Relato: El lobo





Relato: El lobo

El lobo



Desde muy ni�a he tenido la necesidad de sentirme libre y
relajada cuando por circunstancias de la vida algo me hac�a estar mal. Los
largos paseos por el bosque a solas escuchando el leve roce del viento con las
ramas de los �rboles o el continuo repicoteo de los pajarillos en celo eran lo
�nico que consegu�an hacerme sentir bien de nuevo. Mi alma se llenaba de
tranquilidad y equilibrio tan s�lo con contemplar durante unas horas el lento
bajar de las aguas de un r�o o simplemente por yacer sobre un c�sped alto y
fresco mientras el sol de primavera calentaba mi cuerpo y lo llenaba de energ�a.


Supongo que por eso, y a pesar de que desde hace 16 a�os vivo
en una gran ciudad que nada tiene que ver con el peque�o pueblecito en el que
nac�, necesito de vez en cuando realizar unas escapadas a la monta�a, sobre todo
en los fines de semana.


Hace unos a�os le compr� a un conocido de mis padres una
vieja caba�a situada en un peque�o claro del bosque al que iba a pasear de ni�a.
Su antiguo propietario quer�a deshacerse de ella pues se encontraba en mal
estado debido a que hab�a estado deshabitada durante mucho tiempo. El precio era
una ganga. Gracias a un par de amigos m�os dedicados a la construcci�n
rehabilit� la caba�a haciendo de ella un lugar confortable y acogedor. No es
demasiado grande pero como yo suelo venir sola no tengo problemas de espacio.


Esa noche hab�a estado leyendo hasta muy tarde. Era un libro
de literatura er�tica, una de mis grandes aficiones. Me encantaba imaginar las
t�rridas aventuras de las mujeres de esas historias, mujeres atrevidas y
desinhibidas, calientes y seductoras, irresistibles y poderosas. Me excitaban
sobre manera las historias en las que una mujer manten�a relaciones con varios
hombres a la vez pues yo nunca hab�a hecho algo as�, y no sab�a si alg�n d�a
llegar�a a hacerlo. En cierta manera soy bastante tradicional en lo que al sexo
se refiere m�s por verg�enza que por convicci�n moral.


Cerr� el libro justo despu�s de que Sof�a, la protagonista
del libro recibiera sendas descargas de semen de sus dos amantes quienes la
hab�an penetrado por delante y por detr�s a la vez. La historia me hab�a puesto
ya muy caliente y necesitaba un r�pido desahogo. Me fui a la habitaci�n en la
que estaba mi cama y comenc� a desnudarme anticipando el placer que pronto iba a
autoproporcionarme sobre la cama. Cuando ya solo me quedaban puestas unas
peque�as braguitas de color blanco advert� escandalizada que no hab�a corrido
las cortinas. Ya dije antes que la caba�a estaba situada en un claro del bosque
pero no era raro que por all� pasaran chicos y alg�n que otro campesino del
pueblo.


�Qu� tonta soy! �qui�n co�o va a verme a estas horas de la
noche?


Me acerqu� a la ventana para cerciorarme y entonces lo vi.
Era un enorme ejemplar de lobo gris. Yo no ten�a ni idea de que por esa zona
hubiesen lobos. Quiz�s alguna asociaci�n ecologista estuviese intentando
repoblarlos. Era un macho, un macho enorme con un pelaje de color gris claro. Me
estaba mirando fijamente con unos ojos de color amarillento muy abiertos. No
puedo decir que tuviera miedo. Al fin y al cabo �l estaba fuera y yo dentro de
mi caba�a pero el hecho de que la luna estuviese casi llena despert� en mi las
viejas leyendas de lobos que nuestros abuelos nos contaban de peque�os. Una de
esas leyendas dec�a que en las noches de luna llena los lobos sal�an en busca de
mujeres a las que pose�an primero y luego mataban para acabar comi�ndoselas. Se
me erizaron los bellos del cuerpo s�lo con recordarlo pero no pod�a dejar de
pensar que todo eso era muy absurdo y que ya no era una ni�a como para ir
asust�ndome con cuentos de lobos. Sin embargo la mirada de ese animal era tan
fija y tan persistente que parec�a humana. Al principio hab�a dudado que me
mirase a m�. Pensaba que m�s bien deb�a haberse sentido atra�do por la luz de mi
cuarto o algo as� pero ahora estaba totalmente convencida de que me miraba a mi,
a mi cuerpo desnudo tras el cristal.


Deslic� una de mis manos dentro de mis braguitas excitada por
el hecho de sentirme observada por un animal, al menos por uno que no fuese un
hombre. Encontr� mi sexo muy caliente y humedecido. La lectura hab�a disparado
mi imaginaci�n calenturienta que incluso hab�a traspasado la tela de mis bragas
en forma de flujo. Me las quit� y me qued� desnuda ante la ventana observando a
mi inesperado intruso. Comenc� a masturbarme frente a la ventana. �l no dejaba
de mirarme en ning�n momento. Mis manos alternaban las caricias en mis tetas y
en mi co�o, el cual me abr�a para mostr�rselo a trav�s de los cristales.
Entonces con un r�pido movimiento el lobo desapareci� de mi vista.


Vaya, se ha ido, al parecer no soy tan irresistible como
pensaba �me dije yo misma medio en broma. Entonces lo m�s sensato hubiese sido
apagar las luces, acostarse sobre la cama y acabar teniendo un orgasmo o dos
siguiendo con mis caricias. Sin embargo esa noche no quer�a ser sensata, no
quer�a ser tradicional. Quer�a ser atrevida y desinhibida, caliente y seductora,
irresistible y poderosa� Me dirig� desnuda hacia la puerta de la caba�a sin
saber muy bien a�n lo que iba a hacer. La abr� ligeramente al principio, luego
de par en par. No se ve�a nada fuera en el jard�n. Despu�s de unos segundos en
los que me sent� aliviada y desilusionada al mismo tiempo el lobo apareci� de
nuevo ante m�. Esta vez s� que sent� miedo, pero no era miedo a ser devorada,
era el miedo a lo desconocido.


El animal estaba lo suficientemente cerca de mi como para
atraparme de un salto si intentaba huir pero no era para huir para lo que hab�a
abandonado el seguro refugio de la caba�a.


El majestuoso lobo gris se mostraba ante m� en toda su
dimensi�n. Era a�n m�s grande de lo que hab�a pensado. Pero no era su tama�o
descomunal ni su impecable pelaje gris lo que tanto me inquietaba de �l Sin duda
era su mirada lujuriosa, casi humana, con la que devoraba mi cuerpo desnudo.
Entonces record� que los lobos tienen un gran olfato, y que son capaces de oler
a una hembra en celo a larga distancia. �ser�a capaz ese bicho de saber que yo
estaba caliente? �era entonces el olor de mi sexo lo que le hab�a tra�do hasta
all�?


Mis pensamientos se interrumpieron cuando poco a poco el lobo
se fue acercando a mi. Lo hac�a de manera humilde, sin ning�n tipo de
agresividad o gesto violento. No s� si estaba m�s aterrada que excitada o m�s
excitada que aterrada lo que s� s� es que no pude ni moverme. �l se acerc� tanto
a mi que su morro y mi co�o tan s�lo estaban separados por cuatro o cinco
dedos.. Abri� ligeramente la boca y una enorme lengua rosada sali� de su
interior y comenz� a lamer mi co�o.


Las intenciones del animal hab�an quedado ya claras. Quer�a
poseerme y yo quer�a que lo hiciera. �ser�an ciertas las antiguas leyendas? Ya
no cab�a la posibilidad de echarse atr�s as� que tarde o temprano lo iba a
saber.


Decid� ponerme tambi�n a cuatro patas y nada m�s hacerlo el
animal se coloc� a mi espalda. Segu�a lamiendo y olisqueando mi sexo el cual
estaba a�n m�s excitado si cabe que con la lectura del libro. Nunca me hab�an
gustado las historias de sexo con animales, de hecho siempre las pasaba sin leer
y sin embargo estaba siendo un lobo el culpable de mi calentura enfermiza. Un
escalofr�o de placer me recorri� la espalda cuando el animal coloc� sus patas
delanteras sobre mi cuerpo, se�al inequ�voca de que me iba a penetrar. Lo hizo,
y al hacerlo me di cuenta de cu�les eran las dimensiones del pene que me iba a
meter ese bicho. Hasta esa noche yo no hab�a visto, ni siquiera hab�a so�ado que
pudiera existir un pene as�, y sin embargo exist�a, y adem�s comenzaba a entrar
en mi vagina que lo recib�a con agrado. Cuando lo tuve dentro por completo sent�
como si su polla aumentara de tama�o, como si engordara y entonces comprend� por
primera vez en mi vida el aut�ntico significado de la expresi�n sentirse llena..
El lobo hab�a comenzado a follarme y su pene se mov�a dentro de mi co�o con
dificultad pues no ten�a espacio suficiente para tenerla toda adentro.


Mi co�o mandaba r�fagas de placer a mi cerebro de forma
intermitente que coincid�an con cada una de las penetraciones del bicho. Pese a
que el placer era grande decid� aumentarlo llevando una mano hasta mi cl�toris.
El lobo comenz� a bufar y un espeso l�quido inund� mi sexo mientras mis dedos
provocaban la llegada de mi brutal orgasmo. Entonces ca� desmayada al suelo y no
recuerdo nada m�s de esa noche. Cuando despert� por la ma�ana estaba desnuda
sobre la cama. El sol entraba por la ventana de la caba�a y me daba directamente
en la cara. Ha sido un sue�o �pens� mientras me incorporaba pero un fuerte dolor
en la entrepierna me hizo dudar. Ten�a el sexo muy abierto y dolorido y rezumaba
un extra�o olor en su interior. Adem�s not� cierto dolor en la espalda. Me toqu�
la zona dolorida con las manos y encontr� peque�as heridas, como de ara�azos. Me
resignaba a creerlo pero parec�a que lo de esa noche no hab�a sido s�lo un
sue�o.


La noche siguiente, estando de nuevo inmersa en la lectura
escuch� al gran lobo gris aullar. Est� aullando por m�, pens� y comenc� a
desnudarme.


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Relato: El lobo
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