Relato: Cornudo desde una jaula





Relato: Cornudo desde una jaula


Cornudo desde una jaula



La curiosa historia de c�mo durante una hora me vi forzado a
observar


a mi mujer en brazos de otro hombre.




Estoy casi seguro, que de no haber sido por la calentura del momento, ni
Laura ni yo nos habr�amos embarcado en semejante apuesta a ciegas.


Fue un s�bado normal y corriente, como cualquiera de los otros cincuenta y
dos s�bados que tiene el a�o, sin nada que celebrar, ning�n aniversario, ning�n
cumplea�os, nada absolutamente lo diferenciaba de cualquier otro s�bado.


Como tantas otras veces, hab�amos quedado para comer con una pareja amiga,
Ana Maria y Mario, los cuales al menos una vez al mes nos llamaban para quedar y
re�rnos un rato juntos mientras tom�bamos un bocado.


Nuestra amistad con ellos databa de a�os atr�s, ya que nos conoc�amos desde
nuestra �poca de noviazgo, y nuestro grado de confianza con ellos hab�a llegado
a tal punto que ning�n tema se consideraba tab� en nuestras conversaciones.


Sin embargo, aunque pueda parecer lo contrario, y Ana Maria estaba m�s buena
que el pan con chocolate y de buena gana me hubiera pegado un revolc�n con ella,
hasta el momento, el mutuo respeto entre las dos parejas nos hab�a mantenido
sexualmente en camas separadas.


En aquella comida hab�a corrido demasiado vino, demasiadas conversaciones
picantes, demasiados chupitos, y demasiadas veces hab�a aparecido en la
conversaci�n las palabras sexo, polvo, corrida, mamada, etc...


Pero como en tantas reuniones anteriores con dicha pareja, eso hab�a sido
todo. Tras las risas e indirectas habituales cada pareja nos fuimos por nuestro
lado a calmar nuestra calentura en la intimidad del hogar o donde a cada uno le
apeteciera.


Mi mujer y yo llegamos a casa bien pasadas las seis de la tarde, con la
libido por las nubes y la cabeza d�ndonos vueltas a causa del alcohol. As� que,
�para qu� andarse con rodeos?


Nada mas cerrar la puerta de entrada comenzamos a quitarnos la ropa para
llegar a nuestra habitaci�n ya �nicamente cubiertos por nuestras prendas
interiores, que en el caso de Laura eran mas bien min�sculas.


Siempre nos hemos tenido por una pareja bastante liberal, de los que le dan
igual o m�s importancia a los juegos preliminares como al coito en si, y aun
siendo un matrimonio bien entrado en los treinta, nos encanta poner a trabajar
nuestra imaginaci�n para crear morbosas situaciones e idear nuevas fantas�as que
impidan que la monoton�a sexual se apodere de una convivencia que ya se acerca a
los tres a�os de casados.


Me tire boca arriba en la cama d�ndome vueltas toda la habitaci�n a causa del
medio pedal que hab�a cogido comiendo, y aunque todos mis pensamientos se
concentraban en echarle a mi mujer uno de nuestros polvos m�gicos, lo mas que me
permit�a el alcohol ingerido era que mi polla adquiriese un estado de semi
erecci�n.


Laura, a la que tambi�n le brillaban los ojos a causa de la bebida, enseguida
se dio cuenta de que mi herramienta no estaba precisamente para tirar cohetes,
pero como estaba tan deseosa como yo de calmar su calentura, r�pidamente se puso
manos a la obra para solucionar el problema.




�� Uy, uy, uy!! Este mu�equito aun esta medio dormido. � Empez� a decirme
con voz mimosa mientras manoseaba mi paquete por encima de los calzoncillos.
� Tendremos que buscar la forma de que se ponga en posici�n de guerra.




Con su expresi�n m�s felina se quito el sujetador y se sent� sobre m�, con
una pierna a cada lado de mis caderas, haciendo coincidir su sexo con mi
amorcillado pene, aunque separados aun por nuestra ropa interior.


Comenz� entonces a practicar uno de los juegos que m�s le divert�an a mi
esposa, consistente en restregar su entrepierna por todo lo largo de mi rabo
hasta que sus jugos vaginales empaparan completamente sus braquitas hasta el
punto de que tanto rozamiento hace que la tela se vaya metiendo por entre los
pliegues de su rajita.


A m� tambi�n me encanta ese juego, disfruto al m�ximo sobando sus bien
formadas tetas y pellizcando sus pezones provoc�ndole suspiros entremezclados
entre el dolor y el placer que le hacen levantar la vista hacia el techo y su
larga cabellera rubia cae suelta a su espalda.


Aparte de la placentera sesi�n de rozamiento que nos proporcionamos
mutuamente, de un tiempo a esta parte y en much�simas ocasiones, acompa�amos
nuestro juego con obscenas conversaciones donde uno de los dos adopta el papel
de alg�n conocido mutuo, simulando alg�n tipo de intercambio que haga crecer aun
m�s la excitaci�n entre nosotros.


Ni que decir tiene, que en esa tarde de s�bado la pareja ideal para formar
parte de nuestras fantas�as era la formada por Mario y Ana Maria, ya que tanto
mi mujer como yo perd�amos el sue�o por darnos un buen revolc�n con ellos.


As�, cuando Laura mov�a su trasero hacia delante y hacia detr�s restregando
su co�o contra mi polla a trav�s de nuestra ropa interior, yo la iba animando a
que s� arrambara con mas fuerza dici�ndole lo que disfrutar�a si el nabo que
separaba sus labios vaginales por la fuerza de la presi�n fuera el de Mario en
vez de el m�o.


Al mismo tiempo, ella me instaba a que no dejara de magrearle las tetas,
imaginando que eran los tan ansiados pezones de Ana Maria los que aplastaba
entre mis dedos, y que estoy seguro deben de ser tan sabrosos como los de mi
mujer.




�� Mmmm.....!! Ssiii.... Esta es la polla que yo quer�a. � Me iba
susurrando Laura mientras cabalgaba sobre m�, aunque le hubiera gustado
estar haci�ndolo encima de Mario. � Gorda y dura, no como la de mi marido,
que m�s que ponerme cachonda, me da pena.




A m� me pon�a tan caliente �l echo de que mi mujer simulara estar
revolc�ndose con Mario, como imaginar que las tetas que se moldeaban bajo la
presi�n de mis manos pertenec�an a nuestra querida amiga Ana Maria.




Pero que buena que esas, Ana Mari. � Le dec�a yo sin dejar de juguetear
con sus duros pezones. � Te tengo que follar por los tres agujeros en un
mismo polvo.




Y as�, dando plena libertad a nuestras fantas�as, a los pocos minutos nos
encontr�bamos totalmente desnudos, con mi verga totalmente tiesa y en lucha
contra el alcohol por mantenerse en ese estado el mayor tiempo posible.


Al final, como ninguno de los dos est�bamos en plenas facultades como para
terminar echando un polvo de los que se recuerdan durante semanas, acabamos
mont�ndonos un sesenta y nueve en el que mientras Laura se tragaba mi polla con
avidez al tiempo que me masajeaba los huevos, yo le com�a el co�o con todas las
ganas y le met�a uno de mis dedos en el culo intentando proporcionarle el mayor
placer posible.


Los dos experimentamos una buena corrida aquella tarde, pero no lo
suficientemente placentera como para calmar la calentura acumulada durante la
comida, y fue entonces, cuando recostados los dos en nuestra cama, comenz�
realmente a gestarse la peculiar "infidelidad" de la que fui objeto.


Tras la sesi�n de sexo oral que acab�bamos de tener, nos pusimos a comentar
lo agradable que seria hacer un intercambio con nuestros amigos, como se lo
tomar�an ellos y como nos lo tomar�amos nosotros, si llegado el momento, a m� me
excitar�a ver a Mario follandose a mi mujer o si por el contrario me resultar�a
doloroso el contemplar a Laura con otro t�o.


Del mismo modo, hablamos de c�mo soportar�a mi mujer el ver a Ana Maria
haci�ndome una mamada en toda regla, o si seria capaz de sostenerme la mirada
mientras enculaba salvajemente a nuestra amiga.


Para ser sinceros, los dos alberg�bamos serias dudas de cual seria el
resultado tras un hipot�tico intercambio con Ana Maria y Mario, ya que hasta el
momento, nuestra m�s excitante travesura se hab�a producido unos meses atr�s,
cuando en una noche en la que hab�amos ingerido mas alcohol del recomendable,
nos metimos en un club liberal de nuestra ciudad y Laura me hizo una soberana
paja delante de otra pareja que hacia lo propio mientras nos contemplaban, pero
eso hab�a sido todo.


El caso es que, medio en broma medio en serio, mientras continu�bamos sobre
la cama metiendonos mano, uno de los dos, o quiz�s conjuntamente, (es dif�cil
recordar las palabras exactas que pronuncias cuando la cabeza te da vueltas),
decidimos hacer una especie de sorteo de fantas�as que los dos nos
compromet�amos a llevar a la realidad, o al menos intentarlo.


En resumidas cuentas, no se nos ocurri� otra cosa que escribir cada uno de
nosotros nuestras tres fantas�as mas deseadas en otros tantos papelitos que
doblamos cuidadosamente sin revelar su contenido a nuestra pareja.


Cada notita deb�a de contener una �nica palabra en relaci�n con la fantas�a
deseada, y el "ganador" del juego no desvelar�a ni una sola pista hasta que
llegara el momento de materializar el deseo premiado.


Como os pod�is imaginar, en el primer papelito yo escrib� la palabra
"intercambio", en clara alusi�n a arriesgar nuestra amistad proponi�ndoles el
mismo a Ana Maria y Mario.


En segundo lugar, eleg� la palabra "lesbiana", con la esperanza de montarme
un tr�o con mi mujer y alguna otra chica cuya �nica condici�n que deber�a
cumplir seria le d� ser lesbiana.


Como ultimo deseo escrib� la palabra "cine", ya que desde bastante tiempo
atr�s pensaba proponerle a mi esposa el visitar un cine porno, donde intentar�a
echarle un polvo a la vista de todos, y si alguien se apuntaba a la fiesta,
tanto mejor.


Con los seis papelitos ya escritos y doblados de forma que cada uno pareciera
una peque�a canica, Laura tubo la genial idea de juntarlos todos en uno de los
cazos de su sost�n, y despu�s de remenearlos durante unos segundos, me tapo los
ojos con una mano y me acerco el sujetador a la boca para que con mis labios
sacara la nota con la fantas�a premiada.


Acto seguido, y demorando morbosamente el instante de desvelar cual de
nuestros sue�os seria cumplido, Laura deposito las cinco bolitas de papel
restantes en el cenicero, y con absoluta parsimonia les planto fuego con el
encendedor hasta que de ellas no quedo mas que ceniza.


Por fin, desnudos como est�bamos sobre la cama, mi mujer cogi� el papelito
que yo aun conservaba entre los labios y con una maliciosa sonrisa en la boca lo
fue desenvolviendo con lentitud.




"Coca cola de dos litros" � Me dijo pas�ndose la lengua sensualmente por
los labios y ense��ndome el arrugado papel para que yo tambi�n pudiera
leerlo. � Parece que la fantas�a ganadora es m�a.




Me quede totalmente anonadado. �Coca cola de dos litros? �Qu� co�o quer�a
decir eso? Sin lugar a dudas, Laura hab�a sido mucho m�s imaginativa que yo al
elegir las palabras a escribir, y no tenia ni la menor idea de a que pod�a
referirse con aquello.




�Coca cola de dos litros? � Pregunte yo con la mayor cara de asombro que
era capaz de poner. � Esto lo vas a tener que explicar. ���Joder!!! hab�amos
quedado en escribir palabras que dieran una m�nima pista sobre la fantas�a.




Pero Laura se limito a sonre�r con malicia y a encogerse de hombros. Luego,
tras una expresi�n que indicaba claramente que estaba pensando, volvi� a poner
cara de coqueta para contestarme:




D�jalo todo en mis manos y no te preocupes de nada. � Me dijo con una
suave caricia de sus dedos sobre una de mis mejillas. � Creo que podremos
realizar la fantas�a en tres o cuatro d�as. Mientras tanto, tendr�s que
vivir con la duda.




A partir de ese momento continuamos haciendo nuestra vida cotidiana. Yo no
dejaba de pensar a cada rato que me estar�a preparando mi mujer, y aunque cada
d�a que pasaba le instaba en varias ocasiones que me adelantara algo de lo que
se avecinaba, ella segu�a sin soltar prenda.


Los supuestos tres o cuatro d�as pasaron sin que aconteciera nada nuevo,
excepto que yo no hacia mas que devanarme los sesos intentando relacionar las ya
famosas cuatro palabras de la notita con alguna fantas�a que Laura me hubiera
contado en uno u otro momento.


Cuando le ped� explicaciones debido a que el tiempo de espera previsto ya
hab�a pasado y no solo no hab�amos realizado fantas�a alguna, sino que adem�s ya
llev�bamos tres d�as sin echar un polvo, ella �nicamente me comento:




Es cierto que he tenido ciertos problemas digamos....... de comunicaci�n,
pero ya esta casi todo listo para darte una sorpresita el pr�ximo s�bado. Y
en cuanto a tu segunda queja, que sepas que para que la fantas�a sea lo m�s
morbosa posible, es mejor que para el fin de semana est�s cuanto m�s salido
mejor, as� que nada de sexo hasta el s�bado.




Con todav�a mas dudas que antes y unas ganas de follar inaguantables, me
resigne a seguir dejando pasar los d�as en espera del fin de semana, los cuales
parec�an interminables, y a medida que se acercaba la fecha me iba subiendo mas
la calentura.


Pero al fin llego el esperado s�bado, y ya a media ma�ana mi mujer me comento
que tendr�amos que salir de casa poco despu�s de las cinco de la tarde, ya que
�bamos a visitar un curioso lugar que me prometi� "yo recordar�a durante
bastante tiempo".


Mi primera sorpresa llego cuando, mientras laura terminaba de arreglarse en
el cuarto de ba�o, la vi salir de el vestida con una provocativa minifalda a
cuadros azules y una blusa blanca bastante ajustada, que unido a que no llevaba
sujetador, dejaba apreciar sus bien torneados pechos y marcaba claramente sus
pezones detr�s de la tela.


Para completar su atuendo, calzaba unos zapatos negros de medio tac�n y unas
medias blancas que solo llegaban a cubrirle las piernas hasta un poco por debajo
de la rodilla. El conjunto, le daba un cierto aire de "colegiala traviesa" que
de inmediato hizo que la polla se me empezara a poner dura bajo los pantalones.


Salimos de casa y ya en el coche mi mujer me indico que tomara la direcci�n
del centro de la ciudad, hacia un conocido e inmenso parking de la zona
portuaria. Unos cuarenta y cinco minutos despu�s, entre sem�foros y trafico,
aparc�bamos en el citado garaje y Laura comenz� a guiarme en direcci�n al casco
antiguo cogida de mi brazo, pero sin pronunciar una sola palabra sobre a donde
nos dirig�amos.


Yo empezaba a encontrarme un poco nervioso y bastante molesto a causa de la
tremenda erecci�n que se me hab�a producido ya antes de salir de casa. adem�s,
Laura estaba impresionante con la vestimenta que hab�a elegido para la ocasi�n,
y aunque la zona por la que camin�bamos era muy frecuentada por todo tipo de
prostitutas y travest�s, Laura no pasaba desapercibida y era objeto de las m�s
lascivas miradas de cuantos se cruzaban con nosotros.


Despu�s de unos diez minutos andando, llegamos a un viejo edificio de cemento
gris situado en una estrech�sima calle por la cual dif�cilmente hubiera podido
pasar un coche. En la porter�a, cerrada con un viejo port�n de madera que daba
la impresi�n de no haber sido pintado en los �ltimos quince a�os, nos
encontramos con un sucio portero electr�nico con ocho escuetos timbres divididos
en dos filas.


Mi mujer pulso el que estaba mas abajo y al lado de la calle, y pasados unos
segundos pudimos o�r una voz grave y met�lica que preguntaba - �Qui�n es? � en
un tono que cualquiera hubiera pensado que le hab�amos despertado de una siesta.


Mi esposa se limito a contestar con un seco � Soy Laura � e inmediatamente
son� el zumbido de la cerradura el�ctrica para abrirse tras una leve presi�n en
la puerta por parte de ella.


Entramos en un portal estrecho con unas escaleras al fondo e iluminado por
una �nica bombilla mugrienta que colgaba del techo por su mismo cable, y el
pasillo no presentaba mejor aspecto de lo que indicaba el edificio desde la
calle.


Casi se me estaba olvidando la calentura acumulada durante los �ltimos d�as
al ver donde nos est�bamos metiendo, pero Laura ya caminaba segura por el oscuro
portal y empujaba decidida una puerta entreabierta en la pared de la izquierda.


Tras cerrarla a nuestras espaldas, nos encontramos en un peque�o recibidor
sin ninguna luz, con una puerta cerrada a nuestra derecha y otra justo al frente
de la que colgaba una enorme cortina de basta tela roja que nos imped�a ver lo
que hab�a al otro lado.


Hasta ese momento aun no hab�amos visto a nadie, no o�mos ninguna voz que nos
invitara a entrar o nos estuviese esperando dentro, ni siquiera cuando Laura
aparto la cortina con su brazo y entramos en una curiosa habitaci�n vimos ning�n
indicio de que hubiera all� alguna persona.


Entramos en una especie de local cuyas paredes segu�an mostrando un aspecto
viejo, pero en este caso, todo cuanto nos rodeaba parec�a estar pulcramente
limpio, iluminado todo por varias l�mparas antiguas y de distinto estilo que
colgaban del techo separadas varios metros entre ellas.


Pero lo m�s sorprendente y lo que primero llamo mi atenci�n fue una enorme
jaula, del tipo de las que se usar�a para encerrar a un loro, pero de unos dos
metros de alto y compuesta en su base por una plataforma met�lica redonda de
aproximadamente un metro de di�metro, cuya puerta abierta daba justo de frente
al amplio sal�n.


En el centro del mismo y dando la espalda a la curiosa jaula, se destacaba un
viejo sill�n de dos plazas tapizado en rojo, convenientemente situado frente a
dos t�picos muebles que solo se hubiesen podido encontrar en un local de
ambiente sadomasoquista.


El primero y m�s grande de ellos no dejaba de ser otra especie de jaula
rectangular de aproximadamente dos metros de largo por uno de ancho, y una
altura que no superaba el metro veinte.


Perfectamente se hubiera podido encerrar en ella a tres o cuatro personas de
complexi�n normal, pero adem�s tenia la particularidad de estar acolchada y
forrada de brillante cuero en su parte superior, lo que la convert�a en una
peque�a celda provista de una confortable cama en la "azotea" de aspecto
fetichista.


A solo unos pasos de ella, descansaba tambi�n una especie de potro recubierto
de cuero y con unos brillantes asideros en cada extremo, destinados sin duda a
inmovilizar a alguien sobre �l mediante cuerdas o cadenas.


Mi asombro era monumental mientras contemplaba la curiosa habitaci�n a la que
me hab�a llevado mi mujer, y una gran cantidad de pensamientos empezaron a tomar
forma dentro de mi cabeza, desde la imagen de follarme a Laura sobre la jaula
rectangular, hasta el hecho de encularla salvajemente despu�s de encadenarla con
el trasero bien expuesto encima del fascinante potro de cuero.


Con esas ideas en la cabeza y llev�ndome la mano inconscientemente a la polla
a causa de mi excitaci�n, mi mujer rompi� el silencio reinante dirigi�ndose a m�
con su expresi�n m�s felina.




�A que no te esperabas algo as�, cari�o? En la pr�xima hora te esperan
muchas sorpresas y mucho morbo. � Me dec�a con su sensual voz tom�ndome del
brazo y dirigi�ndome hacia la jaula redonda que estaba tras el sof�. � No te
preocupes por nada, tu solo disfruta, que yo lo tengo todo previsto. Ahora,
qu�tate toda la ropa y metete en esa jaula, que va a empezar el espect�culo.




Sin perder un segundo comenc� a desnudarme intuyendo que lo que Laura se
propon�a era montarme un morboso numero con los objetos que hab�a en la
habitaci�n y ponerme a mil sin poder hacer otra cosa que contemplarla desde la
jaula, incluso se me paso por la cabeza que podr�a tener preparado alg�n tipo de
disfraz acorde con el estilo fetichista de local.




Cuando termine de quitarme toda la ropa, yo mismo me met� en la citada jaula
con la polla mirando al techo debido a la tremenda excitaci�n que tenia, y
agarrando la puerta de esta por dos de sus barrotes, me encerr� tras ella
impaciente por que mi mujer comenzara con el juego que me hab�a preparado.


Laura tomo un candado que hab�a colgado de un peque�o gancho de la pared y lo
paso por la argolla que aseguraba la puerta de la celda, cercior�ndose as� de
que mi encierro era completamente seguro y no tuviera forma de salir de la
jaula.


Acto seguido, se fue hacia el sof� contorneando sus caderas provocativamente
al tiempo que se llevaba dos de sus dedos a los labios y me lanzaba un
prometedor beso al aire. Luego, arrodill�ndose sobre uno de los cojines del
tresillo, con las piernas un poco entreabiertas y una pose de lo m�s felina con
el culo un poco hacia fuera y apoyada en uno de los reposacodos, pronuncio una
corta frase que casi hizo que se me volviera a desinflar el rabo:




Alex, ya puedes salir. � Grito sin dejar de mirarme y pas�ndose la lengua
por los labios. � Esta todo tal como me pediste, con el cornudo en la jaula
y la polla tiesa.




Las palabras de Laura me desconcertaron por completo, pero cuando vi aparecer
por la puerta que daba entrada a la habitaci�n a un negro totalmente desnudo,
portando �nicamente unas oscuras gafas de sol que le tapaban los ojos, y se me
quedaba observando detenidamente con cara de desprecio, entonces me sent�
rid�culo.


all� estaba yo, en pelota picada tratando de taparme las verg�enzas con las
manos dentro de una jaula, mientras al otro lado de las rejas, un negrazo de
casi dos metros de alto me miraba con una seriedad que casi asustaba, mientras
mi mujer segu�a la escena con cara de estarse divirtiendo de lo lindo.


Me fue imposible no fijarme en la herramienta que portaba el desconocido
entre las piernas, un pedazo de nabo casi tan grueso como una de mis mu�ecas y
m�s de un palmo de largo. ���Joder!!! Ahora lo empezaba a entender todo. Aquello
no era una polla. Aquello era una "botella de coca cola de dos litros".


Paso por delante de m� sin siquiera dirigirme la palabra con la larga y
gruesa polla bambole�ndose entre sus muslos mientras caminaba en direcci�n al
sof� donde mi mujer segu�a arrodillada en actitud provocativa, y al verlo un
poco mas de cerca, no pude menos que pensar que el t�o era feo como un demonio,
aunque calzara semejante tranca entre las piernas.




Pues esta era mi fantas�a, cari�o. � Me dijo mi mujer desde el sof�
mientras el negro se sentaba junto a ella. � Yo me voy a follar una polla de
primera divisi�n y tu vas a ver como lo hago, as� que tambi�n es un poco una
fantas�a tuya. �Listo para el espect�culo, cielo?




Yo estaba anonadado, tap�ndome aun la polla con las manos y sin saber que
decir, pero aunque lo hubiera sabido, dudo que en esos momentos hubiera podido
articular palabra alguna a causa de mi asombro.


El negro se acomodo en el sof� y mi mujer a su derecha, d�ndome la espalda
pero en una posici�n en la que yo pod�a observar casi todo lo que ocurr�a, y
tras un escueto y ronco � Cuando quieras, zorrita � que el negro pronuncio
intencionadamente para que yo lo escuchara, Laura le agarro la enorme polla y
comenz� a pajearlo con suavidad.


En esos momentos estuve a punto de comenzar a gritarle a mi esposa puta,
zorra o cualquier otro adjetivo similar que se me hubiera ocurrido, pero cuando
estaba a punto de hacerlo, y viendo como el rabo de aquel t�o empezaba a tomar
proporciones desorbitadas, Laura agacho la cabeza y abriendo su boca sin ning�n
remilgo comenz� a chuparsela sin prisas.




Me quede contemplando como la cabeza de mi mujer sub�a y bajaba trag�ndose
aquel m�stil negro sin articular palabra, y cuando una mano del negro se poso en
su nuca para acompa�arla en los movimientos, no pude evitar que la mi polla
comenzara de nuevo a crecer entre mis manos.


Mientras la cabeza de Laura segu�a realizando acompasados movimientos sobre
la entrepierna del negro, este comenz� a deslizar una de sus manos por todo lo
largo de su espalda, hasta que, poni�ndome yo de puntillas para no perder
detalle de la acci�n, pude ver como esta se perd�a por debajo de la minifalda y
empezaba a hurgar entre sus piernas.


Yo volv�a a estar con mi verga en posici�n de guerra viendo como aquel
larguirucho negro buscaba el sexo de mi esposa bajo sus ropas, y a juzgar por
los gemidos ahogados que empezaba a emitir Laura sin dejar de chuparle la polla,
deb�a de estar haci�ndole un buen trabajo entre las piernas.


En ese momento, mi mujer levanto la cabeza y me miro con una cara de lujuria
que pocas veces hab�a visto en ella. Acto seguido, se coloco frente al sof�
donde segu�a sentado el negro y sin dejar de mirarme a los ojos solt� el
enganche de su corta falda y esta cayo por sus muslos hasta sus pies.


Ahora que Laura no estaba sobre �l, pod�a ver desde mi encierro al negro
sentado en el rojo sill�n con las piernas totalmente abiertas y la polla erecta
como si fuera un faro, mientras el tambi�n observaba como mi mujer se dispon�a a
seguir desprendi�ndose de su ropa.


Pero ella concentraba en mi su mirada, y mientras agarraba su peque�o tanga
blanco por las delgadas tiras de la cintura y lo hacia descender lentamente por
sus piernas, continuo con sus ojos clavados en mi, aunque lo que estaba haciendo
era realmente una verdadera exhibici�n para el negro.


Se quedo un momento con las piernas abiertas ante su amante para aquella
tarde, cubierta �nicamente con la blusa, mostr�ndole su co�o totalmente depilado
en una actitud que la m�s profesional de las zorras no hubiera conseguido
igualar. adem�s, tengo que admitir que la visi�n que me estaba proporcionando me
hab�a vuelto a despertar la calentura y estaba a punto de empezar a menearme la
polla dentro de la jaula.


Laura se quedo unos segundos observando la enorme polla del negro y a
continuaci�n se coloco en cuclillas entre las piernas de este. Luego, con una
inconfundible expresi�n de deseo, agarro con las dos manos aquella descomunal
verga y comenz� de nuevo a chuparla como si en ello le fuera la vida.




Esta vez, desde mi forzado encierro pod�a ver como la boca de mi esposa tenia
serios problemas en abarcar aquel glande, ya que nos encontr�bamos justo de
frente. Pero Laura era una experta mamadora, como me lo hab�a demostrado en
incontables ocasiones, y poco a poco, encontr� la forma de tragarse el brutal
rabo del negro mientras que de vez en cuando levantaba la vista para comprobar
que yo segu�a el desarrollo de la escena con atenci�n.


Pasados unos minutos, con la polla del tal Alex brillando a causa de la
ensalibacion que le daba Laura, este comenz� a acompa�ar con movimientos de
caderas a las largas chupadas que mi mujer le propinaba, y yo ya me agarraba el
nabo con fuerza viendo como se la hund�a a mi mujer completamente en la boca
mientras esta se la agarraba por la base con una mano mientras le masajeaba los
huevos con la otra.


Poco despues, la mamada era tan intensa que en ocasiones daba la impresi�n de
que a mi mujer le sobreven�an un principio de arcadas, debido sin duda a que los
movimientos de las caderas del negro hac�an que su polla llegara hasta la
garganta de Laura, aunque esta segu�a chupando con las mismas ansias o m�s que
al principio.


Fue entonces cuando el negro la detuvo poni�ndole una mano en la frente le
dijo: - Ha llegado el momento de que pruebes una polla de verdad, as� que
preparate para meterte este pedazo de carne en el co�o, putita. � Y tom�ndola de
la barbilla la hizo ponerse en pie de nuevo.


Durante unos segundos volvimos a cruzar una mirada r�pida y Laura me
descubri� mene�ndome suavemente la polla. Empezaba a dedicarme una sonrisa
c�mplice cuando el negro la tomo de la cintura y la coloco de espaldas a m�,
mientras �l permanec�a un momento contemplando su apetecible culo.


Entonces Laura entreabri� de nuevo un poco las piernas y giro la cabeza para
seguir observando mi masturbaci�n, y justo en el momento en que nuestras miradas
se encontraban, el negro volvi� a meter su mano de dedos largos entre sus
piernas y comenz� a frotarle con suavidad los labios vaginales.


Sin volver la cabeza, mi mujer dejo escapar un leve gemido y no pudo evitar
el cerrar un momento los ojos mientras su lengua recorr�a libinidosamente sus
labios, a causa del placer que sent�a al tomar contacto su cl�toris con los
expertos dedos del negro que segu�an movi�ndose entre sus piernas.


El negrazo que ayudaba a Laura a ponerme los cuernos debi� de considerar que
su co�o estaba suficientemente mojado para clavarle su enorme herramienta,
porque en seguida la tomo de la cintura y de una forma un tanto brusca la hizo
sentarse sobre �l haciendo que mi mujer soltara un largo grito de placer que
crec�a en intensidad a medida que su vagina se llenaba con la gruesa "coca cola
de dos litros" del negro.




Luego, sin darle apenas tiempo de que su cueva se amoldara a las medidas de
la tranca que la penetraba, el negro la agarro por las caderas y comenz� a
moverla hacia arriba y hacia abajo en lo que tras unos segundos acabo
convirti�ndose en una salvaje follada.


Yo los contemplaba con la polla totalmente tiesa, y por alg�n motivo comenc�
a tener que hacer serios esfuerzos para no correrme viendo como mi esposa se
mov�a desbocadamente sobre el negro, y cada vez que el rabo de este llegaba al
fondo de su co�o, ella gritaba estridentemente como si una barra de hierro al
rojo vivo chocara contra sus entra�as.




Aaaahhhhh..... Ssiiiiii..... Dios..... Cabrooonnnnn.... Mas despacio,
hijo de puta..... No me des tan fuerte..... Que me estas destrozando el
co�o.... � Le dec�a Laura entre grito y grito, pero en un tono nada
autoritario y que mas bien indicaba todo lo contrario. � Jodderrrrr.....
Quien tuviera una polla as� todos los d�as en casa...... Ssiiii.....




A todo esto, las manos del negro no permanec�an ociosas. Mientras una de
ellas segu�a acompa�ando las caderas de Laura en las fuertes embestidas, la otra
iba alternando entre su co�o y sus tetas, y en cada sitio se demoraba unos
segundos palpando sus senos con rudeza, o bien frot�ndole fren�ticamente el
cl�toris cuando le tocaba el turno a la entrepierna de mi mujer.


As� continuaron durante varios minutos en los que yo no deje de pajearme mi
humilde verga en comparaci�n con la que calzaba el negro. Hasta que en un
momento dado, el t�o detuvo sus fuertes movimientos he hizo que mi mujer dejara
de cabalgarlo para luego hacerla levantar del sof� tom�ndola por un brazo.




Vamos, guarra, que ahora vas a saber lo que es echar un buen polvo. � Le
dec�a el tipo mientras la conduc�a a la jaula que estaba acolchada de cuero
por encima. � Veras como al cabron de tu marido le empiezan a asomar los
cuernos por entre los barrotes.




Con la misma rudeza con la que hab�a actuado hasta el momento, la tumbo sobre
el cuero que cubr�a el techo de la celda rectangular y agarrandola por las
pantorrillas le separo sus piernas al m�ximo. Luego, sin pronunciar una sola
palabra, se subi� de rodillas a la jaula y agarrandose la enorme polla con una
mano, coloco la punta de esta en la entrada del co�o de mi mujer, y con un
violento golpe de las caderas se la volvi� a hundir profundamente en su
interior.




Enfrascados en esa nueva posici�n, desde mi jaula particular apenas pod�a ver
a mi esposa, sin embargo, el alarido que emiti� al ser penetrada de forma tan
brusca por el negro hizo que f�cilmente me imaginara la cara de placer que deb�a
de tener en esos momentos.


Por el contrario, mi visi�n se limitaba a observar como el delgado culo del
que se la estaba follando se mov�a con extrema rapidez y la embest�a con fuerza,
de forma que sus colgantes huevos chocaban contra el agujero anal de mi esposa y
cada vez era mas fuerte el ruido que hacia su piel al toparse contra le d�
Laura.


Ella aguantaba las acometidas con las piernas abiertas al m�ximo, casi
tocando sus rodillas a sus tetas y con sus negros zapatos mirando al techo.
adem�s, sus manos descansaban inertes por encima de su cabeza apoyadas
sumisamente en el cuero de la plataforma superior de la celda.




El negro comenz� a magrearle nuevamente las tetas con una mano mientras cada
vez se la follaba con mas ah�nco, pero poco a poco se fue recostando sobre ella
hasta quedar completamente tumbado entre sus piernas.


Apoy�ndose en las rodillas y adoptando la t�pica postura del misionero,
continuo con el fren�tico mete saca, y yo contemplaba claramente desde mi
forzado encierro como la gruesa polla del negro se habr�a paso con facilidad
dentro del co�o de mi esposa, que ahora le acariciaba y ara�aba su espalda presa
de una excitaci�n desbocada.




En un momento dado, la respiraci�n de Laura se torno mucho mas entrecortada,
y daba la impresi�n de que quer�a gemir pero su garganta no se lo permit�a, tan
solo de tanto en tanto se le escuchaba con cierta claridad alg�n que otro �
Si... si.... ya..... mas..... � hasta que de pronto un largo he inconfundible
gemido me dio inequ�vocas muestras de que el negrazo de la polla gorda le hab�a
provocado un monumental orgasmo.




�Ya t� as corrido, puta? � Le dijo el negro al notar que los jugos
vaginales de mi mujer casi sal�an a chorretones de su co�o. � Pues esto aun
no se ha acabado. As pagado una hora, y ese cabron va a tener una hora de
cuernos que no olvidara en la vida.




R�pidamente, y sin que la normalidad de su respiraci�n hubiera tornado a los
pulmones de mi mujer, el negro la acompa�o hasta el potro y la ayudo a colocarse
sobre el de la manera que deseaba.


Con una pierna y un brazo a cada lado del soporte central, la situ� d� forma
que su culo quedaba totalmente expuesto a mi vista, pudi�ndose observar aun como
toda la zona alrededor de su co�o y la parte interior de sus muslos permanec�a
mojada a causa de la escandalosa corrida que acababa de experimentar.




Despu�s de recrear la vista durante unos segundo en el provocativo trasero de
Laura, el negro se dirigi� a la celda donde yo me encontraba con una expresi�n
que casi me asusto. Deje de pajearme la polla y me quede quieto mirando como se
acercaba temeroso de lo que pudiera ocurrir a continuaci�n.




�C�mo lo llevas, cornudo cabron? � Me pregunto mir�ndome con cara de
enfado desde detr�s de sus oscuras gafas. � Ahora voy a jugar un ratito con
esa puta como a m� me gusta, no pierdas detalle, veras como disfruta.




Con la misma actitud arisca con la que se me hab�a acercado, volvi� a donde
se encontraba Laura y coloc�ndose un poco a su derecha para que yo pudiera ver
lo que le hacia, con total descaro planto sus enormes manos sobre sus posaderas
y se las separo hacia fuera para que su co�o quedara lo mas expuesto posible.


Tras s�brale las nalgas durante unos segundos y dirigirme una r�pida mirada
para comprobar que no perd�a detalle de lo que le hacia a mi esposa, puso dos de
sus dedos sobre los labios vaginales de Laura y tambi�n se los separo, quedando
por unos momentos observando la parte interior de estos mientras ella permanec�a
completamente inm�vil en espera de la actuaci�n del negro.




Pero r�pidamente se canso de mirar las intimidades de mi esposa y quiso pasar
directamente a la acci�n. Sin un �pice de sensibilidad ni cuidado, puso tiesos
los dedos �ndice y coraz�n de su mano izquierda y sin pens�rselo dos veces se
los meti� a Laura en el co�o hasta los nudillos.


Esto hizo que ella soltara otro elocuente gemido y que hundiera su cabeza en
la parte delantera del potro, al tiempo que en un movimiento reflejo se llevaba
su mano izquierda a lo alto de su culo y la derecha se aferraba con fuerza al
lustroso cuero.


Sin prestar la menor atenci�n a sus gemidos, el negro comenz� a follarle el
co�o con los dos dedos a una velocidad de v�rtigo, donde todo su brazo se
sacud�a con violencia hasta que casi su pu�o llegaba a hundirse en los dilatados
labios exteriores de la entrepierna de mi mujer.


As� se mantuvo durante unos minutos en los que Laura volv�a a gritar y gemir
de forma que parec�a que estuviese teniendo un orgasmo permanente, y el negro
apretaba los dientes y segu�a metiendole con fuerza los dedos de modo que todo
el cuerpo de ella se mov�a ya sobre el potro, aunque ahora se sujetaba
fuertemente con las dos manos en la parte delantera del mismo.


Pero al parecer, esto no era suficiente para el "torturador" de mi esposa,
aunque yo ya me ve�a obligado a detener la paja que me hacia en solitario dentro
de mi celda a causa de lo cachondo que me hab�a puesto la visi�n de ver a mi
mujer follada de aquel singular modo sobre el curioso potro.


Sin detener �l mete saca que actuaba con los dos dedos de la mano izquierda
en el co�o de Laura, coloco la derecha en el medio de sus cachas y con el pulgar
de esta empez� a presionar sobre el ano de mi esposa hasta que consigui� empezar
a abrirse camino por su interior.


En solo unos instantes, Laura ya berreaba de nuevo a causa del placer que le
daban los dedos dentro del co�o, y el gusto que le deb�a de producir aquel dedo
pulgar que ya se hund�a en su culo hasta el nudillo.




Yo no pod�a mas, tuve que sujetarme con la mano a uno de los barrotes de la
jaula y detener un momento mi masturbaci�n, de no ser as� hubiera dejado escapar
toda la leche que desde hacia d�as se acumulaba en mis huevos y pugnaba por
salir debido a la morbosa escena que estaba protagonizando mi mujer junto con su
negro de alquiler.


Creo que mi esposa experimentaba orgasmo tras orgasmo gracias al trabajo que
aquel t�o hacia en su co�o y culo simult�neamente, de otro modo no se
entender�an sus incesantes gritos, jadeos y gemidos, ni la facilidad con la que
los dedos que la masturbaban entraban en sus dos agujeros.


Durante un buen rato el negro continuo entretenido con ese juego, hasta que
en un momento dado, libero los agujeros de Laura de la brutal follada manual que
tanto place le estaba dando, y agarrandola por la cintura tiro de ella hasta que
su pubis quedo apoyado en la punta del potro.


Con su co�o y su culo sobresaliendo unos cent�metros por el extremo del
curioso mueble, el "corneador" se situ� con las piernas abiertas justo detr�s de
ella, y casi sin darle tiempo a que Laura intuyera lo que se avecinaba, coloco
la punta de su pene en la entrada de la vagina de mi esposa y con otro golpe
seco volvi� a penetrarla hasta el fondo.


De nuevo empez� a embestirla con fuerza, y mi mujer se agarraba a la parte
delantera del potro con las dos manos para aguantar las fuertes sacudidas que
recib�a, pero aquello hab�a resultado ser un falso ataque, porque cuando Laura
comenzaba de nuevo a gemir de placer, el negro saco de golpe la polla de su co�o
y apunto con ella a la entrada del culo de mi mujer.


Ella apenas tubo tiempo de reaccionar. El negro cruzo sus grandes manos sobre
sus posaderas, y al tiempo que se las habr�a hacia afuera comenz� a penetrarla
por su agujero trasero con fuerza mientras de su boca sal�a un fuerte gru�ido de
satisfacci�n.




No ocurr�a lo mismo con mi mujer, que debi� de sentir como si le partieran el
culo en dos a medida que aquella descomunal polla se iba introduciendo en su
interior. Ahora ni gem�a ni jadeaba. Sus gritos eran elocuentemente de dolor.
Pero el negro hizo caso omiso de sus quejidos y continuo empujando hasta que
toda su verga quedo hundida en el ano de mi esposa.


Yo, desde dentro de la jaula y mene�ndome la polla ya con la clara intenci�n
de correrme all� dentro, pod�a ver por entre las piernas del negro como el culo
de Laura se iba dilatando a causa de la fuerza que la tranca del negro hacia
sobre �l, y cuando la tubo toda dentro comenz� a darle con fuerza mientras la
segu�a sujetando por las nalgas para que no pudiera desplazarse hacia delante.


Tras un par de minutos enculandola de ese modo, y no contento con los
lastimeros y ahogados gritos que mi mujer emit�a, aquel bestia tubo la
ocurrencia de agarrar a Laura por el pelo y mantenerle as� su cabeza en una
forzada postura hacia atr�s, en una pose que se asemejaba a una yegua sujeta por
los crin mientras �l segu�a taladr�ndole el culo con todas sus fuerzas.


Con esa visi�n ante m�, ya no pude aguantar mas y note como el semen me
corr�a a lo largo del rabo. Tuve el tiempo justo de meter la polla por entre
medio de dos barrotes justo antes de que cuatro largos jeringazos salieran
disparados por el aire y cayeran a escasos cent�metros del respaldo del rojo
sof�.


Me sent� como si hubiera sido liberado de un gran peso, y cuando volv� a
levantar la vista vi que el negro sacaba su enorme polla del culo de Laura y
agarrandola violentamente por un brazo la conduc�a de nuevo a la plataforma
acolchada de la celda rectangular.


Una vez all�, la tumbo boca arriba y se coloco a la altura de su cabeza con
la polla totalmente tiesa. Laura instintivamente abri� las piernas y se llevo su
mano izquierda al co�o con la intenci�n de conseguir un ultimo orgasmo a base de
masturbarse mientras que el negro le situaba la verga entre los labios.




Mi mujer no necesito mas indicaciones por parte de su amante de alquiler.
Cachonda como estaba comenz� a masajearse el cl�toris con rapidez mientras que
con su mano libre comenzaba a s�brale los huevos al negro, que ya le hund�a su
herramienta en la boca sin contemplaciones.




Muy bien, rubia. Veo que vas aprendiendo, zorra. � Le dec�a el t�o viendo
que ella hacia sumisamente todo lo que �l esperaba. � No te la saques de la
boca, que vas a probar la leche de �frica.




Tras apenas una docena de incursiones del rabo del negro en la boca de Laura,
este comenz� a machac�rsela con fuerza sobre la cara de mi mujer, que sacaba su
lengua e intentaba seguir con poco �xito aquel desbocado miembro que se agitaba
ante sus narices.


Unos segundos mas tarde y seguido de otro estruendoso gru�ido del negro, su
polla comenzaba a escupir gruesos borbotones de semen sobre la cara y los labios
de Laura, que buscaba desesperadamente con su lengua la punta de aquel capullo
mientras con su mano libre se provocaba el en�simo orgasmo a base de frotarla
contra su cl�toris.




El negro tenia experiencia y buena punter�a en lo que se refiere al sexo
oral, ya que la mayor�a de su semen fue a parar a la boca de mi esposa, que lo
saboreaba complacida y satisfecha, he intentaba recoger con su lengua una parte
de este que descend�a por su mejilla al no haber tenido cabida entre sus labios.


El rabo del negro comenz� a disminuir de tama�o mientras aun se lo restregaba
a mi mujer por la cara, y esa escena estaba provoc�ndome a mi otra erecci�n.
Pero de repente, cuando Laura yac�a aun relami�ndose los labios con la lengua y
recuperaba la normalidad de su respiraci�n, el negro se aparto de ella y sin
dedicarnos una sola palabra desapareci� por donde hab�a venido.


Yo permanec� en la jaula como un tonto agarrado a los barrotes hasta que unos
minutos mas tarde Laura se levanto y andando con dificultad se dirigi� hacia
donde yo estaba. Recogi� de la superficie del sof� su peque�o tanga y se limpio
con el los restos de semen que aun impregnaban su cara. Luego tomo del ganchito
de la pared las llaves del candado y se dispuso a liberarme de mi encierro.




Que bestia de t�o, como me ha dado por culo, casi no puedo andar. � Me
dijo mientras hacia girar la llave del candado y me abr�a la puerta para que
saliera. � Pero ha sido una pasada de polvo. Y por lo que veo, tu tampoco te
lo has pasado mal. � Concluyo viendo los restos de mi corrida en el suelo
delante de la jaula.




Nos vestimos y salimos de all� sin observar el menor rastro de donde se hab�a
metido el potente negro. Durante el trayecto de vuelta a casa apenas cruzamos
dos palabras. Me hubiera gustado preguntarle como hab�a conocido ese sitio y a
aquel negro, o si lo hab�a visitado con anterioridad sin yo saberlo, pero quiz�s
no me hubiese gustado la respuesta, as� que opte por mantener la boca cerrada.


�nicamente, cuando ya entr�bamos con el coche en el parking de nuestra
vivienda, Laura despego sus labios para dirigirme un t�mido - �Qu� te ha
parecido? � y se mantuvo expectante mientras yo pensaba en la respuesta.




Ha sido una maravilla, aun tengo la polla dura solo de recordarlo. � Le
conteste con una sonrisa y acarici�ndole la mano. � Creo que no tardaremos
mucho en repetir esta fantas�a, aunque quiz�s con alguna ligera variante.




Esa noche pasamos horas y horas haciendo el amor mientras record�bamos los
acontecimientos de la tarde, y entre polvo y polvo, una idea iba tomando forma
en mi cabeza. Lo que yo dar�a por ver al negro enculando a Ana Maria con su
"coca cola de dos litros" y acompa�ada tambi�n de mi esposa.


Por realizar esa fantas�a, incluso estar�a dispuesto a compartir la peque�a
jaula con Mario.


FIN



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