Relato: Humillada pero contenta (I)





Relato: Humillada pero contenta (I)

Hola a todos, mi nombre es Dora. Soy una mujer de 30 a�os,
casada, muy buena posici�n social y econ�mica, ya que soy ejecutiva importante
de mi empresa. Mi marido, Jorge me mima a m�s no poder, ya que sinceramente,
creo que me ama con locura. Aunque llevaba una vida alocada cuando adolescente,
incrementada en la Universidad, ya que me la pasaba haciendo travesuritas, como
acostarme con quien se me antojaba; me encantaba que saborearan mis h�medas
partes y que me cogieran en cualquier lugar y ocasi�n.


Hubo una vez, que me met� a un cuarto con dos tipos y les
bail� como esas danzarinas de cabaret, llegando a entretenerme con sus vergas
por todos los orificios de mi cuerpo, hasta que les dej� secos los cojones de
tantas eyaculadas que les provoqu� con mis actos lujuriosos, privados de
cualquier cordura. Al graduarme, me enamor� locamente de aquel hombre serio,
atento, caballeroso, que habr�a de convertirse en mi marido.


Era tan dulce, tan tierno, que me motiv� volverme m�s
recatada, mas centrada, cosa que me llev� a masturbarme constantemente, ya que
era y aun sigo siendo, una mujer extremadamente ardiente. Temiendo perderlo,
dej� a un lado todas mis locuras y nos casamos muy, pero muy enamorados uno del
otro. Era un amante pasivo, pulcro, hac�a el amor como si lo hubiera estudiado
en un libro de texto y siguiera las instrucciones al pie de la letra. Aunque mi
"experiencia" era abundante, realmente los chicos con los que cog�, no me hab�an
transmitido muchos conocimientos acerca del sexo bien practicado, el sexo
verdadero, ya que se preocupaban m�s por darse gusto ellos y dejarme muchas
veces con la faena inconclusa. Mi esposo me hizo experimentar esos muy buenos
orgasmos que hac�an falta en mi vida. Aunque s� hab�a amor profundo, en nuestro
lecho faltaba pasi�n, fuego verdadero, algo de animalidad, de salvajismo
controlado.


No sabr�a c�mo explicarlo mejor, pero no deseaba acostarme
con nadie m�s, para no poner en peligro el �nico y verdadero amor de mi vida. A
pesar de gustarme la paz de mi hogar, sumado a que ambos eramos ejecutivos de
empresas importantes, la monotonia se apoder� de nosotros, ya que las
responsabilidades laborales, nos alejaban de las personales. A la par, Jorge
estaba enfrascado en la tarea de ampliar sucursales de su empresa en el interior
del pa�s, por lo que tuvo que viajar contantemente fuera, dej�ndome sola por
d�as, haciendo que mi mente vagara por locas fantas�as sexuales y que mis manos
se ocuparan de mi cuerpo; pero no era igual, las vergas de los hombres nos dan
la dicha que nosotras anhelamos y si es bien manejada, nos llevan al paraiso
terrenal en una sola sentada.



Un d�a, estaba en mi oficina laborando y me percat� que ya
era tarde, las 10 de la noche. Me apresur� a guardar todos los cacharros y
retirarme a descansar. Al salir a la calle, el bullicio de la ciudad me inund�
completamente; record� que era viernes y noche de parranda. Con cierta congoja,
vi pasar gentes alegres que iniciaban su noche de placer, que ir�an a bailar, a
tomar tragos, a tener un rato agradable con sus amigos, que las parejas se
dedicar�an a un rato de sexo desenfrenado. Todo ello me hizo desear gozar con
ellos, alocarme, bailar, embriagarme un poco y disfrutar de mi solter�a
obligada. Al poco rato estaba sentada a la barra del lujoso bar, digno de mi
posici�n. Pero una mujer sola, ataviada con un vestido negro, ajustado, cortito
y con un escote en la espalda que permit�a ver toda mi bien formada anatom�a;
siendo una mujer alta, de 1,76 de medidas generosas, morena, de pelo negr�simo a
los hombros, brillante y liso.


Como el vestido que llevaba puesto era muy ligero y se pegaba
a mis turgentes formas, sin medias, breve sujetador y unos preciosos zapatos de
tac�n alto, los hombres del bar, inmediatamente me echaron el ojo encima como
moscas al pastel. Eso me hizo sentirme orgullosa de ser deseada aun; me levant�
el �nimo y la l�bido como nunca antes lo hab�a experimentado desde que me cas�.
Unos Vodkas con jugo de naranja me alegraron bastante como para seguir la m�sica
con movimientos sensuales de mi cuerpo, r�tmicamente. Me d� cuenta de las
miradas de deseos que despertaba en algunos hombres, como can�bales dispuestos a
devorar mi cuerpo.


Me excit� tambi�n pensar en c�mo se mov�a mi trasero,
provocando erecciones y deseos malsanos de m�s de uno, deseando tener sus manos
en mi culo y su vergas en mi co�o. Los pezones me dol�an, al estar enhiestos por
mis libidinosos pensamientos, apretados contra la tela. Los ve�a aproxim�ndose
de forma disimulada, casi roz�ndome, sin perder ni un solo detalle de mi
lujurioso cuerpo. A esas alturas yo ya estaba en el suave �xtasis que precede al
estado de verdadera necesidad, notando el suave calorcillo de mis muslos, algo
mojados con sudor provocado por el calor de mi palpitante sexo. Estaba muy
excitada, y no quer�a hacer algo de lo que pudiese arrepentirme. Me sent�a muy
mojadita, plet�rica, henchida de deseo, de ser pose�da, pero trat� de
comportarme y al tratar de pagar la cuenta, el cantinero me dijo:



- El caballero all� sentado le invita Se�orita y le suplica
si es tan amable de acompa�arle en su mesa.



Mir� hacia la mesa que se�alaba el camarero. En ella hab�a un
elegante y atractivo hombre, de facciones duras, mirada fija y sonrisa c�nica
pero seductora. Camin� sensualmente hacia �l y me sent� a su lado, en un div�n
afelpado. Charlamos cosas triviales por un rato. Dijo llamarse Raul y ser
soltero. Me atra�a su masculinidad; se percib�a tosco pero con adquirida
elegancia, muy seguro de s� mismo, suelto. Luego de un rato con las consabidas
presentaciones iniciales, me tom� de la mano y me llev� a la pista a bailar una
m�sica lenta. No se c�mo, pero abrazada a su viril cuerpo, me dej� llevar. Cerr�
los ojos, percibiendo sus lentos avances: sus manos que sub�an y bajaban
suavemente por mi espalda acarici�ndola, sus labios en mi cuello, su aliento en
mi o�do. Sent� de lleno su potente erecci�n, restreg�ndomela contra mi vientre y
sin pensarlo, me apret� mas a �l, afirm�ndole mis pechos a su fuerte torso. En
ese momento sus dos manos se apoderaron de mi enhiesto culito y me apret� m�s
contra ese enorme bulto que pugnaba por romper su pantal�n y a mi me ten�a loca
de deseos de tenerlo entre las piernas.



-Te deseo con demencia; salgamos de aqu� y am�monos sin
medida.



Sus palabras fueron como m�sica para mis o�dos. Realmente
estaba ansiosa por estar con �l a solas. Despu�s de un "si" ahogado de mi parte,
salimos como cohetes de la Disco y abordamos un taxi estacionado enfrente, que
nos llevar�a a su apartamento que se encontraba un poco cerca. En el trayecto y
a pesar de mis quejas por la presencia del conductor, se dedic� a besarme como
nunca nadie lo hab�a hecho, todo mientras me acariciaba por todos lados. Me
oblig� a abrir las piernas, d�ndole al taxista una vista plena de mi chorreante
entrepierna y con su mano, acarici� mi sexo brutalmente, haciendo que terminara
ahogadamente, en un sabroso pero refrenado orgasmo.


Entramos a su muy bien situado apartamento en el propio
centro de la ciudad, con prisas, comi�ndonos la boca. Me empuj� al sof�, y al
caer de cualquier forma, dej� mis piernas abiertas y me contempl� mi cuerpo de
forma abobada, deseosa. Sonre� complacida, me moj� los carnosos labios con mi
lengua, de una forma que le daba a entender que yo tambi�n lo deseaba.
Arrodill�ndose entre mis piernas, tom� uno de mis pies y llev�ndolo a su cara,
me bes� el tobillo deliciosamente. Sac� mi zapato y tom�ndome el pie
delicadamente, lo bes� con ansiedad. Pas� su lengua por mis dedos bien cuidados,
lami� la planta de tal forma, que me hizo excitarme nuevamente ante la experta
caricia que me daba. Tomo mis dedos y se los fue metiendo en la boca uno por
uno, chupando y lamiendo hasta que no pude soportar y suplicante le dije:



-Tengo mi sexo deseoso, quiero que me penetres.



-No te desesperes mi amor. Esto solo comienza. Voy a hacer
realidad tu fantas�a, de ser besada de los pies a la cabeza.



Sac� mi otro zapato y me ayud� a incorporarme del sof�. Tom�
los tirantes de mi vestido y me lo desliz� hacia abajo, cayendo hasta mis pies,
los que levant� para permitir que removiera mis ropas. Yo estaba con los brazos
ca�dos a los lados, no hac�a nada, solo lo dejaba hacer. Luego fue hasta mis
calzoncitos y las removi� de igual forma. Me qued� totalmente desnuda ante a sus
ojos; volte� mi cabeza para mirar su reacci�n y mientras me acariciaba las
nalgas delicadamente, me ve�a con una admiraci�n inconmensurable y me fue
girando para quedar frente a �l.



-Tienes el cuerpo de una diosa. �Qu� belleza!. Pero lo que me
tiene totalmente asombrado, es esa frondosa mata de pelos en tu entrepierna.



Realmente soy una mujer pulcra en mi aseo y cuidado personal,
pero me es molesto estar afeitando constantemente mis abundantes vellos en mi
co�o y no siendo temporada de verano, en la que por usar bikinis, s� me ve�a
obligada a depilarlo para que no sobresalieran a los costados de la tanga. Eso
si, le doy forma, porque soy vanidosa y me gusta verme bien. Me volvi� a sentar
en el sof� e inicio a besarme nuevamente. Comenz� su recorrido a como hab�a
prometido: los dedos de los pies, el empeine, la pantorrillas, los muslos. Ah�
se detuvo m�s tiempo, me los lam�a experta y placenteramente, haci�ndome
enloquecer de deseos. De repente, se levant� de su posici�n y me orden�:



-Mientras me desnudo, apoya tus talones en el asiento del
sof� y acaricia tu sexo, deseo ver c�mo te masturbas.



En otra ocasi�n no lo habr�a hecho, pero estaba tan
hambrienta de sexo y con una excitaci�n enloquecedora, que sin pensarlo dos
veces, sub� ambos pies como me dec�a, pegando mis talones casi contra mis
gl�teos, dejando flexionadas y abiertas mis piernas, d�ndole una vista cabal de
mi peluda rajadura. Ansiosa por que me ense�ara la verga que me hab�a restregado
sobre las ropas, inici� a acariciarme mi co�o con una mano, mientras que con la
otra me dedicaba a pasarla por mis tetas de forma muy sensual, mientras �l se
desprend�a lentamente de cada una de sus ropas. Al enderezarse y quedar solo con
su slip, pude apreciar que realmente dispon�a de una verga de tama�o
considerable, ya que estaba bien dura y casi la mitad le sobresal�a por un lado.


Al verla, tuve deseos incontrolables de mamarla, de chuparla
toda; pero lo que hice, fue meter dos de mis dedos en las profundidades de mi
ardiente gruta, gimiendo de placer y temblando de ansiedad. Al retirar el
min�sculo calzoncillo, la hermosa tranca estaba ante mi con todo su esplendor.
Era un le�o grande, de 9 � 10 pulgadas de largo y 4 de grueso, duro y bien
parado, con un glande enorme y enrojecido por la excitaci�n. Mientras lo
masajeaba con una mano, se acerc� a mi, que me daba dedos vigorosamente deseando
ser ensartada por esa vergota tan linda. Pero �l estaba dispuesto a
enloquecerme, arrodill�ndose nuevamente entre mis piernas, tom� la mano con que
me pajeaba y retir�ndola de mi raja palpitante, chup� los dedos que ten�a dentro
de mi, paladeando mis l�quidos gustosamente. Aquel juego me ten�a anhelante,
ansiosa, �vida, excitada. Despu�s de saborear mis jugos, llev� su boca hacia mi
sexo y comenz� a lamerlo y chuparlo, haci�ndome venirme de forma brutal y
primitiva. Empuj� mis nalgas hacia delante, solo para pegarle m�s mi palpitante
raja contra su boca y as� gozar de la mamada que me estaba alucinando.



-M�mame bien rico la raja que voy a venirme. Voy a estallar.
No aguanto chiquito lindo, �qu� riiiiiiiiiiiiiiiiiiiiico!.



Sent� que mi cuerpo se convulsionaba sin control. Me vine en
un orgasmo refrenado por tanto tiempo, que cre� que me desmayaba. Solo se que
grit� a pleno pulm�n, mientras corrientes el�ctricas me recorr�an todo el
cuerpo. Disfrut� plenamente del orgasmo. Qued� desmadejada, as� que �l me ayud�
a recostarme completamente. No me dio respiro, llev� su boca a mi vientre y
continu� besando y lamiendo cada parte de mi cuerpo. Meti� la lengua en mi
ombligo, arranc�ndome gemidos de excitaci�n. Sigui� subiendo hasta llegar a mis
tetas, las cuales, sabore� en todo su esplendor, recorriendo cada parte de ellas
con su boca.


Me lam�a los pezones fuerte pero delicadamente, haci�ndome
vibrar constantemente y provocando que mi sexo despertara nuevamente. Lleg� al
cuello y luego a la boca. Ah� nos entregamos alma, vida y coraz�n. Nuestras
lenguas intercambiaban fluidos de una boca a otra. No me pude contener, bajando
la mano, busqu� glotonamente su hermosa verga; al llegar a ella casi desfallezco
de emoci�n. La ten�a bien caliente y dura. Efectivamente era de proporciones que
nunca he visto. Al tacto era suave pero poderosa, se sacud�a entre mi mano que
pujaba por cubrirla toda. Desprendi�ndose de nuestro ardiente beso, me vio
voluptuosamente a los ojos y me dijo con voz ronca de emoci�n:



-Apuesto a que nunca has tenido una verga tan grande y gruesa
como la m�a dentro de tu co�o. Seguro que al sentirla bien parada mientras
bail�bamos, deseabas acariciarla, deseabas mamarla glotonamente y que te la
metiera toda en tu co�ito. �Quieres tener mi verga en tu gruta y berrear con la
corrida que te voy a sacar?.



-�Si mi amor!. Eres el hombre m�s vergudo que he conocido y
me has hecho desear esa hermosa tranca y quiero que me la metas toda. Quiero que
me la hundas bien duro y me mates de placer. Cul�ame sin compasi�n, pero hazlo
ya, que estoy emputecida por las ganas que me culees con esa hermosa vergota.



-Primero quiero que la midas con tu boquita. Quiero que me la
mames para que aprecies c�mo la tienes de dura, deseando ese cuerpo tan lindo
que tienes. Pero sobre todo, c�mo la pones de tiesa con esa raja jugosa y peluda
entre tus piernas.



Me apoder� con verdadera codicia de su duro y enorme garrote.
Lo chup� con satisfacci�n, lo introduje hasta el fondo de mi boca y aun as� no
consegu� engullirlo por entero. Tuve que abrir todo lo que pude mi boca, para
atrapar la mayor cantidad de carne que pudiera. Lam� con verdadera satisfacci�n,
aquel glande delicado que esperaba tenerlo en mis profundidades. Sin soportar
m�s, le grit�:



- �F�llame, cabr�n!. �Hazme tuya�!. Cul�ame fuertemente que
quiero venirme con tu verga bien adentro.



Me empuj� contra el sof�, qued� de pie, de espaldas a �l,
apoy� mis manos contra el asiento y present�ndole mi culito. Sent� que toc� con
sus dedos mi hirviente co�o, puso su hinchada polla en la entrada de mi vagina,
tom�ndome de la cintura con ambas manos, de un solo empuj�n me la aturug� hasta
que su pelvis choc� contra mis nalgas.


Not� la violenta entrada de aquel poll�n en mi co�o,
caus�ndome un placer que nunca hab�a experimentado. Me corr� unas tres o cuatro
veces mas, como jam�s me hab�an hecho correrme. Sentir la poderosa verga entrar
y salir violentamente de mi enardecida raja, mientras que me obligaba con sus
manos agarr�ndome la cintura, a embutirme hasta la empu�adura, aquel le�o
colosal que me ten�a emputecida de deseos. El, manten�a un ritmo magistral, me
la sacaba casi completa, solo para hund�rmela hasta el fondo de nuevo e
incansablemente. Repentinamente sac� su pollota, me oblig� a arrodillarme frente
a �l, haciendo que me comiera su garrote, solo para que unos fuertes chorros de
espeso esperma brotaron de su verga y llenara mi boca.


Con inmenso placer, tragu� vorazmente toda la crema que me
brindaba, degust�ndola junto con mis jugos abundantes, sinti�ndome la mujer m�s
dichosa de la tierra, por haber disfrutado a plenitud de una verga espectacular
y de un macho que me hab�a sacado la mayor cantidad de orgasmos de mi vida,
ense��ndome a disfrutar plenamente de mi sexualidad reprimida. Ya mas relajada,
me met� toda su verga en mi boca, sorbiendo y dejando seco todo el glande,
disfrutando de los olores impregnados en sus vellos. Me mantuve as� por largo
rato, chup�ndole la descomunal polla, que estaba ya casi fl�cida. Me alz� de los
brazos y me llev� a la cama. Nos tumbamos m�s tranquilos, nos abrazamos, nos
acariciamos, nos bes�bamos muy dulcemente en la boca, nos roz�bamos la piel con
los labios y puntas de los dedos. No se c�mo lo hac�a, pero el cabr�n me
excitaba nuevamente, hasta que no supe m�s y le solicit� que me penetrara
nuevamente. Me pidi� que le presentase el culito, y me hizo algo que me excit� y
moj�, cuando ya pensaba que �l ya estaba en las �ltimas. Me chupaba el agujero
del ano, introduciendo la lengua con abundante saliva, seguro que para lubricar
bien el pasadizo. Aunque hab�a experimentado uno que otro puyazo por el culo, la
verga enorme de Raul me preocupaba, por lo que le supliqu�:



-Con cuidado mi amorcito. M�tela suavecito para que no me
partas el culo con tu vergota. Hazlo con cari�o para disfrutar sabroso por mi
culito.



- Calla mi putita. Te la voy a meter muy despacio para que
saborees cada pulgada de mi le�o. Te vas a enloquecer con ella dentro.



Con temor, not� c�mo poco a poco me penetraba con su duro y
gran miembro. Sent� que las paredes de mi culo se abr�an a m�s no poder ante
semejante intruso; en efecto, no me estaba doliendo, solo me incomodaba un poco
por el tama�o. De a pulgada por minuto, me la fue depositando en mis intestinos
hasta que su pubis top� con mis abiertas nalgas, indic�ndome que hab�a entrado
toda la polla. Estaba mojad�sima, as� que ayud� un poco a acomod�rmela mejor,
haciendo movimientos circulares con mi cintura. En ese momento �l comprendi� que
yo estaba lista, as� que me comenz� a follar lentamente, despacio, haci�ndome
saborear las delicias de ser enculada con maestr�a y esmero. Haciendo su cuerpo
hacia delante, tomo una de mis tetas con una mano, con la otra me sobaba el
cl�toris, mientras que su cintura parec�a batidora, movi�ndose de tal manera que
me met�a y sacaba deliciosamente la verga de mis sue�os. No pude m�s, explot�
una y otra vez en un prolongado orgasmo. El macho segu�a foll�ndome a mayor
velocidad, notando que mi placer lo ten�an al borde, ya que un segundo despu�s.
me dio un violento empuj�n, ensartando de un solo golpe, toda la estaca en las
profundidades de mi culo, ba�ando mis interiores con su c�lida esperma.



-�Que rico que tienes el culo!. Lo tienes bien apretadito. Si
me comprime toda la verga cuando te la enchuto. Eres la primera que se traga
completamente mi verga por el culo y la disfruta ansiosamente.



Ca�mos unidos a la cama completamente cansados y rendidos. Mi
cuerpo me dol�a todo. Recobr�ndome un poco, me deshice de su abrazo y me puse
mis ropas ante las protestas de �l, pero jam�s hab�a dormido fuera de casa y no
seria �sta la primera vez, adem�s que estaba un poco preocupada por si llamaba
mi marido. No quer�a despertar sospechas. Nos prometimos vernos en una semana,
aqu� mismo en su apartamento, ya que conoc�a la agenda de mi marido y sabia que
regresaba en un par de d�as, para luego seguir su proyecto fuera de la ciudad.
Todo mi cuerpo me recordaba las soberbias gozadas que hab�a disfrutado al lado
de mi amante. Quer�a llegar a casa, ducharme, descansar y recordar cada una de
las caricias y besos que hab�an recorrido las manos y bocas de Raul. Me sent�a
feliz, pero a la vez me sent�a como una vulgar puta, a la que se puede levantar
en cualquier bar o esquina, pero era una puta feliz.



D�as antes de la cita, Raul me llam� para confirmar si yo
llegar�a, adem�s que deseaba que me presentara de cierta forma vestida: vestido
negro corto y ajustado, sin nada por debajo de �l y con sandalias de tac�n alto.
Confirm� nuestro encuentro y el atuendo que llevar�a, quer�a complacerle, aunque
ello significara que antes de acudir a su apartamento, tendr�a que deshacerme de
mis medias y ropas intimas, en mi ba�o privado de la empresa y viajar casi en
pelotas en mi coche. Me present� al lugar de la cita como �l me pidi� que fuese.
Mientras caminaba del estacionamiento hacia el ascensor, pude notar la mirada
lasciva de varios hombre que me devoraban con la vista; yo sent�a que mis tetas
y culo se mov�an libres y se mostraban en todo su esplendor por debajo de la
delgada y ajustada tela. Por un momento me encant� despertar las bajas pasiones
del sexo opuesto. Seguro que m�s de alguno pensar�a que era una puta cara.



Al entrar al apartamento, Raul estaba sentado en un sill�n,
de frente a la puerta y al lado, en el sof�, un hombre de su misma edad solo que
era negro. Aquella inesperada visita me dej� cortada, intenciones de retirarme
no me faltaron, pero Raul sali� a mi encuentro y despu�s de saludarme con un
beso efusivo, cerro con llave la puerta y me condujo hacia donde se encontraba
conversando con su amigo. Nos present�, ah� supe que le dec�an JJ, ya que se
llamaba Juan Jos�. Al apretar mi mano, una corriente el�ctrica me recorri� el
cuerpo, ya que al ponerse en pie y tenerlo de cerca, me di cuenta que era alto,
simp�tico, musculoso, pulcro en el vestir y me dio un c�lido beso en la mano,
provoc�ndome cosquilleos en mi cuerpo. JJ se sent� de nuevo en su sitio, Raul
fue a servirme un trago al bar. Yo estaba realmente perturbada, al estar de pie
frente a este hombre y sin ropas intimas, sab�a que se notaban bien las formas
de mi cuerpo, pero si me sentaba, lo corto de mi vestido, har�a que se me viera
el peludo co�o. Por ello, me mantuve de pie pero con ganas de irme. Al llegar
Raul, me dio mi trago, el cual beb� casi de un solo golpe, con el animo de darme
fuerzas y mantenerme ah�. Me sirvi� otro trago y rellen� los vasos de ellos. Al
encarar a JJ, pude notar que me estaba comiendo desde los pies a la cabeza. Al
encontrarse nuestras miradas, ten�a la sonrisa satisfecha de un ni�o al que le
han dado su juguete predilecto. Hab�a lascivia en su rostro. Al llegar Raul,
tomamos unos sorbos de nuestros tragos y tom�ndome por los hombros, me situ� de
tal manera que qued� totalmente de frente al negro.



-Hoy te tengo una sorpresa, jugaremos el juego "Me comer� la
vergas m�s grandes de mi vida". Nosotros te daremos tanto placer, que vas a
enloquecer.



Sus palabras resonaron en mis o�dos y aunque al principio me
dieron ganas de salir corriendo, luego se me vino a la cabeza que aquello lo
hab�an planeado muy bien, que me hab�an tendido una trampa, as� que me entr� la
malsana idea de demostrarle a Raul, que yo era capaz de gozar con cualquier
verga enfrente suyo. Adem�s, me hab�a picado el morbo y quer�a ver qu� era lo
que guardaba ese hermoso ejemplar masculino. Raul tom� mi vestido por la parte
baja y lentamente comenz� a subirlo hasta casi mostrar mis vellos p�bicos.



-JJ, �Te gustan las piernazas que tiene esta hembra?.



-Son las mejores piernas que he visto en mi vida.



-�Quieres que te muestre el peludo co�o que esconde una gruta
hambrienta de vergas?.



JJ solo asinti� con la cabeza, sin despegar los ojos de mis
bien formadas piernas. Raul subi� m�s el vestido, dejando al descubierto la
melena que guardaba mi raja. La situaci�n me estaba excitando. Verle la cara de
deseo que pon�a JJ y la admiraci�n posterior al ver mi co�o, tanta que solo pudo
musitar:



-Es el co�o m�s peludo y m�s bonito que me han mostrado.
Seguro que su raja es bien h�meda y sabrosa.



Raul me quit� el vaso vac�o de mis manos y luego sac�
totalmente mi vestido, dej�ndome solo con mis sandalias tacon alto, a la vista
complacida de su amigo. Este se llev� una de sus manos a la entrepierna, y pude
notar que ten�a un bulto de buenas proporciones, el cual apret� con ansias, como
si le molestara estar� encerrado entre sus pantalones. Raul se sent� en el
sill�n y me hizo inclinarme frente a �l, para que nos dieramos unos besos. Al
inclinarme, no flexion� las rodillas, por lo que dej� mi culo a la vista de JJ,
ayudando al abrir bien las piernas en una "V" invertida. Seguro que ante
soberbia vista, JJ se habr�a puesto como semental, con su verga bien tiesa y
deseando ensartarla en mis agujeros.



-Quiero que le mames el culo y la raja a esta hembra. Ver�s
que tiene los agujeros m�s sabrosos y ansiosos de este planeta.



Oi que JJ se levantaba de su asiento y me dediqu� a
desabrochar el pantal�n de Raul, ya que deseaba mamarle la verga. Estaba
excitada horrores. Nunca hab�a estado con dos hombres vergudos a la vez, menos
me imaginaba que ser�a mi propio amante el que me brindar�a esa oportunidad. Al
sacar la verga, ya estaba completamente tiesa, en ese momento sent� las manos
del negro que acariciaban mi trasero, unas caricias deliciosas que me provocaron
tragarme la verga de mi amante, para tener doble deleite. JJ abri� mis nalgas
ampliamente y comenz� a lamerme toda la zanja posterior. Su lengua tibia me la
pasaba por la raja con una dedicaci�n sin igual, me ensalivaba el ojete y de
repente, sent� que me met�a la punta de ella en el culo, provoc�ndome que
apretara con la mayor fuerza de mis labios, la verga que mamaba apetitosamente.
Raul me oblig� a despegarme de su garrote, tomando mi cara con sus manos, encar�
su vista con la m�a y me exhort�:



-Cu�ntame paso a paso lo que en negro te est� haciendo.



Sent�a un gran placer al tener la boca y lengua de JJ
dedicadas a recorrer cada cent�metro de mis sensibles partes. Aumentada por el
morbo de advertir a mi amante ansioso por que le contara mis delicias. As�, que
poniendo �nfasis y sin disimulos en mi voz, comenc�:



-Me est� mamando el culo y la raja deliciosamente. Me mete la
punta de la lengua en mis agujeros, saborea cada rinc�n de mis nalgas y me
chupetea entre ellas, siento sus manos abriendo la zanja de mis nalgas y
metiendo toda su cara dentro de ella.



-�Te gusta, puta?. �Te gusta que el negro te mame el culo y
la raja?. �Est�s disfrutando que te ensaliven todo el trasero?.



-Me encanta Raul, me tiene el co�o chorreante. Este hijo de
puta me tiene en el cielo, siento que voy a venirme con la mamada que me est�
dando.



-Entonces m�mame la verga mientras te vienes, quiero sentir
que me aprietas la verga con tu boca durante tu corrida.



Mam� como loca. Y es que estaba loca de deseos, la boca y
lengua de JJ me hac�an ver las estrellas, me provocaba un morbo sin igual.
Mientras le clavaba las u�as de una mano en la pierna a Raul, la otra mano la
llev� a la cabeza de JJ y la atraje contra mi culo, y con un �"�aaaaaaaaaaaaay!"
estruendoso, explot� en la boca del negro.



-Desn�date JJ, mu�strale a esta putita la verga que se va a
tragar.



Me di vuelta para ver desnudarse a mi mamador. Mientras se
quitaba la ropa, Raul meti� su mano por detr�s de mi y mi incrust� uno de sus
dedos en mi co�o. Se deslizaba libremente por estar bien lubricada con mi
corrida anterior. Al terminar de desnudarse, JJ me mostr� que aquella verga que
ten�a bien parada, no ten�a nada que envidiarle a la de Ra�l, ya que se miraba
que ten�a las mismas proporciones, solo que Ra�l la ten�a recta y la del negro
era un poquito curvada hacia un lado. Me lam� los labios de puro placer. Iba a
gozar de las dos vergas m�s espectaculares que haya visto en mi vida.



-Vamos a la cama.



Sin esperar respuesta, Ra�l me condujo a la cama y �l se
acost� boca arriba con su enorme tranca bien parada.



-Si�ntate en mi le�o.



Quit�ndome el calzado, me fui acomodando hasta que pude
apuntar la punta de su verga hacia mi embarrado agujero y me fui sentando poco a
poco, hasta que me la met� toda. Me jal� por los hombros hasta que mis tetas se
aplastaron contra su pecho, dej�ndome dispuesta para que JJ entrara por detr�s.
Al menos era lo que yo pensaba. No me equivoqu�, vi�ndome a los ojos me dijo:



-Te vamos a dar la culeada m�s espectacular de tu vida. JJ te
va a encular mientras te tragas todo mi le�o,�OK?.



-Ok, Raulito.



-Vamos JJ, disfruta de tu premio y encula a esta zorra.



Sent� a JJ subir a la cama y comenc� a pasar mi lengua por
los labios de mi amante. Percib� un frescor en mi culo. JJ me estaba ensalivando
la entrada de mi ojete para lubricar el conducto que alojar�a su gran tranca. Al
ponerla contra mi culo, las correntadas de jugos vaginales, brotaron
incontroladamente de mi chocho, ya que el solo contacto con el hermoso glande
del negro, me puso a cien por hora. Ra�l percibi� mi emoci�n y con una sonrisa
burlona en sus labios, me dijo:



-Eres la puta m�s golosa que conozco. Est�s ansiosa porque JJ
te la ensarte hasta los cojones. Est�s que te relames de gusto al tener dos
grandes vergas para ti solita.



-Si hijo de la gran puta, quiero que me culeen con esas dos
vergotas. Quiero que me dejen bien abiertos el co�o y el culo. �Vamos JJ!,
m�teme la verga r�pido que las quiero gozar en mis agujeros. Quiero ser la puta
mas feliz sobre la tierra.



JJ no se hizo de rogar. Empujando fuertemente, dej� ir su
herramienta dentro de mi culo, arranc�ndome un quejido de placer desde lo m�s
profundo de mi alma.



-Que ricas vergas que me estoy tragando. Cul�ame JJ, quiero
que me la zambullas duro dentro de mi culo. Cul�ame salvajemente. P�rtanme en
dos, cabrones.



JJ inici� un mete y saca de campeonato. Me la met�a con
movimientos r�pidos. Sent�a que estaba s�per abierta, llena con aquellas
inmensas trancas taladrando mis grutas.



-Que rico tienes el culo. Te tragas toda mi verga bien
sabroso. Siento delicioso que se desliza hasta tus profundidades pero me la
aprietas bien rico.



-Si mi amor, me est�s culeando bien sabroso. Con tus
embestidas, me pones la verga casi por la garganta, haces que me trague bien
hondo el le�o de Raul. As�, mueve la cintura y restri�game el gorro contra las
paredes de mi culo. Estoy enloqueciendo con est�s dos tama�as vergas. Perforenme
bien hondo y hagan que me venga a chorros.



No sabia qu� me pasaba. Realmente estaba gozando como una
verdadera puta de los puyazos que estos dos cabrones me estaban dando. Las dos
vergotas entraban y sal�an con una sabrosura que me era imposible de creer. No
me cre� capaz de aguantar la culeada de dos barras de carne del tama�o de las
que me estaba tragando, pero la realidad se encargaba de demostrarme que mi
destino ser�a disfrutar las vergas que me pusieran enfrente. 15 minutos m�s y
estaba al borde de un ataque org�smico. Con la voz totalmente quebrada por la
emoci�n, babeante de dicha y placer, supliqu� a mis culeadores:



-Por favor vergudos, venganse conmigo que quiero correrme
mientras me aturugan sus garrotes y me pringan de nata todos mis interiores.
Vamos JJ sigue cule�ndome as� que me est�s haciendo la puta m�s feliz de la
tierra.



-Ah� te va todo mi le�o. Yo tampoco aguanto, voy a regarte
toda por dentro �essstaaaaallo!.



-Yo tambi�n me voy mi puta sabrosa, ag�rrame duro que me
voooooooy.



-�Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaahgggggggggg!.



Mi alarido sali� del mismisimo sitio donde ten�a alojada a
las dos vergas que me part�an por la mitad, ya que al sentir sus poderosos
chorros de leche ba�ando mis entra�as, me convulsion� como una verdadera posesa.
Sent�a que todo mi cuerpo vibraba mientras ambos le�os palpitaban ricamente
dentro de mi. Cansados y sudorosos, nos desmadejamos uno sobre el otro y me
abrac� a Raul, como agradeci�ndole todo el placer que me hab�a brindado, aunque
fuera ofreci�ndome a otro hombre. No se cuando tiempo permanecimos as�, al cabo
de un rato, a como pude me desenganch� de la posici�n en que me encontraba y si
no ha sido que JJ me sostiene, hubiera ca�do de bruces contra el piso, ya que
las piernas me temblaban y me sent�a d�bil de tanto ajetreo que hab�a recibido.



-Me siento m�s abierta que una puerta, desgraciados. Cuando
mi marido me coja, me va a entrar toda floja, me dejaron como una campana.



-No te quejes, que tu eres la culeona golosa que le encanta
tragarse buenos le�os.



Los comentarios que hac�amos, nos hicieron sonre�r a todos.
Ba��ndome y ase�ndome, me retir� a mi domicilio, no sin antes despedirme de mis
amantes con uno buenos besos leng�eteados y unas buenas sobada de vergas y culo.
Me sent�a plena de satisfacci�n, Ra�l me estaba iniciando en ofrecerme a otros
hombres, ello me hacia sentir un morbo irrefrenable. Se ve�a que gozaba vi�ndome
la cara de deleite que pon�a mientras otro me hacia puercadas; lo excitaba
horrores verme como una gozadora, pero lo lindo del caso, era que yo lo
disfrutaba inmensamente tambi�n. Me regocijaba verme ofrecida por mi macho y
gozar de una buena culeada mientras �l me ve�a la cara de zorra que pon�a. Con
esos pensamientos, me dorm� profundamente hasta la ma�ana siguiente.


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Relato: Humillada pero contenta (I)
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