Relato: Liria (10: y Maurice)



Relato: Liria (10: y Maurice)

Liria y Maurice (CAP. XI)


Como dec�a anteriormente, yo ya preparaba mi �ltimo examen
para terminar mi carrera de arquitectura. En la universidad conoc� a un
arquitecto extranjero que hac�a un postgrado, que adem�s nos dio alguna c�tedra
sobre el tema que yo preparaba. Trabamos amistad entre las clases y la
biblioteca.


Tiene veintiocho a�os, como un metro noventa de estatura,
delgado aunque atl�tico, cutis muy moreno, cabello muy enrulado pegado al
cr�neo, imberbe, facciones de adolescente (como todos los del lugar que
proven�a), ojos muy negros, labios muy gruesos, nariz peque�a, cejas peque�as,
una dentadura blanca y envidiable por lo perfecta. Su charla era amena, muy buen
espa�ol, aunque gru��a las eres dobles y todas sus palabras eran fon�ticamente
graves.


Hab�a nacido y crecido en una primitiva aldea, su ni�ez la
pas� entre cuidado de ganado (estando hasta varios d�as fuera de su hogar a sol,
lluvia, fr�o, sin mas abrigo que una piel que le cubr�a muy poco, a la
intemperie y mal comido, algo que lo hizo un resistente atleta) y la escuela de
misioneros. Estos cl�rigos vi�ndolo muy inteligente, le dieron un peque�o
trabajo y le brindaron apoyo para que siguiera estudios hasta llegar a la
universidad. En esta etapa mejor� su trabajo y logr� finalizar sus estudios.


Durante el per�odo de preparaci�n, en mis encuentros con
Liria la interioric� sobre Maurice (este su nombre) y le coment� que adem�s me
resultaba sumamente atractivo.


Mi amiga, en este tiempo hab�a comprado un terreno edificado
en un lugar apartado y tranquilo, de manera de poder librarse del asedio de
clientes y protegidos en algunos momentos de mucha tensi�n por el trabajo.
Estaba en una zona de dep�sitos casi todos abandonados, entre v�as f�rreas y
anchas calles. En la hora de m�s trabajo apenas se ve�a alguno que otro
transporte pesado. Era un almac�n, al extremo mas alejado frente a una explanada
grande como una plaza, de un nivel entre dos de doble altura que �ste. Aqu� la
inactividad era total. Quer�a tener un refugio, por eso me propuso que dijera a
mi amigo si ten�a disposici�n para ser contratado para el trabajo. "El trabajo
es sencillo" dijo "quiero algo parecido a mi piso en Par�s pero que pase
desapercibido y sabes el por qu�"


Vi el almac�n, un antiguo dep�sito que ocupaba todo el solar,
de unos quince por cincuenta metros y cinco de altura, sin ventanas en su
frente, salvo un gran port�n para el paso de camiones cargados, dos grandes
claraboyas sobre el techo lo iluminaban naturalmente. Maurice acept� el trato y
me pidi� participara del proyecto. Durante el tiempo de trabajo fuimos creando
los tres una gran amistad, se despachaba a gusto con mi amiga hablando el
franc�s de su pa�s, sin olvidar su dialecto pues era respetuoso de la tradici�n
de su aldea natal. Yo aprend�a franc�s con ellos para no pasar desapercibida y
poder participar de las pl�ticas. Yo re�a al ver a la barbie que parec�a una
pigmea rubia al lado del gigante moreno, muchas veces brome�bamos sobre ello.


Concluido el trabajo llevamos a nuestra amiga que la hab�amos
dejado fuera en esto para que viera los resultados. La vieja entrada la hab�a
convertido en una esclusa para evitar ver de fuera las modificaciones. El viejo
port�n manten�a sus caracter�stica en aspecto, ahora era autom�tico, detr�s era
una cochera, al cerrarse era necesario abrir una puerta normal, que por una
peque�a vereda empedrada (antiguo piso del local) cubierto por un techo curvo,
conduc�a a la residencia, a los lados un jard�n muy florido. Esto quedaba bajo
la primer gran claraboya permitiendo el solaz a los setos y c�sped.


Al entrar una sala con dos sillones, alfombra y una antigua
sinfonola. A la derecha una cocina con todo lo necesario, cruzando un peque�o
comedor con un ventanal del cual se ve una piscina (un s�tano oculto debajo del
antiguo empedrado del piso) rodeada de macizos de coloridas flores sobre un
manto de verde c�sped. Aqu� la techumbre se hab�a quitado por estar en muy malas
condiciones. Una puerta doble de cristal daba a la habitaci�n m�s importante: el
dormitorio. El tal dormitorio era una habitaci�n en forma de cilindro,
totalmente revestido en madera; al centro de �l la segunda claraboya, m�s
peque�a, con una cortina corredera que dejaba totalmente parejo el bajo techo
falso. Bajo esta luminaria natural: la cama, muy grande de patas que tocaban el
cielorraso y faldones colgando de los tres lados libres de muro, hacia los pies
un sill�n doble, todo rodeado de alfombras sobre un piso de madera. Sim�trica a
la salida del comedorcillo otra puerta doble, vidriada como la anterior,
mostraba el yacuzi elevado, que era visible desde la cama. Desde �sta pod�a
verse un hogar muy grande con dos puertas m�s, iguales a las anteriores a cada
lado, que a su vez daban al jard�n posterior. Sobre el hogar un moderno tv
panor�mico. Una peque�a puerta a izquierda del yacuzi daba al aseo personal,
luego otra al vestidor y desde este al lavadero.


Imaginaba a mi amiga sobre su cama vi�ndose rodeada de los
hombres y mujeres con los cuales tuvo sexo, incluy�ndome, claro...


Nos miramos con mi peque�a y nuestras ideas comenzaron a
balancearse en una conjetura muy com�n en nosotras: sexo.


Ella estaba encantada con la idea que hab�amos llevado a la
realidad. Al final dijo"Mi gran fantas�a esta lograda, faltan los aderezos".
Maurice la observ� con aire de sorpresa por el extra�o comentario, que yo si
capt�. "Este fin de semana tendremos inauguraci�n. Prep�rense, est�n invitados
ambos" dijo.


Lleg� el s�bado a la noche y los tres fuimos a la gran fiesta
que nuestra anfitriona ten�a preparada para estrenar su piso de retiro
espiritual (�Je. Je. Je. Je!)


Como es normal un brindis con champa�a (nos pillamos tres
botellas) mientras platicamos de temas generales, mas sobre las profesiones de
cada uno, en el comedorcillo. Nuestro amigo no estaba acostumbrado a beber
(�Cuando no!. Nuestro hombre, como los otros, no era de ingesta) m�s que un
licor hecho con alguna semilla de cierto fruto de su aldea con muy poco alcohol.
Por eso que tom� y sin darse cuenta el vino lo liber� un poco de su timidez
(�Mejor para nos!) Como aperitivo de la cena principal, abr� un vino muy
corpulento, suave de paladar, que comenzamos a libar prestamente.


A mitad de la segunda botella mi amiga dijo que acostumbraba
a estar ba�ada para la comida, m�s con el ajetreo de traer las vituallas
necesarias para la reuni�n. Por lo tanto lo har�a. En unos minutos la vi pasar
desnuda, detr�s de la puerta de cristal del yacuzi. Sin avergonzarse se meti� en
la burbujeante, espumosa y caliente agua. Desde all� con una sonrisa muy feliz
levantaba su mano en saludo. Nuestro amigo miraba fijo el blanco busto que
emerg�a del agua entre el leve vapor. Lo mir�, mis ojos fueron a donde deb�an y
me percat� que su pantal�n abultaba con gran rapidez. Con un gesto descuidado,
lo distraje de su visi�n, volvi� otra vez la cabeza. Una segunda vez, como sin
intenci�n por errar el brazo, le toque la entrepierna. �Que arma tan imponente!
Pens�.


Sin m�s, algo calientita, dije que har�a igual que mi amiga
para estar mas c�moda luego. Me desnud� en el vestidor y dej� que me viera
caminado lento desnuda e ingresando despacio al yacuzi. Sus ojos estaban muy
grandes con el espect�culo.


"Ven sin miedo. Por lo que has contado en tu aldea se ba�an
en el r�o cristalino todos juntos y desnudos. Esto ser� igual" dijo mi peque�a.
Nuestro amigo m�s distendido se quit� su vestimenta. Cuando se plant� frente a
nosotras lo observamos de abajo a arriba, por supuesto. Vimos a un negro Orfeo,
su piel oscura brillaba, hermoso y masculino. Claro que tambi�n miramos nuestro
trofeo m�s preciado: sus atributos.


Una enorme y morena verga de un codo de larga, di�metro
proporcionado a la longitud (como el brazo de Liria, incluyendo el pu�o, solo
que negro) y dos enormes bolas redondas anunciando que estaban con su carga
completa. Apenas un vello muy crespo y apretado adornaba sus huevos y hasta la
mitad de la deseada pija, la otra mitad desprovista de �l med�a como diecis�is
cent�metros. Un cilindro perfecto con una ojiva nuclear al extremo, muy
brillante, bien delimitada por un estrechamiento. El prepucio se ve�a recogido
en esa hendidura, estaba circuncidado seg�n la creencia tribal.


Vi burbujas en el agua entre las piernas de Liria que
observaba aquella singular belleza, me dijo que se debieron a una contracci�n de
su concha por un orgasmo que no pudo contener. Mis piernas temblaban a cada
acabada de mi gloriosa concha sedienta de ese pedazo de carne viva en ella.


Se introdujo en la tina, dejamos espacio entre ambas,
nuestras miradas segu�an habidas de la colgante verga. Ansi�bamos verla
preparada para la acci�n. Sentado su pubis apenas quedaba unos cent�metros de
bajo de la superficie y sus piernas emerg�an sobre el agua. Emiti� un suspiro de
placer al sentir el agua caliente mojar su cuerpo. Nos dijo que a pesar de haber
planificado yacuzi, nunca hab�a estado inmerso en ellos, su cuerpo solo sab�a
ba�o de lluvia y de la fr�a agua de su r�o.


Cerr� los ojos disfrutando, se adormil� por esa impresi�n de
�xtasis y por los efectos del alcohol. Sus ri�ones acusaron el efecto de la
caliente agua, en su ensue�o su verga comenz� a emerger entre sus piernas. El
negro periscopio con su convexa lente iba saliendo lentamente, comenzando a
mostrar su primitivo poder. Calculo que a tres cuartos de longitud se detuvo,
por que se ve�a algo del vello de su ca�o. Era una impresionante escultura al
falo, como veinte cent�metros de altura y siete de di�metro. Se mov�a
r�tmicamente con la respiraci�n del due�o, alguna vez daba cabezazos r�pidos.
Nuestra ninfoman�a se manifestaba incontenible.


Con mi amiga comenzamos a bromear tratando de volver de su
sopor al Adonis negro. Ya salido de su letargo hablamos de la manifestaci�n
f�sica que miramos, �l sigui� las chanzas diciendo que cuando pasaba esto en su
tribu era motivos de ser ridiculizado por no contenerse. Le dijimos que esa
demostraci�n no era para ser ridiculizada, que no deb�a contenerse, pues era
natural. Le contamos como reaccion�bamos las mujeres en estos casos, que nos
moj�bamos y esas cosillas, que era invisible, pero no por ello no se sintiera.
All� comenzamos a juguetear con �l, d�ndole tranquilidad. Claro que nuestros
inocentes juegos trataban de despertar a la fiera, para que sintiera confianza
tambi�n nos toc�bamos. El hombre pantera se comportaba de manera felina. �Que
rico!


Salimos del yacuzi tom�ndolo de la mano, nos dejamos caer en
la alfombra delante del gran sill�n, nuestros avances siguieron. Por fin nuestro
guerrero comenz� a ser llevado por su naturaleza. Estaba acostado mirando hacia
arriba asediado por nuestras manos que tocaban y acariciaban su cuerpo sin
olvidar sus tributos de macho. El correspond�a igualmente a nosotras. Su verga
comenz� a levarse despacio, ya en este punto est�bamos deseosas de seguir todo
el espect�culo, directamente comenzamos a pajearlo entre risas y jugos
vaginales. Toc�bamos el palo mayor junto con su espectacular base.


La pija crec�a m�s a cada caricia de sus huevos. Sin
incontinencia le lam� la ojiva. En respuesta mostr� todo su magn�fico esplendor.
Con ambas manos con mi barbie apreciamos el enorme di�metro. Ella lami�
suavemente, pregunt� "�Que puede contener esta hermosura en su interior?"
Inmediato me puse a lamer tambi�n, nuestro d�o de lamidas era atroz, nos
bes�bamos en la boca con el enorme glande por medio. Los incesantes ataques
lograron que aquella pija se endureciera m�s a�n. Comenzaron a venirnos un
orgasmo profundo. Bajamos los labios a lo largo de la carne endurecida hasta
besar las grandes bolas que sentimos llenas de un jugo que deseamos probar y no
logr�bamos que saliera. Esto nos enervaba m�s a�n. Nuevo sabroso orgasmo .


Nuestros jugos corr�an por las piernas cual r�os de ardiente
lava, el jugaba con nuestros sexos mojados y calientes con un dedo en ellos.
Disfrutaba nuestros embates mir�ndonos tratando de desquiciar su pija para que
nos diera un disparo en las bocas juntas. Me detuve en mi furia, Liria segu�a
buscando el disparador con sus sensuales chupadas. Puse dos dedos en mi concha,
estir� un poco su cavidad y la situ� sobre la morena verga ensalivada por
nuestros besos. Sent� que su cabeza ten�a un calor febril al tocar los labios de
mi vagina. Descend� haciendo la dilataci�n lenta, saboreando su penetraci�n que
era acompa�ada por un suave dolor, que, combinado con mi exaltaci�n me colmaban
de placer. Sent� alivio cuando su cabeza estuvo adentro, la tensi�n cedi�
indic�ndome que la ten�a hasta la circuncisi�n. En el cuello de su pija envi�
una andanada de jugos. En cuclillas sobre el miraba cuanto quedaba por penetrar
y me exaltaba. Los labios de mi vulva estaban perdidos entre la piel por el
estiramiento, solo ve�a la hendidura empalada por el negro sirio que perdi� el
pabilo dentro de mi. Yo quer�a m�s. Mi amiga sigui� su org�a de lengua en mi
culo. Al sentir un nuevo orgasmo me dej� deslizar para seguir siendo empalada.
La pija se deslizaba por mi interior provoc�ndome un bello �xtasis. Maurice
miraba embelesado el paisaje. No logr�bamos que saliera su n�ctar, aunque eso
era lo mejor, pues quer�amos m�s y m�s...


A poco sent� que hab�a llegado al final de su carrera cuando
mi punto G fue mancillado y en una vor�gine de exaltaci�n comenc� a tener
orgasmos m�ltiples sucesivos, bellos, hermosos e incontenibles. Comenc� a
agitarme sobre la superlativa pija dando incontenibles gritos y gemidos, llegu�
al paroxismo de mi placer. Me agitaba, contra�a, temblaba, luces de mil colores
vagaban ante mis cerrados ojos y mi cuerpo era estremecido por las descargas
el�ctricas de cada orgasmo. Mis desesperados movimientos lograron que crispara
su imponente verga, la sent� vibrar dentro, moverse, crecer y darme un gigante
envi�n de su leche. Al sentirme colmada me mov� con mayor placer, m�s r�pido, el
resbaloso l�quido me permiti� disfrutar las movidas con m�s celeridad. En el
m�ximo de mi excitaci�n me detuve y me dej� caer sobre el falo hasta que no
logr� penetrar m�s. Segu� mis movimientos tratando de que horadara las paredes
de mi �tero, quer�a sentir hasta sus duros huevos dentro de mi. Un nuevo orgasmo
m�ltiple me tir� a tierra acompa�ado de un grito salvaje, estaba agotada, la m�s
bellas de las emociones humanas me hab�a colmado. M�s de veinte minutos de sexo,
lo m�ximo y nuestro amigo segu�a con todas las energ�as.


Mi Liria hab�a sido pasiva espectadora. Aunque se notaba
exaltada por nuestro acto. Cuando vio emerger de mi concha la leche, me chup� y
lami�. Con sus dedos aceit� con el cremoso n�ctar su m�quina para probar su
vigor. Apenas en cuclillas sobre la pija prob� su ardiente cabeza, cerr� los
p�rpados para que la sensaci�n se hiciera m�s profunda. Cuando comenzaron a
estirase los labios �ntimos suspir� con deleite. Tendida yo observaba. Con poco
esfuerzo entr� el ardiente gollete de la botija. Sus m�sculos se contrajeron, su
concha apret� salvajemente la cabeza de la verga, un espasmo el�ctrico recorri�
su cuerpo y en un suspiro acab�. Mientras su interior era hurgado por la dura
carne, miraba la penetraci�n y con sus manos rodeaba la gran tea que se
internaba en su concha. A cada avance otra descarga y un suspiro. Cuando los
vellos del tronco comenzaban a ingresar, Liria lanz� un alarido y se dej�
suspendida del ariete. Varios gritos y gemidos, su punto G fue encontrado,
espasmos de placer desenfrenado la embargaban. Comenz� a jinetear la verga con
depravada delicia, El macho muy caliente la miraba y tocaba. Vi su verga
tensarse como cuerda de ballesta, en dos movimientos descarg� su andanada dentro
de la peque�a. Al sentir la caliente leche inundarla dio un grito de desenfreno
y placer, luego cay� agotada hacia un lado. El macho volte� con ella pues a�n no
hab�a terminado de vaciar su fuente. Con suavidad desclav� a mi amada y antes de
que la pija diera los �ltimos estertores chup� la nata. Su viscosidad era
may�scula, un sabor muy fuerte y un aroma que invad�a mi pituitaria
enardeci�ndome.


Ese pegamento me drogaba. Me puse arrodillada en el sof�
dejando mi sexo expuesto, le induje a una nueva c�pula. Ahora de pie su pija no
hab�a perdido su dureza, a pesar de su tama�o estaba muy erguida. Mi pose era
perfecta, baj� un poco su punta dej�ndola horizontal y me embisti�
en�rgicamente. Demor� la estocada apretando los labios de mi concha untada de su
crema, su roma cabeza dilat� con prontitud la hendidura provoc�ndome un leve
dolor seguido de una maravilloso placer. Al instante mi punto G estaba siendo
estimulado para que yo me hundiera en una profunda serie de orgasmos. La oleada
provoc� en mi inevitables gritos a cada acabada. Apret� mi esf�nter con fuerza,
la presi�n ahog� su pija en un colosal orgasmo que le hizo llenarme de
placentero calor l�cteo. Enardecida me desclav� tomando el �bano con una mano y
dirigi�ndolo hacia mi culo abierto por mi desbocada calentura. Al sentir su
afiebrada cabeza en su entrada recul�, quer�a sentir el ariete negro dentro de
�l. Mi upite sinti� un desgarrante dolor por la introducci�n, afloj� el m�sculo
y entr� hasta que solo los gordos huevos pegaron en mi concha. Un grito de
triunfo del hombre me hizo sentir realizada. Gem� y grit� mientras bombeaba
dentro de mi su gomosa leche. Me qued� quietecita hasta que cesaron los
cabezazos dentro de mi. Lentamente me liber� del empalamiento hasta sacar todo
el caliente cilindro. Mis esf�nteres segu�an dilatados e hinchados por el
salvaje asedio como si a�n la verga estuviera dentro de ellos. La sensaci�n era
soberbia.


Liria viendo que yo me hab�a satisfecho, me imit� poni�ndose
arrodillada junto a mi dejando su sexo libre a la penetraci�n. Su peque�a
estatura hac�a que su sexualidad no quedara a la altura del pene de Maurice, por
lo que este la tom� con amabas manos del vientre lev�ndola hasta que su pija
tante� los labios de su concha. La resbalosa rama del �bano la penetr� con
presteza haci�ndole a ambos gritar de sabroso placer. En su delirio el macho
solt� la cadera de la hembra dej�ndola suspendida entre su verga y el respaldo
del sill�n (record� la tranca donde la colg� Jazm�n) Ella se hamacaba con sus
brazos ejecutando los vaivenes del coito. Esta vez Maurice precipit� su leche
sin aviso, la expulsi�n del torrente estimul� en ella un fenomenal orgasmo,
acompa�ado de un bramido de placer reculando con fuerza hacia la fuente. Extrajo
el garrote y finaliz� la evacuaci�n en el portal del culo de la peque�a. La
ambarina leche brillaba sobre la tersa piel del esf�nter, acto seguido empuj�
dentro la pija. Con un grito de placer acab� en un orgasmo m�ltiple. Su cuerpo
vibraba recorrido por descargas el�ctricas haci�ndola agitarse con espasmos,
gem�a y gritaba, a cada acabada. Solt� el yaciente cuerpo de Liria a mi lado.
Sudaba por la fragorosa batalla. Sonre�a con cara de placer satisfecho.


Nuestro amigo arrodillado frente a nos manten�a su verga
henchida insaciable. Nuestra ninfoman�a segu�a a�n con menos fuerza, pero,
pronta para desafiar al oponente. Comenzamos a pajearlo con dulzura, lamimos y
chupamos su verga con desenfreno; mientras acariciamos su culo altern�ndonos
para pasar nuestras lenguas por el negro aro. Esta nueva experiencia lo
enardeci�, seguimos lamiendo a d�o su verga, a poco esta se estremeci� y una
descarga cay� en nuestras bocas. Al instante otro lanzamiento. Al siguiente
desviamos el geiser a nuestras tetas, le dirigimos las manos para que pintara
nuestros pezones y labios. Otro estremecimiento avis� de otro envi�n que
dirigimos a nuestras caras. Su cuerpo comenz� a contraerse, su pija se endureci�
como acero. De pronto se distendi�, con un grito un largo y continuo chorro ba��
nuestros rostros. Los restantes marcados por cabezazos cada vez menos en�rgicos
marcaban la entrega total.


Agotado se tendi�. Limpiamos de su cuerpo y el nuestro toda
la primitiva leche haci�ndonos un libidinoso banquete de lascivia sorbiendo y
tragando el l�quido primigenio con gula.


Como conquistadoras plantamos la bandera en el terreno
aldeano brav�o y con gloria nos entregamos al merecido descanso. Despu�s del
lonche la lid seguir�a.


Creo que nuestro amigo nunca imagin� el sexo fuera de la
selecci�n natural de Darwin. Tal vez a partir de ahora tenga un nuevo concepto.
�No creen...?




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Relato: Liria (10: y Maurice)
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