Eran otros tiempos. Tiempos de inocencia y virginidad.
Tiempos de misa y comuni�n frecuentes. Epocas oscuras de represi�n y castigo.
Tiempos de culpa y pecado. A�os en los que el sexo era una palabra tab�,
prohibida y ajena y yo un adolescente casto, que apenas hab�a conocido el placer
del orgasmo sin tocarme, con la sola excitaci�n que me produc�an mis lecturas a
escondidas de aquellas novelitas espa�olas con tapa de cart�n, al estilo de los
libros de Corin Tellado pero de tama�o algo mayor, novelitas prohibidas y
sensuales , que el hijo de los vecinos le�a y cuya madre , sin saber su
contenido, hab�a prestado a una de mis hermanas.

Yo me hab�a cr�ado en un ambiente lleno de mujeres: una
abuela viuda, dominante y en�rgica, jubilada como profesora de Bellas Artes,
autora de imposibles cuadros de v�rgenes y santas impolutas, tan devota,
santulona y creyente que uno podr�a pensar que solo tuvo sexo en su vida, las
cuatro veces en que concibi� a sus hijos; una madre divorciada, fr�gil y sin
car�cter, bella a�n pero con rasgos de amargura , mir�ndose ante el espejo
impiadoso que marcaba el inexorable paso del tiempo, un padre ausente, o mejor,
escapado (en los Estados Unidos, donde ten�a otra mujer e hijos), varias
hermanas solteras, una t�a solterona con un pasado que se ocultaba (enamorada de
un seminarista hab�a tenido un aborto) y dos sirvientas mayores, o sea todo un
matriarcado en el que yo aparec�a como el �nico var�n.

Yo era el representante de ese sexo masculino maligno e
ingrato, que recordaba al marido indeseado y muerto para una , al marido infiel
y traidor para la otra, al padre libertino y aband�nico:, en s�ntesis a todos
los hombres con su brutalidad e instintos carnales, esos sinverg�enzas......
bueno , yo no aceptaba esos calificativos. Vos te call�s me dec�an: que sab�s
vos lo que es la vida........

Nada. Yo no sab�a nada de la vida. Era como si me hubieran
puesto en este mundo con una venda que ocultaba todo aquello que yo no deb�a ver
ni saber. Nadie me hab�a hablado de la pubertad, o del sexo, o de los deseos
sexuales. Y ah� estaba yo, el machito de la casa, distra�do, so�ador y t�mido ,
con su acn� juvenil, el vello y los miembros, piel y huesos creciendo de noche,
con su delgadez y sus ojeras, pensando en eso todo el tiempo....... Ah� estaba
yo, el hombre de la casa, combatiendo esas erecciones impertinentes que ven�an
sin anunciarse y que no se bajaban cuando uno quer�a...... Mi pija era como una
pordiosera insaciable que si algo le daba me ped�a m�s y m�s y m�s. Ustedes me
entienden.....

Yo lo ignoraba todo , era virgen , inocente , ingenuo , pero
tambi�n, todo lo que desconoc�a lo presum�a. Algunas presunciones eran
equivocadas. En otras el instinto me indicaba lo que era correcto o no. Es as�
que me di cuenta que no era normal que me gustara el hijo de los vecinos, aquel
galleguito soltero y guapo, due�o de aquellas novelas tan osadas.

Los tipos normales , hab�a observado, gustaban de las
mujeres, noviaban con ellas, se casaban , las embarazaban y las encerraban en
casitas blancas con dos ventanas a la calle, con tejado rojo, verja y jard�n
para que les criaran a sus hijos. Era raro que a mi me calentara otro hombre. Yo
me sent�a medio "degenerado".....

En esas largas siestas del verano anterior a mi ingreso a la
Universidad, pensaba en aquel muchacho moreno de cabellos ensortijados, ojos
brillantes y piel muy blanca y seguramente muy pajero y calent�n, y lo hac�a
protagonistas de las historias de aquellas novelas calenturientas que nos habia
prestado, Lo gracioso del tema es que acababa sin tocarme con solo pensar en el
galleguito .......La primera vez que me ocurri�, fue como un volc�n de lava que
se deslizaba por mis caderas flacas, por mi pubis adolescente por mi pecho flaco
de costillas marcadas... Cre� morir, desangrarme, casi me desvanezco que marica
que era .....pero cuando me di cuenta que no era pus sino semen, qu� placer
incre�ble hab�a descubierto, qu� grandes satisfacciones pod�a producirme mi
pito.........

Las acabadas que siguieron eran largos orgasmos, culpables y
placenteros, inspirados por el vecino (cuya pija so�aba con llevarme a la boca)
y por aquellos escritores que se permit�an decirme lo que todos me hab�an
callado. Yo era un sub normal en mi desarrollo sexual. Nada sab�a, salvo mis
necesidades cotidianas, mi pija que se paraba seguido, y lo que me gustaba el
vecino, con sus piernas �giles, su culo redondo, y el bulto adivinado a trav�s
del pantal�n. Pija de espa�olito que hab�a sufrido la guerra civil y que llevaba
adentro tantas leches amargas, tanto hambre , tantas pasiones reci�n desatadas.

Se llamaba Antonio, y era guapo, hermoso, y para mi ex�tico..
Se llamaba Antonio y yo lo besaba cada vez que lo imaginaba, pero era la funda
de mi almohada y no su boca la que recib�a esos besos calientes y apasionados,
esos besos maricones de muchachito virgen y pajero, de adolescente siempre
caliente criado entre polleras. Besos cargados de leche joven, de sangre
fluyente, de hormonas en pleno funcionamiento.

Sab�a que esa atracci�n que sent�a por los hombres no era
normal y que esas historias que mi fantas�a dise�aba no eran
aceptables.......... Ser�a yo un pervertido, un degenerado (palabra de moda
entonces) , un amoral ???? Terminar�a, me preguntaba siendo como aquellos
trasvestidos, quasi mujeres, con largas pelucas y maquillados hasta la
desesperaci�n que oficiaban de rumberas semi desnudas en las comparsas del
carnaval de mi ciudad suburbana.......... Esas maricas quasi pornogr�ficas que
excitaban a los hombres panzones con su fantas�a de parecer mujeres pero que en
realidad tenian manija. Mujeres con regalito, mujeres con pija....

Virgen y casi casto, ignorante de todo, obsesionado por el
sexo y todo lo que a el se refieriera, casi sin amigos, t�mido y muy reprimido,
ingres� con diecisiete a�os a la Universidad a cursar el a�o de ingreso en la
Facultad de Derecho. Corr�an los a�os sesenta y todav�a no se hab�a producido la
revoluci�n sexual .

En aquellas aulas, en aquellos corredores inmensos , en las
escaleras y salones, encontrar�a miles de objetos de mis fantas�as y deseos
sexuales, muchachos de mi edad o mayores, generalmente muy bien vestidos, de
belleza a�n superior a la de mi vecino, espec�menes sensuales y libres, con
cuerpos bien formados, pelos en el pecho y en los brazos , adivinados a trav�s
de las camisas blancas o claras.

Hombres sexuales y depredadores que enloquec�an a algunas
muchachas y desafiaban desde su mundo ajeno, a ese adolescente temeroso y
calladoo que era yo y que de noche originaban esas masturbaciones , en realidad
esas poluciones. que llenaban de leche mi pecho y mi vientre, mis s�banas, mis
calzoncillos, mi soledad de muchacho aislado........

Como me hizo falta en ese momento pienso, ese padre
aband�nico que ya nunca mas ver�a , que estaba criando otros hijos y que nunca
ya pensar�a en mi..

Cuando conoc� a Norberto, tuve la misma impresi�n que me
causaba el resto de los muchachos, pertenec�a para mi a una raza distinta y
libre, fuerte y bulliciosa que contrastaba con mi imagen de tranquilidad,
compostura y silencio. El sol�a hablar a los gritos, dec�a groser�as a cada
momento y caminaba por todas partes saludando gente, besando a las chicas,
riendo con ellas. Ten�a lo que yo llamaba "huevos" , el coraje de ser como era,
sin miedos ni represiones. Era libre, sensual, avasallante, no ten�a l�mites....
Tambi�n era heterosexual y picaflor. Con todas las chicas coqueteaba y algunas y
no las feas precisamente , le daban corte......, ca�an en sus redes.

No s� porqu� nos hicimos amigos. Quiz�s por la atracci�n que
ejercen los polos opuestos. El era un libertino para mis ojos castos y
desacostumbrados al juego de la seducci�n, y yo no hab�a tenido novias, ni
amigas �ntimas, solo compa�eras de colegio, conocidas.... El era un estudiante
que no quer�a estudiar y yo me entregaba a los libros con desesperaci�n para
obterner las mejores notas.

Tampoco s� porque nuestras conversaciones , previas o
posteriores a las clases se refer�an al sexo, a las mujeres, a las erecciones y
calenturas. Se sentaba a mi lado y me preguntaba intimidades que yo respond�a
ambiguamente, con la habilidad del d�bil para defender su intimidad.

Me di cuenta que me atra�a como un im�n cuando se re�a de
ciertas inocencias m�as, de mi inexperiencia, de mis poluciones nocturnas, de mi
desconocimiento de las mejores t�cnicas para pajearse. Ve�a sus ojos, su piel
siempre bronceada y cubierta por esos pelitos brillantes y enrulados, percib�a
su olor a muchacho limpio, su perfume que recordaba a alguna colonia con
s�ndalo, su aliento a chicles Bazooka, y como un fetiche, sus medias claras
envolviendo sus pies calzados por mocasines de una zapateria de moda y cara.

Mi primer amigo me gustaba, me atra�a, me calentaba con sus
comentarios y conversaciones, con los movimientos de su cuerpo �gil y deportista
y yo me convert� en su perrito faldero, en su esclavo, su seguidor a todas
partes, la presencia permanente que acompa�aba sus pasos, su sombra...... El me
introdujo a sus amigos y amigas, a sus compa�eros de curso, al mundo de la gente
que viv�a su adolescencia en las ant�podas de mi vida.

El ten�a una novia en la facultad, una tal Norma , de ondeada
melena, una morena llamativa de grandes tetas y ojos verdes, que lo ten�a a
maltraer. Yo los ve�a pasar e incluso como se besaban y acariciaban y sent�a
como unos celos extra�os e inexplicables.

Norberto se sentaba a mi lado en las clases, era delgado , no
tan alto como yo, de ojos almendrados y h�medos, una boca roja siempre enmarcada
por la dura barba que reaparec�a enseguida luego de afeitarse. De pronto
nuestras piernas se chocaban y su calor me atacaba como si fuera una inyecci�n
de calentura, y esa intimidad y proximidad de nuestros cuerpos me excitaba .

Fue un proceso r�pido que despert� la inquietud en mi casa, y
me cort� el pelo a la moda, comenc� a vestirme con ropas mas actuales, dec�a
palabrotas, escuchaba nueva m�sica, y hablaba todo el dia con Norberto o de
Norberto..

Siempre me dec�a te voy a llevar a debutar , esto es a coger
por primera vez con una mujer y yo pon�a excusas. No me interesaban las putas,
no me gustaban las mujeres , pero c�mo reconocerlo a un heterosexual tan vital y
donjuanesco como Norberto.... C�mo decirle que detr�s del chico virgen hab�a un
puto desesperado por su primera pija, un homosexual "degenerado" que se hac�a la
paja pensando en su culo chiquito redondido y parado.....C�mo reconocer esa
ansiedad por su cercan�a, por el calor de su cuerpo de macho...... Como decirle:
soy maric�n y me enamor� perdidamente de vos, perdoname.....

Comenc� a visitar su casa, a conocer a su familia, me hice
amigo de su hermana, me invitaban a reuniones familiares, era uno mas de ellos.
Algunos de sus familiares me miraban con cierta desconfianza., otros con
simpat�a. El padre me pon�a como ejemplo del estudiante ejemplar, de alt�simas
calificaciones. El hijo ideal de su mam� sola. Yo que me sent�a una piltrafa....
Norberto recib�a comentarios sobre mi excelente desempe�o acad�mico y cr�ticas
al suyo. Para sus padres yo era el paradigma de lo que su hijo deb�a hacer, pero
para mi, Norberto era todo lo que yo quer�a llegar a ser......

En una de esas visitas a su casa, hubo una tormenta y las
calles se anegaron completamente. Como deb�a esperar hasta que las aguas
bajaran, fuimos a su cuarto a escuchar m�sica. El se qued� en calzoncillos, de
estilo boxer color celeste claro, ech� a su perra Fraulein y cerr� la puerta con
llave.

Puso un long play, de Fausto Pappetti, muy pero muy sensual y
me dijo si quer�a que me ense�ara a hacerme la paja. Que no pod�a creer que no
supiera hac�rmela. Me puse colorado como una remolacha e inc�modo como la Reina
de Inglaterra en un ba�o p�blico de Calcuta.

Le dije que no quer�a que no me gustaba...... Si que te gusta
la paja dec�a �l y hasta que vos te atrevas a coger con una mujer van a a pasar
a�os, mejor que aprendas a darte placer ........ Apag� la luz del velador y se
tir� en la cama. Sacate la ropa me dijo, no seas maric�n, la palabra me doli�
porque yo sab�a que era maric�n y gay y trolo. Pero el la dijo sin intenci�n y
sin el sentido usual. Se levant� de la cama y me ayud� a sacarme la camisa y yo
me quit� el pantal�n y los zapatos y el me sac� las medias con suavidad.
Quedamos los dos en calzoncillos sobre la cama mientras tronaba y llovia y
Pappetti segu�a tocando con su trompeta maravillosa.

Veni ac�rcate me dec�a y nuestros cuerpos casi se tocaban a
todo lo largo, y el comenz� a masajear su pija buscando una erecci�n y cuando la
tuvo para mi deleite y verg�enza, se quit� los boxers.

Not� que yo ya estaba erecto y me hizo sacar los
calzoncillos. Era el momento de la verdad........ Tocate me dec�a y yo repasaba
mi pija mas peque�a que la suya que era gorda y enorme, con su cabecita bien
afuera con forma de hongo. Pajeate asi, y agarraba su polla hermosa blanca
gruesa y dura con toda la mano derecha, esta es "la t�cnica del misionero o del
pu�o" me decia, a ver hacela vos, y yo repet�a sus movimientos....Luego dej�
cuatro dedos sobre su pija en diagonal y un dedo por debajo y me dijo esta es
"la cuatro dedos", vamos hacela casi gritaba, y luego me ense�� "la lapicera",
la del rev�s con la mano izquierda, la de la seda, con una tela que se frotaba
sobre la pija una y otra vez.

Trajo un lubricante y se lo pas� por toda su pija erecta y
brillante y para mi sorpresa por la mia y seguimos masturb�ndonos, y el me
segu�a indicando t�cnicas, "el paraguitas", donde se acariciaba especialmente la
cabecita, ya lubricada por el pre �semen, y finalmente entre otras variantes,
"la cambiadita" en la que el tom� mi pija ya erecta al m�ximo y llev� mi mano a
su pija mas grande y totalmente dura, y por primera vez toqu� una verga ajena, y
me maravill� por su calor, su suavidad, lo tirante de esa piel llena de sangre ,
de ese trozo de carne salpicado de venas , de esos huevos llenos de leche que
colgaban mas abajo, y me olvid� de las t�cnicas y apret� y subi y baj� y el
gem�a y hacia lo propio conmigo , ay guacho como me la estas apretando gritaba y
yo comenc� ingenuamente a llorar cuando vi mis cuatro chorros de semen volar por
los aires y el acab� con un grito en ese mismo momento y en la oscuridad
mientras su verga tan deseada llenaba el espacio de su leche , busco mi boca, mi
boca virgen, sin aliento y sin saliva, mi boca casta y desperdiciada, y
abraz�ndome con una ternura infinita, me bes� dulcemente , con un beso de vida
lleno de calor, lengua y saliva. Era como darme respiraci�n artificial con un
beso largo apasionado y profundo, como nunca hubo otro en mi vida, como nunca lo
habr�....

Fue nuestra �nica vez, porque al poco tiempo dej� de estudiar
y no nos volvimos a ver m�s......

galansoy

Hola a todos. Espero les guste este relato que dedico a todos
los lectores j�venes de edad o de coraz�n. Escr�banme a
POR CUESTIONES DE PRIVACIDAD ESTE EMAIL FUE REMOVIDO y por favor si
les gust�, valoren este relato. Besos argentinos de g.