EL SECRETO DE LAS ESPIGAS
"�Neeeena! Anda a ponerte unos pantalones, desvergonzada!
��no ves que est� aqu� tu primo!? �Qu� va a pensar de ti!".
Paula, vestida solo con una camiseta que apenas le tapaba los
dorados muslos y unas peque�as braguitas de encaje, pareci� no escuchar y
continu� tratando de enhebrar el hilo en una aguja, con la lengua roz�ndole
ligeramente el labio superior en un gesto de infantil concentraci�n.
"��Paula!!"
"�Ah, mam�!, ya te o�, pero a Toni no le molesta!"
"�C�mo puedes saberlo, est�pida!?" � mi t�a parec�a realmente
irritada.
Entonces Paula levant� la cabeza y me mir� con aquellos ojos
grandes y verdes que solo las andaluzas poseen. Unos ojos verde aceituna, legado
de tantos siglos de cultura andalus� "por los revolcones del 15 que se pegar�an
los �rabes con las lozanas cristianas oriundas", pens�.
"Toni...�te molesta que est� sin pantalones?"
La muy zorra zalamera...�y encima me lo preguntaba en tono
sarc�stico!
"No...me da igual."
"�Ves, mam�!" � exclam� con una cierta satisfacci�n irritada
� "te lo dije: no le mo-les-ta. Es m�s, le da igual!", y continu� con su labor
de enhebrar la aguja.Pero su gesto de concentraci�n fue sustituido por el
fastidio.
Mi t�a suspir� resignada y se march� a la cocina, espet�ndome
para que la siguiera, lo que hice a duras penas ante la idea de separarme de
Paula.
"Tienes que perdonar a tu prima, es un poco descocada, la
pobre"
"No pasa nada, t�a, de verdad."
"Ya pero...en fin, no le eches mucha cuenta".
Pero mi plan parec�a funcionar. Me explico. Mis t�os y prima
Paula ven�an todos los veranos a mi casa. Y a mi Paulita me gustaba desde que
era un criajo, a pesar de que mis tendencias sexuales no apuntaban hacia el
g�nero femenino y ella, gracias a la maravillosa "intuici�n femenina", lo sab�a.
Pero es que mi prima, a pesar de tener solo 14 a�os, era un ca��n. Ten�a el pelo
largo y casta�o claro, unos preciosos ojos verdes y un cuerpo que quitaba el
hipo...y otras cosas. La novedad que presentaba este a�o es que ya se hab�a
hecho mujer, es decir, que le hab�a venido la regla, y le hab�a crecido el
pecho... un pecho fant�stico, de esos no demasiado grandes y con unos pezoncitos
de los que van diciendo "Aqu� estamos nosotros". Yo por mi parte acababa de
cumplir 19 a�os y ya hab�a tenido mis experiencias, peor siempre con chicos,
jam�s hab�a estado con una t�a porque no me atra�a ninguna...hasta que este
verano vino Paula.
Llevaban en mi casa casi una semana y yo ya no pod�a m�s. Y
ella lo sab�a. Por eso trataba de provocarme, se ve que a la chiquilla no le
bastaba saber que yo era gay, sino que querr�a probarse a s� misma que era capaz
de hacer que un gay se enamorara de ella, o qu� se yo...!! Y no es que yo me
fuera a enamorar de ella, no... pero desde que la vi este a�o, desde que la vi
bajar del coche nada m�s llegar, decid� que quer�a tir�rmela.
Cuando acab� de ayudar en la cocina a preparar la mesa para
la cena y regres� al sal�n, Paula se estaba levantando para irse. Me pregunt�
d�nde guardaba mi madre el costurero para devolverlo a su sitio, y yo le dije
que en la parte m�s alta del armario. Era mentira, claro, pero yo quer�a verle
estirarse. �Y menudo espect�culo verla alzar los brazos con el costurero entre
las manos, como si fuera una bacanal ofreciendo unos tributos a su dios Baco...!
La camiseta se le levant� lo suficiente para que se le viera la parte baja de
las nalgas, malamente tapadas por aquellas braguitas. Dese� aquellas bragas como
el m�s preciado de los tesoros.
Despu�s se gir� muy resuelta hacia la puerta y, mir�ndome de
"medio lao", sali� directamente hacia su cuarto. All� se desnud� (supongo, los
dioses no me concedieron el placer de verla all� dentro), se tap� con una m�nima
toalla que a duras penas cumpl�a su cometido, sali� al pasillo donde yo estaba
como quien no quiere la cosa y se meti� en la ducha. A mi me falt� tiempo para
meterme en su habitaci�n y rescatar aquellas braguitas negras y caladas del
mont�n de ropa sucia que la t�a guarra no se dignaba a meter en la lavadora
desde que hab�a llegado a mi casa. Sal� corriendo para mi cuarto (si... un
tiarr�n con los huevos negros como yo, corriendo como un poseso por toda la casa
con las bragas de mi prima en la mano), me encerr� y me las llev� a la nariz.
Aaaahhhh... �no os pod�is imaginar ni de lejos lo que era aquello!, estaban tan
gastadas por el uso, que la zona que hab�a estado en contacto con su sexo estaba
hasta descolorido. Cerr� los ojos y aspir� con fuerza aquellas fragancias
desconocidas y penetrantes, un dulce olor a sexo de mujer reci�n estrenada.
Entonces me llamaron a cenar y ya no me dio tiempo a
masturbarme.
Durante la cena mis padres y mis t�os nos informaron a Paula
y a mi que al d�a siguiente, domingo, ir�amos de excursi�n al r�o. Me ech� a
temblar, porque sin �nimos de ofender, mi t�o Paco es un dominguero de cuidao,
pero la idea de pasar el d�a entero con Paula me satisfizo. Despu�s no pas�
nada, vimos un rato en la tele las gilipolleces de siempre, y nos acostamos,
seguramente yo m�s feliz que nadie.
Al d�a siguiente nos levantamos temprano y comenzamos el
viaje. Fuimos en dos coches, pero como se apuntaron unos vecinos, m�s taca�os
que decirlo (��para qu� iban a coger ellos su coche!?) pues tuvimos que
apretarnos un poco. Yo me las ingeni� para sentarme al lado de Paula, bien
pegado a ella, que entre el calor y las tonter�as solo se hab�a puesto unos
pantalones cortos de tela y la parte de arriba de un bikini de tri�ngulo.
Cuando llegamos y nos instalamos, mi madre, mi t�a y mi
vecina se pusieron a preparar las cosas de la comida y los hombres se fueron a
"inspeccionar" por ah�. Yo le pregunt� a Paula si le apetec�a ba�arse y con cara
de indiferencia me dijo que si. Sonre� para mis adentros... "t� ponte tonta y no
respondo".
Pero no me la llev� directamente al r�o, sino que tir� por el
camino m�s largo mientras ella, que no conoc�a el camino, me segu�a. Pronto
estuvimos delante de un enorme campo de espigas. Le dije que ten�amos que
atravesarlo y me ofrec� a llevarla a cuestas. Pero ella me dijo que no era
ninguna in�til y ech� a andar delante de mi. Sin embargo y tal y como le
advert�, las espigas le empezaron a machacar las piernas, roz�ndoselas. Ya
llevaba unos buenos ara�azos cuando no pudo aguantar m�s, se volvi� a mi y me
pidi� que la llevara. Se coloc� detr�s de m�, yo me agach� lo suficiente para
facilitarle que me pusiera las piernas alrededor de la cintura y los brazos en
los hombros. Y as�, a caballito, echamos a andar el buen trecho que nos quedaba.
Yo notaba su sexo ah�, roz�ndome la espalda (yo no llevaba camiseta) y me puse
malo. Me mir� a la entrepierna y vi c�mo mi polla luchaba por salirse del
ba�ador. No es por chulear, pero tengo un buen mancaje: 28 cent�metros de
excelente carne en barra. Todo m�o.
Entonces fue cuando me pregunt� a bocajarro si yo le hab�a
cogido las braguitas negras de encaje.
"Si, fui yo. �Qu� pasa?"
"Pero t� no eres...ya sabes...de la otra acera, primito?".
Entonces me par� en seco, la baj� al suelo y me di la vuelta,
encar�ndome a ella. Paula se hab�a puesto roja y miraba hacia el suelo.
" Toni, lo siento...creo que me he pasado, perd�name".
"�Te gusto, Paula?"
Mir� hacia arriba, y me mir� de arriba abajo... o al menos
esa tuvo que ser su pretensi�n, porque cuando lleg� a la altura de mi pene se
qued� de piedra, evidentemente. Yo me deshice de mis pantalones, sin dejar de
observar c�mo a ella se le agrandaban sus maravillosos ojos verde aceituna, y al
ver que no se iba, la agarr� de la cintura ( para asegurarme de que no hiciera
intento de fuga ) y la atraje hacia mi. Su reacci�n no se hizo esperar: se peg�
a mi como las lapas y comenz� a restregarse contra mi.
Mir� a mi alrededor y me acojon� cuando vi que no est�bamos
tan perdidos (desde all� se pod�an ver nuestros coches), as� que la tumb� en el
suelo y la bes� para tranquilizarla, iluso de mi, porque ella, con toda la
naturalidad del mundo se zaf� de mi abraz� y se dobl� como una serpiente hasta
alcanzar su objetivo: la punta de mi enorme polla. Me la chup� fren�ticamente
hasta que estuve a punto de correrme mientras yo la desnudaba a duras penas y la
sobaba bien sobada por todas partes. Entonces la obligu� a apartar su boca de mi
pene y la bes�. Y mientras la besaba, recogiendo de su boca mis propios fluidos,
la penetr�. Lo hice lentamente, porque ella me dijo que era virgen. A�n con eso
yo no le habr�a introducido ni 6 cent�metros cuando ella me agarr� de las nalgas
y me empuj� hacia si misma, con una furia y una fuerza impensable en una cr�a de
14 a�os.
Ella estaba tan excitada que le tuve que tapar la boca para
que no gritara, pero la pobre no aguant� demasiado y se corri�, mordi�ndome la
mano como si estuviera dispuesta arranc�rmela.
Entonces sal� de ella y le met� todo lo que pude el pene en
su linda boquita. Lo juro: en mi vida me hab�an comido el nabo con tantas ganas.
"� Desde cu�ndo no te alimentas de una buena salchicha,
Paulita?"
"Defde hafje alf menof una femana!"
"Pues come, chiquita, come, alim�ntate bien..."
Y vaya que si comi�. Hasta que me corr� y le puse pringada de
semen � le chorreaba por las comisuras de la boca y por el cuello - y m�s a�n.
La tuve que apartar porque ya me hab�a cansado de ella. Yo soy gay declarado y
tengo que mantener mis principios. Regresamos a donde estaba el resto de la
familia mientras ella danzaba a mi alrededor pidi�ndome m�s, sin importarle que
nos oyeran. Se puso tan pesada que le promet� que esa noche le dejar�a entrar a
mi cuarto para que la enculara.
Pobre Paula. Aquella noche cerr� la puerta con llave desde
dentro para que no entrara.
Yo soy un gay de principios.
Lo que pasa es que a veces hay que ense�arles ciertas cosas a
los j�venes, para que aprendan, �no es as�?.
Aliena del Valle.