Relato: El comienzo (3)



Relato: El comienzo (3)

La noche de aquel domingo no pude dormir. La imagen de mi
papito desnudo no me lo permitia y segu�a sintiendo aquel vac�o indescriptible
en mi est�mago.


Estaba vestida como en la ma�ana: una blusita de pijama y mi
ropita interior, una tanguita muy peque�a.


Era ya casi media noche cuando decid� levantarme y dirigirme
a su habitaci�n. Estaba dormidito, como un �ngel. Me qued� mir�ndolo un buen
rato hasta que no pude m�s. Met� mi mano entre mi ropita interior y comenc� a
masturbarme. As� como suena, porque no era otra cosa lo que hac�a. Me acariciaba
mi cl�toris, primero con un poco de torpeza, hasta que comenc� a conocer mi
cuerpo y mis sensaciones. Entre m�s lo hac�a m�s me excitaba y empec� a imaginar
a mi papito desnudo, con su pene erecto, introduci�ndolo en mi boquita sedienta
de su cari�o.


Me imaginaba que lo lam�a, lo besaba y lo chupaba como a un
bomb�n, hasta casi trag�rmelo y que mi papito me acariciaba la carita dici�ndome
lo mucho que me quer�a. Era tal la excitaci�n que sent�a que mi papito se movi�
en un par de ocasiones y ni me inmut�. Si me hubiera descubierto en ese momento,
creo que se lo hubiera pedido, que me dejara chuparle su hermoso pene. Pero no
se despert�. Me comenc� a desesperar...era como si quisiera meterme entre las
cobijas y luego entre su ropa interior para besarle su pene, pero me control�.


Me sent�a un poco frustrada, pues entre m�s me acariciaba,
m�s me excitaba y mi cuerpo sent�a m�s calor. Llegu� al punto de casi rasgar mi
blusita, por el enorme deseo de estar desnuda. Termin� cansandome as� que me fui
a dormir.



Lo que sucedi� a la ma�ana siguiente marc� la relaci�n con mi
papito, pues hice algo bastante lanzado, como decimos en Colombia. Me levant� a
las 5:30, como lo hac�a normalmente y me dirig� a la cocina donde estaba mi
papito preparando algo ligero para comer. Se deben imaginar que lo hice sin
ponerme nada...es decir, en ropa interior.


Le pregunt� a mi papito c�mo hab�a dormido y me dijo que muy
bien...cuando me vi�, se qued� casi paralizado. No pudo evitar dirigir sus
miradas a mi cuquita, lo que me gust� mucho.



Y t� c�mo dormiste?


Mejor de lo que imaginas, papito...me voy a ba�ar.



Y me volte� dej�ndole ver mis nalguitas que, asum�a yo, le
encantaba mirar.


A partir de ese d�a se repiti� la escena. Sal�a de mi cuarto
en ropa interior sin ning�n pudor, con la �nica intenci�n de deleitar a mi
papito, lo que �l recibi� muy bien, pues nunca me dijo nada al respecto y
siempre se quedaba mir�ndome, sin duda, con deseos.



As� transcurri� el tiempo, sin nada nuevo que contarles. Los
domingos eran de ver a mi papito masturbarse y luiego, en la noche, yo hac�a lo
mismo pensando en �l y en que me met�a su hermoso pene en la boca. Siempre que
pod�a, caminaba en ropa interior. Con mis amigas, me comenc� a comportar m�s
inocente que nunca. Ellas hablaban constantemente de sexo y, en una ocasi�n,
llegaron a hablar acerca de ver desnudo a alg�n hombre, pero nunca pas� de ah�.
Yo simplemente me re�a, como quien no quiere la cosa, pero dentro de m�, cada
vez que se tocaba el tema, fantaseaba con mi papito y ya saben qu� cosa.


Lleg� el mes de noviembre y nos invitaron en el colegio a una
integraci�n de un fin de semana en Sant�gueda que, para los que no conocen
Manizales, es un sitio de recreo a una hora de la ciudad. Manizales es fr�o, al
lado del Nevado del Ruiz, el mismo que hizo erupci�n en el 85 y caus� la
tragedia de Armero...tal vez por eso la puedan reconocer.


Sant�gueda queda una altitud menor y es caliente. Es un sitio
muy agradable, con caba�as y piscinas, y yo ya hab�a ido con mi papito un par de
veces, pero era muy ni�a entonces.


Aquella integraci�n era para los alumnos que eran deportistas
destacados. Ese a�o eran el equipo de baloncesto que sali� subcampe�n en el
intercolegiado y el grupo de porristas. Como dije antes, yo no era muy buena,
pero por estar en el grupo, me llevar�an tambi�n.


A mi papito no le agrad� mucho la idea, ya que dec�a que yo
nunca hab�a ido a ning�n lado sin su compa��a, pero finalmente acept�, a lo que
yo respond� con un gran abrazo y un beso en su mejilla y le dije al o�do:


- Gracias, papito. Te quiero mucho!


Nunca le hab�a dicho a mi papito que lo quer�a y me sent� un
poco apenada cuando lo dije, pero la verdad es que as� lo sent�a y no ten�a nada
de malo expresarlo.


- Yo tambi�n te quiero, mi vida! - respondi� �l. Era tambi�n
la primera vez que me lo dec�a y no se imaginan lo que sent� al escuchar sus
palabras. Eran como dulces para un ni�o.


Finalmente remat� dici�ndome:


- Pero debes prometerme que te portar�s bien y que te vas a
cuidar mucho. Nada de nadar sola ni de irte a jugar con tus compa�eros lejos del
grupo.


A todas las recomendaciones que me daba mi papito yo
respond�a con una gran sonrisa y un complciente:


- Te lo prometo, papito.



Lleg� el fin de semana y, por fin, el viaje a Sant�gueda.
Salimos el s�bado a las 8:00 AM y llegamos pasadas las 9:00, pues hab�a mucho
tr�fico.


Cuando llegamos nos repartieron en tres caba�as: Una para los
hombres y las dos restantes para las mujeres, pues obviamente las porristas
�ramos m�s. En total, hab�a 13 hombres y 32 mujeres. En cada caba�a hab�a solo 8
camarotes, por lo que el compromiso nuestro era compartirlos. Yo compartir�a
camarote con Sandra que, como dije antes, era mi mejor amiguita.


Despu�s de acomodarnos en nuestras dormitorios, ten�amos
programada una actividad de integraci�n a las 11:00 AM. Cuando llegamos a las
canchas, donde se llevar�a a cabo, Sandra y Luisa comenzaron a hablar sobre
licor y el deseo que sent�an de tomar, porque, al fin y al cabo era un paseo,
seg�n sus propias palabras.


Yo nunca hab�a bebido, ni siquiera una cerveza, pero al
pensarlo me dieron ganas de probar. Ya saben ustedes lo que sucede a los 13
a�os. Uno quiere experimentar de todo. Sobre todo lo que hacen los amigos.


Sandra y Luisa ya hab�an tomado varias veces e incluso en
alguna ocasi�n llevaron aguardiente Crystal al colegio, que es el licor de mi
bella tierra caldense, as� que les pregunt� si no hab�an llevado en esa ocasi�n
y me dijeron que entrar licor a Sant�gueda era muy dif�cil, por lo que nos
tendr�amos que aguantar las ganas...l�stima!



Esa hora transcurri� en medio de juegos y rondas, t�picas de
los paseos de colegio en los que asisten profesores, que se las quieren dar de
ni�os, como dec�amos nosotras. Al medio d�a fuimos a almorzar y solo nos
permitir�an entrar en las piscinas despu�s de las dos, cuando repoz�ramos.



...



Ya en la caba�a, me met� al ba�o y me puse el vestido de
ba�o. Era azul con flores peque�as, a m� me gustaba mucho, pero ya me estaba
quedando un poco chico, pues lo hab�a comprado hac�a un a�o y hab�a crecido y
mis caderas se hab�an ensanchado notoriamente. No era una modelo, pero para los
trece a�os, ten�a un buen cuerpecito. Tal vez por eso mi papito se deleitaba
tanto mir�ndo mis nalguitas. Se hoy en d�a, por experiencia, que a los hombres
la parte del cuerpo femenino que m�s les gusta son sus nalgas, con muy pocas
excepciones.


Salimos a nadar y Sandra me coment� que mi vestido me quedaba
muy chico...que seguro todos me mirar�an mucho, lo que no me desgrad�.
Simplemente le pregunt�:


- Me queda feo? Me veo mal?


- No, para nada. Le queda my bonito, solo que un poco
chiquito y de pronto al nadar se le baja y se le ve todo, amiga.


- Yo nado con cuidado - le dije.



...



Eran casi las cuatro y yo estaba acostada boca abajo sobre mi
toalla, descansando y bronce�ndome, cuando se me acerc� Juan Diego, uno de los
del equipo de baloncesto y me salud�. Fue muy directo y me dijo que �l y
Sebasti�n, otro del equipo, me hab�an escuchado cuando hablamos acerca de tomar
y que ellos ten�an aguardiente, si yo quer�a.


Le dije que si no hab�a peligro que nos descubireran, a lo
cual �l respondi� que lo har�amos en la caba�a de ellos, donde no nos
encontrar�an, porque all� los profesores nunca van. Que ellos manten�an dando
vueltas por la caba�a de las ni�as, lo cual era cierto.


Entonces le propuse que le dij�ramos a Sandra y Luisa, a lo
que �l me dijo que no, porque ellos no les ca�an bien a ellas. La verdad es que
ninguna de las dos hizo nunca un comentario acerca de eso. Se lo hice saber y me
dijo que hab�an tenido un malentendido y que prefer�an que no les dijera a
ellas, que si quer�a as�, que ellos ten�an aguardiente...y a�adi� que tambi�n
ten�an cerveza en lata, por si no me le med�a todav�a al trago m�s fuerte.


Lo pens� un poco y acept�. En �ltimas, siempre he sido de
experimentar cosas nuevas, desde muy ni�a y quer�a probar el licor.


Quedamos en encontrarnos en la caba�a de ellos en cinco
minutos.



...



Cuando llegu� a la caba�a de los muchachos, solo estaban Juan
Diego y Sebasti�n, lo que me tranquiliz�, porque no quer�a ser descubierta por
nadie.


Entramos al cuarto donde ellos estaban acomodados y sacaron
de sus morrales unas cervezas y una botella de aguardiente, ya descorchada, y me
ofrecieron a beber de inmediato: El primer trago que me tom� en mi vida. Sent�
que me quemaba la garganta y comenc� a toser, por lo que Sebasti�n me ofreci� de
la cerveza que estaba tomando. La recib� y me di un trago. Sab�a amarga, pero
ayudo a pasar el mal sabor del aguardiente.


- O sea que usted nunca hab�a tomado? - pregunt� Juan Diego.


- No. Es la primera vez.


- Ah! Fresca que el segundo sabe mejor. Tome!


Y me pasaron la botella de nuevo. No se por qu� acept� tomar
tan r�pido, pero lo hice. Me ech� otro trago, esta vez m�s peque�o y sent� como
bajaba por mi garganta. Juan Diego ten�a raz�n: el segundo trago supo mejor y
pas� con m�s facilidad. Sebasti�n destap� una cerveza y me la dio.


As� continu� por un rato, tomando aguardiente y pas�ndolo con
cerveza. Ellos no lo hac�an as� que les pregunt� la raz�n. Me dijeron que era
porque no lo necesitaban, que era para m�, porque era a m� a la que no me pasaba
el trago f�cil.


Como no hac�amos nada, les propuse que jug�ramos algo. Me
dijeron que ten�an cartas, que pod�amos juagar algo con ellas.


Jugamos durante un rato y la verdad, ya me estaba sintiendo
un poco mareada. Les pregunt� si ellos tomaban solos o con sus amigos y me
dijeron que esta vez lo hav�an solo, porque nadie m�s hab�a colaborado para la
compra del licor. Me pareci�n justo y me tranquilic�, pues la idea que vinieran
los dem�s y me pillaran en esa habitaci�n cerrada tomando con ellos dos no me
agradaba.


Fe en ese momento cuando Sebasti�n comenz� a charlar conmigo.


- Cu�ntos a�os es que tiene usted, Tatiana?


- 13, por qu�?


- No, por curiosidad.


- Le queda muy bonito el vestido de ba�o, Tatiana
-interrumpi� Juan Diego.


- Gracias - dije yo.


- Pero c�mo le queda por detr�s?


Como estaba sentada en el piso de frente a ellos, solo me
ve�an de frente. Yo me levant� inmediatamente y di una vuelta entera, muy
despacito, para que me observaran. Ya recordar�n los lectores que me agradabe
mucho que me miraran y eo me recordaba a mi papito y cuando miraba mis
nalguitas. En este caso no hab�a mucha diferencia, pues dado lo peque�o del
vestido, se me hab�a tragado por completo, as� que qued� como si usara una
brasilera. Aprovech� y me saqu� la tanga muy despacio, y me la acomod�.


Volte� y les sonre�. Fe en ese momento cuando Sebasti�n me
pregunt�:


- Alguna vez le ha visto el chimbo a un hombre?


Me qued� perpleja. Chimbo es como se le llama en Colombia
vulgarmente al pene. No se si en otros pa�ses se les llame igual. Sin embargo,
la pregunta no me desgrad� y le dije:


- No, nunca. Por qu�?


- Quiere que le mostremos el chimbo?


Me qued� callada por unos segundos y luego le dije:


- Por qu� no!


- Pero con una condici�n: Que usted tambi�n nos muestre su
chimba.


- Ah no! Eso no. Si quieren as�, s�. O si no me voy ya.


La amenaza era seria. Es cierto que me agradaba que me
vieran, pero sent�a que de una manera tan brusca no se pod�an dar las cosas.
Prefer�a el juego y las cosas despacito. A�n hoy lo siento as�. Me gusta mucho
la seducci�n y, sobre todo, jugar.


Ellos se miraron y finalmente aceptaron. Observ� sus
pantalonetas de ba�o y me percat� que ambos ya lo ten�an erecto. Eso me pareci�
muy gracioso, pues mi papito primero se lo acariciaba y ah� s� se le pon�a duro.
Me dijeron que me sentara en el suelo otra vez, lo cual hice de inmediato. Se
bajaron las pantalonetas y me dejaron ver sus penes. Eran distintos al de mi
papito, pues eran peludos, lo cual no me acab� de gustar. Sin embargo, eran
agradables. Sebasti�n lo ten�a un poco m�s grande que Juan Diego, a pesar que
eran iguales de estatura y corpulencia. Me qued� extasiada al verlos, sobre todo
cuando Juan Diego comenz� a masturbarse como lo hac�a mi papito. Eso s� que me
gust�!


- Bueno, Tatiana...c�mo le parecen? - me pregunt� Sebasti�n.


- No se - le dije nerviosa.


- Tranquila! Si quiere t�quelos.


En ese momento me sent� desvanecer. Sent�a mojada mi cuquita
y mi coraz�n comenz� a latir con m�s fuerza. Y de nuevo aquel vac�o en mi
est�mago y el calor en mi vientre. Por un momento dud�, pero luego simplemente
lo hice. Agarr� el pene de Sebasti�n, que era el que m�s me gustaba y lo met� en
mi boca de una sola vez. Comenc� a chuparlo como hac�a con los bombones y
descubr� encantada que Luisa ten�a raz�n. Era much�simo m�s rico chuparle el
pene a un hombre que chupar bomb�n. Con mi mano izquierda lo apretaba y con mi
boca lo chupaba, as� que decid� ocupar mi mano derecha agarrando el pene e Juan
Diego. El reacion� dici�ndome que se lo chupara a �l tambi�n, lo cual hice
inmediatamente. Su pene ten�a una forma un poco m�s alargada, y no tan gruesa
como el de Sebasti�n y ten�a un extra�o sabor amargo. Pens� inicialmente que era
tal vez por el cloro, pero luego me di cuenta que no era eso. Juan Diego se
hab�a orinado en la piscina y su pene conservaba parte de ese sabor. Sin
embargo, debo decir que estaba tan excitada que no me import� aquello y continu�
chup�ndo los penes de ambos, un momento uno y al siguiente el otro.


Sebasti�n me pregunt�:


- Todas las ni�as de noveno son tan arrechas como usted?


Arrechas? Jam�s me hab�an dicho eso. Por supuesto sab�a el
significado de la palabra, pero nunca pens� que alguien me lo dijera. Me sent�a
extra�a, pero de nuevo no me import�. Simplemente sonre� y le dije:


- No se. C�mo voy a saberlo!


Estaba muy nerviosa, pero encantada por lo que pasaba.
Mientras les chupaba sus penes, imaginaba que era mi papito el que me estaba
metiendo su hermoso pene en mi boquita. Cerraba mis ojos y me lo imaginaba
dici�ndome: "te quiero mucho, mi vida". Y me comenc� a sentir m�s mojada y m�s
excitada.


- Y usted, Tatiana. Est� muy arrecha? - pregunt� Juan Diego.


La verdad es que en ese momento perd� el control un poco y le
dije:


- S�, estoy muy arrecha. Por qu�?


- Qu� tan arrecha est�?- agreg� Sebasti�n.


- Mucho. Por qu�?


- D�game qu� tan arrecha est� y le digo por qu�.


- Estoy muy arrecha. Eso es todo.


En ese momento Juan Diego se separ� de nosotros y se dirigi�
a la puerta. La abri� y aparecieron tres muchachos m�s, tambi�n del equipo de
baloncesto.


Me asust� much�simo y dej� de chup�rselo a Sebasti�n, ante lo
cual �l reaccion� dici�ndome:


- Tranquila! No se preocupe. Simplemente que si est� muy
arrecha entonces ch�peles el chimbo a ellos tambi�n.


La sola idea era una locura, pero estaba tan excitada que
acept� sin dudarlo. Solo les puse la condici�n que ser�an ellos y nadie m�s.
Aceptaron y cerraron la puerta. Le pusieron seguro y se desnudaron
completamente. Se acomodaron uno al lado del otro, en fila y yo me dediqu� u
buen rato a chupar, uno por uno, los cinco penes que ten�a enfrente m�o. Era una
sensaci�n alucinante. Cuando me cansaba de uno, me met�a otro a la boca y pod�a
lamerlos, besarlos y hasta ponerlos en mis mejillas, una sensaci�n que a�n hoy
disfruto mucho.


Los otros tres yo no sab�a ni c�mo se llamaban, pero no me
importaba.


Uno de ellos se apart� del grupo y se hizo justo detr�s de m�
y comenz� a tocarme las nalguitas. Me agradaba, pero lo separaba con mi mano y
le dije a Sebasti�n que recordara el compromiso. Sebasti�n le dijo que me dejara
a lo cual el dijo:



Usted c�mo es que se llama?


Tatiana.


Buieno, Tatianita. Usted ya nos vio empelota a los cinco.
Por qu� no nos deja verla? Aunque sea solo el culito, s�?



Segu� chupando uno y luego otro cuando volv� a sentir la mano
de aquel muchacho en mis nalgas. Esta vez no hice nada y le permit� acariciarme.
Eso me excitaba m�s. De pronto, me baj� la tanga de un solo tir�n. Yo estaba
arrodillada, as� que fue muy f�cil para �l hacerlo. Fe tanto el gusto que sent�,
que no reaccion� y le permit� seguir acarici�ndome. Como solo pod�a chupar uno a
la vez, los otros cuatro se masturbaban, mientras yo les iba atendiendo por
turnos. El que me baj� la tanga me comenz� a acariciar en mi cuquita suavemente.
Mov�a el dedo alrededor de mi cl�toris y me puso a reventar. Comenc� a temblar y
eso me record� a mi papito, por lo que no me pod�a detener. Fe en ese momento
que sent� algo tibio y lechoso en mi baja espalda y que bajaba lentamente por la
comisura de mis nalgas. Era el semen del muchacho que hab�a eyaculado sobre m�.
La sensaci�n solo logr� excitarme m�s, as� que yo misma comenc� a masturbarme,
mientras sent�a la mano del muchacho refregarme su semen en mis nalguitas y en
mi cuquita. Por un momento me concentr� solo en el pene de Sebasti�n. Fue ah�
cuando �l me dijo:


- Ch�pemelo m�s r�pido que voy a terminar. H�gale, Tatiana
-dec�a mientras me tomaba de la cabeza con fuerza y me la mov�a m�s r�pido.


Despu�s de unos segundos comenc� a escucharlo gemir y, por
fin, lo sent� en mi boca. Hab�a terminado en mi boca y me dec�a una y otra vez
que me lo tragara. Lo hice de un solo empuj�n, m�s por la presi�n que �l pon�a
en mi cabeza, que por gusto propio. Meses despu�s de esto escuch� a una amiguita
del connjunto decir que el sabor del semen depend�a de lo que hab�a comido el
ho,bre el d�a anterior. Si esto era as�, entonces Sebasti�n hab�a comido salado.
Cuando lo sac� de mi boca, su pene estaba limpio, brillante y con signos de
debilidad. Fe entonces cuando reaccion� y me di cuenta que no ten�a el sost�n
del vestido de ba�o y que estaba completamente untada de semen por todo el
cuerpo. Estaba tan concentrada en el pene de Sabasti�n, que no me di cuenta que
los tres que faltaban tambi�n hab�an terminado en mi cuello, en mi cabello y en
mis senos y me refregaron por todo el cuerpo su leche. Uno de ellos se hizo
detr�s de m� y me abri� las piernas, yo lo permit�, pues segu�a masturb�ndome y
no paraba mi excitaci�n. De pronto sent� que me meti� un dedo en mi culito, al
igual que antes, de una sola vez. Me doli� hasta el carajo, as� qe apret�
instintivamente las nalgas y el me dijo:



Eso...apriete m�s que as� le gusta m�s.


S�quemelo que me duele -le dije. Y le tom� la mano y lo
saqu� de otro tir�n.



Los dem�s soltaron a re�r y me miraban como quien se burla de
alguien.


Me sent� muy mal. Estaba arrodillada, con mi tanga en las
rodillas y no sab�a d�nde estaba mi sost�n. Me puse en pie, me sub� la tanga y
busqu� por todos lados el top. Estaba sobre el camarote. Lo tom� me lo puse y
sal� corriendo hacia la puerta.


- Espere, Tatiana. No se vaya -dijo Sebasti�n-. Es solo que
se ba�e y ahorita nos la comemos.


Todos rieron m�s fuerte. No lo soport� y me fui corriendo. El
problema es que estaba embadurnada de semen por todo el cuerpo, hasta el
cabello, as� que cog� una toalla de ellos y me la puse. Me fui corriendo hacia
la caba�a donde yo deb�a estar. Entr� y me dirig� inmedi�tamente a la ducha.
Pas� sin saludar a Sandra que se qued� detr�s de la puerta de la ducha
pregunt�ndome lo que me ocurr�a. Le dije que nada y le ped� que me pasara mi
morral.



...



Cuando sal� de la ducha, encontr� a Sandra en el camarote
envuelta en una toalla, dispuesta a ba�arse. Me pregunt� de nuevo lo que me
suced�a, pero yo simplemente le dije que ya se me pasar�a. Hab�a estado llorando
en la ducha y se notaba en mis ojos. la verdad es que me sent�a sucia. No se
imaginan la forma como me estregu� por todo el cuerpo, trat�ndome de quitar el
semen ya seco de aquellos muchachos. Sent�a que me hab�an usado y que se hab�an
burlado de m�. Me acerqu� a Sandra y me recost� sobre el camarote. Ten�a puesta
mi ropa interior y la toalla encima, as� que me la quite. Ella se acerc�
cari�osamente y me abraz�. Mi cabeza qued� sobre su pecho y v� c�mo la toalla se
deslizaba y me permit�a observar sus senos. Debo decir que hasta hoy no he visto
senos m�s hermosos que los de mi amiguita Sandra. Eran peque�os y firmes, sus
pezones eran rosados y muy provocativos. En ese momenot dej� de mirar a mi
amiguita como siempre lo hab�a hecho. Sin embargo, todo qued� as�, pues ella era
mi amiga y no me atrev�a a hacer algo m�s. Adem�s, no estaba de humor para nada.
Debo decir que la excitaci�n no se hab�a ido del todo. Es m�s, lleg� a aunmetar
un pco al observar a Sandra, pero no ten�a ninguna intenci�n de algo m�s.



...



Por lo que quedaba de s�bado, no sal� de la caba�a para nada
y el domingo sal� solamente para montarme al bus que nos llevar�a de regreso a
Manizales. No sab�a c�mo reaccionar al ver a Juan Diego, Sebasti�n y sus otros
tres amigos, pero ten�a que enfrentar la situaci�n...


Cuando llegamos al bus, ya casi todos se hab�an montado,
excepto Juan Diego y Sebasti�n, que estaban, sin duda, esper�ndome.


Sub� presurosa al bus y Sebasti�n, detr�s m�o.


Yo estaba usando una peque�a faldita, as� que sub� con mucho
cuidado.


Me dijo que me ayudaba con mi morral, cosa que no acept�. No
pude ni mirarlo a los ojos. Me sent� atr�s, como normalmente acostumbraba, al
lado de la ventana y Sebasti�n se sent� detr�s de m�. Me dijo al o�do que me
ten�a que ir al lado de �l o contar�a en todo el colegio lo que pas� la tarde
anterior. Le dije que por favor no hiciera eso, a lo que �l contest� que no lo
ha�a si me iba con �l. El bus era muy grande y nadie m�s se hizo en la parte de
atr�s. Cuando subieron Sandra y Luisa las mir� y les sonre�...ellas se sentaron
juntas m�s adelante. Los profesores siempre viajaban en el primer puesto.



Cuando el bus arranc�, Juan Diego y los otros tres muchachos,
de los cuales supe despu�s se llamaban Andr�s, Juli�n y Juan Pablo, se
dirigieron a la �ltima silla. Fu� en ese momento cuando comenz� Sebasti�n a
hablarme:


- S�base la falda, Tatiana.


- QU�?


- Eso...que se la suba...h�galo.


- Aqu�?


- S�, aqu�. Queremos verla. Lo que pasa es que usted ayer nos
dijo que estaba muy arrecha y nosotros queremos saber si usted es tan arrecha
como para que haga lo que le digamos aqu�, mientras llegamos a Manizales.


Qued� perpleja. Lo que Sebasti�n me estaba diciendo era
incre�ble, pero a la vez, el temor de ser descubierta me empez� a excitar. Ya
saben los lectores la man�a que tenemos algunas mujeres de correr riesgos, pues
eso nos enciende m�s.


A partir de ese momento era otra persona e hice lo que me
pedi� Sebasti�n.



Me sub� la falda y les dej� ver mi ropa interior, que era la
misma que ten�a aquela ma�ana de domingo en que mi papito me vio en la cama
dispuesta para �l. Lo que sent� en ese momento no lo puedo describir...fue tal
mi excitaci�n, que me quit� la brasilera de manera que nadie se diera cuenta y
comenc� a masturbarme delante de ellos. En �ltimas, qu� mas daba que me vieran
si ya lo hab�an hecho el d�a anterior!



Sebasti�n me empez� a tocar y a meter los dedos de su mano
izquierda entre mis nalguitas y me preguntaba susurr�ndo: "Est� muy arrecha?", a
lo que yo respond�a moviendo la cabeza. e vez en cuando par�bamos, pues alguien
se levantaba de su silla a hacer recocha, pero continu�bamos de nuevo y yo
estaba a estallar. En ese momento, Sebasti�n me pregunt�:


- Tatianita, no le gustar�a que nos la comi�ramos entre los
cinco?


Me lo pregunt� tres veces hasta que yo le respond� que s�. NO
estaba en mis cabales, solo me dejaba llevar por la excitaci�n y por las
palabras de Sebasti�n que me hac�an enrojecer de solo imaginarlo.



...



Cuando llegamos a Manizales, uno de los profesores se levant�
y dijo:


- Los que se quedan en el Terminal...ah� deb�a quedarme yo,
pues viv�a en Campohermoso (esto, para los que conocen Manizales). Me levant�
r�pidamente y me baje del bus, no sin antes despedirme de Sandra y Luisa y del
resto de mis compa�eras..."chao a todos", dije.


Cuando me baj� me percat� de un detalle: NO me hab�a puesto
mi tanguita de nuevo...Deb� seguir hasta mi apartamento sin nada debajo de la
falda.


Iba muy excitada por lo que hab�a sucedido en el viaje de
regreso y el hecho de no llevar nada en mi cuquita me hac�a seguir pensando en
cosas cada vez m�s calientes y excitantes, hasta volver una y otra vez a la
imagen de mi papito. Quer�a verlo y abrazarlo, decirle lo mucho que lo quer�a y
sobre todo, chuparle su pene para que pudiera descargar toda su lechita en mi
boca, como lo hab�a hecho Sebasti�n.


Me sent�a un poco mal por eso, pues hubiera querido en ese
momento que el primer y �nico semen que me tragara fuera el de mi papito, pero
ya estaba hecho y mi papito no se enterar�a.



...



Cuando llegu� a casa, mi papito no hab�a llegado. Record� su
partido de f�tblo, as� que me dediqu� a esperarlo. Cuando sent� la puerta
abrirse, me acost� boca abajo en la cama y me sub� la falda, para que mi papito
pudiera ver mis nalguitas, como tanto le encantaba. De nuevo, fing� estar
dormida y me puse la cobija en la cabeza; solo que esta vez dej� un espacio para
ver la reacci�n de mi papito.


Cuando lleg�, se qued� parado en la puerta de mi habitaci�n,
observ�ndome. Cinco segundos despu�s, se baj� la sudadera, la pantaloneta y el
boxer, muy despacio, como para no despertarme y comenz� a acariciarse su pene.
El espect�culo era tan bello que, contrario a lo que los lectores se podr�n
imaginar, no hice nada. Solo me qued� observ�ndolo, deleit�ndome con su hermoso
pene y con la forma como lo acariciaba. Despu�s de unos minutos, me volte�, y le
dej� ver mi parte m�s linda, mi cuquita. Mi papito se detuvo por un momento,
pero luego continu� y comenz� a hacerlo m�s y m�s r�pido...unos instantes
despu�s, sali� r�pido y se meti� al ba�o.



Al rato, regres� a mi habitaci�n, me baj� la faldita, me
cobij� y me bes� en la mejilla. Luego dijo suavemente:


- Te quiero mucho, mi vida!



Y se retir� a su habitaci�n.



�


....




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Relato: El comienzo (3)
Leida: 20224veces
Tiempo de lectura: 18minuto/s





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