Relato: Dos d�as para mi vicio (01)





Relato: Dos d�as para mi vicio (01)

Porque lo estoy reviviendo en mi mente voy a relatar en
presente lo que viv� aquellos dos d�as.



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No puedo m�s y tengo que satisfacerme. Ya llevo un mes sin
saborear mi mayor vicio. Hoy es mi�rcoles mediod�a. Llamo a Esteban para
reservar los servicios para el jueves y viernes. Llamo a mi marido para decirle
que tengo un viaje a Ginebra por asunto de negocios. Me llevar� el jueves y
viernes y tengo que salir el jueves a primera hora. Llamo a mi madre para
dejarle a los chicos esta noche y esos dos d�as.



El jueves por la ma�ana no me dirijo al aeropuerto, sino a la
granja de Esteban, a dos horas de Barcelona. Como siempre, me angustia el hecho
de no dejar el coche en el aparcamiento del aeropuerto como deber�a hacer por si
acaso, pero no quiero que ning�n taxista sepa adonde voy.



Me recibe Esteban como siempre con un jugoso y largo beso en
la boca durante el cual su lengua explora toda la cavidad y la m�a intenta lo
mismo pero siempre se queda en esos carnosos labios de negro que me perturban.
Tambi�n como siempre est�n su madre negra y su esposa blanca. Su esposa es
eslava, no s� de que pa�s. Se conocieron cuando eran inmigrantes sin papeles y
la idea del negocio naci� de ella. Ahora conforman una familia sin tacha
dedicada a la agricultura ecol�gica con gran solvencia financiera.



- Maite. Me pediste demasiada cosa para dos d�as, casi el
men� completo, y para eso la recomendaci�n es de una semana. No te garantizo que
puedas seguir tras el primer d�a.



- Bueno Esteban, lo que pueda. Te prometo decir basta si me
veo mal. Pero es que estoy absolutamente salida. No aguanto m�s. Tengo verdadera
obsesi�n. Me da verg�enza que siendo una se�ora de irreprochable conducta y
mod�lica madre me entregue a estos excesos.



- No te preocupes mujer, hay mucha gente as� aunque no lo
creas. Ahora mismo hay tres para iniciarse y cuatro de las habituales, de ellos
dos son hombres. Pero ya sabes que, quieras lo que quieras hay que registrarlo
en v�deo.



- Si claro, ya me lo dices siempre. Que es la �nica forma de
que los otros residentes respeten al confidencialidad si reconocen a otro
pervertido o pervertida como yo.



- Bien, anda sube a la habitaci�n 23 y ponte la ropa que hay
all�.



- �Por qu� vamos a empezar?



- Sorpresa. Tu reserva tan apretada de tiempo me ha hecho
componer un programa especial. Ni siquiera podr�a responder de mi propia polla
para atender todo, as� que tengo previsto un suplente.



- �Ay! Esteban, no me defraudes. Si no puedes tu prefiero que
me manejen el co�o tu mujer o tu madre, que ya estoy habituada. No me pongas a
un extra�o en este trance.



- No te preocupes Maite, eres clienta VIP, no te dejar� en
malas manos.



- Gracias Esteban. Subo a la habitaci�n y en diez minutos
estoy.



- Te esperamos.



En la habitaci�n me pongo "la ropa" con ansiedad contenida.
Una capucha con una cresta simulando la de un caballo, un collar de cuero con
riendas, corpi�o con sujetador de media copa, tambi�n de cuero, que impulsa
hacia delante mis grandes tetas y comprime mi ya abundante cintura. Unas botas
de gran plataforma y altos tacones que me abarcan hasta medio muslo completan la
indumentaria. Todo el conjunto es negro. No, me faltaba algo. No se donde
meterlo, pero opto por el ano: es un consolador con una cola de caballo y me
queda bien ah�. En el co�o hubiera quedado poco airoso.



Me miro al espejo. Pese a mis 44 a�os no me veo mal. Es m�s,
me veo atractiva. Madura apetitosa, bien conservada. Si fuera profesora de
bachillerato tendr�a a todos los elementos masculinos de mi clase enamorados de
mi ... y quiz� bastantes femeninos. Estoy satisfecha de mi f�sico a esta edad.
No puedo pedir m�s de mi misma.



Bajo al vest�bulo de la granja-hotel y me espera Neila, la
negra madre de Esteban. Es una mujerona corpulenta, de mi edad, una altura de
1.75, una perfecta y sana piel de �bano brillante, enormes tetas atractivamente
suspendidas y dotadas de impresionantes ar�olas y gruesos pezones, formidables
nalgas bien levantadas y acordes con macizos muslos rematados en recia pierna y
tobillo. Me gustan singularmente sus grandes y c�lidas manos rematadas en anchas
u�as lacadas en n�car con perfecta manicura. Pienso que, si la humanidad
estuviera a punto de extinguirse y yo fuese hombre, seleccionar�a una hembra
como ella para perpetuarme. Y siendo mujer, siento una instintiva atracci�n por
ella. Creo que as� debi� ser la madre Eva de toda la humanidad.



Neila me engancha una correa a mi collar y me saca al
exterior mientras su nuera Katia filma la escena con una c�mara. Katia debe
rondar los 25 a�os, es de piel muy blanca, esbelta, cara bell�sima y casi
infantil, sin apenas pechos pero con amplias caderas y culito resping�n. En
general es muy atractiva pero no destila una seducci�n sexual tan perceptible
como el de su negra suegra.



Envidio a las dos mujeres por sus ornamentos. Las dos
presentan sus pezones y labios vaginales decorados con espl�ndidas argollas y
cadenas, doradas para Neila y plateadas para Katia. Su vestimenta es similar a
la m�a: cuero ce�ido y resaltando atributos. Y sobre atributos, las dos tiras de
cuero a los lados de los labios vaginales de Neila los impulsan descaradamente
hacia fuera evidenciando su magnitud y el extraordinario cl�toris perforado por
una argolla que yo cre� la soportaba el capuch�n del delicado ap�ndice.



A la puerta hay una ligera carreta a la que me unce Neila y
me coloca un bocado de caballo. Siento un temor de inmediato. Yo no quer�a
comenzar por un caballo, nunca lo he hecho. Solamente me he acoplado con perros
y carneros. Me espanta lo que viene. Neila, comprendiendo mi nerviosismo me
calma mencionando que es una toma de contacto. Me arrea con un l�tigo y parto
cargando con ella en el ligero carricoche hacia las cuadras mientras Katia sigue
grabando mi actividad.



En la cuadra espera Esteban. Sus dos mujeres me conducen a
�l, quien no pierde tiempo en calentar m�s mi ya ardiente cuerpo con h�biles
manejos en mis zonas er�genas. Cuando estoy al l�mite con mi mano aferrada a su
verga me obliga a acercarme a un caballo semental que est� sujeto por cuerdas en
ambos remos y al que calman y acarician Neila y Katia. Ellas dos gu�an mis manos
al miembro del animal que paulatinamente va creciendo y me ense�an y ayudan en
la tarea de masturbarlo. Cuando la monumental y adorable verga del caballo est�
al m�ximo me vuelvo medio loca. Ya no hace falta que me dirijan o ayuden. Me
apropio de la gran salchicha, la beso, la restriego por mis pechos, la
fricciono, suavemente unas veces, con energ�a otras. No soy due�a de mi. Me
abrazo a ese pene, me abalanzo a morderlo. Las mujeres de Esteban me calman y
retiran el gran vergajo de mis manos porque el caballo se crispa asustado de mis
descontrolados impulsos.



Me calmo, Neila me devuelve la tranca del caballo mientras
Katia acaricia y succiona mis grandes pechos y siento la gruesa y larga verga de
Esteban penetrando mi ano. Neila, con una mano sobre mi hombro y otra sobre las
m�as, que se aferran nerviosamente al pene del caballo, me asiste a acompasar el
vaiv�n de la polla de Esteban con el ritmo de mis manos sobre el miembro del
semental. A poco me encuentro en la gloria, relajada, besando y lamiendo la
tremenda verga mientras el negro me sodomiza y su madre me ayuda en la faena.
Percibo como Katia vuelve a utilizar la c�mara de v�deo. Pienso que quiero verme
en esa pel�cula. Me gusta que me graben. Me gusta que la utilidad de mi cuerpo
sea p�blica. Me gustar�a que mil personas me vieran mamando la verga del
caballo.



Vuelvo en mi cuando Neila me avisa de que el caballo est� a
punto de soltar la carga y que me prepare. Y tanto que me preparo. Arrecio la
presi�n de mis manos y la viveza de la fricci�n y abro mi boca para recibir su
esperma. Est�pida de mi, en mi brumosa mente no me di cuenta de que no estaba
tratando con un perro como otras veces, el chorro que solt� aquella manguera
casi me ahoga. Mi cara y todo mi torso quedaron ba�ados en esperma al mismo
tiempo que los test�culos de Esteban se vaciaban en mi recto y obten�a mi primer
orgasmo. M�s por la consciencia de ser una cerda l�brica rellena de esperma que
por los est�mulos f�sicos.



Quedo exhausta por la intensidad y profundidad del orgasmo y
por el esfuerzo para mantener la postura inclinada de acceso a la tranca del
bicho. Me recojo en el suelo mientras advierto c�mo Katia toma con su c�mara mi
cara ba�ada por el esperma del caballo, adem�s soy consciente de que de mi boca
resbala buena cantidad que no he podido tragar y que, por si fuera poco, mi
expresi�n debe ser una mezcla entre est�pida y perturbada. Despu�s escucho el
motor de la c�mara filmando mi ano del que sale el semen de Esteban mezclado con
las heces fecales que soy incapaz de contener. Por no ser capaz de contener
tambi�n me meo. Y a mi meada acude la c�mara de Katia y, por razones que no
sabr�a explicar, la estampa mental de la imagen real de mi co�o meando ante una
c�mara me provoca otro orgasmo que me deja tan d�bil que me transportan al hotel
en el mismo carricoche al que yo hab�a sido uncida una hora antes.




CONTINUAR�.



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Final del anterior cap�tulo:




Quedo exhausta por la intensidad y profundidad del orgasmo y
por el esfuerzo para mantener la postura inclinada de acceso a la tranca del
bicho. Me recojo en el suelo mientras advierto c�mo Katia toma con su c�mara mi
cara ba�ada por el esperma del caballo, adem�s soy consciente de que de mi boca
resbala buena cantidad que no he podido tragar y que, por si fuera poco, mi
expresi�n debe ser una mezcla entre est�pida y perturbada. Despu�s escucho el
motor de la c�mara filmando mi ano del que sale el semen de Esteban mezclado con
las heces fecales que soy incapaz de contener. Por no ser capaz de contener
tambi�n me meo. Y a mi meada acude la c�mara de Katia y, por razones que no
sabr�a explicar, la estampa mental de la imagen real de mi co�o meando ante una
c�mara me provoca otro orgasmo que me deja tan d�bil que me transportan al hotel
en el mismo carricoche al que yo hab�a sido uncida una hora antes.




- - - -



Despierto en mi habitaci�n con sensaci�n de cansancio, hambre
y suciedad. Me ducho recordando entretanto mis �ltimos trajines y, ante su
recuerdo, no tengo m�s remedio que acudir a mi maleta y sacar el consolador
vibrador que siempre llevo en mis viajes. Cuando me encuentro en plena faena
llama a la puerta Neila. La atractiva mujer pregunta como me encuentro y se lo
cuento sin reparo. Ella tampoco tiene escr�pulo en ofrecerme alivio y yo,
alucinada por la oferta de tal mujer, me entrego en sus deliciosas y h�biles
manos que recorren todo mi cuerpo arrancando placer de cada punto. Descubro
zonas er�genas donde jam�s cre� que hubiera la menor posibilidad, pero esta
mujer conoce perfectamente la anatom�a femenina y como obtener de cada palmo de
piel un c�liz de deleite.



He tenido ya tres orgasmos cuando se detiene en mi vulva. Su
lengua la abre y penetra totalmente apoder�ndose del gran caudal de mis n�ctares
que asemejan casi una meada. Despu�s se centra en mi cl�toris mientras dos de
sus deliciosos dedos largos y fuertes penetran en mi interior. Despu�s un tercer
dedo, ... un cuarto ... su mano entera est� en mis entra�as. Se abre, palpa y
acaricia por dentro mis �rganos, suave, delicadamente toda mi cavidad recibe su
atenci�n, ni un cent�metro de mis paredes se queda sin caricia. Despu�s cierra
el pu�o y comienza un suave vaiv�n.



Me est� follando con su pu�o r�tmicamente, despacio primero,
acelera, cuando comienzo a llegar al orgasmo su ritmo es fren�tico y despu�s de
mis demenciales convulsiones sigue hasta provocarme otros dos profundos y largos
orgasmos m�s.



Quedo reventada sobre su acogedor y pl�cido cuerpo mientras
sus cautivadoras manos acarician mi cabeza y sus suaves labios se posan sobre
los m�os.



Quedamente se levanta para dejarme descansar. Escucho, a
punto de dormirme su aterciopelada voz que me dice que dos horas subir� a
despertarme para la comida.



Me parece que apenas han pasado unos segundos cuando Neila me
aparta de unos pl�cidos sue�os que hacen que encuentre mis muslos empapados.
Cuando veo la brillante piel de �bano de esa diosa, pretendo continuar en la
cama con ella, pero afectuosamente me rechaza y me invita a la comida. Me pongo
una leve y casi transparente bata corta y bajo al comedor sin siquiera limpiar
mis muslos.



Hay una docena de personas sentadas a una larga mesa en la
que est�n adem�s Katia y Esteban. A varias la conozco, son hombres y mujeres de
mediana edad, como yo, algunos son matrimonio. Me fijo en una chica nueva, no
parece tener m�s de 16 a�os y est� junto a un hombre de unos 40. Es bell�sima,
no lleva ninguna prenda y muestra unos soberbios pechos de pezones erguidos
hacia el cielo.



- Antes de empezar a comer saben ustedes el protocolo. Por
favor.



Empiezo yo.



- Me llamo Maite, tengo 44 a�os, estoy casada, dos hijos y
soy una feliz zo�fila.



- Me llamo Ram�n, tengo 50 a�os y soy un orgulloso zo�fito.



- Me llamo ....



La ni�a.



- Me llamo Lidia, tengo 15 a�os, soy amante de mi pap�,
quiero darle un hijo y quiero ser una feliz zo�fila junto con �l.



- Me llamo ....



- Bien, pues a comer.



Entran un par de camareras a quienes conozco de otras veces.
Van ligeras de ropa como todo el mundo. Solamente un delantal, cofia, medias con
liguero y zapatos de tac�n muy alto. Adem�s de camareras las chicas tambi�n
trabajan en el otro "negocio" de la granja-hotel. Como con apetito. Durante la
comida Esteban programa las actividades.



- Maite, si no te importa, durante tu coyunda con el perro de
esta tarde estar� presente Lidia que se iniciar� en ello, para que vea como se
hace, aunque tendr� ayuda en sus primeras veces.



- No, no me importa ense�ar a esa belleza. �Cual perro ser�?.



- Tu te aparear�s con Moro, el gran dan�s y Lidia lo har� con
Ca�n, el pastor alem�n.



- Que suerte tienes nena, Ca�n, pese a su nombre es muy d�cil
y muy h�bil con las humanas. Moro es muy brusco, pero tiene un enorme pene que
siempre me deja muy satisfecha.



- Estoy muy nerviosa se�ora.



- No te preocupes, Neila, Katia o cualquiera de las otras
chicas son expertas y te iniciar�n muy placenteramente. Gozar�s desde la primera
vez, te lo prometo.



Esteban comunica a los dem�s su programa. Me llama la
atenci�n que uno de los matrimonios haya solicitado que la esposa sea sodomizada
por un perro mientras el marido le folla el co�o. Estoy en duda de que un perro
consienta compartir la hembra, pero si Esteban no se opone, es que habr� alguno.



Vuelvo a la habitaci�n y me entrego a una siesta hasta la
hora de mi apareo con Moro. Bajo al sal�n y Neila nos conduce a Lidia, su padre
y yo a una sala alfombrada donde ya he sido follada varias veces.



Neila invita al padre a sentarse en un sof� y me indica que
yo debo mamarle la polla mientras el perro me monta. Lidia mirar�, aunque hace
un moh�n. Siente celos de que yo me coma la polla que ella ama.



Neila trae a Moro con las patas ya vendadas y me unta
fragancias de perra entre mis piernas. Me dice que yo misma le conduzca al
agujero que quiera y lo deja a mi disposici�n. Con el perro tumbado acaricio su
bajo vientre habl�ndole quedamente como si de un amante humano se tratase.
Consigo hacerle aflorar su pene y entonces lo trabajo con la boca, notando como
se hincha el enorme vergajo. Mientras, he decidido entregarle mi ano y, en honor
a Lidia, para que vea que no es arriesgado, le dejar� que meta dentro su bulbo.
Se lo digo a Neila y asiente. La ni�a tendr� que esperar despu�s hasta que el
perro me desabotone. Moro suele tardar bastante, m�s de media hora. Mientras
tanto me solazar� con la polla de su padre.



Me ensalivo la entrada del agujero, me pongo a cuatro patas
cara al padre ed Lidia, sentado en el sof�, y llamo al inteligente animal que ya
sabe como montarme con presteza. Tomo su pene y lo encauzo a mi esf�nter
sujet�ndolo para que me penetre poco a poco, pues su pene es muy voluminoso y
ahusado. Le permito la entrada completa hasta que siento la piel de su barriga
en mis nalgas. El animal comienza una fren�tica cabalgada que me agita
totalmente y me impide tomar en mi boca la polla del hombre.



Escucho a Neila dar instrucciones a Lidia y asegurarla que
cuando ella sea penetrada las primeras veces se sujetar� a su amante canino para
que no sea tan violento. Cuando tenga experiencia ella misma decidir�, como yo,
que agujero ofrecer y hasta que extremo.



Mi mente se va ofuscando y evadiendo del entorno, renuncio a
la otra polla, de momento me basta con la enormidad que ocupa mi sufrido recto.
Tan arrebatadamente como el perro me cabalga, froto yo mi cl�toris. Alcanzo un
maravilloso orgasmo en el mismo momento que siento la descarga del esperma
llenando mis intestinos.



Moro se da la vuelta dej�ndome abotonada a �l por su bulbo.
No intenta despegarse, ya tiene suficiente experiencia. Entonces recibo en mi
boca la polla del hombre y me dedico de lleno a ella ante la cara de disgusto de
Lidia. Para cuando el hombre se descarga y comienzo a beber su esperma, Moro se
despega de mi y siento como resbala su enorme cantidad de leche desde mi agujero
por los muslos. Neila, atenta, ya ha colocado una toalla para no ensuciar la
alfombra y con ella limpia lo que a�n me va saliendo del recto.



Una vez limpia me siento en el sof� ya que Lidia me invita a
presenciar su iniciaci�n en agradecimiento por prestarme a la lecci�n preliminar
que le he ofrecido.



Neila prepara a Lidia. La coloca tambi�n a cuatro patas de
espaldas a su padre que quiere ver bien la primera penetraci�n de su nena por un
animal.



Lidia est� agarrotada u Neila la acaricia para calmarla. Pero
a�n tiembla cuando la hermosa negra hace pasar a Ca�n. Unta a la ni�a con los
extractos de perra y la fuerza a acariciar la tripa del chucho para hacer
expandir el pene. La chica no se atreve a mamar esa verga tan roja y Neila lo
hace d�ndoselo despu�s a ella quien comienza t�midamente pero se va animando y
al final mama con verdadera ansia. Neila la acaricia sus espl�ndidos senos con
una mano y el cl�toris con la otra. La atractiva mano negra con sus nacaradas
u�as sopesando los n�veos pechos de la ni�a es una visi�n conmovedora. Intento
reanimar la polla de su padre y no me cuesta mucho, �l tambi�n est� embelesado
con el contraste de pieles que envuelven los dos perfectos cuerpos.



Cuando Neila hace montar a Ca�n sobre Lidia, me arrodillo
ante el hombre para no impedirle la visi�n de la penetraci�n de su hija y
nuevamente vuelvo a albergar su polla en mi boca mientras le introduzco un dedo
en el ano.



No s� si por efecto de la visi�n de su hija montada o por el
efecto de mi dedo en la pr�stata la polla crece m�s y tengo dificultades para
introducirla entera en mi boca ya que es demasiado gruesa, Soy experta en
mamadas y no tengo dificultad en hacer pasar una polla hasta mi es�fago, pero
soy impotente para abrir la boca m�s de cierto grado.



Me pierdo el apareo de Lidia, pero escucho los esfuerzos de
Neila para templar el vaiv�n del perro. La ni�a gime y grita, pero no de dolor.
Si ha sido capaz de albergar en su co�ito la gorda polla de su padre no tendr�
dificultad con el pastor alem�n.



Por fin la ni�a estalla en un orgasmo. Es dif�cil que suceda
la primera vez. Pero adem�s m�s tarde viene otro, cuando siente el chorro del
perro en su vagina, que manifiesta con grandes alaridos y convulsiones.



Coincidiendo con el �ltimo orgasmo de la ni�a, su padre se
vac�a por segunda vez en mi boca y vuelvo a solazarme con su leche que paladeo
tranquilamente antes de empezar a beberla.



Pero no la bebo, veo como me mira la chica con resquemor y me
acerco a ella, tirada en el suelo, para devolverle el n�ctar de su propiedad.
Antes de manifestar mi intenci�n ella la intuye, me da las gracias y abre su
boca para que deposite en ella el apreciado caldo de su padre.



Despu�s la ni�a se deja caer en el sof� donde estamos su
padre y yo, poniendo su resping�n culito entre las piernas de �l y le agradece
con besos la grata experiencia que le ha proporcionado. El padre le promete
comprar un perro y hacer el amor entre los tres.



Cuando nos retiramos al ba�o para que Neila nos lave, nos
detenemos un rato en el sal�n contemplando como un perro sodomiza a uno de los
hombres mientras Katia le mama la polla. M�s all� su esposa disfruta de un pene
doble de silicona que una de las camareras empuja y retira con un extremo
encajado en cada agujero mientras la mujer se frota el cl�toris y contempla a su
marido.



Neila nos ayuda haciendo una irrigaci�n vaginal a Lidia e
inyect�ndome a mi un copioso enema que no tarda en hacer efecto. La chica
observa curiosa c�mo mis tripas se vac�an explosivamente. Despu�s Neila nos
introduce un desinfectante diciendo, cosa que yo ya se, que es por asegurarse,
puesto que los animales de la granja que aparean con los humanos tienen una
higiene extrema.



CONTINUAR�.



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