El Indio y laYiyi
Soy del colegio de Mar�a Auxiliadora y actualmente tengo16
a�os. Lo que voy a contar sucedi� hace dos a�os y aunque parezcan mentira
termin� felizmente.
Yo vivo en el centro, y por ello camino todos los d�as del
colegio a casa y en la esquina de casa se estaba construyendo un edificio de
varios pisos.
Cuando pas�bamos por el frente los obreros nos gritaban
guarangadas y nosotras nos hac�amos las desentendidas y algunas veces alguna
amiga les respond�a con un gesto ir�nico.
Como yo viv�a en la esquina pronto empec� a identificar a
algunos trabajadores que cuando se cruzaban conmigo me saludaban amablemente, y
al tiempo entable amistad con el cuidador de la obra ya que era el que m�s
tiempo permanec�a en ella.
Un d�a le ped� al cuidador que me dejara pasar a ver ya que
sab�a que estaban construyendo una piscina en la terraza.
Me dej� pasar pero me pidi� que tuviera mucho cuidado ya que
no ten�an barandales las escaleras y era muy alto y peligroso.
Yo sub� a la azotea y all� encontr� a dos obreros que ya
conoc�a y me mostraron las instalaciones en construcci�n. Pero en un momento en
que estaba mirando para abajo, sent� que una mano me tocaba la cola con fuerza y
el otro se re�a. Yo me enoj� mucho y los insult� pero ellos ni me escuchaban y
cuando me marchaba uno de ellos me agarr� de un brazo dobl�ndolo hacia atr�s en
una toma me inmoviliz� y empez� a besar mi cara y mi boca. Yo quer�a gritar pero
cada vez que lo hac�a el que me ten�a del brazo lo torc�a m�s y el dolor me
hac�a llorar y callarme. El otro se par� frente a mi y me tocaba por todos lados
con torpeza y levantando mi pollerita introdujo su mano con rudeza entre mis
piernas y me dijo que me culiar�an hasta matarme. El miedo y el dolor del brazo
no me dejaban respirar.
En esos momentos conoc� al Indio. �Qu� mierda est�n haciendo
pendejos�Diciendo esto se coloc� entre mi atacante y yo, y de un empuj�n, lo
derribo. El que me ten�a dijo note metas Indio que a esta pendeja calienta pija
le tenemos jurada la culiada de su vida. Soltala hijo de puta o te hago mierda
dijo el Indio con vos gruesa y filosa como una navaja. Su mirada no dejaba
ninguna duda de lo que har�a. El otro quiso atacarlo por detr�s y un mazazo
descomunal en el costado de su cabeza lo derrib� al suelo. El Indio se mov�a con
una rapidez incre�ble para su tama�o y peso. Se arrim� despacio hacia donde
estaba yo con mi captor y tom�ndolo de una oreja hizo que me soltara y de un
sopapo en la nuca lo encamin� hacia las escaleras por donde huyeron los dos.
El recogi� mis carpetas del colegio y se acerc� donde yo me
debat�a en una crisis de llanto.
Me pidi� que me calmara y me abraz� para consolarme, y al
tiempo me tranquilice.
El Indio era un hombre de 1,9 mts de altura con las manos m�s
grandes que hab�a visto. Yo apenas le llegaba al pecho a la altura de sus
tetillas y se pod�a ver un cuerpo musculoso y duro como la piedra. Su cara era
de una seriedad que dama temor y sin ser feo sus rasgos eran de un hombre
curtido en la intemperie. Era Chaque�o y antes de emigrar de su pago desde ni�o
hab�a sido hachero en los bosques de quebracho. Era ahora el encargado de la
obra.
Me llevo a una manguera y me hizo lavarme la cara y me
prometi� que desped�a a los dos atacantes. Que no temiera nada y que le pidiera
cualquier cosa que necesitase. Me acompa�� a casa y se despidi� de una manera
seca a mis agradecimientos.
Desde ese d�a fuimos buenos amigos. La confianza nos fue
ganando, y a mi me gustaba verlo con su chaleco de cuero crudo, botas, en su
camioneta 4X4 cuando se retiraba de la obra. Me acercaba a �l por que me
infund�a una seguridad tal que me conmov�a. Me sent�a protegida a su lado.
Un d�a me acerc� a la casa de una compa�era y desde ese d�a
empezamos a salir por las noches a dar un paseo por la ciudad. Nunca supe su
edad porque su cara no dejaba adivinarla por su r�stica expresi�n de madera
tallada. Eran grandes los silencios entre nosotros pero llenos de paz.
Un d�a jugando dentro de su camioneta no se como nos besamos.
Desde ese d�a no lo dejamos de hacer m�s. Me llevaba al
parque y me ense�� a besar como nunca lo hab�a pensado.
Pas� el tiempo y una noche fuimos como siempre al parque,
pero esta vez pas� algo distinto. Estaba m�s callado que nunca. Cuando habl� fue
para decirme que me dejar�a, que no estaba bien que el me amara de esa forma,
que me deseara de esa forma que no pod�a mas y no quer�a hacerme da�o puesto que
me amaba.
Yo me acurruqu� en sus brazos y le dije que por favor no me
dejara. Que yo tambi�n lo amaba. Que quer�a ser suya como mujer para siempre.
Que nunca me separar�a de el.
El puso en marcha su camioneta y me llev� al aut�dromo, un
lugar apartado y solitario y mir�ndome a los ojos me dijo "mi chiquita, cu�nto
te amo". Me acerc� a el y yo me aferr� a su beso como si la vida se me fuera en
eso.
El acarici� mi espalda y comenz� a besarme el cuello mientras
me desprend�a bot�n a bot�n mi camisa del colegio. Desprendi� mi sujetador y
apoder�ndose de mis peque�os pezones los besaba y su lengua incansable me daba
el placer m�s grande, y nunca sentido durante mis quince a�os de vida.
Un calor sofocante y un cosquilleo indescriptible sent�
cuando su boca recorr�a cada cent�metro de mi vientre y sus manos me quitaban
los zapatos dejando mis blancas medias
Y sus dedos viajando por mis piernas hacia arriba tocando lo
que nadie tocara nunca y enrollando mi faldita en mi cintura.
Mi cuerpo temblaba de ansiedad y no respond�a a mi cuando su
boca, se poso en mi cosita y el aliento de fuego traspas� la delgada tela de mi
braguita.
"Espera" me dijo. Se baj� de la camioneta y abriendo la
puerta de mi lado me hizo sentar mir�ndole y empez� a besarme de nuevo. Sin
dejar de besarme me oblig� a recostarme en el asiento quedando mis piernas
colgando fuera del veh�culo y pude sentir la dureza de sus pectorales sobre mi
cuerpo mientras muy despacio me sacaba la tanguita mojada por su saliva. Yo s�lo
trataba de contener entre mis brazos ese formidable cuerpo que me quemaba y
donde desparec�an todas mis verg�enzas y pudores.
De un movimiento brusco se saco la remera y pude ver ese
magn�fico cuerpo que brillaba a la luz de la luna en una ecuaci�n de luz y
sombra que me fascinaba. Era m�o. Era bello y era m�o.
Su bocas incansable volvi� a recorrer todo mi cuerpo, se pos�
en mi cosita y se qued� all� un tiempo que a mi me pareci� una eternidad. Jugaba
con mi peque�a conchita abriendo con su lengua los labios y lamiendo mi parte
m�s sensible, me dejaba en un jadeo incontenible y a punto del desmayo.
De pronto se puso de pie y pude ver que muy lentamente se
desprend�a el cintur�n y desprend�a el bot�n de su jean. La curiosidad me hizo
que levantara un poco la cabeza para ver mejor y fue miedo lo que vi. Su miembro
era enorme. Colgaba como una morcilla larg�simo de una mata de pelos y se
remataba en su punta con una cabeza roja casi morada y gorda.
No tengas miedo mi amor, me dijo al ver me asustada, y puso
su v�bora sobre mi vientre que no dejaba de subir y bajar en forma espasm�dica.
Es inmensa le dije. No mi amor me contesto, y tomando mi mano
hizo que la tocase lo cual hice con respeto y temor. Era m�s grande de lo que
parec�a. En mi mano crec�a cada vez m�s y se pon�a dura como una piedra.
Palpitaba en mi mano que no pod�a tomarla entera por el grueso que ten�a y me
fascin� ver como ahora estaba apuntando al cielo esa cabeza monstruosa.
Acariciando mi frente y mi cabeza me recost� de nuevo y con
su falo en la mano empez� a acariciar mis labios vaginales con su verga.
Me aferraba a sus brazos como una tabla salvadora ante mi
miedo y mi deseo. Su gran palo se restregaba en mi conchita y su calor y su
movimiento hicieron explotar dentro de m� un orgasmo que me hizo arquear mis
espaldas ofreciendo mi entradita virgen a esa viga enorme de quebracho.
Con su otra mano separ� mis labios palpitantes y coloc� esa
gigante cabeza en mi agujerito estrecho y h�medo.
Con las manos libres levanto mis pierna y las puso sobre sus
hombros y luego sus manos me tomaron como acariciando mis pechos y mis hombros.
Presion� con sus caderas y sent� que un tiz�n de carb�n
encendido quemaba mi cosita. Era imposible que pudiera entrar esa pica por mi
estrecho agujerito. Un segundo movimiento me arranc� un quejido y el tercero un
grito. El dolor hac�a que me secara totalmente impidiendo el paso del gigante.
Es que eres muy estrechita mi amor, me dijo. Aguanta un
poquito que cuando la tengas adentro te gustar�.
Me tom� de los hombros y presion� con fuerza y con todo
cuerpo contra mi pelvis dilatando la entrada de mi conchita como nunca pensara
que pudiera, haci�ndome gritar que parara mientras mis l�grimas corr�an por mis
mejillas. Tranquila mi amor, me dijo, ya ha entrado la cabecita, y se detuvo. Yo
sent�a como un escozor, un dolor que se alejaba, y un palpitar de todo mi cuerpo
en los o�dos y en mi cosita.
Le supliqu� que parara, pero el solo me acariciaba por todos
lados diciendo que era la cosa m�s linda que hab�a visto en su vida, que me
amaba, y que me la meter�a entera.
Diciendo esto se separ� de m� un poco y arremeti�
bestialmente con su pica. Sent� como mil�metro a mil�metro en cada empuj�n se
introduc�a dilatando el canal al m�ximo. Transpiraba y parec�a que a el tambi�n
le dol�a por la expresi�n de su cara, pero no paraba de empujar y empujar.
Yo suplicaba en mi llanto que me la sacara, que no daba m�s y
en cada empuj�n un grito.
De pronto algo se rompi� dentro de m�, algo se rasg�. Sent�
que esa pija enorme me hab�a desgarrado por dentro y de pronto entr� la mitad de
esa v�bora caliente dentro de m� parti�ndome en dos y dej�ndome sin respiraci�n.
Me ard�a, me quemaba, me dol�a. El se qued� quieto y me
besaba. Perd�name mi amor, me dijo, perd�name. Yo solo lo abrac� del cuello y
sollozando le dije que callara y que me besase. Despacio amor, despacio le dije.
El se mov�a lentamente sacando su gara��n de mi conchita y meti�ndolo de nuevo
en un movimiento de ida y vuelta que yo aguantaba por amor.
De pronto se levant� y cruzando mis pierna en su cintura pas�
sus manos debajo de mis gl�teos y elev�ndome, mi cabeza solamente rozaba el
asiento y comenz� a meterlo y sacarlo cada vez m�s r�pido y fuerte que me
obligaba a gritar cada vez que entraba mientras mis manos ara�aban el tapizado
de la camioneta.
Inund� mi concha con su l�quido candente mientras quej�ndose
quer�a met�rmelo hasta el coraz�n.
Fue tan cari�oso que le perdon� todo el sufrimiento que me
dio y lo ame mucho cuando con todo cuidado me limpi� la sangre que por mis
nalgas y muslos se hab�a desparramado.
Me jur� amor y le jur� amor. Verdaderamente lo amaba, y fue
el que me rompi� toda. Se llev� mi virginidad y me ense�� el sexo. El sexo
bueno, y del bueno.
Yiyi:
Si quieres que siga contando tu historia escr�beme por favor,
porque quiero saber tu opini�n sobre el relato. Tu amiga que te quiere.
Noelia