Siempre me ha gustado enorgullecerme de mi pareja en publico,
nunca me he escondido de hacer saber a la gente que estamos felices juntos,
aprovechamos todos los momentos del d�a para besarnos cari�osamente y hacer
correr nuestras manos por la piel, notar como el contacto f�sico nos une cada
vez mas nos llena de placer y nos hace cada d�a mejores el uno con el otro.

En la intimidad, no existen limites para nosotros, el tiempo
que dedicamos al sexo no corre, horas y horas se deslizan suavemente mientras
nuestros cuerpos unidos disfrutan del placer que nos otorgamos el uno al otro,
las suaves caricias se repiten constantemente, las manos corren por nuestros
cuerpos.

Me encanta proporcionarle placer, besar su sexo, recorrerlo
con mi lengua, notando como produzco sensaciones placenteras, ver como su cuerpo
se estremece en peque�as sacudidas que denotan el disfrute que esta
experimentando y seguir en ello hasta producir un orgasmo que me satisface tanto
como a mi pareja, tambi�n me encanta, como no, que mi sexo sea atendido, sus
labios en mi pene rodeando el capullo y moj�ndolo con su saliva para hacer mas
suave el movimiento o trag�ndolo todo, hasta al fondo de su garganta en un
mete-saca salvaje que hace en mi estragos y me proporciona sensaciones
maravillosas, no puedo evitar excitarme solo en pensar en ello.

Cuando llega el momento de la penetraci�n estamos tan
calientes los dos que nos lanzamos uno sobre el otro salvajemente, con una
lujuria no contenida, mi pene penetra en su interior abri�ndose paso con
precipitaci�n, toda mi longitud se acomoda en su interior y noto como mi pareja
se mueve buscando mas y mas contacto, mas y mas placer, los movimientos se
acompasan, intentando que el contacto no se acorte ni un momento logrando llegar
hasta extremos incre�bles, mi cuerpo mojado por mi sudor y el suyo, debajo de
mi, se arquean por el placer experimentado, hasta que explotamos en un orgasmo
salvaje y compartido que nos deja exhaustos y felizmente cansados.

Algunas veces no podemos esperar el llegar a casa y buscamos
en donde estemos un lugar apartado de las miradas indiscretas, all� nos besamos
y acariciamos, no necesitamos mucho para ponernos a tono, algunas veces,
incluso, llegamos a hacer el amor, tanto es el deseo y tan pocas las ganas de
abstenerse de disfrutar el uno del otro, de pie nuestros cuerpos se juntan en un
abrazo deseado mil veces a lo largo el d�a, nuestros sexos se juntan en caricias
intimas y se humedecen con el contacto, all� apoyados en la pared me introduzco
en su interior, mientras le sujeto en volandas por el trasero, mi pareja agita
las caderas en un movimiento circular que me vuelve loco y consigue en pocos
momentos que mi lechosa carga inunde su interior, despu�s paseamos entre la
gente que no imagina que hace pocos minutos disfrutamos como poca gente
disfruta.

Una noche, est�bamos los dos especialmente sensibles, cuando
llegue a casa una cena fr�a estaba preparada en la mesa, no pude evitar que un
escalofri� recorriera mi espalda, supe desde el primer instante como acabar�a la
cena, el postre seria seguramente maravilloso, as� que cuando acabamos de cenar
me levante e insinuante me acerque a su espalda, recorr� sus hombros por encima
de la fina tela que los cubr�a, deslice mis manos por su pecho y poco a poco
desabroche los botones, llegando a la piel, suave y caliente que estaba deseosa
de mis caricias, mis manos recorrieron todo su cuerpo y peque�os gemidos de
placer denotaban que mi trabajo surt�a efecto, note como su libido aumentaba
poco a poco y a la par la m�a no se quedaba corta, voltee la silla y me encontr�
cara a cara, un largo y apasionado beso nos uni�, mientras nuestras manos no
dejaban un solo mil�metro de piel por recorrer, poco a poco fui besando su
cuello, peque�os mordisquitos en las orejas hac�an que su cuerpo se electrizara,
su pecho, su vientre, todo fue besado, lamido, mordido, hasta que llegue a su
sexo, mi boca exploro, mi lengua no paro de jugar con su piel, con su vello,
consegu� tras unos minutos de intensa dedicaci�n lograr el primer orgasmo de
aquella noche, despu�s su boca busco mi pene, con la lengua daba peque�os toques
en la punta, para posteriormente engullir toda su longitud en un ansia animal de
satisfacerme, mientras tanto el acariciaba mi trasero, o me introduc�a un dedo
en el, logrando que mi cuerpo se convulsionara de placer, finalmente no pude m�s
y explote en el interior de su boca, sus labios recog�an la preciada carga
intentando evitar que nada se perdiera, sin embargo las gotas de semen se
deslizaban por la comisura de sus labios, un beso posterior me dio a probar el
sabor de mi propia leche, nuestros jugos se mezclaban en nuestras bocas y el
placer despu�s de la corrida era indescriptible.

Descansamos durante unos momentos, cuando los cuerpos volv�an
a pedir guerra nos dirigimos a la habitaci�n y all� en el borde de la cama, sin
pre�mbulos coloque a m� pareja a cuatro patas y la pose� como un animal, primero
gemido ahogados, luego sonidos guturales, posteriormente gritos contenidos,
hasta que no pudimos m�s y nuestras gargantas expresaron lo que sent�amos,
gritos salvajes que no intent�bamos evitar, que no pod�amos contener resonaban
en la habitaci�n, seguro que todos los vecinos supieron lo que estaba pasando
all�, mis movimientos de mete-saca se convirtieron en envestidas salvajes que
llegaron a producir dolor, sin embargo lejos de parar segu�amos y me ped�a m�s y
m�s, hasta que no pude continuar y explote en su interior, mojando todo, mis
jugos resbalaban por sus muslos y quedamos extasiados, abrazados los dos.

Cuando despertamos a la ma�ana siguiente, todav�a desnudos y
empapados en sudor, comentamos con mi pareja lo que quer�amos y el placer que
consegu�amos experimentar cuando hac�amos el amor y el me dec�a, "te das cuenta
como nos mira la gente en la calle cuando nos besamos", y yo le respond�, sereno
y confiado "no te preocupes, alg�n d�a entender�n que entre dos hombres tambi�n
puede haber pasi�n". Y es que si el amor es sincero, lo menos importante es el
sexo de tu pareja.