Relato: Vacaciones en la sierra (05)





Relato: Vacaciones en la sierra (05)

Antes de que nos visti�semos y quit�semos
el pestillo de la puerta una vez recompuestos cada uno en su lugar (yo tirado en
la cama simulando echarme una siesta que en realidad ansiaba por lo cansado que
me encontraba y Laura sentada frente a un libro en la mesa del escritorio), mi
hermana prometi� que har�a lo que pudiese para que Alicia fuera m�a. Y c�mo
evitar una pregunta que me rondaba la cabeza, si mi hermana estar�a dispuesta a
hacer un tr�o de llegar a conseguir follarme el cuerpecito de la vecina.
Inocente de m�, no hac�a falta ni siquiera preguntarlo, lo vivido en la
habitaci�n esa tarde no era sino una breve se�al de lo guarra que pod�a ser mi
hermanita.


Tras la agotadora sobremesa, como ten�amos
previsto, Laura y yo nos fuimos para el chalet de Alicia y Manuel, tomando la
precauci�n de guardar silencio ante los dos, en la medida de lo posible, acerca
de nuestra reci�n adquirida estrech�sima relaci�n fraternal. Desde un principio,
Laura propuso compartir nuestro secreto con los vecinos, segura de que, al
final, no ser�a lo �nico que compartir�amos los cuatro. Justo despu�s de
recobrarme de su propuesta de conseguir que Alicia cayese rendida a mis pies y
al resto de mi anatom�a, la pregunt� si a ella le gustar�a estrenar a Manu, a lo
que me respondi� que, una vez probadas las mieles de lo prohibido, no iba a
dejar escapar la posibilidad de follarse a un cr�o de 12 a�os, siempre que yo lo
viese bien. Una hermana as� de sumisa y voy y me entero 15 a�os desde que le
viese la cara por vez primera... Pero como digo, al final accedi� a no comentar
nada hasta que la cosa estuviese a punto para poder conocer en profundidad a los
vecinos. Una vez sellado el pacto con sudor y fluidos diversos en posteriores
homenajes entre mi hermana y yo, agarramos las toallas y nos plantamos en casa
de Alicia y Manu.


La tarde discurri� de forma aparentemente
normal, las chicas se fueron por su lado y Manu yo pasamos todo el tiempo en la
piscina, tirados al sol y refresc�ndonos en el agua, mientras segu�amos hablando
de curvas femeninas. Tras la conversaci�n de la ma�ana -obviando por supuesto lo
vivido en el transcurso en el que se hab�a interrumpido la animada charla- no
pudimos evitar terminar hablando de nuestras hermanitas.


- �Sabes qu�? -le dije a Manu con toda
naturalidad- Cuando he llegado a mi casa esta ma�ana, antes de comer me he hecho
un pajote pensando en tu hermana.


- �Y qu� te crees, que yo no me hecho otra
gayola pensando en la tuya? -respondi�.


- Pues haces bien, adem�s, no veas lo que
gana en pelotas... -coment� con una sonrisa.


- Pero si no la hab�as visto desnuda, �no?
-inquiri� Manu.


- Exacto, no la hab�a visto, pero esta
tarde, cuando hemos llegado a casa para comer... me he colado en la habitaci�n
mientras se cambiaba -tergiversaci�n de los hechos perfectamente argumentada- y
la he visto. Al principio estaba bastante cortada, pero he fingido desinter�s
por el hecho de ser hermanos y cr�eme que he podido echarle un buen vistazo.


- �No jodas! -exclam�, y atropellando las
palabras me pregunt�- �Y la has visto todo? �C�mo tiene el co�o? Cuenta,
cuenta...


- Pues no te creas que tiene mucho pelo,
rubito, eso s�, y tambi�n he podido verle de refil�n los labios vaginales.


- Joder, qu� cabr�n -dijo Manu con claros
signos de admiraci�n y envidia. Si en ese momento le hubiese contado lo que en
realidad ocurri� en la habitaci�n, lo mismo le daba algo.


Justo en ese momento aparecieron las
chicas en escena. Los modelitos de bikinis se repet�an, para evitar que el
calent�n que por la conversaci�n llev�bamos Manu y yo remitiese. Dispusieron sus
toallas en el otro extremo de la piscina, para poder hablar de sus cosas sin que
nosotros cotille�semos, y en dos o tres ocasiones, pude notar c�mo mi hermana me
miraba con una mirada totalmente enigm�tica, sonriendo con los ojos medio
cerrados desde el otro lado de la piscina mientras escuchaba a Alicia. La
reacci�n fue sentir un cosquilleo en el est�mago por la curiosidad que me
despertaba el hecho de que Alicia supiese ya algo de lo que hab�amos compartido
horas antes. Pero confiaba en que Laura a�n no hab�a contado nada, precisamente
porque el comportamiento de Alicia era completamente normal. Manu me sac� del
ensimismamiento en el que estaba inmerso, y en voz baja y sent�ndose sobre la
toalla de espalda a la posici�n en la que se encontraban nuestras hermanas, para
evitar que �stas pudiesen si quiera leerle los labios me dijo:


- T�o, v�monos para arriba, yo ya no
aguanto m�s. Si quieres nos turnamos con la revista, nos metemos en el ba�o
primero uno y despu�s el otro y m�s tranquilos que nos vamos a quedar.


La verdad es que, en esos momentos, por
ver dif�cil la posibilidad de echar un polvo bien con Alicia, bien con Laura, un
buen pajote se me antojaba casi necesario. Pero, ya curtido en intentar evitar
cualquier interrupci�n, ca� en la cuenta.


- Pero tus padres est�n dentro, �no?


- S�, pero est�n viendo la tele en el
sal�n, decimos que vamos a la habitaci�n para jugar a las cartas por ejemplo y
listo.


Joder con Manu, tampoco andaba mal
planeando coartadas. Dicho y hecho, los dos nos fuimos para la casa justificando
ante las chicas que est�bamos ya cansados de tomar el sol y que �bamos a
subirnos un rato a jugar a las cartas, excusa que repetimos ante los padres de
Alicia y Manu una vez nos vieron pasar por el sal�n hacia las escaleras para ir
al piso de arriba.


Una vez en la habitaci�n, Manu sac� la
revista de debajo de la cama, sac� de un caj�n una baraja de cartas y las dej�
sobre una mesa.


- Vete t� primero para el ba�o con la
revista, luego voy yo -dije, mientras dispon�a las cartas sobre la mesa para
preparar la coartada.


Cuando Manu desapareci� tras la puerta del
cuarto de ba�o, situado justamente enfrente del dormitorio, una idea perversa se
me cruz� por la cabeza. Desde la ventana de la habitaci�n pod�a ver parcialmente
a las chicas en la piscina, los �rboles del jard�n se interpon�an en la visi�n,
y me manten�an oculto de posibles miradas de ambas hacia arriba. Volviendo hacia
la puerta, asom� la cabeza para comprobar que nadie sub�a por la escalera.
Entonces comenc� a husmear por los cajones de la c�moda que los vecinos
compart�an para guardar la ropa. Los cuatro cajones superiores pertenec�an a
Manu, y cuando abr� el quinto, encontr� lo que buscaba de forma tan sigilosa, su
ropa interior. El coraz�n me lat�a a mil por hora temiendo ser descubierto, pero
me deleit� contemplando las braguitas y tangas que tantas veces habr�an
sido impregnadas por las humedades m�s �ntimas de Alicia. Saqu� un par de
braguitas del caj�n y las ol�, notando su aroma tamizado por el olor del
detergente, un aroma sutil pero intenso. Pensando en el turno que ten�a en
breves minutos en el ba�o para deleitarme con las fotos de la revista de marras,
decid� guardarme unas braguitas de Alicia en un bolsillo del ba�ador, volviendo
a colocar cada prenda en su sitio. Cerr� el caj�n recordando el lugar que
deber�an ocupar de nuevo tras lo que les esperaba en el ba�o, y me dediqu� a
fantasear con la vecina hasta que o� la cisterna del ba�o vaciarse y el pestillo
del ba�o descorrerse. Manu sali� y sin decir nada se�al� la puerta del ba�o para
indicar que ahora era mi turno. Entr� de inmediato, cerr� la puerta con el
pestillo, cog� la revista, que Manu hab�a dejado encima de una banqueta, saqu�
las braguitas de Alicia y me sent� en la taza del water dispuesto a pajearme a
gusto a costa de mi vecinita. Pero justo en el momento en el que empec� a
masturbarme, aspirando los sutiles aromas de las braguitas que sosten�a en la
mano libre, descubr� que ,colgados detr�s de la puerta del ba�o, estaban
colgados los pantalones de la persona objeto de mis fantas�as en esos precisos
momentos. Levant�ndome de la taza con la polla en perfecto paralelismo con el
suelo, descolgu� los pantalones esperando encontrar debajo las braguitas, esta
vez reci�n usadas de Alicia, y el coraz�n se me puso a mil cuando �stas cayeron
al suelo al descolgar el pantal�n. Las cog� y volv� a sentarme en la taza. Eran
blancas y pude fijarme en que conservaban una apenas visible l�nea un poco m�s
oscura, supon�a que de sudor. Lejos de echarme atr�s por corroborar que esa
l�nea bien pod�a ser un rastro del sudor que su culito hab�a dejado, pas� toda
la lengua por esa zona, lo que me llev� a alcanzar una erecci�n de �rdago. Bien
extendidas, pasaron de la lengua a la punta de mi cipote. Las repas� con la
punta varias veces, frotando con fuerza el algod�n de la tela. Desee correrme en
sus braguitas, aunque era consciente de que aquello no era lo adecuado, as� que
volv� a repasarlas con la lengua justo en el momento en el que alcanzaba el
orgasmo. Una vez recog� todo el semen desperdigado por las baldosas del suelo,
volv� a colocar las braguitas y el pantal�n en el colgador de detr�s de la
puerta y, sin tirar de la cadena, sal� del ba�o. Manu estaba en la habitaci�n y
me ofrec� a volver a esconder la revista debajo de la cama.


- Hostias, se me ha olvidado tirar de la
cadena. Anda, tira t�- dije. En el momento en que Manu sali� de la habitaci�n,
aprovech� para volver a dejar en el caj�n correspondiente la ropa interior que
hab�a cogido de Alicia y que finalmente no hab�a utilizado.


Tras poco m�s rese�able de la ma�ana, mi
hermana y yo volvimos a casa para comer. Seg�n llegamos, no pude esperar a
preguntarla sobre lo que hab�a hablado con Alicia.


- Nada, poca cosa. S�lo que ella no es
virgen, por lo visto lo hizo con un chico con el que se li� en invierno.


La naturalidad con que lo dijo me
sorprendi� bastante, y remat� la �ltima palabra con una fugaz mirada sonriente.


- Dice que fue un poco ca�tico, tambi�n el
chico era la primera vez que lo hac�a, y por lo que me ha contado, seguro que
cuando te la folles dar�s de largo la talla -volvi� a decir con una sonrisa
c�mplice dirigiendo su mirada a mi entrepierna.


- As� que crees que follaremos -dije
intentando disimular la alegr�a e impaciencia que me provocaba el tono seguro de
mi hermana.


- Bastante inter�s ha mostrado cuando le
he descrito el tama�o del poll�n de mi hermanito -dijo como rest�ndole
importancia, sin perder la sonrisa. Su respuesta me dej� tan sumamente confuso
que antes de que pudiese reaccionar, prosigui�-.Le he contado que, el otro d�a,
pude v�rtela sin que t� te dieses cuenta mientras te cambiabas de ba�ador. Ya
ves, le he contado una verdad a medias.


El calent�n que me produjeron estas
palabras hizo que un m�s que sospechoso bulto aflorase dentro del ba�ador que
dispon�a a cambiarme. Comprobando que Laura se hab�a dado cuenta, antes de que
saliese de su boca ning�n comentario al respecto, y tras cerciorarme de que el
pestillo de la puerta estuviese echado, me abalanc� sobre ella plant�ndole un
h�medo beso durante el cual pude explorar cada rinc�n de su receptiva boca con
la lengua. Mis manos no se resistieron a meterle mano, mientras agarraba
fuertemente sus nalgas con la izquierda, introduje la mano derecha dentro de la
braguita de su bikini, notando al tacto lo mojada que estaba, y no s�lo por
tener a�n puesta la prenda con la que minutos antes se hab�a dado un ba�o en la
piscina de los vecinos. Recorr� con los dedos su deliciosa rajita y con la mano
que apretaba sus espl�ndidas nalgas le baj� la braguita hasta la altura de las
rodillas, comenzando entonces a estimular asimismo su ardiente agujerito del
culo. Entre los besos que nos dedic�bamos mutuamente, Laura dejaba escapar
peque�os gemidos de placer, y respondiendo a las caricias que le propinaba, sus
manos me bajaron un poco el ba�ador, lo justo para que mi prepucio se asomase
para ser testigo de la escena. Las manos de mi hermanita lo recibieron furiosas,
comenz� a masturbarme a un ritmo fren�tico. Aprovechando la excitaci�n, la
susurr� al o�do:


- Me encantar�a follarme a la putita de
Alicia, pero sabes que el objetivo principal de esta polla no es otro que este
cuerpo de zorrita que tienes...


Rematando la frase con un lamet�n en la
oreja, not� como le empezaban a temblar las piernas, estaba llegando a un
orgasmo que le hac�a temblar las rodillas. Tuve que sujetarla para evitar que se
cayese, aunque hac�a esfuerzos por seguir mene�ndomela al mismo ritmo. Cuando la
v� un poco recuperada, y momentos antes de que yo llegase tambi�n al orgasmo la
dije que parase.


- Para, no quiero terminar ahora,
prep�rate porque esta tarde te voy a follar viva.


La respuesta de mi hermana fue lanzarse a
mi cuello y regalarme otro beso, hasta que deshicimos el abrazo para cambiarnos
de ropa para la comida.


Despu�s de comer, el ritual de la
sobremesa, con su documental sobre fauna salvaje y los efectos somn�feros que
ejerc�a sobre mis padres, garantizaba otra tarde de descubrimientos con mi
hermana sin sobresaltos. Los preparativos en caso de repentino inter�s paterno
quedaron listos en pocos minutos, y una vez echado el pestillo de la puerta del
dormitorio, los dos hermanitos nos lanzamos al cuello del otro. Los besos,
lametones y mordiscos que nos dedic�bamos fueron suficientes para que la
excitaci�n nos pidiese urgentemente disfrutar de lo que pod�a dar de s� cada
cuerpo. Tanto fue as� que en cuanto Laura not� mi erecci�n contra su vientre, se
puso en cuclillas presurosa a engullirme la polla tras haberme bajado los
pantalones y el calzoncillo de una forma tan sorpresiva como salvaje. Notaba su
lengua jugueteando con mi capullo dentro de su boca, lami�ndolo como si le fuese
la vida en ello, como si tan adorado placer pudiese serle arrebatado en
cualquier momento Mientras tanto, sus ojos s�lo buscaban mi mirada, como
pidiendo mi aprobaci�n por la satisfacci�n que me daba aquella excelente mamada.


- Est�s hecha toda una puta, Laurita.
Ning�n t�o al que le comas as� la polla podr� expresar con palabras su
agradecimiento -acert� a decirle sonriendo con la respiraci�n entrecortada. El
cumplido fue respondido por mi hermana sac�ndose de la boca mi polla para pasar
a masturbarla con el mismo fren�tico ritmo. Sonriendo, sus ojos se iluminaron.


- �No ibas a follarme viva? -susurr�.


Sus palabras me hicieron levantarla
cogi�ndola por debajo de los hombros y darle un h�medo beso mientras mis manos
se afabanban por quitarle toda la ropa. Una vez desnudos, quise tumbarla sobre
la cama, pero ella se resisti� dirigi�ndose a la c�moda en la que guard�bamos la
ropa.


- Espera, que tengo condones. Nos los
dieron en clase en un curso de educaci�n sexual que vinieron a darnos - dijo
mientras hurgaba en un neceser que guardaba en uno de los �ltimos cajones. Sab�a
que tomaba la p�ldora, por una cuesti�n hormonal llevaba meses tom�ndola, seg�n
me enter� escuchando una conversaci�n que tuvo con mio madre, pero seguro que
los condones le daban m�s morbo.


Vi�ndola de espaldas ligeramente agachada
rebuscando en el neceser, no pude reprimir arrodillarme tras ella y buscar con
la lengua su culito. Tuvo que agarrarse bien al mueble para evitar caerse ante
el repentino beso negro que le brindaba. Tras unos minutos, como pudo se di� la
vuelta y fue su ardiente co�ito el que pas� a ser objeto de mis lametones. Entre
jadeos y con la mirada perdida, dej� caer el preservativo que por fin hab�a
encontrado. En cuclillas como estaba yo y sin bajar el ritmo del cunnilingus con
el que le obsequiaba, logr� coloc�rmelo. Par� por un momento, me incorpor�, y
con mi hermana a�n en trance abr� el antepen�ltimo caj�n de la c�moda y le ped�
a aqu�lla que colocase una de sus piernas apoyada a esa altura. Aquella posici�n
era id�nea para penetrarla, pero queriendo disfrutar m�s de la visi�n de su
p�ber chochito, lo cerr� y abr� el de encima. Con una pierna en el suelo y la
otra apoyada sobre el cuarto caj�n de la c�moda contando desde abajo, el
panorama era delicioso. La lubricaci�n de sus propios fluidos, junto con la que
proporcionaba mi saliva, hac�a brillar el co�ito de Laura en la penumbra de la
habitaci�n iluminada por la luz del flexo. Sin paliativos, la abrac� para evitar
que se cayese y para notar su cuerpo caliente contra el m�o, coloqu� la punta
del capullo justo a la entrada de su cuevecita y le ped� que flexionase la
pierna que ten�a apoyada en el suelo. El movimiento, que favorec�a la dilataci�n
de su chochito, hizo que mi polla fuese desapareciendo lentamente en su
interior. Con los ojos cerrados, Laura alzaba lentamente la barbilla como
embriagada por las sensaciones que la inundaban, frunciendo un par de veces el
entrecejo ante el ligero dolor que le provocaba la p�rdida de su virginidad.
Cuando la totalidad de mi verga desapareci� dentro de ella, not� c�mo la presi�n
que ejerc�an sus m�sculos vaginales iba cediendo lentamente. Muy despacio mi
hermana fue abriendo los ojos. Parec�a borracha, una mirada perdida y una
sonrisa se dibujaban en su rostro. Con la misma lentitud con el que se hab�a
introducido mi polla, fue irguiendo la pierna que apoyaba en el suelo, lo que
hizo que de nuevo fuese asomando mi verga. Los dos compart�amos sensaciones
nuevas, nos abraz�bamos, y empez�bamos a imprimirle un ritmo m�s regular a las
penetraciones. Quer�amos gritar de placer, pero aquello era lo �nico que no
pod�amos hacer. Mi hermana adecu� el ritmo de su respiraci�n al de mis
embestidas, que se correspond�an con la flexi�n de sus rodillas. Cuando nos
acostumbramos a la regularidad de los movimientos, quise hacerla gozar m�s y
acerc�ndome a su o�do le susurr�:


- �Est�s bien? -Ella asinti�, parec�a que
no pod�a hablar de lo caliente que estaba-. Lo pregunto porque no se si lo
seguir�s estando cuando empiece a retorcerte los pezones.


Solo las palabras bastaron para excitarla
a�n m�s, lo que not� cuando la v� apretar los dientes y acelerar el ritmo con el
que su co�o hac�a desaparecer mi polla. Acto seguido dej� de sujetarla, abrazada
como estaba a m� dif�cilmente iba a perder el equilibrio y empec� a pellizcarle
con cierta fuerza los enormes pezones. M�s excitaci�n:


- S�iii Javi, retu�rceselos m�s fuerte a
la puta de tu hermana.


Dicho y hecho. Me sorprend�a que la fuerza
que le estaba dando a los pellizcos no la hiciese da�o. De pronto me retir� una
de las manos, la coloc� por debajo de su axila para que la sujetase, y comenz� a
apretarse los pezones de una forma salvaje, los retorc�a entre los pulgares y
los �ndices.


- �F�llame m�s fuerte hermanito! -logr�
decir entre jadeos.


Aprovech� para subir la pelvis hacia
arriba acompasando las flexiones de sus piernas. Sent�a como el capullo chocaba
con el fondo de su vagina en cada embestida. Era brutal. Y ella segu�a
excit�ndose a�n m�s, as� que sin dudarlo, dej� de apretarle los pezones con la
mano con que no la sujetaba y desde atr�s empec� a darle cachetes en el culo, lo
suficientemente fuertes como para que los sintiese por encima de la vor�gine en
la que se concentraba, pero con la cautela de que el sonido no fuese demasiado
alto, no fuese que mis padres despertasen de la siesta y descubriesen con qu� se
entreten�an sus hijos tras las sobremesas. Tras un buen rato bombeando y
respondiendo al castigo que infling�a en sus pezones con sonados cachetes que le
dejaron el culo rojo, la respiraci�n de Laura empez� a ser cada vez m�s r�pida.
Viendo que el orgasmo estaba al caer, aprovech� para separarla de la c�moda y
tirarla boca arriba encima de la cama. Sus ojos, perdidos, no dejaban de
translucir cierta sorpresa.


Abierta de piernas como estaba, decid� regalarle una
nueva comida de co�o; mi lengua sub�a febril hasta el cl�toris, y bajaba hasta
su culito, me deten�a en el perineo y volv�a a subir, empleando los dedos para
explorar sus interioridades y proporcionarle mayor placer. Mi lengua se deten�a
en lamer con fruici�n el agujerito que en cada momento no ocupaban mis dedos.
Justo cuando empez� a revolverse como un animal, salvajemente, en el momento en
el que un enorme orgasmo le sobreven�a, hund� mi polla de nuevo en su interior y
continu� bombeando. La sensaci�n era indescriptible. Mi hermana estaba teniendo
un orgasmo espectacular, mord�a las s�banas para evitar soltar unos alaridos que
hubiesen despertado a todo aquel que se estuviese echando la siesta a 20
kil�metros a la redonda, y los espasmos que proven�an de su interior s�lo hac�an
m�s r�tmicas mis acometidas. Sintiendo que yo tambi�n me corr�a, saqu�
r�pidamente mi polla de su vibrante rajita, me saqu� el cond�n como buenamente
pude, me incorpor�, y cogiendo a Laura por la nuca la levant� lo suficiente para
dirigir a su sonrojada carita una corrida que parcei� no tener fin. Parec�a
incre�ble que ya hubiese vaciado las pelotas aquella ma�ana, porque la cara de
mi hermanita qued� embadurnada por entero de semen. Cuando termin� de todo, ca�
rendido a su lado, sintiendo c�mo iban remitiendo las convulsiones que ella
sent�a. No pod�amos movernos, ni hablar, s�lamente pod�a mirar unos ojos que me
devolv�an la mirada detr�s de lo que parec�a una m�scara transl�cida, fruto de
la enorme e indescriptible satisfacci�n que me hab�a provocado el mutuo
desvirgamiento. S�lo despu�s de unos minutos pude decir:


- Ha sido incre�ble.


Continuar�...


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