos dimos un tierno beso en los labios como hac�amos a diario,
pero tal como mi mujer hacia cada vez que me encontraba �nicamente con una
toalla enroscada en la cintura, deslizo su mano por entre los pliegues de esta y
me acaricio suavemente la polla diciendo:




Vaya, parece que me estabas esperando, cari�o.


Y no sabes con que impaciencia, cielo. � Le conteste al
tiempo que ella sacaba su mano de mi entrepierna. � Me da la impresi�n de
que hoy va a ser una noche para recordar durante mucho tiempo.




Laura me miro con cara de malicia, sospechando que yo estaba
preparando alg�n pasatiempo de alcoba para ella. Con todo descaro, aparto la
toalla que tapaba mis verg�enzas y durante unos instantes sonri� observando la
semiereccion de mi pene debido y mis lujuriosos pensamientos.




Ser� mejor que me meta en la ducha antes de que pierda
los estribos y me amorre a esa maravilla que llevas colgando. � Dijo d�ndose
ya la vuelta y dirigi�ndose al ba�o.




La deje ir sin insinuarle nada de lo que le esperaba y me
dirig� a la cocina a preparar una r�pida y liviana cena fr�a. Termine en el
mismo momento en que escuchaba como se habr�a la puerta del ba�o y Laura se
dirig�a a nuestra habitaci�n para secarse el pelo.


A los pocos minutos, cuando la cena estaba preparada sobre la
mesa, apareci� mi mujer ataviada con su albornoz blanco. Me quede admirando lo
provocativa que se pon�a para la cena, ya que se quedo de pie junto a la mesa,
con una mano apoyada en una silla, con el albornoz sin anudar en su cintura y
mostr�ndome unas min�sculas braguitas blancas y casi transparentes, completado
con una camiseta fin�sima de tirantes que le quedaba excesivamente ajustada y
remarcaba sus bien formados pechos marcando claramente sus pezones semierectos a
causa del cambio de temperatura entre el ba�o y el comedor.


Nos sentamos a cenar y Laura empez� a mirarme con su cara de
traviesa, dirigiendo sus ojos en repetidas ocasiones al bulto que destacaba bajo
la toalla que aun llevaba yo enroscada en la cintura, el cual ya era del todo
imposible de disimular. Yo, por mi parte, no dejaba de recorrer su cuerpo con la
mirada desde sus tetas hasta sus desnudas piernas, que en esos momentos se me
antojaban el mejor manjar que pod�a poner sobre la mesa.


Como la calentura de los dos iba cada vez en aumento, nada
mas terminar la ligera cena Laura se llevo los platos a la cocina y regreso al
cabo de dos escasos minutos con dos tazas de caf� y dos vasitos de licor, que
coloco en el centro de la mesa.




Una copita antes de la fiesta nunca viene mal. �Dijo
mientras se sentaba insinuante de nuevo en la silla- �Y bien? �Qu�
travesuras estar�s pensando para estar a punto de romper la toalla con ese
bulto?




Instintivamente, mire hacia abajo para comprobar que la
presi�n que mi polla hacia en la tela estaba a punto de deshacer el sencillo
nudo con el que se manten�a sujeta la toalla a mi cintura. En ese momento, uno
de los pies de Laura, se habr�a paso desnudo por entre los pliegues de la toalla
y hacia contacto con la punta de sus dedos justo en la base de mi erecto nabo.




Ufffff...... Esto esta a punto de caramelo. �Me dijo al
tiempo que recorr�a mi polla con la parte inferior de sus dedos.




Me deleite unos segundos con la copa de licor en la mano,
observando como el delgado pie de mi mujer desaparec�a a la altura del tobillo
bajo la toalla, y se introduc�a suavemente ahora por debajo de mis huevos,
sintiendo como todo su empeine los iba rozando con extrema suavidad, y la
sensaci�n que ello me produc�a contribu�a a que mi miembro estuviera en un
estado de m�xima erecci�n.




Me as puerto totalmente empalmado, cielo. �Le dije
cogiendo su tobillo con una mano y haciendo una leve presi�n para sentir un
poco mas su pie contra mis genitales.




De un solo trago, me beb� el licor que me quedaba, y sin
dejar de sujetar su pie entre mis piernas, acerque el vasito fri� a uno de sus
pezones, lo que autom�ticamente produjo el efecto que yo esperaba endureci�ndolo
al instante, mientras ella daba un largo suspiro de satisfacci�n al contacto con
el cristal helado.


Laura dio buena cuenta del licor que le quedaba y dirigi�
tambi�n su vaso al otro pecho, comenzando a restreg�rselo por el pez�n al mismo
ritmo que yo manten�a jugando en el otro. Yo manten�a su tobillo agarrado con mi
mano y segu�a restregando toda la planta de su pie por mi dura polla, mientras
observaba como cerraba sus ojos y humedec�a sus labios con la punta de la
lengua, debido al placer que los vasitos fr�os impart�an a sus ya totalmente
erectos pezones.




Creo que es el momento de seguir con la fiesta en otro
sitio. �Le dije viendo que la situaci�n se tornaba tan caliente que si no le
pon�a fin se correr�a antes de darle tiempo a conocer la sorpresa que le
tenia preparada.




Laura abri� los ojos y retiro su pie de entre mis piernas.
Dejamos los vasitos sobre la mesa y nos levantamos los dos al mismo tiempo.
Delante de m�, se dirigi� a la habitaci�n, y cuando llegaba a la puerta de esta,
empez� a dejar que el albornoz se deslizara lentamente por toda su espalda.


Cuando ya lo tenia a la altura de su cintura, lo agarro con
una sola mano y lo dejo colgado en la cerradura de la puerta. Ante mis ojos,
apareci� su apetecible culito minimamente cubierto por las estrecha braguitas
blancas que dejaban transparentar sus duritas y blancas nalgas, movi�ndose
insinuantes medio metro por delante de m�.


Tal y como estaba, con la ajustada camiseta blanca de
tirantes y las braguitas del mismo color, se subi� a la cama y se sent� justo en
el centro, con la espalda apoyada en el cabezal, que le quedaba a la medida
perfecta para que apoyara sus brazos extendidos por encima del mismo a ambos
lados de su cuerpo.


Tenia las piernas estiradas, cruzadas una sobre la otra, y me
miraba con una inconfundible expresi�n de deseo en sus ojos. Yo me sent� tambi�n
en la cama, de frente a ella, con una pierna flexionada sobre la cama y la otra
apoyada en el suelo, lo que propiciaba que la toalla que milagrosamente aun
llevaba alrededor de la cintura, dejara entrever mis huevos completamente
hinchados por la calentura que me hab�a producido el magreo con el pie de mi
mujer.


Con mi sonrisa mas picara y traviesa, agarre el tirador del
caj�n de la mesita y tire de el lentamente. Con toda la parsimonia del mundo,
saque el paquetito rojo y empec� a retirar el envoltorio sin dejar de observar
la cara de curiosidad de Laura.




�Me as comprado un juguetito nuevo, cari�o? �Me pregunto
sin quitar sus ojos curiosos del enigm�tico regalo.


Eso es, cielo.-Le conteste sin darme ninguna prisa en
descubrir la sorpresa.- Pero ya sabes como funciona lo de los regalitos, soy
yo el que va a jugar con �l.




Tras esas palabras, retire la tapa de la caja y pude
comprobar como los ojos de mi mujer se abr�an como platos al ver el enorme
consolador negro que descansaba en el fondo. Al ver que Laura no reaccionaba, lo
saque de su envoltorio y haci�ndolo girar entre mis manos accione el interruptor
que pon�a en marcha el mecanismo vibratorio.


Un suave zumbido se adue�o del silencio que en esos momentos
invad�a la habitaci�n, y el dildo comenz� a contraerse y estirarse r�tmicamente
al tiempo que la cabeza se inclinaba alternativamente unos mil�metros hacia
arriba y hacia abajo en un movimiento pr�cticamente exacto al que producir�a una
verga real dentro de una vagina.




Vaya pedazo de polla. �Fue todo lo que pudo decir mi
mujer sin dejar de contemplar semejante invento. � Creo que podr�a correrme
de solo mirarla.


Pues vas a tener que aguantarte un ratito, querida. �Le
conteste r�pidamente. �Antes de que disfrutes de esta maravilla voy a jugar
un ratito contigo, y te voy a poner tan cachonda que me vas a rogar que te
folle con ella.




Deje caer al suelo la toalla que aun se manten�a enrollada a
mi cintura y me sub� a la cama coloc�ndome de rodillas a la derecha de mi mujer.
Ella segu�a apoyando su espalda en el cabezal y manten�a los brazos extendidos a
ambos lados, aunque ahora sus manos se apretaban nerviosas al mismo como muestra
de la excitaci�n que recorr�a su cuerpo.


Con mi mano, le hice separar las piernas un poco, e
instintivamente tambi�n las flexiono unos cent�metros, esperando sin duda, que
comenzara a recorrerlas con el consolador hasta hacerlo llegar a su co�o, que a
esas alturas, empezaba a humedecer sus blancas braguitas.


Por el contrario, decid� comenzar a jugar con sus pechos.
Coloque el consolador, que no dejaba de vibrar y contornearse, justo entre sus
tetas. Lo mov� unas cuantas veces hacia arriba y abajo observando como mi mujer
lo miraba con una expresi�n entre incredulidad y ardiente deseo. Al poco, lo
dirig� a uno de sus pezones, y empec� a hacer un poco mas de presi�n para que la
vibraci�n que transmit�a fuera aun m�s intensa.


Laura empezaba a respirar cada vez de forma mas agitada, y no
apartaba los ojos de la enorme polla de pl�stico mientras su lengua humedec�a
una y otra vez sus labios. Durante unos minutos, fui masajeando con la punta del
dildo uno y otro pecho, altern�ndolos cada poco tiempo, hundiendo los pezones en
la carne a fuerza de la presi�n del vibrador.


En un momento dado, mi mano libre empez� a recorrer uno de
sus muslos por su parte interna. Lentamente la fui acercando cada vez mas hasta
que empec� a rozar con mucha suavidad el co�o de mi mujer por encima de sus
braguitas. Estaban completamente mojadas, y a m� cada vez me costaba mas
reprimir mi calentura.


Laura empezaba a gemir y a morderse el labio inferior. Estaba
empezando a llegar al punto que yo quer�a, a ponerla tan caliente que har�a
cualquier cosa que le pidiera. Me decid� entonces a presionar un poco mas con mi
mano sobre su co�o, y con mi dedo coraz�n busque su cl�toris por encima de las
bragas para empezar a masturbarlo con un movimiento acompasado y circular.


Ella ya hab�a cerrado los ojos y disfrutaba de las caricias
de mi dedo ayudando con un leve movimiento de sus caderas. En ese momento,
decid� que su lujuria ya era la suficiente para hacer con ella lo que se me
antojara, as� que empec� a subir el consolador hasta deslizarlo primeramente por
su cuello y un poco mas tarde a lo largo de una de sus mejillas.




Acar�ciate las tetas, cari�o. �Le dije acercando mi boca
a su o�do sin dejar de masturbar su empapado co�o por encima de las bragas.




Sin dejar de jadear puso las dos manos sobre sus pechos y
comenz� a masajearlos de una manera descaradamente lasciva. Ella sabe que a m�
me encanta ver como se masturba y pon�a el mayor empe�o en que yo me deleitara
viendo como jugaba con sus erectos pezones.


Mi polla estaba tan dura que miraba al techo, pero yo me
hab�a propuesto llevar aquella situaci�n lo mas al limite posible. Quer�a que
Laura me suplicara que le metiera el enorme pollon negro hasta el fondo del
co�o. Los movimientos de mi dedo sobre su cl�toris se tornaban cada vez m�s
r�pidos, pero conoc�a bien a mi mujer, y sabia cuando deb�a de detenerme justo
antes de que se corriera desenfrenadamente.


Empezaba a estar tan excitada que observe que mientras
restregaba el consolador por toda su cara, al pasar por delante de su boca, su
lengua lo buscaba desesperadamente. Me daba la impresi�n de que en el interior
de su cabeza ya no ve�a un enorme consolador negro pasando de una a otra de sus
mejillas, sino la descomunal polla de un negro a la que ella intentaba amorrarse
a cualquier costa.


Opte por cumplir sus lujuriosos deseos he introduje
lentamente el consolador en la boca de Laura. Ella lo acogi� con deleite y
empez� a chuparlo como si de mi rabo se tratara, su cabeza se inclinaba hacia
delante para abarcarlo un poco mas en cada movimiento, y sus gemidos se tornaban
ahogados cuando el dildo llegaba al fondo de su garganta.


Incapaz de contenerse por mas tiempo, repentinamente su mano
izquierda descendi� hasta su cintura y comenz� a quitarse las bragas. Yo deje
por unos momentos de manipular su cl�toris para facilitarle la operaci�n, que
completo en unos segundos sin dejar de chupar la enorme polla de pl�stico.


Volvi� a colocar sus piernas completamente abiertas y yo me
apresure a plantar mi mano directamente sobre su co�o mojado, recorriendo su
cl�toris con toda la extensi�n de mi dedo coraz�n, al tiempo que introduc�a cada
vez con mas rapidez el enorme consolador en su boca.


Yo segu�a deleit�ndome con la visi�n de la cara de Laura
chupando afanosamente el consolador. Su boca permanec�a completamente abierta
para poder abarcar el grosor del dildo, que aunque llegaba al fondo de la misma,
solo entraba en una tercera parte de su extensi�n.


Al fin decid� utilizar aquel maravilloso aparato para su
principal funci�n y lo saque de la boca de mi mujer, haci�ndolo descender otra
vez hasta sus pechos. Pero parec�a que Laura lo pasaba en grande mamando una
polla, ya que en un r�pido movimiento, se deslizo un poco mas abajo en la cama y
se amorro entre mis piernas metiendose la m�a hasta que note que la punta
chocaba en lo m�s hondo de su paladar.


Empez� a hacerme una mamada como solo ella sabia hacer,
recorriendo con sus labios toda la longitud de mi miembro, haciendo que su
lengua jugueteara con la punta de mi capullo y acarici�ndome los huevos con su
mano hasta notar como sus u�as los recorr�an desde atr�s hasta la base de mi
erecta polla.


En esa situaci�n, tambi�n yo empec� a gemir de placer, y
aunque notaba que pod�a correrme en cualquier momento, no tuve la suficiente
voluntad para detenerla. Por el contrario, me dedique a mover las caderas de
forma que la polla le entrara a Laura completamente en la boca, hasta el punto
de que su nariz chocaba repetidamente con mi pelvis.


Sin dejar de hundirle la polla en la boca a Laura, levante su
camiseta de tirantes hasta conseguir que sus hermosas tetas quedaran al aire.
Acto seguido comenc� nuevamente a restregarle el vibrador por los dos pezones
alternativamente, mientras mis dedos se mov�an sobre su cl�toris a una velocidad
vertiginosa, y sus gemidos, casi inaudibles a causa de la mamada que me estaba
propinando, me indicaban que estaba a punto del orgasmo.


De repente, su mano izquierda se aferr� a la que yo tenia
entre sus piernas, empez� a guiar mis movimientos para aumentar el placer que le
estaba suministrando en el co�o, haciendo que cada vez mis dedos profundizaran
mas entre sus labios vaginales. Con su sabia ayuda, poco a poco empec� a
introducir dos de los dedos dentro de su h�meda cueva, al tiempo que ella mov�a
sus caderas y empujaba mi mano con la suya para que cada vez llegasen un poco
mas adentro.


Al mismo tiempo se estaba tragando literalmente mi polla con
la boca. Me la estaba comiendo de una manera salvaje, y de tanto en tanto, la
liberaba unos segundos para deleitarme pasando su lengua por mis huevos, momento
que aprovechaba para hacer llegar uno de sus dedos hasta mi ano y juguetear un
poco a su alrededor.


Sent�a que poco m�s tiempo podr�amos aguantar cualquiera de
los dos sin correrse, pero yo aun tenia en mente una travesura mas que, como en
una ocasi�n anterior, nos iba a poner a los dos al limite de nuestro aguante, y
ese era el momento justo en que Laura no se negar�a a nada.


Muy a mi pesar, le saque el rabo de la boca y la puse tumbada
boca arriba en la cama, con las piernas totalmente abiertas y su mano
acompa�ando a la m�a hasta que dos de mis dedos tocaban casi con su matriz. Era
el momento de que deseara con todas sus fuerzas que le metiera el enorme
consolador hasta el fondo del co�o.


Saque mis dedos totalmente impregnados de sus flujos
vaginales de entre las paredes de su co�o y comenc� a deslizar el grandioso
dildo negro presionando sobre su cl�toris. Mi mujer abri� aun m�s las piernas y
puso las manos sobre sus ingles. R�pidamente hizo un amago de querer coger el
consolador para meterselo ella misma, pero en ese momento lo aparte bruscamente
hacia su bajo vientre, y ella entendi� de inmediato que nuestras sencillas
reglas aun segu�an vigentes.




�Quieres que te lo meta? �Quieres que te folle bien
fuerte con esta pedazo de polla de negro? �Le dije sabiendo que en esa
situaci�n le gustaba que mi vocabulario se tornara m�s obsceno.


Si, si, si, cl�vamelo de una vez, ya no aguanto mas,
quiero correrme como si me estuviera taladrando Kunta Kinte. Metemelo,
metemelo ya. �Me dec�a mientras el movimiento de sus caderas buscaba que la
punta del consolador se acercara lo m�ximo posible a su co�o.




Pero para m� aun no era el momento. Aun esperaba que sus
ansias de recibir dentro de ella aquel aparato que tanto placer le produc�a con
solo rozarla, la llevaran a masturbarse delante de m� de la forma m�s obscena y
desenfrenada posible, y de paso, me facilitar�a el camino a la manera en que
pensaba acabar con aquella sesi�n de sexo.




Si quieres que te folle el pollon del negro, tendr�s que
gan�rtelo. �Le conteste puniendo la punta del consolador en la entrada de su
co�o para que notara las vibraciones sobre su cl�toris.


Como, como, como lo tengo que hacer. �Me dec�a con la
respiraci�n completamente agitada por el deseo de llegar cuanto antes al
orgasmo.




Sin dejar de estimular su cl�toris con la punta del
consolador negro, le hice indicaciones para que se diera la vuelta y en un
momento quedo tendida en la cama boca a bajo con las piernas completamente
abiertas. Entonces comenc� a recorrer con el consolador la parte que iba desde
su co�o hasta la entrada de su ano, arrastrando con el todos los jugos que se
amontonaban entre sus piernas y transmitiendo tambi�n el placer de las
vibraciones a su agujero posterior.


Cuando el movimiento del pollazo negro era descendente, Laura
levantaba su culo intentando que el consolador penetrara un poquito mas entre
sus labios vaginales, al tiempo que gem�a y jadeaba agarrando fuertemente con
sus pu�os la almohada. En un momento dado, hice que flexionara su pierna
derecha, lo que propicio que su co�o me quedara un poco m�s accesible y su
cuerpo ligeramente ladeado sobre la cama.




�Quieres que te lo meta? �Quieres que te folle el negro?
A ver, �cu�ntas ganas tienes de sentir en el co�o esta s�per polla africana?
�Le dec�a yo sin dejar de restregarle el dildo cada vez mas fren�ticamente
desde la vagina al culo y viceversa.


Muchas. Todas, todas las ganas. Metemelo ya, y de un
golpe, carb�n, no me aguanto, lo quiero dentro. �Me contestaba con una voz
ahogada sin dejar de mover las caderas arriba y abajo, mientras aferraba
cada vez con mas fuerzas la almohada entre sus dedos.




En ese momento, agarrandola de la rodilla que manten�a
flexionada, hice que se diera de nuevo la vuelta hasta que quedo de lado tendida
sobre la cama. Me coloque de rodillas sobre su muslo izquierdo y coloque su
pierna derecha apoyada en mi hombro, dej�ndola completamente espatarrada con el
co�o a escasos veinte cent�metros de mi polla.




Muy bien, vamos a ver las ganas que tienes de que te
folle el negro. �Le dije clavando la mirada directamente en sus ojos que
brillaban de lujuria. � Te vas a masturbar para m�, y cuanto m�s te
masturbes, con mas ganas te la meter� el negro.




Laura dirigi� r�pidamente su mano derecha a entre sus piernas
y empez� a masajearse el cl�toris mientras yo arrastraba la punta del consolador
por toda la longitud de su co�o. Cerro los ojos y abri� la boca al tiempo que
empezaba a jadear cada vez con mas rapidez. Al mismo tiempo hacia fuerza con la
pierna que se encontraba bajo mi culo para intentar acercarse mas al consolador,
que ya empezaba a introducirse unos mil�metros en su h�meda cueva.




No, no, no. No lo estas deseando lo suficiente. �Le dije
retirando nuevamente la descomunal herramienta que tanto la estaba haciendo
sufrir. � No estas siendo lo bastante zorra como para que Kunta Kinte te
folle, cari�o.




Ella me miraba desconcertada, con expresi�n de no entender
mis palabras y haciendo gestos con la cabeza intentando demostrar que no pod�a
masturbarse mas indecorosamente ante m�. Entonces agarre la mano con la que
segu�a dando buena cuenta de su cl�toris y la gui� hasta posarla entre sus dos
sudorosas nalgas.




Bien, mi querida putita. Int�ntalo de una forma un poco
m�s convincente. �Le dije colocando con mi mano su dedo coraz�n justo en la
entrada de su culito. � Cuanto m�s entre ese dedo en tu culito, con mas
ganas te la meter� el negro.




Tal y como yo supon�a, mi mujer solo pensaba ya en sentir
dentro de ella aquel impresionante consolador. Sin perder un instante, empez� a
acariciarse la entrada de su ano con la yema del dedo, mir�ndome fijamente a la
cara mientras yo introduc�a muy poco a poco la cabeza del gran vibrador en la
entrada de su co�o.


En tan solo unos momentos, una tercera parte de su dedo
empez� a desaparecer dentro de su culo, que estaba ya totalmente lubricado
debido a la gran cantidad de flujos que en todo ese tiempo segu�an saliendo sin
cesar de su vagina. Ahora ya no eran jadeos, sino peque�os gritos lo que sal�a
de su boca a medida que el dedo y el consolador negro se iban abriendo camino
por sus dos agujeros.


Yo, por mi parte, estaba a punto de reventar. Deb�a de tener
el m�ximo cuidado en que mi polla no rozara con ninguna de sus piernas para
evitar soltar toda mi leche entre ellas antes de tiempo, pero la visi�n que
tenia ante los ojos me lo estaba poniendo realmente dif�cil.


En cuesti�n de unos minutos, todo el dedo de Laura
desaparec�a dentro de su ano, y cada vez lo met�a y lo sacaba con mayor rapidez.
Por el contrario, yo solo hab�a introducido aun el enorme consolador en su co�o
en una tercera parte de su longitud, aunque por los gritos de placer que sal�an
de la boca de mi mujer, deb�a de estar a punto de llegar al s�ptimo cielo.




Ahhhh, si, mas, empuja, metemelo todo, que maravilla,
cari�o, estoy a punto de correrme. �me dec�a Laura entre jadeos y peque�os
gritos de placer.




Por mas que yo lo intentaba, llego un momento en que Laura
perdi� la paciencia, y con su mano libre agarro el enorme consolador que yo
segu�a moviendo despacio. Sujet�ndolo firmemente desde la base, lo empujo
decididamente con fuerza hasta conseguir que dos terceras partes del mismo se
ubicar�n dentro de su co�o.


Eso le hizo soltar un desmesurado grito al tiempo que sus
pulmones tomaban aire y se quedaba paralizada intentando asimilar el placer que
el vibrador le transmit�a en sus entra�as, incluso el dedo que manipulaba su
culo se quedo unos instantes quieto estando totalmente en su interior.


Durante unos momentos, fui yo el que me dedique a sujetar sus
manos haciendo que metiera cada vez mas adentro tanto el consolador como el dedo
en el culo. Me dedicaba a ir empujando alternativamente una y otra mano de mi
mujer, mientras ella mov�a desenfrenadamente la cabeza a uno y otro lado sin
parar de gemir y gritar.


Al cabo de unos minutos, empuj�ndola con mis manos, hice que
se colocara de rodillas sobre la cama, lo que ella aprovecho para aferrarse al
consolador como si en ello le fuera la vida, para seguir metiendoselo en el co�o
ahora con las dos manos.


Laura quedo entonces de rodillas, con las piernas abiertas lo
mas que pod�a y las manos sujetando el consolador negro que se apoyaba en la
cama y se hund�a casi por completo en su co�o cuando mi mujer hacia descender
bruscamente sus caderas hacia abajo. Sus gritos y jadeos eran ahora amortiguados
al tener la cabeza incrustada en la almohada, utiliz�ndola como punto de apoyo
para poder meterse as� el pollon negro con las dos manos.


Estuve unos momentos arrodillado detr�s de ella contemplando
la forma bestial en que se masturbaba con aquel aparato. Instintivamente, me
lleve una de las manos a la polla y empec� a masturbarme yo tambi�n con una
suave paja. Casi estaba decidido a correrme sobre su bien expuestas nalgas
cuando se me ocurri� continuar el trabajo que ella misma hab�a empezado en su
culo mientras segu�a metiendose en el co�o el dildo todo lo que pod�a.


Sin dejar de menearme la polla, empec� de nuevo a introducir
mi dedo coraz�n por el agujero de su ano. Aun no hab�a metido la mitad de este
en aquel apetecible agujerito, cuando empec� a notar las vibraciones que ten�an
lugar en las entra�as de Laura. De un golpe met� el dedo hasta el fondo, lo que
hizo que de su boca saliera un gemido mas fuerte que los anteriores, y las
sensaciones que transmit�a el consolador, se iban multiplicando hasta llegar
casi a la altura de mi mu�eca.


Mi mujer lo estaba pasando como nunca. Ahora no mov�a tanto
sus caderas y se met�a el enorme pollon negro con una sola mano en casi toda su
extensi�n en el co�o. La otra mano, se manten�a apoyada sobre la cama a la
altura del codo, y apoyaba su cabeza en el antebrazo de este, lo que le permit�a
de una parte respirar con mayor facilidad y de otra, ver como ella misma se
follaba con aquel descomunal vibrador.


Empezaban a dolerme los huevos de tanto aguantar las ganas
que tenia de descargar mi leche. As� que me acerque lo mas que pude al trasero
de Laura, y sujet�ndome la polla con una mano mientras sujetaba una de sus
caderas con la otra, acomode la punta de mi nabo en su lubricado y dilatado
culo.


De un solo movimiento, y sujet�ndola ahora por los dos lados,
empuje hasta que todo mi rabo se introdujo dentro de su ano. Al momento empec� a
notar un cosquilleo delicioso en mi polla y mis huevos, producido por el
vibrador que ella segu�a metiendo y sacando de su co�o a una incre�ble
velocidad.


Mi pene notaba como aquel aparato iba recorriendo una y otra
vez la vagina de mi mujer, y las deliciosas sensaciones que ella experimentaba,
me las transmit�a tambi�n a m� a trav�s de la delgada pared que separaba su co�o
de su culo.


En esa posici�n, y con tantas ganas de correrme como ella,
comenc� a follarmela por el culo salvajemente, incrementando a cada momento la
fuerza de mis envestidas, mezcl�ndose ahora sus jadeos y gritos de placer con
los m�os. Incluso Laura me acompa�aba lanzando hacia atr�s su trasero para que
mi herramienta profundizara lo m�ximo posible dentro de su ano.


Apenas pudimos aguantar un par de minutos en esa desenfrenada
follada. De inprovisto note como mi semen corr�a por el interior de mi polla
para ir a parar al fondo del culo de Laura. Me aferr� a sus caderas con todas
mis fuerzas y hund� mi polla todo lo que pude en su culo.


En ese momento, tambi�n ella se quedo quieta, con el gran
consolador negro ubicado en lo m�s rec�ndito de su co�o, muchos cent�metros mas
all� de donde hab�a llegado mi pene al otro lado de la delgada membrana que los
separaba.


El aparato continuaba vibrando mientras el semen de los dos
buscaba la forma de salir de sendos agujeros, ocupados aun por sendas pollas, la
de pl�stico y la m�a, que empezaba a perder lentamente su dureza.


Quedamos los dos completamente exhaustos. Saque la polla ya
fl�cida del culo de mi mujer y me tumbe boca arriba en la cama respirando aun
con dificultad. Laura hizo lo propio con el consolador negro y se tumbo a mi
lado en la misma posici�n, quedando el dildo entre los dos a la altura de
nuestros codos.


Durante unos minutos, permanecimos en completo silencio,
hasta que nuestra respiraci�n se torno otra vez normal. Como de costumbre,
encendimos dos cigarrillos y Laura acomodo convenientemente su camiseta de
tirantes, que aun conservaba arremangada justo por encima de sus pechos.




Bueno, �Qu� me cuentas del juguetito que te he tra�do?
�Le pregunte cuando los cigarrillos estaban tocando a su fin.




Mi mujer cogi� el consolador que aun permanec�a sobre la cama
entre nosotros, y tras contemplarlo durante unos momentos con detenimiento me
contesto:




Pues esta vez, no estoy segura de que haya sido una buena
idea, cari�o.


Pues nadie lo dir�a, viendo lo bien que t� lo as pasado.
�Le respond� yo totalmente contrariado.


Por eso precisamente lo digo. �Respondi� sin dejar de
contemplar el consolador que aun manten�a entre sus manos. � Me as hecho ver
lo bien que se lo puede pasar una t�a al tirarse a un negro.




En ese momento no supe encontrar palabra alguna para
contestarle. Solo al cabo de unos minutos se me ocurri� decir, no s� s�
oportunamente o no:




Bueno, en mi empresa trabaja uno en mantenimiento, se
llama Kim, es un t�o simp�tico, y muy grande, estoy seguro de que tiene una
polla parecida a esa.




Laura me miro incr�dula durante unos segundos. Despu�s me dio
un tierno beso en los labios y solo me dijo:




Anda, vamos a dormir, que ma�ana hay que volver al
trabajo.




FIN



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Relato: Mi mujer y el consolador negro
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