Relato: La saga de Lorena III



Relato: La saga de Lorena III

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El timbre son� despertando a Roberto, que se sinti� irritado con ello. Miro su reloj; las 00:14 �Qui�n co�o ser�a ahora? De seguro alg�n imb�cil al que se le hab�an acabado las tiritas o alguna anciana que no pod�a dormir sin sus aspirinas. �Por qu� a la gente le costaba tanto entender aquello de �servicio de guardia�? Estaban all� para urgencias, no para chorradas como esa. Levant�ndose del catre en la habitaci�n contigua, se encamin� hacia la puerta, cuando son� de nuevo el timbre.

-�Ya va, co�o, ya va! �Se est� muriendo alguien?

De mala gana, descorri� el pestillo y abri� la peque�a ventanilla practicada en la persiana.

-A ver, �a qu� viene tant�? �Lorena!

El joven se qued� un tanto cortado al descubrir la identidad de quien era que aquellas horas ven�a a despertarle de su dulce modorra. Ante �l, la despampanante lolita que era la comidilla en el barrio le miraba con su cara de ni�a buena que, no obstante, no consegu�a disimular todo el vicio que herv�a en su sangre. Involuntariamente, su mirada cay� hasta los turgentes pechos que empujaban osados la tela de la camisa, dej�ndola deslizarse por su descarado canalillo. La muchacha sonri�. A Roberto se le ca�a la baba cada vez que la ve�a, y ella lo sab�a. Era divertido sentir sus miradas en su culo al pasar, o en sus pechos bambole�ndose libres de sujetador al acercarse de frente, tra�dos sus ojos a ellos como por un poderoso im�n sexual, que hac�a dirigir a ellos la primera mirada, para luego alzarla hasta los suyos.

-Perdona que te moleste a estas horas.

-No te preocupes. Estamos para eso. �Qu� quer�as?

-Pues ver�s, querer no quer�a nada. Bueno, s�Es decir, me gustar�a hablar contigo, pero no voy a comprar nada.

-�Ah, vale! No hay problema. Dime.

-Bueno�no es cuesti�n de hablarlo en plena calle.

-Por supuesto, perdona. En seguida te abro.

Intrigado y hasta un punto excitado, descorri� el otro pestillo, el que abr�a la puerta personal encajada en la persiana. �Qu� podr�a querer la peque�a zorrita? Porque era rumor general la precocidad sexual de la ni�a y su exagerada l�bido y voracidad. Estar a solas con ella en un lugar en el cual nadie les molestar�a, era algo que pod�a poner nervioso al m�s pintado.

-Pasa�

-Gracias.

Roberto volvi� a cerrar la puerta, gir�ndose despu�s hacia ella. Algo m�s relajado ahora, le dedic� una mirada general, intentando que ella no se diese cuenta de estar siendo observada y m�s a�n, de su inquietud interior. Vest�a una bonita blusa rosa, acompa�ada graciosamente por una minifaldita no tan mini, de gastada tela vaquera a la mora. La encontr� tremendamente er�tica pero claro, pens�, �cu�ndo la muchacha no lo resultaba? Era puro sexo y sensualidad en movimiento.

Por su parte, tambi�n ella le obsequi� con una mirada de arriba abajo. Sin ser un chico carente de atractivo Roberto, su aire de genio despistado lo convert�an en la ant�tesis de lo que se entend�a por un hombre atractivo. Cubierto con su bata blanca y mir�ndole a trav�s de las gafas, no pod�a por menos que producir una peque�a sonrisa.

-Bueno, t� dir�s �rompi� el hielo quit�ndose estas, y Lorena no pudo impedir que aquella se agrandara hasta hacerse evidentemente evidente, consciente de la inseguridad que con sus 14 a�os provocaba en aquel chico de veintitantos.

-Ver�s�estoy un poco preocupada.

-�Por qu�?

-Bueno�a ver c�mo te lo digo �coment� distra�da, como buscando la forma de comenzar a explicarse. �Estaba en casa, d�ndome una ducha antes de irme a la cama. El otro d�a le� en una revista acerca de la prevenci�n contra el c�ncer de mama, �sabes? Recomendaba hacerse reconocimientos peri�dicos una misma, palp�ndose los pechos. El caso es que me ha parecido tocar�no s�, me pareci� un bulto peque�o. Me asust� a lo pronto y luego, al intentar localizarlo de nuevo, ya no lo encontr�.

-�Joder, Lorena! No creo que sea nada malo, eres muy joven, pero tienes que ir al m�dico.

-Ya lo s�. Normalmente voy con mi madre cada a�o a hacerme un reconocimiento general. Pero es que a�n quedan un par de meses para la pr�xima visita.

-�Qu� dices! �Debes hac�rtelo mirar cuanto antes!

-Ya, supongo. Bueno mira, te dir� lo que he pensado. Si le digo a mi madre de ir al ginec�logo, me va a preguntar la raz�n y se va a asustar. No quiero inquietarla si puedo evitarlo. �Me entiendes?

-Pues�no muy bien.

-Dentro de dos meses iremos al doctor como siempre, y entonces le comentar� todo esto. A menos que ciertamente tenga un bulto. Entonces, a pesar de todo, se lo dir�a a mi madre e ir�amos lo antes posible.

-Me parece bien. Pero� �c�mo piensas cerciorarte de si tienes un bulto o no? Dices que despu�s de haberte parecido palparlo, no volviste a encontrarlo.

-Exacto. Ah� entras t�. Quiero que me palpes los pechos y me digas si notas en ellos algo raro.

-�C�mo? �pregunt� el chico sorprendido, y la muchacha ri� divertida.

-No es algo tan raro, �no? �Nunca te han pedido algo parecido?

-Pues�no.

Volvi� a re�r.

-Bueno, pues esta va a ser la primera vez. �Al�grate, hombre! Te estoy pidiendo que me toques las tetas y, por la cara con que me las mir�is todos al pasar, no son ganas lo que faltan.

-Bueno�la verdad es que no �acert� a contestar Roberto rojo como un tomate.

-Venga pues.

Ni corta ni perezosa, se desabroch� entonces Lorena la blusa, dejando libres sus enormes melones. El chico qued� hipnotizado mir�ndolos.

-�Puedo decirte un piropo?

-Claro.

-Tienes un pecho precioso.

-�Ja, ja, ja! �ri� musicalmente.- Muchas gracias, pero prefiero que las llames tetas. Cada cosa por su nombre. Vamos, t�camelas. He salido de casa por la ventana sin que se dieran cuenta mis padres, y no queremos que noten mi ausencia o que se cuele alguien por ella.

Sin hacerse m�s de rogar, llev� el joven ambas manos a aquella masa de deliciosa carne juvenil, sobando y resobando a gusto, hasta alargarse m�s de lo que evidentemente era necesario.

-Parece que te ha gustado, �eh?

Roberto retir� las manos entonces inmediatamente, como si hubiese recibido una descarga. Lorena sonri�.

-No te preocupes �Notaste algo?

-Nada, est�n perfectamente. De todas formas, com�ntaselo al ginec�logo cuando vayas.

-Descuida. Pero�es injusto que me vaya tal cual. T� te has preocupado por mi salud, es justo que yo haga lo propio ahora por ti.

-�C�mo?

-Veamos que tal anda tu pr�stata.

-��C�mo?!

-Vamos, no seas t�mido �le espet� con sus dedos trabajando ya en su bragueta, por debajo de la bata.- Creo que va a ser necesario un reconocimiento digital. Y quiz� tambi�n oral �a�adi� con voz susurrante, acercando sus carnosos labios a los del chico. �Vaginal� Y luego te har� otra consulta sobre un tema que me preocupa, aunque ya menos importante.

Pero ya Roberto no escuchaba. Solo gem�a de placer mientras la mano se agitaba bajo la tela blanca, sacudi�ndola.



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-Vamos cari�o, acaba de desayunar y el pap� te llevar� al instituto en coche.

-Claro, mam�.

Aprovechando la ausencia moment�nea de su padre y su hermano, y la postura de espaldas de su madre, se apresur� emprender su iniciativa. Dos gotas hab�a dicho Roberto. Vale, ser�an 4 en el caf� de su progenitor. En cuanto a su madre�3 o 4 dijeron �Que fueran 5 o 6! Comenzaba su plan.



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-�Qu� tal va la puta de tu madre? �Me la vas calentando o qu�?

Lorena sonri� complacida mientras se dejaba sobar sus pechos desnudos en el asiento trasero del Mercedes.

-No te preocupes. Te dije que te pondr�a su co�o en bandeja, y te lo pondr�. Pero d�jame tiempo para hacer las cosas bien. Ya te coment� tambi�n que el horno no est� para bollos �ltimamente, pero s� como hacer las cosas.

-Est� bien, conf�o en ti. Pero ayudar�a que compartieras conmigo tu plan.

Lorena sonri� de nuevo, acercando sus labios a los de Francisco para besarlo.

-Eso son cosas de mujeres.

Y as� lo eran. O m�s bien de una mujer, ella. A sus 14 a�os, era evidente que su intelecto quedaba muy por encima de la media, y le permit�a trazar planes y concebir ideas geniales. Desde hac�a poco m�s de una semana, cada d�a, por la ma�ana, al mediod�a y por la noche, dejaba caer en el caf�, comida o sena de su padre y de su madre el medicamento que Roberto le hab�a facilitado para cada uno. El primero, un potente desinhibidor de la funci�n er�ctil y el deseo sexual en el hombre. El segundo, un potente estimulador de la l�bido femenina. El efecto no pod�a dejarse demorar por mucho tiempo m�s. No el puro esperado de ambos f�rmacos, sino los secundarios que ella esperaba. Tal como hab�a concebido, la falta de condici�n y disposici�n de su padre para cumplir con sus obligaciones carnales para con su mujer, deb�an derivar a no tardar mucho en una especial ansiedad y predisposici�n sexual en aquella, sus necesidades clamando en interno coro ensordecedor por ser satisfechas. Todo era cuesti�n de dar aqu� y all� los precisos retoques, para confirmar su obra maestra.



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De unos d�as para esta parte, Mercedes ven�a sinti�ndose un tanto falta de sexo, siendo �ntima testigo asimismo del notable aumento de su l�bido y deseo, que la pura falta de sexo no consegu�a explicar. O Extra�amente, el apetito de su marido parec�a verse un tanto mermado, e incluso las veces que hab�an intentado hacerlo, m�s por insistencia a base de mimos y caranto�as de ella, que por real deseo de �l, hab�a resultado imposible. El cansancio, se dec�a. �El pobre lleva un ritmo de trabajo agotador para mantener nuestro nivel de vida, y ya empieza a entrar en una edad en que no est� para tantos trotes�. Un chico cruz� la calle ante ella. Era guapo. Muy joven, pero ciertamente guapo. Unos 22 o 23 a�os, moreno, alto�Mercedes sonri�. �Hay que ver lo que hace la falta de carne�. Y mentalmente se dijo que esperar�a al fin de semana para intentarlo de nuevo. Y entonces no encontrar�a Carlos forma de escaparse. Ya encontrar�a ella la manera de ponerlo en forma.



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El mi�rcoles Mercedes lleg� a casa trayendo consigo algunas compras para la cena de esa noche. Sol�a hacer la compra una vez a la semana, pero a menudo sal�a cuando se acababa alg�n producto antes de tiempo. Ser�an sobre las 7:30 de la tarde, y le sorprendi� escuchar el sonido de la televisi�n. Cuando sali�, Lorena le dijo que ella misma lo har�a tambi�n en una media hora. Bueno, se le olvidado apagarla. Concentrada en lo suyo, gir� la llave en la cerradura y empuj�, abriendo la puerta. Entr� y cerr� con el tal�n, sorprendi�ndose de nuevo por la naturaleza de esos sonidos. No parec�a un programa o pel�cula normal, sino que se escuchaban procedentes del aparato gemidos de placer. Dejando las bolsas, camin� rodeando el sal�n para observar la pantalla, abriendo la boca estupefacta con lo que all� vio. De frente a ella, permanec�a Briguitte Nielsen gimiendo con los ojos cerrados, su cabeza echada hacia atr�s mientras alguien a su espalda masajeaba con ambas manos sus pechos y resto de zonas er�genas. Recordaba haber visto la pel�cula hac�a muchos a�os, en aquel viejo programa, �Noche de erotismo�. Mir� al DVD. Estaba funcionando. Hab�a o�do cosas acerca de su hija, pero una madre prefiere no pensar en ellas. Pero era evidente que algo ten�an de ciertas, dadas las �aficiones� cinematogr�ficas de la ni�a. No obstante y al margen de esto, se sinti� excitada con las im�genes. Volvi� a pensar en su vida sexual de las �ltimas semanas. Era frustrante. El s�bado hab�a vuelto a fracasar. Pese a que puso todo su empe�o, apenas consigui� una semierecci�n en su marido, incapaz a todas luces de saciar su apetito sexual que comenzaba a ser inmenso, y que para m�s INRI cada dos por tres se ven�a abajo, abandonando por s� sola su vagina. Horas y horas mamando para nada. Mercedes comenzaba a sentirse nerviosa e irritable, perdiendo los estribos con facilidad. No hab�a querido decirle nada a Carlos, haci�ndole ver que deb�a ser cosa del cansancio y lo comprend�a. Pod�a haberle comentado sobre la posibilidad de visitar al doctor en busca de consejo y ayuda, pero tem�a que tal comentario obrara el efecto opuesto al deseado, hiriendo la hombr�a de su marido y haci�ndole replegarse psicol�gicamente, con lo cual el problema se agravar�a. Pronto todo volver�a a la normalidad, se dec�a, pero� �Y si no era as�? �Podr�a volver a�? No, decididamente no. Aquello fue un error, un gran error del pasado, y nunca volver�a a caer en �l. Hasta el d�a en que la muerte o el divorcio los separara, su cuerpo ser�a su templo y no volver�a a conocer m�s hombre que �l. Si la cosa no cambiaba, habr�a que coger al toro por los cuernos y explicarle a Carlos la conveniencia de buscar ayuda profesional.

Dando por sentada la forma de proceder en lo pr�ximo, se sent� en el sof� recost�ndose c�modamente sobre �l. Con la vista clavada en la pantalla y el soberbio masaje er�tico que el hombre estaba prodigando a la espectacular n�rdica, se arremang� la falda. Apartando la tela de sus braguitas, llev� sus dedos �ndice y coraz�n hasta su cl�torix, comenzando a friccionarlo con suavidad.

Desde el resquicio superior de la escalera, Lorena sonri�. Ya pod�a irse tranquila. Con el caminar silencioso de una gata, se acerc� hasta la ventana de su habitaci�n, saliendo cuidadosamente por ella.



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-Hola, mam�. Este es Sergio.

-�Huum! Muy guapo.

Se hac�a gracia Mercedes a s� misma. Hasta hac�a poco, no expresado una observaci�n con aquella. Bueno, tampoco era nada malo, solo una apreciaci�n sin maldad alguna.

-�Vaya, gracias! Usted es tambi�n muy guapa.

-�Muchas gracias, hombre! �respondi� con una gran sonrisa, sinceramente halagada. �Bueno, yo voy a seguir en la cocina. Estoy preparando un bizcocho de los que le gustan a tu padre y tu hermano.

-�De almendra?

-Claro.

-�Huuumm! �Me gusta!

Con una nueva sonrisa, se dio la vuelta Mercedes dej�ndolos solos.

-Hace que te crezcan las tetas �a�adi� en un p�caro susurro para el chaval. -�Nos vamos a quedar en el sal�n! -alz� la voz dirigi�ndose a su madre. �Sergio ha tra�do la peli de Brad Pit y Angelina, y vamos a verla.

-�Muy bien, estar� en la cocina!

Mercedes pas� a dedicarse a lo suyo entonces. Los bizcochos aquellos �preparados para preparar�, pod�an ser muy c�modos, �pero cuanta lata daban tambi�n! Se preguntaba como ser�a anta�o, cuando las mujeres deb�an preparar la masa mezclando la mantequilla con la harina y dem�s. �Buuuff! �Mejor no pensar en ello!

Al cabo de un rato, aquello estaba listo para meter en el horno. Lo hizo, ajustando el dial a continuaci�n. �Qu� hacer ahora? Podr�a salir a ver la pel�cula con los chicos, pero no quer�a molestarles. Bueno, tampoco ser�a tanto. Se prepar� entonces animada una taza de t�, y sali� al sal�n con ellos.

-�Molesto si os acompa�o unos minutos?

-�Que va, para nada!

-�De qu� va la pel�cula? �pregunt� tomando asiento en un sill�n.

-Mola. Son un par de asesinos a sueldo, que se han casado sin saberlo el uno del otro. Pero lo mejor de la peli son Brad y Angelina �Son guap�simos!

A Mercedes le sorprendi� un tanto la afirmaci�n de su hija, m�s que nada en lo concerniente a la mujer. Pero bueno, se dijo, son cosas del desparpajo de la adolescencia.

Ech�ndoles una mirada, pudo darse cuenta de que el chico ten�a a Lorena tomada de la cintura, mientras esta dejaba descansar la cabeza en su hombro. Mercedes sonri� para s�. Ten�a buen gusto la ni�a. Aunque no sab�a si estaba muy bien que se dejase abrazar delante de su madre siendo a�n tan jovencita, pens� que tampoco era nada malo, y �l chaval parec�a buen chico. As� pues, decidi� centrarse en la pel�cula, que pronto capt� totalmente su atenci�n. Ciertamente los protagonistas eran muy atractivos, sobre todo �l, y la historia era divertida. No costaba dejarse llevar por ella.

En un momento dado, Lorena alz� la cara hacia la de su chico para besarle los labios. Si bien en principio atento a la pel�cula, al segundo beso �l mismo abri� sus labios para dejar entrar en ellos la lengua de la chica. Mercedes sinti� un escalofri� recorrerle la m�dula, escandalizada. Quiso reprocharles, pero las palabras no llegaron a salir de su boca. En la confusi�n del momento, no acertaba a elegir las oportunas, ni ten�a idea de c�mo proceder. Ni corto ni perezoso, llev� entonces el muchacho una de sus manos hasta las enormes tetas de la ni�a, para comenzar a sobarlas con avaricia. Ella emiti� un ahogado gemido de placer, sin llegar a separar sus labios de los de su chico, que por su parte comenz� a desabrochar los botones de su camisa lentamente, uno a uno, hasta acabar con el �ltimo, abriendo la camisa y dejando sus pechos al aire desnudos, para proseguir acto seguido con su lascivo masaje.

Con la boca abierta como una est�pida, Mercedes no atinaba a decir ni hacer nada. Totalmente confusa, su mente convertida en un caos, se levant� y sali� disparada de vuelta a la cocina, sin que los muchachos parecieran siquiera percatarse de su presencia.
Una vez all�, totalmente turbada, se sent� en la silla, apoyando la espalda sobre la pared. Intent� serenarse, intentando pensar con claridad. Y cuando pudo hacerlo, se dio cuenta de que estaba excitad�sima.



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�Toc-toc�.

-�Se puede? �pregunt� Mercedes entreabriendo un poco la puerta.

-Claro, pasa. �contest� Lorena, segura del motivo que tra�a a su madre a su habitaci�n antes de irse a dormir.

-Hola.

Lorena estaba ya acostada, leyendo un libro. Suavemente, se sent� en la cama junto a ella.

-�Qu� lees?

-�El infierno del otro sexo�.

-Y, �de qu� va?

-De las desviaciones sexuales.

Mercedes esboz� una ligera mueca que la ni�a no percibi�. Algo as� como una sonrisa de resignaci�n.

-�No crees que vas muy deprisa, cielo?

Lorena dej� el libro para mirarla a los ojos.

-�Por qu� lo dices?

-Eres muy joven a�n.

-�Para qu�?

Mercedes no contest� con palabras, una simple mirada bast�.

-Mam�t� has estudiado tambi�n. �Crees que la naturaleza es sabia?

-S�. Lo creo.

-Entonces, �por qu� iba adarme un cuerpo que atrajese a los chicos y un poderoso deseo del de ellos, si fuese demasiado pronto para concederles uno o saciar el otro?

Mercedes sonri� dulcemente.

-Tienes raz�n. Tienes un cuerpo y deseos de mujer, y es totalmente normal que busques la forma de desahogarlos. Pero me asusta que�

-�Qu� no sepa como hacerlo correctamente? No te preocupes, mam�. S� todo lo que hay que saber.

-Esta tarde�no es correcto.

-�El qu�?

-Entiendo que comience a hacer manitas, yo tambi�n las hac�a a tu edad, pero�

-�No te gustaba que te tocaran las tetas?

Mercedes la fulmin� con una mirada.

-�Lorena!

-No te enfades, mam�. Dime, y s� sincera, por favor. A mi edad, �a�n no te hab�an tocado las tetas?

Se sinti� confusa, sin saber por donde salir.

-Cari�o�hay cosas�S�, tambi�n yo a tu edad hac�a mis cosillas �acept� con una sonrisa nost�lgica. �Pero como madre me debes un respeto, y no est� bien que lo hagas delante m�a. Y no me gusta un chico que no se corta de hacerlo.

-�Vamos, mam�! �replic� divertida. �Fue cosa m�a. Mientras estabas en la cocina, Sergio se cortaba mogoll�n, pero yo le insist� en que no pasaba nada.

Mercedes la mir� confusa.

-Estaba muy cachonda, y me apetec�a una buena sobada de tetas en ese momento. Yo misma se la ped�, y cuando saliste le gui�� un ojo para que entendiera que todo segu�a bien.

-Lorena�tampoco debieras hablarme as�.

-�C�mo? �Tan directamente? Mam�, para m� no eres solo una madre, sino una amiga tambi�n. Y te hablo como hablar�a con una amiga, directamente y sin tapujos. Si no te encuentras c�moda con ello, dejar� de hacerlo e intentar� que no vuelvas a verme en determinadas actitudes, pero creo que nuestra relaci�n tan especial perder�a mucho con ello.

Mercedes la mir� un tanto reacia, pero sabi�ndose vencida. No pod�a tratar el sexo como algo malo de cara a la ni�a, y si no era algo malo, ser�a una hipocres�a pedirle que ocultara sus escarceos como algo reprobable, e intentase no hablar de sus deseos y estados de �nimo con respecto a �l con ella.

-Tienes raz�n �acept� con una sonrisa que Lorena devolvi�.

-Dime, -comenz� a hablar con un tono de morbosa curiosidad- �a ti no se te ponen los pelos de punta cuando te soban bien las tetas?

-�Lorena! �exclam� de nuevo, pero si bien escandalizada igualmente, ya no preocupada con ello, sino riendo divertida la osad�a de la muchacha.

-�Dime! �protest� graciosamente Lorena. � �Te las soba pap� con frecuencia!

-�Pero ni�a!

-�Ja, ja, ja! �Est�s roja! Dime, �da la talla pap� en la cama?

-No te voy a contestar a eso, bicho.

-�Ja, ja, ja! No la da.

-�Oye!

-Es verdad, �no?

Mercedes se recompuso, recuperando un poco la seriedad.

-Eso son cosas �ntimas.

-Mam�esc�chame. T� me ves como una ni�a, pero soy una mujer. Quiz� me falte mucho por madurar y aprender, pero soy una mujer. Tengo los deseos propios de cualquier otra, y puedo intuir pos su comportamiento la carencia de satisfacci�n de estos en otra.

Se miraron a los ojos sin decir nada, pero dando por sentado que se entend�a lo dicho y se daba por cierto.

-Pap� es un buen hombre, pero tiene mucho trabajo. Y t� necesitas cubrir unas necesidades que �l solo no puede.

-No me gusta lo que est�s insinuando Lorena, es mejor que lo dejemos.

-�Oh, vamos! Eres una mujer muy atractiva, no puedes renunciar a tu felicidad. No ser�a nada malo, porque no tendr�a por qu� enterarse. Ojos que no ven, coraz�n que no siente. Si un golpe no duele ni causa traumatismo alguno, es como si no hubiera existido.

Mercedes sonri�.

-Tienes muchos p�jaros en la cabeza, como yo a tu edad. Pero ya no la tengo, y no estoy para esos trotes. Prefiero envejecer y arrugarme como una buena esposa �brome�.

-�Tonter�as! Mis amigos no paran de comentarme lo buena que est�s, y lo que har�an con ese par de tetas tuyo.

-�Vaya, Lorena! Quiz� despu�s de todo s� debieras pedirles que se cortaran un poco. No est� bien que a una chica le hagan esos comentarios sobre su madre.

Hab�a reprobaci�n en su tono, pero tambi�n agrado por la adulaci�n a su f�sico por parte de chicos tan j�venes, que no pod�a ocultar del todo.

-Y no solo ellos. �Has visto como te miran los compa�eros de oficina de papa por ejemplo?

-�Qu�qu� quieres decir?

-�Vamos! Seguro que te has dado cuenta. El guaperas� �c�mo se llama? S� mujer, ese pedazo de queso rubio.

-�Francisco?

-�Eeeeyy! Te iba a hablar de c�mo te miraba el escote y el culo, pero parece que tampoco a ti te resulta �l indiferente.

-No, que va. Es solo que conozco a los amigos de tu padre.

-Ya� �y esos ojitos? Har�ais buena pareja.

Mercedes ri�.

-Ahora en serio, mam�. Si pap� no te llena como mujer, deber�as buscar quien lo hiciera. No es nada malo, y Francisco ser�a un candidato ideal. Tambi�n es casado y con hijos, luego ser�a tan discreto como t�.

-No, Lorena. No hay discusi�n. Cada cual es muy libre de vivir su sexualidad como quiera, pero mi opci�n es la fidelidad. Y, aunque en un hipot�tico, pero que muy, muy hipot�tico caso, alguna vez cayera en un reniego, nunca ser�a con un amigo de tu padre.

-Vale, lo respeto.

-Muy bien. Ahora a dormir.

Se levant� entonces, d�ndole un beso en la frente de despedida. Lorena por su parte sonri� cuando su madre abandon� la habitaci�n, tomando el m�vil para escribir un mensaje.

�Ya casi la tienes a punto de caramelo.�




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Los d�as fueron pasando, y el deseo y ansia de Mercedes creciendo cada vez m�s deprisa y poderosamente. Hab�a llegado ya a la convicci�n de que deber�a comentar el problema con su marido, que por otra parte estaba segura de que por s� solo ya deb�a haber comenzado a preocuparse. No debiera ser algo demasiado grave para un matrimonio que se ama tampoco. En el pero de los casos, la Viagra podr�a resolver sus problemas, pues tampoco ella ped�a un superamante. Si este se daba, mejor que mejor, pero estaba dispuesta a conformarse con unas coberturas m�nimas pero suficientes de sus necesidades. Y estas comenzaban a ser acuciantes. Desde que Lorena le hab�a hablado acerca del deseo que despertaba en sus amigos, se sent�a est�pidamente excitada cada vez que resultaba en presencia de estos, consciente de los ojos con que la miraban. Y no solo en la de ellos, sino tambi�n en la de los de su hijo y, muy especialmente, la de Francisco. El guap�simo compa�ero de oficina de su marido, ten�a un poder de seducci�n ahora, al mero de su atractivo f�sico, ya enorme de por s�. Alguna vez incluso, cuando se sab�a sola e casa, se descolgaba para tomar �prestado� algunos de los DVDs de Lorena, que no ten�an desperdici�. �Historia de O�, �Garganta profunda�, �Mogambo�, �Emmanuelle��Obras que, sin llegar al no tan agradable porno, bordeaban este desliz�ndose por los deliciosos confines del mundo m�gico del erotismo, llevando a una calentura tal que jam�s podr�a igualar lo puramente pornogr�fico.

Lorena hab�a aprendido a �leer� las pautas de comportamiento de su madre, para saber en que momentos esta resultaba mayor. Poco se equivocaba y ya ten�a bien su plan trazado. Solo era cuesti�n de esperar el momento justo. Y este se dio una tarde cualquiera, cuando su madre se duchaba. Ya hab�a aparecido antes varias veces, si que pudieran coordinarse de manera conveniente para aprovecharlo. Pero esta vez s� lo hicieron. Su madre permanec�a dentro del habit�culo de cristal difuminado, su cabeza alzada hacia la cebolla dejando caer sobre su cara y torso el agua caliente. Lorena se asom� ligeramente, y fue testigo de c�mo se frotaba er�ticamente sus senos, se�al inequ�voca de su calentura.

-�R�pido, ahora! �Puedes venir?

-S�, me has pillado precisamente en la calle, viniendo de hablar con un cliente.

-Estupendo. Mi madre suele tomarse su tiempo para ducharse, y est� muy cachonda. �Qu� tardas?

-En 10 minutos estoy ah�.

-Intenta que sean menos.

-OK �clik.

Sin que Mercedes se diera cuenta, Lorena se apresur� a retirar su ropa del ba�o, llev�ndose tambi�n las toallas �descuidadamente�, a la vez que a manipular convenientemente el cierre de la puerta de la cocina. Ya antes la hab�a preparado en espera de la ocasi�n de forma que llegada esta solo hubiera que dar un par de toques. Tel�fono.

-Ya estoy aqu�.

-OK, espera mi se�al.

A�n se demor� un par de minutos m�s en la ducha Mercedes, antes de que oyese la frase que esperaba.

-�Lorena! �alz� la voz su madre desde el ba�o para resultar audible. �Has cogido t� mi ropa de la ducha?

-�S�, entre al ba�o y pens� que era para lavar!

-�Pero te has llevado tambi�n las toallas?

-�Hay s�, perdona! �Es que me llamaban por tel�fono, y ten�a prisa por contestar! �No me di cuenta!

-�Bueno, ac�rcamela por favor!

-�No puedo mami, disculpa, estoy al messenger! �Pero est� en la cocina, c�gela t� misma!

-�Vale, no te preocupes! �Ya la cojo yo!

Obviamente la ropa no estaba en la cocina, y mientras Mercedes buscaba son� el timbre de la puerta.

-�Lorena, lo siento pero tienes que abrir t�!

-�Vale, don`t worry! �Ya voy!

La muchacha baj� las escaleras intentando mantener la calma, luchando por que su excitaci�n no la delatar� haci�ndola precipitarse.

-Hola.

-Hola �recibi� a Francisco d�ndole un beso en los labios, despu�s de mirar a uno y otro lado para cerciorarse de que nadie miraba. �La tienes en la cocina. Supercachonda.

Francisco sonri�. D�ndole una palmada en el trasero, dej� atr�s a la joven, para encaminarse hacia all�, a la caza de la madre.

Abri� la puerta y entr�, como si no esperase encontrarla all�. Mercedes pens� que se trataba de su hija, y grit� al volverse y encontrarlo all�, llev�ndose las manos en un acto reflejo a los pechos, su vagina oculta por la peque�a toalla. Francisco por su parte, �igualmente sorprendido�, reaccion� torpemente, gir�ndose de repente para �no mirar� y empujando con ello la puerta, que se cerr�. Para colmo, la camisa se le enganch� con la cerradura, arranc�ndole todos los botones del tir�n. Evidentemente, esos �todos� eran unos pocos estrat�gicamente dejados, sus hilos debilitados, a punto de saltar.

-�Pero�! ��Qu� haces aqu�?!

-Creo que ha habido una confusi�n. Pasaba por aqu�, y quer�a recoger unos papeles de Carlos. Me abri� la ni�a y me dijo que estabas aqu�. Entend� que a�adi� �entra�, pero obviamente me dijo �espera�. De verdad que lo siento.

-�Vale, pero sal!

-�No puedo! La puerta no se abre.

-�C�mo? A ver, d�jame. Pero vu�lvete para no verme.

Se coloc� entonces Francisco contra una de las paredes, mientras Mercedes comprobaba la manivela.

-�Qu� le ha pasado al trasto este? �Lorena!

-�Dime, mama! �se oy� la voz amortiguada de la muchacha.

-�Intenta abrir la puerta de la cocina por fuera, desde aqu� no podemos!

-�C�mo que no pod�is? �Espera!

Con el mismo �xito nulo, intent� la hija lo que antes hab�a intentado la madre.

-�No puedo! �Es imposible! �Voy en la bici en un momento a la cerrajer�a a preguntar!

-�No, espera�!

�Blam�, se oy� la puerta de la calle cerrarse.

-Esta ni�a es tonta �murmur� finalmente abatida.

-�Por?

-Pod�a haberme dado algo de ropa por la galer�a, y hubi�semos salido por ah�, saltando al jard�n.

Francisco sonri�. La chica era brillante. Lo hab�a previsto todo, hasta el �ltimo detalle�

-Bueno�Hac�a calor y dej� la chaqueta en el coche, pero puedo dejarte la camisa y salimos igualmente.

-�S�, claro! �Y como entramos luego? Las llaves est�n dentro de la casa. En plena calle y solo vestida con una camisa. No, gracias.

-Bueno, puedo salir yo y pedir algo de ropa a alg�n vecino.

-Est�s afinado hoy, �eh? �refunfu�� un tanto molesta. -�Qu� les explicar�as?

Mercedes lo mir� a los ojos, y �l puso cara de tonto.

-Los dos solos en casa, t� con la camisa rota y yo en pelotas �Ni siquiera podemos llamar al cerrajero, imagina la cara que pondr�a!

Se quedaron sin decir nada por un momento, tras lo cual rompieron a re�r.

-Es incre�ble. Se lo cuentas a Almod�var y hace una pel�cula.

-La verdad que s�. Mira, vamos a hacer una cosa. De momento t�pate con esto.

Se quit� entonces la camisa, y Mercedes sinti� una descarga el�ctrica recorrer su m�dula, al aparecer ante ella revelada la soberbia anatom�a del macho. Absorta, contempl� los duros abdominales sobre los que parec�a poder lavarse la ropa, el perfecto corte de los plenos pectorales�Fue solo un segundo, antes de que alzara de nuevo la mirada a sus ojos.

-Toma �le ofreci� Francisco la camisa, con una sonrisa y un brillo en ellos que ven�a a decir algo as� como �no te preocupes, no me he dado cuenta�.

-Entre que vuelve o no la ni�a, voy a intentar abrir la puerta con un cuchillo o algo que encuentre por aqu�. Si lo consigo o vuelve pronto, perfecto. De lo contrario, en 15 o 20 minutos saltar� al jard�n y me largar�. No resultar�a c�modo si volviese tu hijo o tu marido.

-Vale �contest� ella un tanto turbada, no muy consciente de lo que dec�a.

Poni�ndose la camisa entonces, se apoy� en la pared y encendi� un cigarrillo, mientras el hombre comenzaba a manipular la manivela. Ya m�s relajada y bajo ele efecto calmante de la nicotina, fue su mente libre para recuperar su serenidad y ocuparse en pensamientos que en los momentos de tensi�n precedentes no hab�a tenido. Ahora, m�s tranquila, comenz� a fijarse en el cuerpo del macho que ten�a ante ella. El cuerpo de un soberbio ejemplar, cuyas espaldas se abr�an en perfecta �V� desde su estrecha cintura, totalmente ausente de grasa. Exhalando el humo por su boca entreabierta, admir� la escultural muscularidad brillante por los primeros efectos del calor, que perlaban su piel con diminutas gotas de sudor. Volvi� a sentirse nerviosa. No como antes, a causa de la verg�enza y la tensi�n, sino de ser consciente de tener ante ella al hombre que despertaba su m�s ardiente deseo. En los �ltimos d�as, hab�a fantaseado con �l, entregando a �l sus pensamientos en sus masturbaciones solitarias, o en las pocas veces que el miembro de su marido alcanzaba una erecci�n lo bastante aceptable como para intentar un coito.

-Bueno, esto est� bastante dif�cil al parecer �coment� el rubio alz�ndose. La mir� a los ojos, y ella le mantuvo la mirada. �Creo que va siendo hora de empezar a pensar en saltar �a�adi� un tanto inseguro, sabiendo que ten�a las mismas dudas y pensamientos que ella en esos momentos. �Voy a asomarme a mirar. Si lo veo muy complicado, lo intentar� aqu� durante cinco minutos m�s.

Quedaron mir�ndose sin que Mercedes dijera nada. Despu�s, se gir� para acercarse hasta la puerta de la terraza, abri�ndola.

-Francisco�

-�Si?

-Mi hijo est� en casa de unos amigos, repasando algo en internet, y mi marido no llegar� hasta las 10.

Francisco la mir�. Sus enormes ojos marrones le observaban, hablando sin palabras. Mercedes dej� caer sus brazos, que hasta entonces hab�a mantenido cruzados sobre su pecho para mantenerla camisa cerrada sobre �l, y esta se abri� retir�ndose su tela hacia los costados, descubriendo sus verdaderamente enormes tetas.

-Vaya, vaya�-susurr� Francisco sonriente. Observ� sus pechos. No eran pechos juveniles, ni tampoco operados, sino pechos enormes de mujer hecha y derecha, con la ca�da y flaccidez propia de su edad, que no hac�a sino convertirlos en m�s bellos todav�a, con aquella belleza que lo artificial nunca podr� igualar.

*Observaci�n; la que esto escribe nada tiene contra la cirug�a, y de hecho sus propios pechos son operados. Pero ello no resulta �bice para reconocer que unos senos siliconados, no pueden competir en belleza con unos naturales, a menos que estos est�n realmente deteriorados.

Consciente de su triunfo, se acerc� lentamente a ella, clavando sus preciosos ojos verdes en los almendrados de ella, que le miraba temblando de deseo. Pegando su cuerpo al suyo, llev� las manos hasta aquellas para sobarlas. Ella suspir�, y se enzarzaron en un apasionado morreo. Sinti� �l la lengua de Mercedes invadir ansiosa su boca. Le record� en el acto a la ni�a, pensando que resultaba evidente que compart�an los mismos genes. A�n con los ojos cerrados, podr�a establecerse inmediatamente el parentesco entre ambas bes�ndolas. Era evidente que compart�an una misma naturaleza sexual. Lorena no le hab�a mentido.

Separando sus labios de los de ella, comenz� a descender por su cuello bes�ndola con pasi�n, hasta llegar a sus tetas, a las cuales se abandon� en un frenes� salvaje, en el cual las besaba mord�a y estrujaba, llen�ndolas de chupetones.

-�No, no! �No hagas eso! Mi marido se dar� cuenta.

-�Me da igual! �No sabes las ganas que te ten�a! �Te voy a llenar de chupetones las tetas y todo el cuerpo, y me da igual si el cornudo de tu marido se entera!

Mercedes sinti� un delicioso escalofr�o recorrerle el cuerpo, provocado por el perverso morbo que conllevaba la idea de estar entregando el templo de su marido a un amigo suyo que gozaba humill�ndolo.

-�S�iii�! �suspir�, echando la cabeza hacia atr�s y cerrando los ojos, abandon�ndose definitivamente al placer sin pensar en las consecuencias. Como hab�a prometido, llen� Francisco sus pechos de manchas rojizas que pronto ser�an viol�ceamente delatoras, sin que ella opusiera la m�s m�nima resistencia. En un momento dado, se separ� de ella, comenzando a desabrocharse los pantalones. Mercedes le miraba a los ojos con vicio y deseo, y �l contestaba a esa mirada con otra de perversi�n.

-�De rodillas! Quiero que me la mames como nunca se la has mamado a Carlos, y quiero que lo hagas de rodillas.

Sonriente y si dejar de mirarle, se humill� ante �l arrodill�ndose, sin dejar de mirarle. Gir�ndose en�rgicamente a derecha e izquierda, estrell� con fuerza en el bello rostro Francisco su polla, haciendo sonar el golpe casi como dos bofetadas. Mercedes sonri�, y el se detuvo finalmente plantando aquella ante sus narices. Sin hacerse de rogar, tom� ella el miembro que se le ofrec�a, retirando el pellejo de su prepucio y engull�ndolo ansiosa, comenzando a devorarla con aut�ntica pasi�n, como si de una muerta de hambre se tratara. Ni siquiera se par� a contemplar el cetro de palpitante carne que adoraba. Si le hubiesen preguntado por su tama�o o forma, no hubiera sabido responder. En esos momentos, de lo �nico que era consciente era de su presencia de su presencia en el interior de su boca, llen�ndola como hac�a tanto no la llenaba la de su marido, y de su delicioso sabor; el sabor del puro sexo.

-�Con las tetas! �Ay�date con las tetas!

Sin hacerse de rogar, retir� Mercedes entonces su boca para ceder el lugar a sus grandes pechos, que como un monstruo hambriento engulleron el miembro masculino, que en el acto desapareci� entre tal cantidad de morbosa carne que, acto seguido comenz� a deslizarse a lo largo de su longitud para masajearlo deliciosamente, obsequi�ndolo de vez en cuando con alg�n lamet�n cuando su prepucio asomaba de ellos como para tomar aire.

-�Te voy a follar como nunca te ha follado el cabr�n de tu marido!

-�Quieres hacerlo? �pregunt� ella sonriendo perversa. El silencio del hombre fue respuesta suficiente para ella.

-�F�llame entonces el culo! �propuso con una voz de puro vicio que le hizo enervar. -�Nunca Carlos me ha follado por ah�!

Era cierto. A lo largo de su vida, probar el coito anal hab�a sido su asignatura pendiente, una de sus fantas�as anheladas y deseadas, pero nunca cumplidas. Unas veces por falta de determinaci�n, otras por dolor�las m�s por falta de entendimiento y decisi�n a la hora de proponerlo. La cuesti�n es que a sus 39 a�os, el culo de Mercedes continuaba virgen, y sent�a que hab�a llegado el momento ineludible de entregar su castidad.

Ella sola, sin esperar consejo ni palabra alguna, se levant� y, d�ndole la espalda, se inclin� sobre la mesa de la cocina, ofreciendo su orto cual castillo con las puertas abiertas invitando al invasor.

-Vamos.

-Dame un poco de mantequilla o algo.

-Vamos. D�jate de mariconadas. Quiero sentir como me revientas el culo.

Indeciso, Francisco se acerc�, apoyando la cabeza de su champi��n en su ano. Mercedes se estremeci� al sentir su contacto de puro deseo.

-Vamos. De un solo golpe.

Francisco comenz� a empujar con precauci�n, atento a cualquier se�al de dolor por parte de ella.

-Te he dicho que te dejes de mariconadas. Quiero que me revientes el culo, no que me lo abras con cuidado. �Vamos!

Enervado, sintiendo su sangre latir en las sienes poderosamente, hundi� hasta el fondo su miembro en la ofrecida carne femenina, que berre� soltando un alarido de puro sufrimiento. No obstante, no sirvi� ello para hacerle parar, comenzando un fren�tico mete y saca lubricado por la propia sangre que, tampoco en mucha abundancia, comenz� a surgir del desgarrado anillo. Claro que, si hab�a esperado una petici�n de clemencia por parte de su v�ctima, tambi�n debi� verse sorprendido al ver que esta no llegaba, haci�ndolo en cambio otras en sentido de que continuara m�s duro todav�a.

-�S�!, �s�!... �Vamos cabr�n, revi�ntame las entra�as!

Mercedes hab�a esperado m�s dolor del que en realidad experiment�, que tampoco fue poco, sinti�ndose algo frustrado. Hab�a esperado un mucho mayor, realmente desgarrador, pero su poderoso deseo y predisposici�n, hab�an impedido que su esf�nter se tensara y que, muy por el contrario, se relajara anhelante de la inminente y violenta invasi�n. En cualquier caso, el placer m�s intenso la embargaba ahora, elev�ndola a un cl�max en el que no era persona, sino puro animal sexual.

Totalmente fuera de s�, pas� Francisco las manos por debajo de su cuerpo para agarrar sus colgantes tetas que se bamboleaban salvajemente golpeando el canto de la mesa, sin que el dolor que ello le produc�a consiguiera que la f�mina le pidiera que redujera la violencia en las embestidas. Cerrando sobre ellas sus dedos cual garfios de acero, estruj� con ansia la carne, sin pararse a medir la fuerza con que lo hac�a.

Lleg� antes y entre alaridos el orgasmo de ella, siendo seguido poco despu�s por el anuncio del del hombre. Sac�ndola de golpe Francisco, con un sonido que recordaba el de una botella e champagne al ser descorchada, la arroj� al suelo de un violento tir�n, para colocarse acto seguido ante ella, una pierna a cada lado, paje�ndose para consumar la llegada de su orgasmo sobre el femenino cuerpo, que entonces se semiincorpor� echando hacia atr�s la cabeza, para recibir en su pecho complacida la lluvia de leche masculina.

-�Toma puta, toma toda mi yeta!

-�S�ii�! �D�mela cabr�n! �La quiero toda sobre mi piel!

Surgi� entonces aquella cual violenta explosi�n, estrell�ndose con fuerza contra las monta�as de carne que la esperaban anhelantes. Acto seguido, se derrumb� Francisco contra la pared, dejando deslizar por ella su espalda hasta el suelo, quedando sentado contra aquella mientras Mercedes esparc�a lasciva el semen por sus tetas.

Durante unos minutos, quedaron en silencio, sin decir nada. Despu�s, se volvi� a colocar ella la camisa.

-Ha sido tremendo �reconoci� Francisco. Mercedes no contest�.

-�Pasa algo?

Silencio de nuevo.

-Mercedes �Ocurre�?

-No ocurre nada �contest� secamente- De hecho, nada debiera haber ocurrido �sentenci� profundamente arrepentida de haber cedido a su debilidad carnal. -Ahora ya es tarde, pero no se repetir�.

-No, mama. Te equivocas �intervino una voz juvenil desde la puerta. Mercedes gir� su cabeza como un resorte, para encontrar a su hija sonriendo perversa ante la entrada de la cocina, aquella abierta de par en par. �Esto acaba de empezar.































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Relato: La saga de Lorena III
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