Relato: Un d�a de pinta





Relato: Un d�a de pinta

Recargado en el muro lleno de graffiti, esper� hasta que
dieran las 8:15, hora en que la puerta del colegio se cerraba. Libre al fin!,
pens�, y saqu� un maltrecho cigarrillo de la mochila. Record� que todav�a deb�a
tener cuidado, pues desde las ventanas del segundo piso alguno de los maestros
pod�a verme, as� que me quit� el llamativo su�ter rojo del uniforme y lo escond�
en la mochila. Todo un d�a para vagar, pens� extasiado, y cuando se tienen 14
a�os, eso es la mejor cosa que pueda uno tener.



El parque ser�a mi primera parada del d�a, decid�, y hacia
all� me dirig�. Por supuesto, no era el �nico chaval que se hab�a escapado ese
d�a. Un grupo de muchachos jugaba b�squet en la cancha. Eran mayores que yo,
entre 16 y 17, y jugaban al sol de la ma�ana, ya sin camisa la mayor�a de ellos,
pues el calor empezaba a arreciar. Me sent� a observarlos y pronto estaba metido
en el disputado juego, gritando emocionado cuando encestaban unos o atajaban
otros.





Quieres jugar? � me propuso un chaval de cabello rizado y
largos cabellos atados en una coleta.


Claro � brinqu� de inmediato entusiasmado, aventando la
mochila al piso para unirme al juego.





Para mi edad tengo buena estatura, y he practicado el
baloncesto desde que era ni�o, as� que r�pido pude fintar a m�s de uno y empec�
a acumular puntos a mi favor. Los chavos comenzaron entonces a cuidarse m�s de
m�, poni�ndose bastante rudos. No les gustaba perder, y menos con alguien de
menor edad que ellos. Recib� un par de empujones que me mandaron al piso y
l�gicamente, en cuanto tuve oportunidad, mand� al suelo al cabr�n que me hab�a
empujado primero.





Qu� te pasa?, pendejo � me grit� molesto, levant�ndose
para empezar la bronca.





Sus amigos lo detuvieron, tratando de calmarlo.





D�jalo � le aconsejaron - no es m�s que un puto chaval.


Si � terci� otro � no le vayas a pegar porque seguro se
pone a llorar � se burl�.


Ya soy grande � contest� est�pidamente y todos se rieron
de m�.


Eres un beb� � opin� otro � un lindo beb� de culito
rosado.





Todos le festejaron la ocurrencia y yo me puse rojo de
coraje. Me alej� en busca de mis cosas para largarme de all�. Agarr� la mochila
furioso, mientras ellos a�n continuaban burl�ndose de m�.. Me alej� de la
cancha, todav�a con el enojo atorado en la garganta. De pronto me agarraron por
la espalda dos de ellos.





Venga, beb�, no seas tan berrinchudo � dijo entre risas
el que me sujetaba � o tendremos que castigar tu peque�o culito con unas
nalgaditas





Trat� de zafarme, pero me sujetaban con fuerza y me superaban
en n�mero





D�jenlo tranquilo � dijo el muchacho que me ten�a cogido
del cuello � a lo mejor nos equivocamos y no es un beb�, sino todo un hombre
� dijo engrosando la voz en tono burl�n.


Y c�mo lo vamos a saber? � coment� su amigo sigui�ndole
la broma.





El muchacho hizo como si estuviera resolviendo un gran enigma
y resolvi� de pronto.





Que distingue el rosado culito de un beb� del de un
hombre? � pregunt� a sus compa�eros.


Los pelos! � corearon todos entre risas.


Pues vamos a revisar este culito � dijo palmeando mi
trasero � y saldremos de dudas.


Si, si, vamos � apoyaron los dem�s entusiasmados.





Aquello ya no me estaba gustando nada. A la fuerza me
llevaron hasta los solitarios ba�os que estaban a un lado de las canchas. Uno de
ellos mont� guardia en la puerta mientras los otros me jaloneaban dentro.
Haciendo un circulo a mi alrededor me soltaron en medio del ba�o y a pesar de
resistirme con todas mis fuerzas no pude impedir que me desabrocharan los
pantalones y me los bajaran hasta los tobillos.





Pero si todav�a usa calzones de beb� � se burl� uno de
ellos al ver mi truza blanca.





Todos rieron el comentario y continuaron riendo mientras me
bajaban los calzones, dej�ndome completamente desnudo.





Pues por all� ya tiene algunos pelitos � dijo uno
refiri�ndose a mi vello p�bico � aunque no tantos como t� � dijo se�alando
al m�s alto de ellos, que orgulloso se abri� los pantalones y se baj� la
ropa interior para mostrarles a todos su abundante mata de vello.


Esos son pelos � festejaron todos al que se exhib�a.


Ens��ale la verga � dijo otro � para que sepa lo que es
un pito de verdad, no esa cosita que tiene entre las piernas � dijo
burl�ndose de mi empeque�ecido miembro.





El muchacho, muy complaciente, termin� baj�ndose los
pantalones por completo. Su verga no estaba parada, pero si mostraba que estaba
en camino de estarlo. La blandi� delante de todos, que le festejaban sus
rid�culos movimientos.





�rale � apremi� el de la puerta � si le van a ver el culo
h�ganlo de una vez, antes de que aparezca alguien - aconsej�.





Todos estuvieron de acuerdo, as� que me dieron media vuelta y
me obligaron a empinarme. Me ten�an agarrado de los brazos y las piernas.
Intent� resistirme pero no logr� quit�rmelos de encima. Con total y absoluta
verg�enza sent� como me abr�an las nalgas.





Ya ven, se los dije � coment� el chavo con el que tuve la
bronca, se�alando mi desnudo trasero..


Que culito tan chiquito y rosadito � coment� su amigo
atisbando entre mis nalgas abiertas � ni un solo pelito en estas blancas
nalguitas de beb�.





Todos estallaron en carcajadas y yo quise que la tierra me
tragara. Entre risas, el que se hab�a sacado la verga empez� a hacer movimientos
con su cadera, muy cerca de mis nalgas y todos le festejaron los gestos. El de
la puerta se acerc� a ver de qu� se re�an todos y al ver lo que suced�a empuj� a
su amigo sobre m�. Como resultado, su verga fue a parar entre mis nalgas y todos
se rieron con mas ganas.





M�tesela � dijo de pronto uno de ellos y todos dejaron de
re�r.


S�, r�mpele el culo � dijo alguien - para que aprenda a
no meterse con los mayores.


Ni madres � dijo el aludido � yo no soy puto.


T� no ser�s puto � dijo el de la puerta - , pero tu verga
s�, mira c�mo se te enderez�.





Todos se rieron de su compa�ero. Efectivamente, la verga se
le hab�a puesto dura, y apuntaba alargada y cabezona hacia arriba.





C�getelo, c�getelo, m�tesela � empezaron a corear todos,
y ante tanta presi�n, al chavo comenz� a antoj�rsele estrenar mi agujero
virgen.





Se acerc� de nuevo, restregando su miembro entre mis nalgas.
Desesperado, trat� de gritar, pero r�pidamente me taparon la boca con mis
propios calzones. Sent� la punta caliente de aquella verga acomodarse justo en
la entrada de mi culo.





Qu� chingados est� pasando aqu�? � pregunt� una voz recia
de adulto.





Ante el conocido y temido uniforme azul, todos corrieron
despavoridos. El polic�a no les impidi� marcharse, y s�lo se hizo a un lado ante
la desordenada huida, pues se dio cuenta que el grupito era de puros muchachos y
que seguramente la travesura no era grave. Su sorpresa fue may�scula al
descubrirme en el piso, medio desnudo y con las nalgas al aire. Asustado
todav�a, trat� de ponerme los pantalones mientras corr�a hacia la puerta
tambi�n, pero �l se atraves� bloqueando la salida.





No tan aprisa, jovencito � me detuvo � primero me
explicas qu� estaba pasando aqu�.


Se�or � dije conteniendo las ganas de llorar � esos
muchachos me estaban...


Que? � pregunt� ansioso al verme dudar.





Me dio mucha pena contarle lo que hab�an estado a punto de
hacerme y opt� por quedarme callado.





M�s vale que me lo digas � amenaz� de pronto � o tendr�
que llevarte preso.


No � rogu� asustado � yo no hice nada malo, ellos eran
los que quer�an hac�rmelo.


Hacerte que? � pregunt� el polic�a, de nuevo ansioso por
obtener una respuesta.


Quer�an cogerme � confes� finalmente lleno de verg�enza.


Cu�ntamelo todo � pidi� muy interesado, con apenas un
hilo de voz.





Comenc� a relatar lo sucedido desde la pelea en la cancha.
Mientras hablaba, el polic�a cerr� la puerta del ba�o y le ech� seguro, para que
nadie interrumpiera mi declaraci�n, seg�n me explic�. La verdad es que no me
sent�a c�modo en aquel ba�o, encerrado con ese hombre, pero tampoco ten�a
elecci�n, asi que continu� con el relato. Cuando llegu� a la parte donde el
muchacho era alentado por sus compa�eros para violarme, el polic�a comenz� a
acariciarse la bragueta, que mostraba un descarado bulto y una delatora mancha
de humedad. Por m�s que trataba de no mirarlo, �l no hac�a nada por evitar que
yo me diera cuenta de lo excitado que estaba.





Continua � me alentaba � dime c�mo te abrieron las
nalguitas y miraron tu agujerito.





Renuente, volv� a relatar lo que me ped�a y el se excit� m�s
todav�a.





D�jame ver si no te hicieron da�o � pidi� de pronto �
b�jate los pantalones � orden�.


Usted est� loco � le grit� asustado, buscando ya la forma
de escapar.


Pues si no cooperas te llevar� a la delegaci�n acusado de
prostituci�n � me advirti�, sin dejar de acariciarse el pito sobre el
abultado uniforme azul.





Aquello ya era demasiado, me solt� a llorar, ahora s� como un
beb�, y �l se acerc� a consolarme.





Mira � me explic� � yo no voy a hacerte da�o, no soy un
mal tipo.





Lo mir� incr�dulo, tratando de convencerme a mi mismo que un
polic�a uniformado sob�ndose la verga mientras me consolaba pod�a ser un buen
tipo.





Ay�dame y yo te ayudo � dijo con la misma voz melosamente
amenazadora.


C�mo? � pregunt� sorbiendo mi nariz, tratando de
controlar mis sollozos.





El polic�a se baj� la cremallera y se sac� la verga, oscura y
gorda, con una cabeza chata por donde escurr�a un estirado hilo de l�quido
seminal.





No me puedo quedar as� de caliente � explic�, ense��ndome
la reata, sob�ndosela.


Pero yo no quiero que me coja � dije sollozando
nuevamente.


No ni�o, no te voy a coger � me dijo tranquilizador �
s�lo dame una mamadita y te dejo ir sin ning�n problema - prometi�.





Tampoco se me antojaba meterme en la boca aquel pito baboso y
prieto, pero decid� r�pidamente que era preferible eso que terminar ensartado.
Todav�a hice el intento de convencerlo con mis l�grimas, pero el tipo estaba
necio y no se dej� conmover. Cuando lo vi decidido a marcharse junto conmigo y
directo a la comisar�a, me hinqu� r�pidamente frente a su entrepierna.





Eso est� mejor � dijo meti�ndome el glande entre los
labios.





Derrotado, comenc� a mamarle la verga. Jam�s lo hab�a hecho
antes y toda mi experiencia se limitaba a un par de pel�culas porno que un amigo
de la escuela me hab�a prestado y a las revistas que clandestinamente compraba
de vez en cuando. En las fotos de esas revistas, las mujeres parec�an gozar al
meterse los enormes pitos de los hombres en la boca, y ahora que ten�a uno en la
m�a, comenc� a descubrir que el asunto no era tan desagradable despu�s de todo.



Pronto le encontr� el gusto a chupar aquel trozo de carne
dura y caliente. Cuando comprend� que ya no estaba en peligro de ir a la c�rcel,
comenc� a relajarme, y en cuesti�n de segundos mi verga adolescente respondi� a
aquella nueva y excitante experiencia, poni�ndose tan dura como la verga que
estaba mamando, sino es que m�s.





Eso, chiquito, as� se hace, c�metela toda � dirig�a el
polic�a recargado en la pared, mientras yo segu�a lamiendo y chupando su
inflamada verga.





Comenc� a masturbarme y eso le excit� aun m�s, tanto, que se
vino de improviso, llen�ndome de semen la boca. Los potentes chorros estallaron
en mi paladar. Mi primera intenci�n fue escupirlos, pero �l me ten�a firmemente
sujeto, presionando mi cabeza contra su entrepierna y no tuve mas remedio que
tragarme sus calientes mecos. El sabor �cido y acre termin� gust�ndome y comenc�
a relamer mis labios, mientras continuaba jal�ndome la verga casi a punto de
venirme.





D�jame echarte una manita, compa�ero � dijo el polic�a
acuclill�ndose a mi lado, retirando mi mano de mi excitado pito.





Tom� mi verga con una de sus manos y comenz� a men�armela con
mucha experiencia. La sensaci�n era incre�ble. Con la mano que le quedaba libre,
destap� mis nalgas y comenz� a acariciarlas. Ya no me importaba nada. Solo
quer�a terminar mi masturbatorio placer y �l sigui� con su enloquecedor ritmo
mientras al mismo tiempo me acariciaba delicadamente el agujero de mi culo.
Sent� acercarse el orgasmo. El not� los temblores de mi cuerpo y aceler� los
movimientos y apretones de su mano. A punto ya de venirme, en esa ola de placer
en la que ya no puedes detenerte, sorpresivamente me clav� un dedo en el culo.
La sensaci�n fue algo nuevo y sorprendente que mi cuerpo jam�s hab�a
experimentado. Los chisguetes de semen brincaron hasta la pared en uno de los
mejores orgasmos de mi vida.



Mientras el orgasmo a�n hac�a convulsionar mi cuerpo, su dedo
se mantuvo dentro de mi culo, apret�ndolo con cada espasmo y cada sacudida. Un
rato despu�s, cuando todo termin�, finalmente retir� su dedo de mi culo. Lo
olisque� mientras me miraba y luego se lo meti� en la boca. A mi se me hizo algo
asqueroso, pero a �l parec�a gustarle. Me sonri�, indic�ndome que me vistiera.
Ambos nos acomodamos la ropa y luego de atisbar por la puerta que nadie
anduviera cerca, salimos a la luz del mediod�a.





Amiguito � me dijo � fue un placer ayudarte, si alguna
vez te sientes con ganas de algo � busc� la palabra � algo diferente,
b�scame.





No le contest� nada. Comenc� a caminar sin saber a donde
dirigirme. Me sent�a extra�o. Lo que hab�a hecho con el polic�a me hab�a gustado
bastante, deb�a reconocerlo, pero en el fondo ten�a bastante claro la diferencia
entre lo bueno y lo malo. Pens� en mi pap�, siempre tan estricto y tan recto,
que si llegara a enterarse de lo que hab�a hecho, seguro me matar�a a golpes.



Deambulaba por el parque sumido en mis confusos pensamientos,
cuando escuch� un grito.





All� est� � advert�a alguien � y ahora si no se nos
escapa!.





Era la misma pandilla de la que me hab�a salvado en el ba�o y
que ahora ven�an con ganas de terminar lo que hab�a quedado inconcluso, pero
esta vez no me iba a dejar atrapar tan f�cilmente. Comenc� a correr como
desesperado. Conoc�a el parque perfectamente y sab�a donde perderlos, pero
pronto me di cuenta que ellos tambi�n lo conoc�an, y no me qued� m�s remedio que
lanzarme por las calles hacia la seguridad de mi casa.



Mientras corr�a, record� que no pod�a aparecerme por mi casa
a aquellas horas, porque se supon�a que deb�a estar en el colegio. Los muchachos
estaban ya pis�ndome los talones y no contaba con m�s opciones. Sin pensarlo
m�s, salt� el port�n de mi casa y me tir� al piso, rogando porque nadie me
hubiera visto, ya fuera de adentro o de fuera de la casa.



Con la respiraci�n entrecortada, esper� algunos minutos. Mis
perseguidores pasaron frente al port�n y siguieron de largo, se�al de que no me
hab�an visto entrar en la casa. Trat� de tranquilizarme. La casa, a mis
espaldas, parec�a estar en absoluto silencio. El coche de mi pap� no estaba en
el garaje, lo cual era una buena se�al. Ten�a horarios de trabajo tan cambiantes
que nunca se pod�a saber a qu� hora se aparecer�a.



Entr� en la casa confiado y me par� en seco al escuchar la
voz de mi padre desde la cocina.





Lo quieres con hielo o s�lo agua? � grit� con su conocida
voz ronca y profunda.


Con hielo � contest� otra voz masculina desde la sala.





Me escond� r�pidamente en el pasillo detr�s de la maceta del
cuidado ficus de mi madre. Un segundo despu�s mi padre cruz� hacia la sala con
dos vasos en la mano.





Pinche compadre � se quej� mi pap� � qu� horas son estas
para empezar a beber?


Ni te quejes � contest� la otra voz � que no me cost�
mucho convencerte.





Chocaron los vasos y dijeron salud. Me arrastr� hasta la
orilla del pasillo para verlos. Mi padrino Manuel estaba c�modamente sentado en
la sala y mi padre en el sill�n de al lado. Demostrando la buena garganta que
ten�an, apuraron sus bebidas casi de un solo trago y ambos y festejaron la
haza�a satisfechos.



Me recargu� en la pared tratando de decidir que hac�a.
Mientras ellos estuvieran en la sala no pod�a escabullirme hacia la rec�mara, ni
tampoco salir de la casa sin que me descubrieran. Deb�a quedarme donde estaba y
tratar de no hacer ruido.





A qu� hora regresa tu familia? � pregunt� mi padrino.


Mi mujer fue a ver a su madre y regresa hasta la noche �
le inform� � y junior es muy probable que vaya a la biblioteca al salir de
la escuela, as� que no aparecer� hasta la tarde.





Esa era otra de las mentiras que hab�a inventado ese d�a para
tener mi d�a de pinta, por lo que ahora menos que nunca deb�an encontrarme en la
casa o me ganar�a un gran castigo.





As� que estas solito, cabr�n � dijo mi padrino con una
p�cara sonrisa en la cara.


As� es � dijo mi padre con su ronca voz.


Pero yo te voy a entretener � dijo Manuel agarr�ndose el
paquete y haci�ndole gestos con �l a mi pap�, que solt� la carcajada.


Estas pendejo, compadre � dijo aun ahogado por la risa �
que te pasa?


Mira, mira � dijo el otro aun sob�ndose la entrepierna -.
La otra vez nos la pasamos de poca madre, no?.


Est�bamos muy pedos esa noche, compadre � se defendi� mi
pap� - yo ya casi ni me acuerdo de eso.





Mi padrino se puso de pie y se abri� el ziper de los
pantalones. Meti� la mano dentro y se sac� la verga.





Pues para que te acuerdes, compadre � dijo mi padrino con
el pito colgando fuera de la bragueta abierta.


Ya ni la chingas � contest� mi pap�, empujando a Manuel
de vuelta al sill�n, ri�ndose los dos como unos chiquillos traviesos.





La cosa parec�a ser solo una broma entre ambos, pero cuando
dejaron de re�rse, mi padrino no hizo ning�n intento por volver a guardar el
arma, y se qued� muy campante en medio de la sala con la gorda verga asomando
por la bragueta abierta de sus pantalones. Siguieron platicando, pero el
ambiente estaba cargado de una calma tensi�n.





Al menos s�cate la tuya tambi�n � pidi� mi padrino
Manuel.


De veras que est�s mas loco que una cabra � sentenci� mi
pap�.


�ndale � insisti� el otro � o quieres que te la saque yo?
� sugiri�.





A estas alturas, yo no me perd�a detalle de lo que estaba
sucediendo. Mi padrino se acerc� a mi pap� y le abri� el cierre lentamente. Mi
viejo no hizo nada para detenerlo. En todos mis a�os de vida, nunca hab�a visto
a mi pap� completamente desnudo. El no acostumbraba exhibirse, y lleno de
curiosidad, atisb� lo que mi padrino estaba a punto de revelar.



Mi padrino meti� la mano por la bragueta, acariciando,
buscando y finalmente encontrando la verga de mi padre. Se la sac� por la
abertura. Un enorme y tieso trozo de carne de no menos de 18 cms apareci�.





All� la tienes � anunci� mi pap� � ya est�s contento? �
pregunt� en tono de queja.


C�lmate, cabr�n, que si no te gustara no la tendr�as tan
dura � replic� Manuel.





Mi pap� ya no dijo nada, sobre todo porque ya su compadre se
la estaba acariciando, jugando con su tersa cabeza y su rugoso tronco.





Ya, ch�pamela � dijo impaciente mi pap�.


Claro, compadre, pero luego sigues t� � advirti� Manuel
meti�ndose la gruesa manguera en la boca.





Mi padre cerr� los ojos complacido al sentir la boca h�meda
de mi padrino engullirlo casi por completo. Yo por el contrario, abr� los m�os
para no perderme ni un segundo de la ins�lita escena. La verga gruesa y cabezona
de mi padre era diestramente lamida por el goloso de mi padrino, que pronto
chupaba la hinchada cabeza, como lam�a vigorosamente los peludos huevos que
colgaban mas abajo.





D�jame quitarte los pantalones � pidi� Manuel sin sacarse
la verga de la boca.





Con diestros movimientos termin� de desabrochar los
pantalones de mi viejo y de un solo tir�n los desliz� hasta sus tobillos, pero
como aun llevaba puestos los zapatos no pudo quit�rselos. De mala gana solt� la
verga para que mi pap� pudiera zafarse los pantalones, lo cual me permiti�
apreciar un excelente par de masculinas nalgas y un atisbo de la raja peluda que
las divid�a.





Pero que culo m�s sabroso tienes, compadre � fue el
comentario de mi padrino, y sin mas palabras se lanz� a besar el objeto de
su admiraci�n.





Mi pap� ya no dijo nada. El bigote travieso de mi padrino ya
se perd�a en medio de las velludas nalgas, tratando de alcanzar su objetivo.
Comenz� mordisqueando las firmes masas de carne, abri�ndolas de vez en cuando
para mirar su escondido tesoro, cubierto casi por completo por un nido de suaves
y obscuros vellos.





Tienes el culo tan peludo que casi siento que me estoy
comiendo un co�o � dijo el irreverente de mi padrino, lo que hizo que mi
padre se desternillara de risa.





Mi padrino aprovech� las risas para acomodar a mi padre sobre
el sill�n, que qued� con el trasero en alto, con las nalgas abiertas y el
persistente de mi padrino comi�ndole el ano con absoluta entrega y pasi�n.





Me dejar�s cogerte esta vez? � pregunt� acalorado Manuel.


Ya te lo dije, pinche compadre � contest� mi pap�,
negando con la cabeza pero sin levantarse del sill�n, donde tan
convenientemente lo hab�a acomodado el compadre.





Manuel continu� mam�ndole el culo, cada vez mas mojado con
sus lamidas. Subi� entonces por su espalda, siempre lamiendo y besando aquella
piel prohibida, logrando que mi padre se quedara en la misma posici�n, abierto y
vulnerable al ataque de su boca. Mi padrino termin� de abrirse los pantalones y
liber� su verga. En la ventajosa posici�n que estaba, acomod� su encabritado
miembro tras el tentador trasero de su compadre y comenz� a restreg�rselo
suavemente, haci�ndolo resbalar en el t�nel de h�medos pelos negros que divid�a
sus ricas nalgas, mientras mi padre permanec�a sobre el sill�n con los ojos
cerrados y el culo abierto.





No � se quej� de pronto mi padre al sentir ya la
resbaladiza cabeza de la verga del compadre empujando para abrirle el culo �
no me animo.





Mi padrino gimi� de pura contrariedad.





�ndale � rog� � solo un poquito, por favor.


Estas muy vergudo, compadre, me vas a lastimar � explic�
mi pap�.


Te juro que lo har� con mucho cuidado � prometi� el
excitado compadre tratando de convencer al otro de que se dejara coger.





Pero no lo logr�. Mi padre se zaf� de la comprometedora
postura en que lo hab�a puesto su caliente compradre y se sent� de frente a mi
padrino, alej�ndole las nalgas lo m�s posible, pero quedando frente a su
hinchada verga.





Entonces me la vas a mamar � dictamin� Manuel jal�ndose
furiosamente la verga frente al atractivo y masculino rostro de mi padre.





Pronto, los gemidos de placer delataron su pronta venida y
gruesos y potentes chorros de semen manaron de su agrandado pito, cayendo
directos en el rostro de pap�, que relami� de sus labios los gruesos goterones
que comenzaron a escurrir hacia su boca.



Mi padrino termin� por calmarse y se acomod� la ropa,
mientras mi padre permanec�a desnudo sobre el sill�n de nuestra sala.





La pr�xima vez � prometi� mi padrino � no te dejar�
escapar, compadre.





Mi padre no dijo nada. Se limit� a estirarse, sensual como un
enorme gato desnudo en el sill�n, con la verga dura y gruesa apuntando al
frustrado compadre que ya miraba su reloj y ajustaba su corbata alist�ndose para
marcharse.





Tengo un par de citas antes de la comida � le inform�
despidi�ndose.


Yo no tengo nada pendiente � dijo mi padre estir�ndose
sobre el sill�n.


Qu� envidia me das, cabr�n � dijo mi padrino ya listo
para partir.





Mi padre, travieso y provocador, dobl� las piernas, separando
sus gruesos y potentes muslos, mostrando al compadre su verga erecta y bajo ella
sus gordos y suaves huevos cubriendo la zona velluda y oscura que terminaba en
su ano.



La visi�n fue suficiente para volver a excitar al caliente
Manuel, que no resisti� la tentaci�n de alargar una mano hacia el codiciado
tesoro.





D�jame al menos meterte un dedo antes de irme � pidi�
Manuel � para que te quedes con la sensaci�n de tener algo m�o dentro de ti.





Ante la muda respuesta de mi padre, mi padrino meti� la mano
entre sus piernas, buscando al tacto el velludo orificio entre sus nalgas
separadas. Mi padre arque� la espalda y suspir� levemente cuando el
experimentado compadre encontr� el caliente agujero y sin m�s pre�mbulos lo
perfor� con su dedo medio.





Est�s calientito y apretado por dentro � le inform�
Manuel � comenzando a juguetear con el ano h�medo y dispuesto de su
compadre.





Un par de minutos despu�s, mi padre le cortaba la diversi�n,
record�ndole que se le hac�a tarde para sus citas y reticente, mi padrino se
march�, no sin antes reiterarle su promesa de que la siguiente vez que hubiera
oportunidad no dejar�a de ensartarle la verga a mi huidizo padre.



Me replegu� contra la pared y mi padrino sali� ajust�ndose el
voluminoso y delator bulto de su bragueta. El sol del mediod�a le encandil� lo
suficiente como para no percibir mi presencia y rogu� en silencio para que mi
padre tampoco la notara. Esper� all� hasta que el ruido del auto me indic� que
ahora solo deb�a preocuparme de que mi padre tampoco me descubriera.



En el sal�n, con los ojos aun cerrados y una tremenda
erecci�n, mi padre continuaba en el mismo lugar donde lo hab�a dejado mi
padrino. No pude sino maravillarme de lo apuesto que se ve�a, recostado en el
sill�n, aquel hombre de 40 a�os, velludo y masculino, fuerte y a la vez
vulnerable en su total desnudez, con aquella tremenda herramienta entre las
piernas, dura como roca y aquel par de suculentas nalgas que pon�an a su
compadre loco de pasi�n.



Ajeno a mi vigilante mirada, mi padre comenz� a acariciarse
el grueso miembro, sobando sus huevos y pellizcando sus propios pezones sin
ninguna prisa, alargando el placer que parec�a invadir su cuerpo. Despu�s de
algunos minutos, las aceleradas caricias de su mano me indicaron que estaba ya
tan caliente que se vendr�a en cualquier momento. No pude aguantar mas y comenc�
a masturbarme con la perturbadora visi�n de mi padre haciendo gozar su propio
cuerpo.



Cercano al orgasmo, mi padre se puso de pie de repente. Casi
me pilla desprevenido, con mi propia verga entre las manos, y apenas tuve tiempo
de tomar mi escondite tras la maceta antes de verlo pasar, desnudo y con el pito
erecto por delante, rumbo a la cocina. Lo vi servirse otra bebida y poco despu�s
rebuscar bajo la alacena hasta sacar su caja de herramientas.



Qu� podr�a necesitar de su vieja caja de herramientas justo
en este momento?, me pregunt� mientras lo ve�a regresar con ella hasta la sala.



Se sent� en el sill�n nuevamente. Sus huevos se aplastaron
contra la mullida tela. No pude dejar de pensar en el delicioso olor que
quedar�a en el preciso lugar donde aquellos huevotes descansaban. Estir� las
piernas sobre la mesilla de centro, apoyando los pies y recostando su cuerpo en
el sill�n, dejando sus nalgas casi en la orilla, abiertas y velludas, y aceler�
mi solitario placer masturbatorio solo de mirar el oscuro y prohibido lugar que
se escond�a entre sus velludos y morenos muslos.



En aquella posici�n, mi padre estir� una mano hacia su caja
de herramientas y sac� su viejo martillo. No tuve tiempo de preguntarme siquiera
qu� era lo que necesitaba clavar mi padre, pues pronto acomod� el grueso y
pulido mango de madera entre sus piernas. Abr� los ojos y la boca casi tanto
como �l abri� sus bien formadas piernas, separando al m�ximo sus nalgas y
exponiendo con ello el sonrosado ojete en medio de ellas.



El culo estaba h�medo a�n con las lamidas del compadre y no
necesit� de mayor lubricaci�n. Lentamente, la punta del mango se abri� camino en
el apretado y peludo agujero. Aquel trozo de madera era con mucho m�s grande que
la verga del compadre, reci�n rechazada por mi padre con el pretexto de que le
lastimar�a, pero ahora se tragaba con evidente placer aquel grueso palo sin
hacer siquiera un gesto. Pronto lo tuvo metido hasta la mitad, y el rosado
esf�nter se hab�a estirado lo suficiente para cubrir las pulidas paredes del
mango, distendido por su grosor y su dureza.



Un suspiro sali� de mi padre al terminar de encajarse la
totalidad de la herramienta. Con el perforado culo lleno hasta los bordes,
comenz� a acariciarse la verga dolorosamente tensa con suaves y ligeros
toqueteos. Seguramente trataba de alargar lo m�s posible la inminente venida,
pero no pudo aguantar por mucho tiempo, pues casi sin necesidad de tocarse
comenz� a largar gruesos chorros de semen que fueron a parar a su velludo
vientre, mientras con las sacudidas, el mango del martillo se escapaba de su
hambriento agujero poco a poco.



El sorprendente espect�culo hab�a llegado a su fin. Vi a mi
padre dirigirse hacia su rec�mara, seguramente a asearse, y cuando lo escuch�
dentro de la ducha sal� de mi escondite. Me acerqu� hasta el martillo, tirado en
la alfombra, y pens� que nunca podr�a volver a verlo como una simple
herramienta. Toqu� casi con reverencia su pulida y suave superficie. Me llev�
los dedos a la nariz, maravillado con el penetrante y salvaje olor que hab�a
permanecido en la madera. Una enorme gota de semen, solitaria y brillante en
medio del cristal de la mesa de centro, llam� mi atenci�n. Record� el gusto del
semen del polic�a y me relam� los labios al hincarme para oler el de mi padre.
Su aroma llen� mis narices y no pude sino sacar la punta de la lengua para
tratar de atrapar su l�quido sabor. Me sent� casi mareado de placer, con el
salitroso aroma bailando en mi lengua. Dese� beber m�s de aquel ambarino l�quido
y el solo hecho de imaginar que ser�a mucho mejor beberlo directamente de la
fuente que lo produc�a fue suficiente para hacerme venir en un orgasmo potente y
devastador.



Apenas con tiempo para ajustarme las ropas y esconder mi
delatora venida, la voz de mi padre a mis espaldas me sorprendi�.





Junior, no te escuch� entrar � dijo mi padre, envuelto en
su afelpada bata de ba�o.


Acabo de llegar. Sal� temprano � compuse r�pidamente.


Y que estas haciendo? � inquiri� mi padre al verme de
rodillas en la alfombra.


Nada � expliqu� r�pidamente � que vi tu caja de
herramientas y como s� que mam� se molesta con el desorden pens� recogerla.





Tom� el martillo con mis manos aun temblorosas. Mi padre
parec�a medirme con su oscura mirada y de rodillas ante �l, frente a sus
velludas pantorrillas no pude sino elevar mi mirada, consciente de que bajo la
bata estaba desnudo.





Ya terminaste de usarlo? � pregunt� nerviosamente
mostr�ndole el martillo, mientras trataba de evitar que percibiera mi
excitada respiraci�n y mi delatora mirada subiendo de sus piernas a su sexo.


No s� � dijo tomando asiento frente a m�. La bata se
abri� casi hasta su entrepierna, y entre la abertura cre� adivinar la forma
oscura de su sexo descansando sobre sus potentes huevos � todo depende �
termin� mir�ndome fijamente.


De qu�?, pap� � pregunt� con un hilo de voz.


De qu� tanto tarde en regresar tu madre � explic�,
separando m�s las piernas, revelando m�s de aquel cuerpo recio y masculino �
y de qu� tan h�bil seas para manejar las herramientas � complet�, terminando
de separar los velludos muslos, dejando frente a mi vista el glorioso
paisaje de sus rotundos y peludos test�culos, sobre los que descansaba su
glande grueso y suave, creciendo lentamente bajo mi ardorosa mirada.





Si los d�as de pinta terminaran siempre as�, pens�, jam�s
volver�a a pisar un aula. La morena y velluda mano de mi padre ya guiaba mi
cabeza hacia su sexo, y yo me dej� llevar, porque al fin de cuentas, para eso
son los d�as de pinta, para dejarse llevar.





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Relato: Un d�a de pinta
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