Relato: Lucha libre en tr�o





Relato: Lucha libre en tr�o

Cuando acababa de cumplir 35 a�os, me hab�a acomplejado un
poco con el aspecto de mi cuerpo cuando advert� que ten�a unos kilos de m�s, fue
as� que decid� hacer un mayor uso de las instalaciones del club de deportes al
que estaba inscripto con toda mi familia. Es que lo us�bamos s�lo en verano,
cuando los ni�os estaban en vacaciones.



Decid� entonces ir todos los d�as un par de horas y empezar a
mover un poco mis m�sculos para sentirme mejor. Hac�a nataci�n. Pero quer�a ir
entrando en confianza para poder despu�s experimentar con otro tipo de deportes.



Disfrutaba mucho nadando. Iba al atardecer, casi noche. En
los �ltimos horarios. Por lo que casi no hab�a mucha gente. Cuando entraba a los
vestuarios, me entusiasmaba el hecho de ver tantos cuerpos hermosos, pero sab�a
que no deb�a hacerme muchas ilusiones de pasar a mayores, pues ese era un club
lleno de ni�os, familias y gente un poco mayor. Jam�s hab�a notado ninguna
insinuaci�n, m�s all� de saludar correctamente a alguien.



Un d�a, en el bar de la planta baja, conoc� a un tipo de unos
40 a�os con el cual trabamos enseguida una amable charla. Averig�� que se
llamaba Mario y que practicaba con aparatos en el gimnasio. No ten�a un gran
f�sico, pero su cuerpo era armonioso. Ten�a un rostro verdaderamente agradable.
Bigotes, pelo oscuro y algo de canas en las sienes. Tambi�n me coment� que hac�a
lucha libre en el sal�n de arriba, con un amigo que hab�a conocido en el club.



No recib� en ning�n momento onda alguna de seducci�n, por el
contrario, enseguida debi� despedirse porque lo esperaba su novia, cosa que
cuid� acentuar claramente. Era de noche, nos saludamos y yo decid� volver a
casa. Pero me qued� pensando en eso de la lucha libre. Era un deporte que me
fascinaba. Pero lo que me interesaba no era practicarlo sino verlo.



De regreso a casa me imaginaba a Mario con su contrincante,
intentando ponerlo de espaldas, forcejeando virilmente. Cuerpos toc�ndose, manos
tocando partes �ntimas, caras en culos, entrepiernas abiertas...



Pasaron dos d�as y me volv� a encontrar con Mario. Esta vez
en un pasillo. Yo iba con una bata de toalla despu�s de mi horario de nataci�n y
�l sal�a de los vestuarios.


-�Qu� tal Mario?


-�C�mo est�s Franco? Ven�s del agua.


-As� es. �Vas al gimnasio?.


-No, voy a practicar un poco de lucha hoy.


-�De veras?. �Qu� bueno!.-Dije y empec� a preguntarle cosas
sobre ese deporte, intentando averiguar m�s, pero sobre todo quer�a que �l
advirtiese cuan interesado yo estaba en todo eso.


-Bueno, si te interesa tanto, �porqu� no ven�s arriba para
ver de que se trata?. Yo voy a estar con mi amigo y haremos un poco la rutina de
siempre.


-Encantado. S�lo decime donde es y luego de que me cambie voy
para all�.


Me indic� como llegar. Era un sal�n que nadie usaba. En el
club no hab�a ning�n simpatizante de ese deporte, por lo que hab�an conseguido
un lugar en desuso, pero libre de intrusos y de c�moda soledad.



Yo estaba muy entusiasmado. �Cuantas veces hab�a entrado a
esos sitios en internet donde hab�a fotos de tipos luchando en esas er�ticas y
maravillosas poses! Me parec�a un deporte de machos, en donde todo se permit�a a
causa de esa tenue complicidad del todo vale en el deporte.


Hice lo m�s r�pido que pude y cuando estuve listo sub�
siguiendo el camino que me hab�a indicado Mario. Me cost� llegar, pues era un
sitio olvidado y apartado en el edificio del club.



Cuando entr�, vi un lugar algo espacioso alfombrado y con
algunas cajas, bultos y aparatos de gimnasia en desuso. Pero todo estaba limpio.
Mario y su compa�ero estaban luchando en el medio de la habitaci�n, sobre otra
alfombra rectangular que hac�a las veces de cuadril�tero. Una l�mpara pendiente
del techo marcaba un haz de luz sobre ellos. Mario llevaba uno de esos
pantaloncitos con pechera y breteles, muy breve y un tanto holgado. Se ve�an
mejor sus m�sculos ahora. Casi no ten�a vello en el cuerpo. Ten�a dos manchones
de pelo oscuro en las axilas y una delicada l�nea entre los pectorales, que con
su bigote marcaban los �nicos puntos oscuros de su blanco cuerpo. De pronto, en
uno de los movimientos, su contrincante qued� frente a m�. Tendr�a
aproximadamente unos 20 a�os. Llevaba el pelo casi rapado y una barba de dos
d�as. Era tremendamente atractivo. Estaba vestido con ropa vieja y rotosa. Una
remera con agujeros y un pantal�n corto de algod�n con las costuras descosidas
sobre los muslos. Ambos se hab�an descalzado. Por una ventana se pod�a ver una
sala en el otro cuerpo del edificio donde hab�a gente haciendo ejercicios.



Me qued� contemplando ese masculino espect�culo.


Mario, que era un poco m�s grande que su amigo, hab�a
aprisionado a �ste y estaba a punto de sucumbir. �l abri� las piernas de tal
manera que pude ver frente a m�, un bulto considerable.


Por fin su amigo cay� de espaldas y Mario lo mir� con una
carcajada. Me mir� sonriendo.


-�Bienvenido Franco!. Ya ves, este maric�n a duras penas
puede conmigo.


-�Maric�n tu abuelo, cabr�n de mierda!. No le hagas caso a
este tramposo, soy yo el que siempre le gano.


-Eso lo veremos en la pr�xima. Ahora ven� que te presento a
Franco. � y dirigi�ndose a m� hizo las presentaciones- �ste es mi amigo Andr�s,
en fin, es lo �nico que he encontrado en este lugar para practicar un poco estas
t�cnicas.-dijo bromeando siempre.


Hablamos un poco, como para entrar en confianza, cosa que
enseguida se dio desde el principio. Andr�s era un tipo muy simp�tico.


-Bueno, venga, a ver si pod�s conmigo ahora...



Yo me sent� en el piso, dejando mi bolso a un costado. Estaba
bien cerca de los dos, y me relaj� para ver lo que ser�a seguramente una
excitante demostraci�n.


�Vaya si lo fue!


Se pusieron en guardia. Luego de rodearse y estudiarse c�mo
se iban a lanzar uno al otro, chocaron entre s�, tom�ndose de los brazos.


Eran dos tipos fuertes y no era f�cil ni para uno ni para el
otro derribarse a si mismos. Yo no perd�a en ning�n momento la atenci�n.


Las manos agarraban la ropa del oponente cada vez que ten�an
que hacer palanca con sus cuerpos. Andr�s tom� uno de los breteles de Mario y
los estir� tanto que se sali� de su lugar. Un pez�n sali� al aire y comprob� que
los ten�a rodeados de un espeso vello negro.


Mario, mientras tanto hab�a jalado el borde del pantal�n de
Andr�s y yo pod�a ver as� su entrepierna. �l ten�a las piernas muy peludas, pero
ah� ten�a la piel sin vello y muy blanca, por lo que pod�a ver tambi�n el
comienzo de su vello p�bico, apenas esbozado.



Era un tira y afloja estremecedor. Por fin cayeron ambos de
rodillas. Mario lo tom� por detr�s y le hizo una toma en el brazo derecho.
Andr�s sali� r�pidamente de ella agarrando los costados de la prenda de Mario.
Todo eso era muy excitante. Y pas� bastante tiempo, sin que ninguno realmente
cayera al piso de espaldas. Por fin la remera de Andr�s cedi� ante tantos
forcejeos y se abri� por el costado. Emergi� su carne blanca y me mostr� la
belleza de su pecho, finamente cubierto de vello.



Mario ya ten�a los breteles salidos a los costados, y su
pecho estaba completamente desnudo. Y as�, sin sost�n alguno, los tirones de su
amigo le bajaban la prenda dejando ver su suspensor. Andr�s qued� en cuatro
patas, y Mario sobre �l. Ninguno se daba por vencido, ambos luchaban sin
desmayo.



Vi como el pubis de Mario empujaba en el culo de Andr�s. Los
dos bufaban y se dec�an palabrotas, en medio de sonrisas y a veces miradas de
ira profunda.


Andr�s, en un esfuerzo por zafarse, manote� lo que pudo y
tom�ndolo por detr�s tom� la tela del pantal�n y esto hizo que se lo bajara
hasta los muslos, dejando al aire su hermoso culo, s�lo oculto por las tiras del
suspensor blanco.


Mario respondi� violentamente y le rasg� lo que quedaba de la
remera.



Ah� estaban, forcejeando ambos con el torso desnudo,
cubiertos con algo de sudor, resoplando y gritando de esfuerzo puro. �Qu�
maravilla!.



Se tomaron de frente.


La cabeza de Mario qued� debajo de uno de sus brazos, con el
rostro a poca distancia de su bulto. Andr�s intentaba alzarlo jalando de las
tiras del suspensor, las cuales se metieron entre sus nalgas. Tanto se mov�an
que los pantaloncitos de Mario fueron resbalando hacia sus rodillas, y luego a
sus tobillos. Con el suspensor fuertemente sujetado as�, su bulto se marcaba
enorme y prominente.


Mario tambi�n lo alz� jalando del pantal�n y los gl�teos
hermosos de su amigo aparecieron firmes y tensos. Eran extraordinarios, muy
peludos.



Andr�s por fin levant� a Mario y �ste perdi� equilibrio, pero
evitando caer de espaldas qued� con las manos en el piso agarr�ndose con las
piernas del cuello de Andr�s.


Quedaron en una perfecta posici�n de 69, pero vertical.


Andr�s podr�a haberlo tumbado f�cilmente, pero algo me dec�a
que quer�a disfrutar de esa posici�n., pues su cara qued� a cent�metros de la
pija de Mario, y viceversa.



Calcul� que ambos podr�an sentirse los olores que desped�an
sus cuerpos de machos en acci�n, especialmente de sus entrepiernas transpiradas.
Mario hac�a mucha fuerza con sus brazos, para no caer. Frotaba salvajemente su
pubis contra el pecho desnudo del oponente.



Y de pronto una mano tom� el pantal�n de Andr�s, forcejeando
desesperadamente, por lo que el el�stico se venci� y dej� al descubierto una
zona poblada de pelos hasta la ingle.


No satisfecho con esto, su otra mano hizo lo mismo con el
otro lateral y el pantal�n baj� casi hasta sus muslos. Con �l hab�a bajado su
calzoncillo y pude ver el comienzo de un tronco bastante s�lido, emergiendo de
una mara�a de pelos oscuros.



Ambos perdieron el equilibrio y cayeron. Andr�s sobre Mario,
que estaba de costado en el piso, hab�a quedado semidesnudo, con sus nalgas al
aire, mostrando como con el esfuerzo, su raya se entreabr�a dejando al
descubierto su peludo agujero.



Yo me puse un poco m�s cerca y disimuladamente me tocaba mi
paquete, que hab�a dejado una manchita h�meda sobre la bragueta. Estaba tan
transpirado como ellos, s�lo que se deb�a a la elevada temperatura que estaba
experimentando con la visi�n de esos hombres en plena lucha.


A�n no hab�an salido sus miembros de sus desajustadas ropas.
Pero ve�a que los bultos, por las violentas fricciones, hab�an crecido en
tama�o.



Mario qued� frente a mi, de rodillas, aprisionado por detr�s
por su contrincante.


Por un momento me mir� y hubo algo en sus ojos que me
inquiet� y me avergonz�. Sus piernas abiertas me ofrec�an el espect�culo divino
de su entrepierna abultada. No pude dejar de dirigir mi mirada hacia all� mismo,
y creo que �l se dio cuenta.


En eso est�bamos cuando una mano emergi� por debajo de sus
piernas y asida a la tela del pantal�n de Mario, tirone� fuertemente. Pese a la
defensa que obtuvo, la tela baj� unos cent�metros.


Vi todo el pubis de Mario ante mis ojos. Parec�a como si
Andr�s me estuviera dedicando esa visi�n. Not� que Mario me miraba como un
animalito ofrecido en sacrificio. Ten�a unos maravillosos pendejos, que bajaban
desde su ombligo y se ensanchaban hacia abajo.


Otro tir�n y otra bajada de tela. Esta vez apareci� la mitad
de una verga que parec�a por si sola querer liberarse de aquella prisi�n. El
�ltimo tir�n hizo que la pija saliera disparada hacia fuera. No estaba a�n
erecta, pero iba en camino. Ten�a poca elasticidad y no era muy larga, pero
complementaba su falta de longitud por un grosor considerable.


Sus huevos colgabas por debajo y a cada movimiento todo ese
aparataje se mov�a ante mis ojos. Como si estuviera movido por el pudor de
quedar expuesto ante el p�blico, Mario se zaf� una vez m�s y gir� r�pidamente,
alzando a Andr�s por debajo de las piernas. �ste qued� en el piso, casi a punto
de perder la contienda, si no fuera por su brazo que lo equilibr� medio de
costado.



Mario estaba como furioso.


Sus prendas hab�an quedado en sus tobillos y estaba
totalmente desnudo, con su verga colgando pesadamente.


Fue entonces que jal� violentamente a Andr�s sacudi�ndolo por
completo. Lo tom� por el pantal�n que hab�a descendido hasta su ingle, y la tela
no soport� el tir�n, rompi�ndose desde las costuras.


Lo ten�a aprisionado por las piernas y aprovech� entonces
para quitar los restos de ropa que poco lo cubr�an. Esto lo hizo adrede, y no
obligado por el ataque del juego. El culo de Andr�s sub�a y bajaba. Pronto se
incorpor� y pude ver su verga.



�Oh, cielos!, estaba en semi erecci�n y se mov�a tanto que
chocaba una y otra vez con el cuerpo de Mario. Era un miembro de grandes
proporciones, muy armonioso. Era recto, pero tend�a a inclinarse hacia arriba en
una curva prometedora.



Mario alz� a Andr�s, y en el movimiento, este se volte� por
completo, haciendo que su pija golpeara contra la cara de Mario. Y sus piernas
abrazaron el cuello.


Ahora la boca de Mario rozaba el culo de Andr�s. Estaban
desnudos. Mario se deshizo de sus prendas que colgaban de sus tobillos y se
afirm� en el piso.


Volvieron a caer.


Andr�s pod�a sentir los bigotes de Mario en su agujero.


�l se encargaba de refregarse bien. Pudieron ponerse los dos
de pi�.



Ahora pude ver sus vergas. La de Andr�s estaba casi
completamente dura. Mario ostentaba una anchura a�n mayor, pero si bien su pija
hab�a adquirido volumen, no se alzaba en erecci�n.


Varias veces se rozaron entre forcejeos. Las pijas se
chocaban entre s�. Y ahora, s�. S�lo eso bast� para que el miembro de Mario
comenzara a alzarse y ponerse duro como una roca.



Las caras estaban pegadas y podr�an haberse besado. Las manos
estaban asi�ndose mutuamente por las nalgas, lo que maravillaba mi vista al ver
semejantes agujeros abri�ndose al m�ximo.


Fue entonces cuando Andr�s puso un pie que hizo tambalear a
Mario. Este cay� de inmediato y esta vez bien de espalda. Su contrincante se
apresur� a montarse sobre �l para que no escapara de ah�, sent�ndose sobre su
pecho.


Mario forceje� como pudo, pero qued� aprisionado.


Una pija le apuntaba directamente a la boca, mientras que la
suya se dirig�a hacia el culo de Andr�s, que hab�a apoyado sus manos sobre los
brazos extendidos de Mario. Andr�s qued� inclinado sobre el rostro de Mario,
mezclando los agitados alientos y contempl�ndose sudorosos.



-"Touch�"- dijo Andr�s con una suave sonrisa.


Mario, bromeando lo mir� c�mplice y le dijo:


-Vamos, portate bien que tenemos p�blico.


Andr�s me mir�.


-�Viste como le gan�?


-Est� bien, est� bien. Lo admito. Estamos empatados.


Y cayeron extenuados boca arriba en la alfombra.



Yo estaba un poco avergonzado. Poco a poco vi como los
miembros iban descendiendo a su estatura y tama�o normales. Eso me tranquiliz�
un poco, pues no sab�a que hacer o que decir.


Mario me mir� y se dirigi� a m� con un gesto.


-Franco, ven�, que te vamos a ense�ar algunas tomas
sencillas. �No quer�s probar?


-�Yo?


-S�, vos. Animate...! � me dijo Andr�s, incorpor�ndose. �
dale, ven�....



Yo me levant� y fui t�midamente hasta donde ellos estaban.
Mientras lo hac�a, vi como los dos hab�an recogido sus prendas interiores y se
las pon�an nuevamente.


Ah� empezamos una serie de movimientos. Yo me fui sintiendo
muy bien, y experimentaba una nueva forma de actividad corporal. Me sent�a
guiado magistralmente por ellos. Todo era muy respetuoso y a la vez divertido.
Con risas y bromas, los dos hac�an que yo me fuera soltando poco a poco.



-Es como te dec�a entes, Franco- me dijo Mario- �ste es un
deporte en el que te sientes enseguida muy libre. Se empieza desde una cosa muy
tranquila y todo va creciendo hasta sentir que los movimientos se hacen cada vez
m�s fuertes.



Yo hab�a entrado en calor, entonces me quit� la sudadera por
encima de mi cabeza.




-Vamos, Franco, descalzate y ponete m�s ligero de ropas �
me dijo Andr�s.




Entonces me quit� las zapatillas y los pantalones. Qued� en
boxers. Mario, sin decirme nada tom� mi remera y empez� a quit�rmela. Yo estaba
entre los dos, casi aprisionado por sus pechos. Sent�a sus olores bien de machos
y sonre� t�midamente, intentando esconder mi timidez.





-As�. �Ves?. Lo importante es no sentir ning�n tipo de
ataduras.




De pronto me senti de maravillas. Podr�a haber estado
completamente desnudo ante ellos, sent�a como nunca que ten�a permiso y sent�a
una camarader�a s�lo experimentable entre varones.



Empec� a practicar con Andr�s. Mario observaba y me daba
indicaciones.


Andr�s me agarraba y me pasaba las manos con firmeza, pero
teniendo cuidado de no incomodarme, por todos lados. Mi boxer a�n ten�a la
mancha de mi l�quido preseminal. Y el contacto con ese hombre tan apuesto me
hab�a hecho excitarme nuevamente. Enseguida fui vencido por �l.


Hicimos varias pruebas y a cada comienzo correspond�an nuevas
indicaciones de mis viriles maestros.



Despu�s de un rato fuimos entrando en calor y los movimientos
se hicieron m�s y m�s violentos. Yo tambi�n tocaba, forcejeaba y hac�a tomas
incre�bles, sorprendi�ndome de m� mismo.


-Bien, bien, se nota que est�s aprendiendo muy r�pido.-Dijo
Andr�s, mirando de reojo a Mario.



Mario vino hacia m� y comenz� a luchar conmigo.


Yo lo agarr� por el suspensor y comenc� a forcejear,
intentando derribarlo. �l hizo lo mismo y enseguida sent� que un test�culo se me
escapaba afuera.


Mario me sujetaba de tal manera que el boxer se me fue
metiendo enteramente en la raya de mi culo.


Fue una sensaci�n maravillosa. Yo me defend� y tironeando m�s
a�n, consegu� separar la parte frontal de su prenda, viendo nuevamente sus
hermosos pelos negros.


Su pija estaba ah�, esperando ser liberada.


Tir� tanto que la pija se le escap� por el costado del
suspensor. Vi que estaba dura, y eso me excit� tremendamente.



Andr�s nos miraba, haciendo comentarios y dando indicaciones
a viva voz. Lo mir� de reojo cuando se acomodaba su bulto, que casi se
transparentaba bajo su slip.



Mario cay� sobre mi, pero no me tumb�. �l qued� maravillado
de mi fuerza. Su cara rozaba los pelos de mi pecho y yo sent�a erectarse mis
pezones al contacto de su aliento. Me jalaba hacia arriba por mi boxer,
intentando alzarme para poder vencerme.



Por fin, mi boxer no resisti� al tironeo y con un nuevo
movimiento hizo que se bajara hasta mis rodillas. Mi pija salt� hacia fuera.
Estaba totalmente dura.



Lo que sent� entonces fue incre�ble.


Una mano me tom� por la entrepierna y fue a dar directamente
sobre mis pelotas. Me levant� desde all�, sosteni�ndome desde la base de mi ano.
Yo manch� su pierna con l�quido transparente. Me levant� y ca� a merced de �l.
Se puso a horcajadas sobre mi pecho e intent� inmovilizarme.


Su pija, saliendo por el costado de su suspensor, etaba
frente a mi cara. Yo estaba vencido. Me mir� con una sonrisa triunfante y me
sujet� las manos. Yo hac�a todo intento de zafarme, pero no pod�a.



De pronto perd� de vista a Andr�s.


Pero en ese mismo momento sent� algo ins�lito.


Unas manos hab�an tomado los costados de mi boxer, que hab�a
quedado a la altura de mis rodillas y lo estaban deslizando hacia abajo
quit�ndolo por completo.



Mir� a Mario. Su pija estaba erecta y apuntando al techo. No
tocaba mi pecho por esa causa. Pero estaba dirigida a mi boca, a unos cinco
cent�metros de su glande. A�n no pod�a ver a Andr�s. Estaba detr�s de Mario.


Por un momento nos quedamos quietos y no hubo indicios de
respiraci�n en la habitaci�n. Estaba as�, contemplando los ojos de Mario, cuando
de pronto el cuarto qued� en penumbras.


Mario hab�a ido a apagar la luz.


S�lo est�bamos iluminados por la que entraba desde la
ventana, era la luz del cuarto cercano. Vi a Andr�s venir hacia nosotros. Se
hab�a quitado el slip y estaba con una erecci�n maravillosa. Mir� a Mario y �l
dej� de hacer presi�n contra mi. Sus manos se fueron deslizando por mis brazos
hasta llegar a mi pecho.


Tom� mis pectorales entre sus manos y los acarici�
suavemente. En ese momento sent� que mi pija era succionada de una manera
sublime. Andr�s se hab�a metido toda mi verga en su boca y lam�a y chupaba
limpiando todo rastro de transpiraci�n a su paso. Ahora la pija de Mario rozaba
mis labios. Con un suave movimiento la introduje en mi boca. Era muy gruesa y
tuve que abrir bien la boca para trag�rmela hasta el final. Andr�s,
incorpor�ndose, tom� por detr�s a Mario y comenz� a besar su cuello. �l se
arque� y alcanz� a juntar las dos bocas.


Yo los miraba mientras chupaba la verga de Mario. Entonces
�ste cambi� de posici�n, me tom� por debajo de los hombros y me ayud� a
incorporar.



Los tres quedamos de pie.


Nuestras bocas se atrajeron hacia el mismo punto convergente
y nos lamimos entre si, en una lucha libre de lenguas. Las manos, activas
siempre, iban tocando todo, las vergas duras, los agujeros abiertos.


Mario descendi� hasta quedar de rodillas y juntando muestras
pijas las empez� a lamer por todos lados, los huevos, los rosados glandes, y
cuando ya hab�a mojado todo con su saliva se meti� las dos al mismo tiempo
saboreando el doble manjar.



Andr�s me besaba escandalosamente tomando mi cara en sus
manos.


Mario nos dej� un momento solos y fue a buscar algo en su
bolso. Cuando volvi� nos puso un preservativo a cada uno, cuidadosamente, y se
embadurn� el culo con un aceite para el cuerpo. Entonces nos turnamos con Andr�s
para penetrarlo.


Se hab�a tumbado de espaldas en la alfombra y gozaba
conteniendo sus gritos de placer. Andr�s se tir� al piso y abri� sus nalgas.
Mario se levant� y poni�ndose un cond�n le meti� toda su ancha verga en el culo.



Segu� yo.


Estaba en ese grato trabajo cuando Mario vino por detr�s y
lubricando mi agujero apoy� la punta de su enhiesta lanza. Me fue penetrando
lentamente, mientras yo hac�a lo mismo con Andr�s. Los tres segu�amos el mismo
ritmo y no tardamos en descargarnos en medio de oleadas de placer
inconmensurable.



Era tarde. De pronto no lo hab�amos advertido.


Tomamos conciencia de ello cuando la habitaci�n qued� en la
oscuridad m�s absoluta, ya que el cuarto aquel que se ve�a a trav�s de la
ventana y nos daba su luz, hab�a quedado desierto y sin ning�n deportista.



En la complicidad de la oscuridad nos volvimos a besar y
acariciarnos lentamente, exhaustos y plenos.


En el club ya casi nadie quedaba. S�lo los cuidadores y el
personal de limpieza.


Pero yo poco conoc�a del lugar y estaba un poco preocupado de
que alguien nos encontrara ah�. Pronto sabr�a que no corr�a demasiado peligro
con el personal de limpieza.


Pero en otra ocasi�n relatar� porque afirmo esto que acabo de
decir.



Franco


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