Relato: Paulina (III)



Relato: Paulina (III)

Ese d�a no volv� a hablar con mi madre acerca del maldito
vecino, por lo que estaba ansiosa de descargar mis sentimientos en mi diario.
Abr� el bolso de la escuela, y sorprendida al no encontrarlo, di vuelta mi
habitaci�n en busca del due�o de todos mis secretos. Mi desesperaci�n aumentaba
a cada minuto, sabia que me enga�aba pensando que estaba en otro lugar que no
fuese mi bolso.



Por fin me di por vencida y cambie la b�squeda por tratar de
entender, como no me hab�a dado cuenta de su ausencia. Ese libro era mi tesoro
m�s preciado y conten�a mis secretos m�s �ntimos escritos en sus paginas,
incluso mi experiencia con aquel asqueroso en el autob�s y lo que hab�a sentido.
No pude conciliar el sue�o sino hasta muy altas horas de la noche, pensando
donde y en que manos estaba mi adorado diario.



Al d�a siguiente, medio dormida por mi falta de sue�o de las
ultimas dos noches, entraba en mi sala de clases dispuesta a soportar una
aburrida clase de biolog�a. Deje mi bolso junto a mi asiento y, sacando mi
cuaderno, me dispuse a esperar a la profe. Al reclinarme sobre mi silla buscando
una posici�n m�s c�moda, me di cuenta que un peque�o papel, pegado con cinta
adhesiva, colgaba del borde de la mesa. Lo cog� y al leerlo no pude m�s que
sorprenderme. Dec�a, con una letra y ortograf�a espantosas, que mi diario era
muy interesante y que si quer�a recuperarlo deb�a, durante el primer recreo, ir
a la sala del conserje que estaba en el subterr�neo de la escuela.



Confundida por el contenido de la carta, no pude evitar
recriminarme por la perdida de mi diario. Pero sabia que deb�a ir por el, ya que
si su contenido era divulgado mi vida se convertir�a en una pesadilla.



Casi al final de la clase no pod�a aguantar el nerviosismo,
sabia que el cojo Juan tenia mi diario, y realmente no sabia que esperar de
este. Al salir a recreo me dirig� r�pidamente al subterr�neo. Abr� la puerta que
daba directamente a una escalera. Abajo se notaba un ambiente h�medo y hasta
medio l�gubre podr�a decir (la verdad yo nunca hab�a entrado ah�) pero se notaba
una t�mida luz que iluminaba el lugar. Cuando nadie me vio, entre en la
habitaci�n y, cerrando r�pidamente la puerta, me dispuse a bajar las escaleras.



--Lleg�--susurro una voz que proven�a de la habitaci�n.



Sin decir nada, baje lentamente las escaleras, encontr�ndome
al final de estas, con una habitaci�n de unos 15 metros cuadrados, llena de
diversas herramientas en sus murallas y una mesa de trabajo en un lado.



--Hola Srta. Paulina--dijo una voz.



--�Qui�n es?--pregunte un poco asustada.



--Soy yo--respondi� el cojo Juan, saliendo de una habitaci�n
continua que, gracias a la sombra que produc�a un mueble, era dif�cil de notar


.


--Como esta, que bueno que vino--dijo el cojo, apoy�ndose en
la mesa.



--�Usted tiene mi diario?.



--Si, y me pareci� muy interesante lo que se cuenta en el.



Bueno para hacer corto el cuento, el cojo Juan me entrego mi
diario dici�ndome que tenia una invitaci�n que quiz�s me interesar�a; me
pregunto que si acaso yo sabia que la profesora Vivian hab�a sido drogadicta
cuando joven. Sorprendida le dije que no. Luego me pregunto si sabia que la
profe tenia un hijo enfermo y que necesitaba imperiosamente el trabajo. A lo que
tambi�n respond� que no.



--Bueno, de eso se trata mi invitaci�n--dijo maliciosamente.



Le pregunte que a que se refer�a y me se�alo el cuarto oculto
en las sombras. Me dijo que si quer�a averiguarlo entrara. Yo lo dude unos
momentos, a lo que �l reacciono dici�ndome que no me preocupara. Tomo una vela
de unos cajones y la prendi�, entro en la peque�a habitaci�n y me percate que
junto a la puertecita hab�a una especie de ventana, cubierta por una reja de
alambre, que comunicaba los dos cuartos. Me invito a entrar, mientras pon�a la
vela sobre una mesa que, apoyada en la pared, marcaba la base de la reja.



El cojo me dijo que no me asustara y que solo mirara lo que
iba a suceder. Apago la vela y sali� del cuarto cerrando la puerta tras �l. Me
di cuenta que a trav�s de la reja, de donde tambi�n colgaban herramientas, se
pod�a ver perfectamente la habitaci�n de fuera. Las herramientas colgadas en la
reja no dejaban ver bien, por lo que me incline sobre la mesa, de manera que,
apoyando mis senos en esta y parando mi trasero, logre tener una vista
privilegiada, adem�s de una c�moda y oculta posici�n.



De pronto sent� que alguien golpeaba la puerta que antepon�a
las escaleras. Note lo entusiasmado que estaba el cojo que, luego de hacerme una
se�a para que guardara silencio, se dirigi� a ver quien era. Escuche como
conversaba con alguien y luego de un minuto el crujir de las escaleras delato la
bajada de las dos personas, pudiendo identificarlas de inmediato.



Eran el mismo cojo, seguido por la profesora Vivian que, como
siempre, andaba con un peto que sujetaba sus voluminosos pechos y unas patas que
cubr�an sus piernas, solo hasta medio muslo.



--�Qu� es lo que quiere?--pregunto la profe.



--Solo que siga mis instrucciones al pie de la letra. Para
empezar quiero que se cubra los ojos con esta venda--pidi� el cojo estirando la
mano.



--��Est� loco?!.



--C�lmese, recuerde que al centro de padres de este
distinguido colegio no le parecer� bien que una ex drogadicta le haga clases a
sus hijos--asevero el conserje, a�n con la mano estirada.



La profesora, luego de unos segundos de penosa reflexi�n,
tomo la venda y se la puso, seg�ndose completamente.


El conserje la tomo de una mano y la acerc� a un lado de la
habitaci�n. Luego tomo una silla y la puso junto a la profesora que in�tilmente
preguntaba que estaba pasando. El cojo se subi� a la silla y le pidi�
cort�smente a la profe que alzara las manos.



--�Para qu�?-pregunto angustiada la profesora.



--No se preocupe, solo h�galo--respondi� el cojo Juan sin
poder ocultar su excitaci�n.


Me sent�a muy confundida con lo que estaba pasando, quer�a
ayudar a la profe pero tenia miedo de interrumpir los planes de aquel hombre.
Adem�s, la mirada de deseo que ese hombre, peque�o, desagradable y negro, le
dirig�a al cuerpo de la escultural mujer vendada frente a �l, y el miedo de la
profesora Vivian, hab�an empezado a despertar en m� una fuerte excitaci�n que me
tenia poco menos que paralizada mirando el espect�culo.



Luego me di cuenta de lo que pretend�a aquel depravado. Se
subi� a la silla para poder alcanzar las manos de la profe, ya que esta era m�s
alta, y as� poder esposar sus mu�ecas a unas cadenas fijas en una barra que
cruzaba sobre la habitaci�n. Lo hizo r�pidamente sin que la profe tuviera tiempo
de reaccionar.



La profesora quedo indefensa con su hermoso cuerpo
descubierto, solo pod�a doblar un poco las rodillas para tratar de liberarse,
pero era in�til, estaba sujeta fuertemente y sin poder ver nada.



--Por favor, su�lteme, se lo ruego, d�jeme ir--suplicaba la
profe mientras una lagrima cruzaba su mejilla.


El cojo la miraba ansioso, como si esperara algo, que por fin
llego. Son� la puerta del subterr�neo seguido de pasos sobre la escalera.
Sonriendo de jubilo el reci�n llegado aparto una silla y se sent�, acomod�ndose
para lo que venia.



Se preguntaran quien era, pues el director del colegio, que
seguramente era el cerebro de toda esa maquinaci�n. Me tranquilizo darme cuenta
que est� no tenia idea de que yo estaba presenciando el espect�culo. Aparte, mi
cuerpo estaba demasiado excitado como para preocuparme por eso.



--�Qui�n esta ah�?, Ay�deme por favor--ped�a la profesora,
mientras mi cuerpo se calentaba, olvidando por completo la hora (no me importaba
volver a clases en todo caso).



--Solo c�lmese, ya esta aqu�, y si se queda tranquila nadie
sabr� su secreto--la consolaba maliciosamente el cojo Juan.


El director, con solo un gesto le indico al peque�o y moreno
cojo que empezara. Este miro con malicia el cuerpo de la profesora mientras se
acercaba a ella frot�ndose las manos, ansioso por hacer realidad sus morbosos
planes.



Juan se paro frente a la profe, que estaba notablemente
nerviosa con la cabeza gacha como si esto le ayudara a proteger su cuerpo.
Seguramente la se�orita Vivian ya hab�a deducido lo que iba a pasar, sin
embargo, daba la impresi�n que ya estaba resignada pero a la vez muy asustada al
estar a punto de ser abusada por uno o dos hombres; un peque�o y feo conserje,
que me consta que llamaban mono entre los profesores, y por un desconocido que
seguramente a ella nunca se le paso por la cabeza que era el director de la
escuela.



El cojo se paro frente a ella y lentamente poso sus manos
sobre los pechos, cubiertos solo por un diminuto peto, de la se�orita Vivian.
Empez� a apretar y masajear apasionadamente ese hermoso par de melones que tenia
a su disposici�n.



--Tiene unas duras y bien formadas tetas se�orita, ya no me
aguanto las ganas de lam�rselas--exclamaba excitado el cojo.


Con cuidado, tratando de controlar los instintos salvajes que
guardaba, el conserje bajo el cierre que lucia la parte delantera del ajustado
peto. Poco a poco observo como fueron libres los hermosos pechos de su
prisionera.



--No, por favor--balbuceaba t�midamente la profesora, que
extra�amente ya parec�a un poco excitada.



--T�a, tengo hambre �por qu� no me da un poquito de
leche?--dijo el depravado cojo, imitando a un ni�o, mientras recorr�a con su
lengua los pechos de la profesora.



La cabeza del cojo Juan se regocijaba entre los pechos de la
profe, mientras sus manos bajaban lenta pero ansiosamente por la incre�ble
cintura de la misma. Las manos llegaron a las caderas cuando se notaron
movimientos por parte de la profe, que insinuaban el in�til intento de sacar las
atrevidas manos de su cuerpo. Esto excito a�n m�s al cojo y r�pidamente, pese a
los protestos de la profe, le despojo de su pata dej�ndola solo con el peto
abierto sobre sus hombros.



El cojo se aparto de ella y dirigi� sus manos a sus
pantalones, aunque estaba de espaldas hacia m�, me percate de inmediato de que
tenia su verga afuera, lo que fue corroborado cuando, seguramente buscando
comodidad, dejo caer al suelo los pantalones. Luego se paro detr�s de la profe,
y durante unos instantes, pude ver un negro, gordo y vigoroso miembro. Esto hizo
que mi excitaci�n aumentara vertiginosamente, apenas pude controlarme y evitar
salir y pedirle que acabara con mi virginidad, que metiera esa enorme y
deliciosa herramienta en todos los orificios de mi cuerpo. Luego de unos
momentos entre en raz�n y comprend� que lo que me excitaba era la maliciosa
trampa y esos asquerosos pervertidos que la hab�an planeado.



Al controlarme pude volver a ver como segu�a lo que estaba
pasando con la profe, me percate que el cojo la hab�a volteado un poco,
seguramente para que yo no me perdiera de nada. El conserje tenia firmemente
tomada de la cintura a la profe y con una mano presiono su ingle oblig�ndola a
parar su descomunal trasero.



--Que delicioso culo putita--exclamaba morbosamente el cojo,
mientras golpeaba las nalgas de la profe con su h�meda verga--�qu� te parece si
te perforo, ehh?--pregunto excitado.



--No, por favor te lo ruego, no me violes, no quiero que un
asqueroso como t� posea mi cuerpo--rogaba la se�orita Vivian.


--�Qu� me ofreces a cambio?, Maldita puta.


--Te la chupare, te mamare el miembro, pero no me lo
metas--ped�a la profe volte�ndose hacia atr�s como si pudiera ver algo.



El cojo se aparto de ella y desenganchando el extremo de la
cadena, que estaba fija a la pared, permitio que la profe bajara sus manos, eso
s�, aun con las esposas puestas.



--Al suelo, como la perra que eres--ordeno el conserje.


--�Por favor no!, te lo comer� todo, si quieres puedes
ech�rmelo en la boca... te lo limpiare con la lengua, pero por favor no me lo
metas--segu�a pidiendo la profe.


--OK, pero quiero verte el culo parado primero, ponte como
perra y para ese redondo culito que tienes.



La profesora Vivian se arrodillo con las piernas juntas, y
luego apoyo sus manos en el suelo. Ella estaba asustada, pero su cuerpo parec�a
no sentir ese miedo, ya que se mov�a como una gata con sus espectaculares curvas
tomando la m�s er�tica posici�n. Par� su trasero, formando el m�s perfecto
coraz�n, que dejo perplejo al morboso conserje. Este tomo con fuerza las nalgas
que compon�an esa maravilla. Desesperado tocaba, masajeaba y golpeaba el hermoso
culo de la profe. De pronto, al darse cuenta del meneo de gozo de aquel
delicioso culo, el conserje hundi� su cara entre esas redondas y firmes nalgas,
arranc�ndole un inolvidable gemido de placer a la ya descontrolada mujer.



No pod�a controlar mi excitaci�n, no pude aguantar menear el
culo imaginando la lengua de ese animal en mi agujerito, ni pude evitar que se
me hiciera agua la boca, al ver tan perfecto trasero.



Luego de unos momentos de lamidas incontrolables, el peque�o
conserje se paro frente a la cara de la pobre profesora Vivian...ya no creo
tanto eso de pobre...luego la tomo del cabello oblig�ndola a arrodillarse. Esta
al sentir el roce del miembro en su mejilla exploto. Sin poder contenerse, tomo
ese pedazo de carne con sus dos manos, a�n atadas, y empez� a chuparlo
descontroladamente. La profesora lo chupaba y lam�a como si se le fuera la vida
en ello; yo no pod�a creer la desesperaci�n de la que era victima esa mujer que
se supon�a estaba siendo abusada; se notaba como meneaba su cuerpo para seguir
el meneo de la espectacular mamada que le estaba dando a aquel asqueroso hombre,
y aunque tenia la boca ocupada se escuchaban grandes gemidos en el interior de
su garganta. El conserje por su parte meneaba sus caderas diciendo--te estoy
culiando la boca puta--y era verdad, este no tenia reparo en meter por completo
su enorme pico dentro de la boca de la profe mientras esta se quedaba masajeando
sus bolas.



En ese momento fue cuando ocurri�, yo simplemente me quede
paralizada. El moreno conserje dirigi� la mirada al solitario espectador,
haci�ndole una se�al...���indicando el cuarto donde yo estaba!!!...bueno la
verdad es que ahora me inquieta pero en ese momento estaba fuera de m�,
observando a la humillada profe y su cochino abusador.



El director con cara de extra�ado, tomo una vela, la encendi�
y avanzo hacia el cuarto. Ni lo mire cuando entro, solo sent� que dejo la vela
sobre la mesa con lo que ilumino tenuemente la peque�a habitaci�n. Al cabo de un
par de segundos me desligue del espect�culo y me voltee para ver que hacia el
viejo director de la escuela. Este estaba mirando mi postura, que como explique
antes, tuve que adoptar para poder ver para afuera...acu�rdate que tuve que
inclinarme sobre la mesa dejando mi culo parado, mis piernas semi-dobladas y mi
espalda arqueada ya que mis pechos manten�an mis hombros en alto...�Ya te
acordaste?...bueno, como sea, ese viejo estaba admirado mi trasero y no le
sacaba ojo de encima. De pronto se percato que lo miraba, yo al volver a
escuchar los gemidos de la profe, volv� a dirigir la vista al espect�culo; de
reojo pude ver como esto alegro el rostro del viejo, ahora que lo pienso esto
debi� parecer muy permisivo de mi parte. El viejo se perdi� de vista cuando lo
vi agacharse para mirarme debajo de la falda, lo que me provoco una excitaci�n
muy fuerte, que se apodero de mis caderas oblig�ndome a parar m�s el culo--para
que lo vea mejor el muy degenerado hijo de puta, �mira esas tangas metidas entre
mis nalgas viejo caliente!, porque este es el mejor culo de tu maldito
colegio--pensaba para m�, lo que por cierto me excitaba m�s aun.



Por su parte, el conserje segu�a meti�ndole el pico en la
boca a la hambrienta profesora Vivian, y yo claro esta, no me perd�a detalle.


De pronto sent� un roce en mis muslos, que en unos segundos
pude identificar como unas cari�osas manos que sub�an lentamente por mis
piernas. Me apretaban con cuidado como si me fuera a romper si me apretaba m�s,
casi al llegar a mis nalgas se detuvieron. Me sent� aliviada, ya que no tenia
fuerzas para decir que no, pero esto duro muy poco, pude darme cuenta como
levantaba mi faldita, dej�ndola dada vuelta en mi espalda, luego sent� como tomo
mis tangas, cuidadosamente las tiro hacia arriba logrando que se metieran por
completo entre mis voluminosas nalgas. Por unos segundos no sent� nada,
seguramente admiraba mi parado y casi desnudo culo. De pronto, mientras segu�a
admirando la gran mamada que estaba recibiendo el cojo Juan, sent� unas peque�as
palmadas que, acompa�adas de unos suaves apretones, hac�an suspirar de
excitaci�n a aquel viejo detr�s de m�. Las palmadas y los apretones fueron
subiendo de tono junto con los gemidos del viejo, incluso las nalgadas y los
manoseos ya me empezaban a doler, y por consiguiente a excitar (sabia que el
viejo se descontrolaba) lo que provoco el meneo de mi redondo culito. Sin previo
aviso, el director saco violentamente las tangas aprisionadas entre mis nalgas,
dej�ndomelas enrolladas a medio muslo. As� tuvo libre acceso a abrir mis
cachetitos e introducir un desesperado leng�etazo, que recorri� toda mi
intimidad hasta la parte superior de mi rajita--�aahhh!, no..no...no--gem�
inconscientemente, ya que le ped�a que parara con mi boca, pero mi culo no hacia
m�s que pararse y hundirse m�s en su cara.



El viejo, d�ndose cuenta de mi sumisi�n, segu�a chupando mi
chorito, rajita y nalgas mientras se excitaba con los t�midos gemidos, que le
ped�an que se detuviese.



Mientras lam�an mi intimidad pude ver como el conserje le
quitaba el miembro de la boca a la profe, est� descontroladamente segu�a sacando
la lengua, como chupando el aire; como buscando el dulce que la hab�an quitado.
El cojo por su parte, volvi� gozar del culo de esta; las nalgadas esta vez
fueron m�s fuertes que antes; las caricias eran con fuerza; el cojo Juan hab�a
perdido el control--�aaahhhhhhh!...me duele....�tomame maldito!....�posee mi
cuerpo!....��necesito que me lo metan!!...�� aunque sea un asqueroso como
tu!!--gem�a y gritaba la profesora, mientras meneaba el trasero como una loca.
Con la petici�n de la profe, el conserje empez� a meterle los dedos en sus
privados agujeros--ven deja que me coma tu leche �maldito!--dijo la profe como
recuperando la cordura.



De pronto sent� como el director separo mis nalgas y empez� a
hundir su lengua en mi peque�o agujerito posterior. No pude evitar empezar a
gemir de nuevo, mientras el moreno conserje volv�a a meterle la verga en la boca
a la hambrienta encadenada a sus pies.



--Que linda cosita, y adem�s virgen...mira que
sorpresa--escuche a la voz que provocaba cosquillas entre mis nalgas.


Me di cuenta como se alejo de m�, se paro detr�s m�o y sent�
como sus pantalones cayeron al suelo. Empec� a sentir en mis nalgas peque�os
golpes provocados por algo duro y caliente, que parec�a una correa golpeando mis
duras nalgas. Yo por mi parte no pod�a evitar sentirme paralizada por la
excitaci�n que recorr�a mi cuerpo, no pod�a dejar de ver la hambrienta boca de
la profe devorar ese enorme aparato.



De pronto los golpes pararon, y pude sentir que algo
presionaba mi intimidad. Recobre el control sobre mi misma y me percate de lo
que aquel viejo maldito pretend�a. Apoye mis manos en la mesa y trate de
pararme, pero mi espalda topo con la barriga del maldito director, logrando que
se mantuviera arqueada y mi hermoso culito parado. Apenas mi espalda topo
aquella asquerosa barriga, senti como dos manos desabotonaban r�pidamente mi
blusita. Cuando trate de detenerlas, me aprisionaron con fuerza e hicieron
saltar los �ltimos dos botones que aun quedaban abrochados. Luego siguieron con
mi brasier, el cual a los pocos segundos quedo en mi cintura, junto a mi
faldita. Para sujetarme mejor, aquellas manos, usaron mis redondos pechos para
sujetarse, aprovechando de amasarlos y pe�iscarlos a gusto, as� tambi�n
descubrieron mis paraditos pezones, a los que aprisionaron desesperadamente.



--No, d�jeme, viejo asqueroso--ped� sin obtener respuesta.


Volv� a sentir que su aparato presionaba la entrada de mi
conchita.


--�No!...no me lo meta, soy virgen...por favor no--segu�
pidiendo con palabras que se transformaban en gemidos.



Cuando escucho esto, pareci� perder el control y
violentamente introdujo su miembro dentro de m�. No sabia si era muy grande o
simplemente el dolor que sent�a se deb�a a la perdida de mi virginidad (despu�s
me dar�a cuenta que era muy grande) pero aquello asociado al dolor y la
excitaci�n que dominaban mi cuerpo provocaron una explosi�n en mi interior,
dando rienda suelta a mis gritos--aaaahhhhhh...�dejame maldito!....��no me sigas
violando!!--sabia que no me har�a caso, por lo que ped�rselo me excitaba de
sobre manera aun siendo victima de un largo orgasmo, que al final cambiaron mis
peticiones--sigue viejo de mierda....��s�gueme desvirgando!!...viola mi concha
que no volver�s a tener otra igual, maldito degenerado....��vamos, soy
tuya!!--lo que provoco una violencia extrema en los envistes del director.
Uuhhh, que fantas�a estaba viviendo, abusada por el director de la escuela, un
viejo asqueroso. Ni ese largo orgasmo me calmo--sigue culeando viejo asqueroso,
posee mi cuerpo--gem�a sin control, hasta que por fin obtuve respuesta--Que
apretadita estas putita, estas demasiado rica, eres la mejor puta que e tenido,
y eras virgen puta, te desvirgue--palabras dichas con rabia, producida por la
excitaci�n, simplemente me descontrolaban, provocaron que olvidando el dolor, mi
trasero empezara a menearse violentamente ayudando a las fuertes envestidas de
mi violador.



El maldito me solt� las tetas, dej�ndome caer sobre la mesa
nuevamente. As� fue como pude ver como la profe se tragaba toda la leche que el
moreno conserje le hecho en la boca, me preocuparon mis gritos ya que no quer�a
que la profe me escuchara pero me di cuenta que ella tambi�n estaba en su mundo.



El cojo Juan le quito el, a�n manchado, miembro de la boca a
la profe, la que se recuperaba de su primer orgasmo. El negro se acerc� al
cuarto, y regocij�ndose con el espect�culo me ofreci� su aparato para que yo
tambi�n lo probara. Apenas lo vi frente a mi se me hizo agua la boca, lo atrape
con mis labios y lo chupe de una manera aun m�s hambrienta que la profe. El
sabor de su leche aun estaba vivo en aquella verga, y me encantaba, yo quer�a
m�s, quer�a mi raci�n de semen para beber.



Deje de sentir el miembro del director, el cual, sin haber
terminado se acerc� a la profesora, que aun estaba como una perra en el suelo.
Se arrodillo detr�s de ella y acarici�ndole la cintura y el culo, posiciono su
gran miembro entre las nalgas de la pobre.



--�No! Prometiste que no me ibas a follar--exigi� la, a�n
notoriamente excitada profesora Vivian.


El director, en silencio, sigui� acariciando el perfecto
cuerpo de la profe. Mientras yo segu�a chupando aquel manjar y sintiendo una
mano que acariciaba mi trasero, abri�ndose camino hasta mi agujerito posterior,
el cual fue victima de la intromisi�n de un dedo, que se clavo lentamente,
arranc�ndome gemidos que se escuchaban pese al pico en mi boca.



Cuando volv� a mirar, el director ya envest�a furiosamente
detr�s de la profe, que se quejaba silenciosamente como si no le saliera la voz.


De pronto el negro aparto su aparato de mi boca--no..quiero
leche..quiero leche--gem� desesperadamente.


--No te preocupes, si te portas bien te dar� de beber toda la
leche que quieras--dijo tiernamente, como si hubiera estado ofreci�ndole un
dulce a una ni�a a cambio de su complacencia.



El asqueroso conserje se puso a manosear mi trasero como lo
hizo antes con la profe Vivian--eras virgen, bueno, lo deduje por tu
diario--dec�a mientras estrujaba mis cachetitos y hund�a sus dedos en mi
trasero. De pronto puso un pie sobre la mesa, empec� a excitarme, ya que pens�
que al ser muy bajo necesitaba hacer esto para met�rmelo. Sent� como la punta de
su miembro recorr�a mi entrepierna hasta que se detuvo en mi agujerito; sent�
mucho miedo ya que es diferente un dedo a una verga de las magnitudes de la de
�l--C�lmate putita, recuerda que te promet� toda la leche para ti--dijo al ver
mi nerviosismo. Yo, aun muy excitada, no pod�a evitar que mi cuerpo esperase con
ansias el regalo prometido. El maldito empez� a presionar hasta que la punta de
su miembro penetro mi, hasta ese momento virgen agujerito--aaaahhh, d�jame negro
maldito--empec� con los insultos y peticiones que al no obtener resultados me
excitaban tanto--deja mi culo...aaaayyyyy...me duele....deja mi culito por
favor--ped�a mientras el conserje, excitado por mis ruegos, arremet�a
hundi�ndome cada vez m�s su majestuoso miembro. Sent� como sus bolas golpeaban
mi chorito--�toma puta! esto no es lo que te gusta, �acaso no quer�as que ese
maldito obrero te culiara hay mismo en el bus!...aaaaayyyy putita que rico esta
tu culo--empezo a gritarme mientras golpeaba fuertemente mis nalgas--��Toma
perrita, te has portado mal!!--se excitaba arremetiendo m�s fuerte contra mi
culito. Yo estaba desbord�ndome de placer, el escuchar sus insultos y recordar
lo sucedido en el bus hab�an arrancado un fuerte orgasmo a mi caliente cuerpo,
pero quer�a m�s, pensar en su leche me hacia agua la boca. Me di cuenta que al
sodomisarme me volv�an loca; no se si era el dolor o la idea de verme rebajada a
ese punto por un hombre asqueroso, pero me gustaba aun m�s que violaran mi culo
que mi conchita.



El cojo Juan hacia lo que quer�a con mi cuerpo, lo segu�a
manoseando y golpeando, llego a mis tetas oblig�ndome a pararme un poco y como
el estaba medio inclinado detr�s de mi, alcanz� a chupar uno de mis pezones, lo
�nico que faltaba para que yo explotara en gritos otra
vez--aaaaaahhhhhh...�d�jame degenerado!...�chupa, pero no dejes de perforarme el
culo!...��eso, con fuerza!!--balbuceaba incoherencias.



Volv� la vista a la profe y estaba tirada en el suelo como
inconsciente, seguramente despu�s de tantos orgasmos. El director apareci� junto
a m� con su gran aparato aun duro(me di cuenta que era m�s grande que el del
conserje), lo tra�a agarrado como aguantando la eyaculaci�n. Despu�s de un par
de leng�etazos exploto en mi cara, yo trataba de atrapar los restos de leche con
mis manos y llevarlos a mi boca; estaba delicioso, y dado que el negro aun me
pose�a el trasero ca� presa de un gran orgasmo que me llevo a devorar los restos
de leche que quedaron en el ya semi fl�cido, miembro del director.



El conserje segu�a envistiendo mi trasero, me estaba
poseyendo como a una perra. De pronto sali� de mi y, tom�ndome la cabeza, meti�
su miembro en mi boca. Beb� toda su leche sin que se me escapara ni una gota. El
reventar de su miembro mezcl�ndose con mi desesperada lengua, provoco un gran
estremecimiento en mi cuerpo, que por fin me dejo exhausta.



El conserje me entreg� mi ropa y me dijo que me fuera a
clases, que ya estaba atrasada. El director lo interrumpi� y me dijo que mejor
me fuera a casa, que �l se encargar�a del papeleo del permiso.


Me vest� r�pidamente en medio de los cansados manoseos de
aquellos dos degenerados que, maliciosamente me dec�an que me probar�an otro
d�a.


Sal� eludiendo el cansado cuerpo de la profe, que aun estaba
inconsciente en el piso. Por suerte no hab�a nadie en el patio de la escuela por
lo que tranquilamente sal� de est� para dirigirme a mi casa.




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Relato: Paulina (III)
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