Relato: Recuerdos (5)





Relato: Recuerdos (5)

Recuerdos



1ra. Parte


Con el vaso de vino en la mano y la mirada fija en los le�os
ardientes de la chimenea, Diana repasaba las im�genes de su vida, mientras
acariciaba la cabeza del dan�s que tenia en su regazo desnudo, en tanto sus
torneadas piernas soportaba el cuerpo del enorme perrazo. Como siempre que el
alcohol le obnubilaba la mente, el mismo recuerdo la invad�a. Ve�a a su padre
que alcoholizado golpeaba a su madre. A sus diez a�os aterrorizada lo vio todo
desde su escondite en el desv�n bajo la escalera, como despu�s de arrancarle la
ropa, su padre viol� a su madre dej�ndola sobre la escalera y luego
trastabillando sali� de casa.


Lo extra�o era que a pesar del espanto que sinti�, siempre
que evocaba ese recuerdo, involuntariamente sent�a ganas de hacer el amor.
Recordaba el cosquilleo que sinti� en su entrepierna a pesar de lo aterrada que
estaba mientras contemplaba oculta bajo la escalera, la enorme cosa de su padre
introduci�ndose con violencia en el hoyo oculto por los pelos, que su madre
tenia entre los muslos.


Recordaba como al crecer el cosquilleo, meti� una mano bajo
su bombacha y se toco su cosa, la sensaci�n incre�ble y el cosquilleo que se
hizo humedad, cuando vio que la cosa de su padre en una arremetida, se introdujo
en el ano de su madre haci�ndola gritar y retorcerse de dolor. Recordaba con
detalle la enorme cosa de su padre, pues a solo cent�metros de el, lo vio entrar
y salir del ano materno hasta quedar instalado por un tiempo que a Diana le
pareci� eterno. Al ver salir la cosa de su padre, notablemente disminuido en
tama�o y grosor, tambi�n vio el ano de su madre convertido en un gran hoyo
rojizo, del que pasados unos segundos escurri� un liquido blancuzco que le gote�
en la cara a ella, luego de lo cual Diana se aparto al tiempo que otras gotas
del liquido, esta vez mezclado con sangre y heces, ca�a al piso del escondite.


Recordaba que cuando se limpio la carita con la mano, el
liquido impregno sus manos y aun hoy no puede entender por que llevo sus dedos a
la boca, recordaba el sabor salado y el olor a cloro del liquido blancuzco,
recordaba que no le supo mal e iba a continuar en su degustaci�n, cuando el
ruido de su madre dirigi�ndose al servicio, la saco de su descubrimiento.


Recordaba que mientras su madre se ase�, sali� del ba�o y fue
a su recamara, ella continuo escondida. Al escucharla sollozar, se armo de valor
y fue a la recamara materna, encontr�ndola acostada boca abajo totalmente
desnuda, sollozando mientras aplicaba nata de leche en su inflamado esf�nter,
pues carec�a de medicamentos apropiados en su humilde y apartada vivienda.


Recordaba que aproxim�ndose a su madre, le acarici� el
hermoso trasero notando que se consolaba con sus caricias y que al frotarle su
maltratado ano, su madre gimi� de dolor. Diana bebe un trago mientras recuerda
que en su desesperaci�n por calmar el dolor materno, se le ocurri� lamerle el
ano, que al principio su madre trato de impedirlo hasta que termino cediendo a
las caricias linguales que ella le proporcionaba con infinita ternura. Fue el
inicio de la relaci�n incestuosa con su madre.


Los recuerdos la hab�an excitado mas aun y sent�a su concha
derret�rsele, dej� la copa sobre la mesa de centro tendi�ndose en el piso hasta
alcanzar con sus carnosos labios en la entrada de la funda que guardaba el
miembro canino. Frotando diestramente la capucha del animal con una mano y con
la otra el pecho y el estomago de macho canino, hizo que pronto asome la
conocida punta rojiza, al verla asomando casi un cent�metro, aplico sus
preciosos labios al pene perruno, entre succiones y lamidas lo hizo salir mas.
Estaba concentrada en ello estaba cuando de pronto el perrazo se incorporo en
sus cuatro patas y mirando ha hacia el piso en direcci�n a ella se puso a gemir.
Se entend�an bien, sin necesidad de palabras Diana sabia lo que el perro deseaba
y el sabia lo que Diana quer�a.


Sin demora ella se coloco de cuatro patas delante de el, que
tras verla y olisquearla acerco su hocico a la entrepierna para lamer los jugos
que manaban del ardiente sexo de Diana. Dando hondos suspiros de placer al
sentir la lengua de su amado, la hembra separaba las piernas y poniendo el culo
en pompa qued� en posici�n de ser tomada, colocada como una doncella para el
sacrificio sexual. Comprendiendo que la hembra estaba lista, con un r�pido
movimiento el subi� sus patas delanteras a la espalda de la hermosa mujer
abrazando su cintura. Movi�ndose tranquilamente busc� la conocida funda femenina
para envainar su quemante espada. Siempre los primeros intentos eran frustrantes
para ambos y el optaba por desmontarla, pero Diana hab�a aprendido a tener
paciencia y manteniendo la calma lo esperaba sin moverse del lugar ni cambiar de
posici�n. Nuevamente el enorme perrazo mont� a Diana pero al no poder unirse a
ella volvi� a desmontarla. Reci�n en el cuarto intento su pene encontr� la
h�meda gruta y empal�ndola de un golpe peg� su vientre a las hermosas nalgas de
Diana.


Al sentirlo entrar violentamente a su cuerpo ella se
sobresalto y gimi� de dolor pero fue cosa de instantes, pronto el r�pido
pistoneo la hizo estremecer de placer y al tiempo que percib�a en su interior
las enormes dimensiones que iba cobrando el miembro viril del animal sent�a el
roce y la presi�n en las paredes de su vagina, hasta que replet�ndola la llev� a
un lugar mas all� de su conciencia.


Cuando el detuvo sus movimientos de mete y saca, Diana
percibi� la fuerza que su macho hacia. Al tiempo de jalar fuertemente por la
cintura a su hembra, empujaba para colarle en el sexo el enorme bulbo basal de
su pene, ella sinti� morir de placer cuando el bulbo la forzaba y como siempre,
en acto reflejo con los ojos en blanco emiti� apagados sonidos guturales que
ces� cuando su sexo se trag� el bulbo, pues cuando el invasor recorri� sus
entra�as ella hubo de boquear esforzadamente para respirar y no ser presa de la
desesperaci�n.


Despu�s de ligar la vagina de la mujer con el nudo de su
pene, extra�amente el perro no se volv�a, sino que permanec�a sobre ella
abraz�ndola con la cabezota depositada sobre la espalda de ella como
prodig�ndole amor, llenando de semen la matriz de Diana que se convulsionaba
debajo de el al sentir los chorros de liquido caliente ba�ando sus entra�as.
Quien los ve�a percib�a el cari�o entre ellos, tal era la pasi�n y ternura con
que se amaban, que traspon�an la barrera natural que separaba sus especies y se
convert�an en macho y hembra, plenamente entregados y unidos formando un solo
ser.


No era mucho el tiempo que permanec�an unidos y aunque de
rato en rato gem�a, Diana se sent�a realizada como hembra cuando adem�s de
llenarle su interior, el la tenia anudada. Al quedar libres ella se derrumbaba,
entonces acerc�ndosele el la lam�a con delicadeza y ternura hasta limpiar a su
amada dej�ndola relajada. Ella le correspond�a habl�ndole, diciendo entre otras
cosas lo mucho que lo quer�a, que el era su macho, su amor. Intercalando sus
frases sujetaba la cabeza del animal y a modo de beso abriendo su boquita
totalmente la pegaba al hocico del perro. Conocedor de la rutina el introduc�a
su rasposa y gran lengua en las profundidades de la boca femenina.



2da. parte


El no fue el primer macho ni el primer perro que la conoci�,
recordaba lo que sinti� al verlo en la calle caminando hacia ella. Diana buscaba
una direcci�n cuando lo vio enfrente suyo, al mismo tiempo el tambi�n la mir� a
los ojos directamente mostrando sorpresa. Estaban solos a todo lo largo de la
calle y ella no puso reparo en evidenciar el impacto que le caus� pero
recobrando la compostura paso de largo a su lado, mas al avanzar unos metro se
obligo a voltear para observarlo, sentado el la miraba esper�ndola, al verla
volver la cara le ladr� sin agresividad, como salud�ndola.


Diana se volvi� y abandonado su b�squeda paso a su lado sin
detenerse, sin necesidad de voltear sabia que el la segu�a, sin saber porque
tuvo ganas de coquetear y mientras caminaba sin prisa balanceaba exageradamente
sus caderas. Al llegar al auto abri� la puerta del copiloto y el se col�
sent�ndose. Tras ocupar el lado del chofer, Diana manej� ansiosamente y con
prisa, al llegar se bajaron en el patio y el avanzo con seguridad hacia la casa,
el instinto le dicto a ella que hab�a encontrado a su macho.


El hab�a sido bien cuidado pero el tiempo pasado en la calle
le dejo huella y requiri� de tratamiento veterinario, a los dos meses de estar
recibi�ndolo ayudado por el cuidado de su amada, hab�a recuperado la salud y
aunque todos lo ve�an como mascota de Diana, entendiendo que deb�an guardar las
apariencias frente a las visitas, se comportaba como tal. Mas al quedar solos,
eran unos j�venes enamorados, jugaban a las escondidas, ve�an televisi�n juntos
y se persegu�an por la casa o tambi�n simplemente a modo de beso Diana hacia que
el metiera la lengua a su sensual boca y pasaban largo rato unidos por la
succi�n de ella. As� fue desde el principio sus relaciones con el.


Durante sus labores Diana se percataba del anormal
comportamiento del perro, ella tambi�n hab�a cambiado y se comportaba como mujer
enamorada, como lo hac�an notar sus conocidos. Esto ultimo la bloqueaba y
abandonando cualquier raciocinio, de forma inconsciente se preparaba para el
encuentro con el, aun no llegaban a la intimidad pero su sola presencia la
exaltaba.


Llevando ventaja pues sabia de las emociones de Diana por el
humor que de ella emanaba, el supo que algo suceder�a al verla entrar a la casa.
Tal como ven�an haci�ndolo desde que recupero la salud, comenzaron un inocente
juego de persecuci�n y continuaron con profundos besos con el ubicada sobre
ella, pero en vez de acabar todo all�, aun sobre el piso ella avanzo con ambos
codos hacia delante y sin dejar verlo con sus manos recogi� su falda exponiendo
su trusita blanca, luego recogi� ambas piernas y separ�ndolas termino de dejar a
vista de su macho, su entrepierna cubierta por la prenda intima h�meda de sus
flujos.


El sabia del estado de su amada y sin prisa se acerco,
presion� con el hocico la entrepierna y ella suspiro al sentirlo, luego dio una
r�pida lamida y ella se estremeci�, alargando cada vez mas el contacto de su
lengua con la trusa dejando un tiempo entre contactos, lami� la prenda de su
amada hasta que s�bitamente ella junto los muslos, el apenas pudo retirar la
cabeza a tiempo y no qued� atrapado entre los hermosos muslos, se quedo mirando
mientras entre gemidos profundos retorci�ndose de costado sobre el piso, Diana
acabo de mojar su trusa con fluidos.


Durante d�as el juego fue de esa forma pero una tarde el
inicio tuvo para el una agradable modificaci�n, cuando Diana recogi� su falda no
tenia nada que le cubriera el sexo, el contacto fue directo y la vagina de la
joven termino hecha un mar como si se hubiera derretido. Mas adelante hubo ella
introdujo otra variaci�n, se coloco delante suyo en cuatro patas y con los
muslos juntos recibi� en su entrepierna las lamidas de el, al alcanzar ella el
�xtasis explosionaba cayendo de costado, entonces el se retiraba. Durante meses
el juego lleg� hasta all�.


Un fin se semana Diana ingreso a la casa con unas bolsas, el
la sigui� cuando se dirigi� a su habitaci�n pero cerrando la puerta, ella lo
dej� afuera. Diana sabia que el no se mover�a y el sabia que la hembra estaba
lista para algo mas, pues as� se lo hacia saber su humor. Transcurrido un tiempo
se abri� la puerta, Diana apareci� en medio de la entrada y posando para el dio
un peque�o y coqueto giro.


Una mascara con nariz como de perro y orejas sobre la cabeza,
le dejaba descubierta la boca. Sus generosos senos descubiertos asomaban por dos
grandes agujeros en el pecho del disfraz y sus pezones hinchados delataban su
estado, mientras la desnudez desde el ombligo hasta los muslos, cent�metros
debajo de sus gl�teos, mostraba el hermoso triangulo de vellos p�bicos que
escond�an en su parte baja, la fuente de las emanaciones que ten�an excitado al
macho, haciendo que la punta de su pene asome del capuch�n. El resto de las
piernas de Diana lo cubr�a el disfraz peludo que tenia una peque�a colita parada
en su espalda, al principiar su columna, asemej�ndose a un gran poodle de cola
corta. Despu�s de franquearle la entrada a su habitaci�n, Diana cerro la puerta
e hicieron el amor por primera vez.


Lentamente ella fue agach�ndose hasta quedar en cuatro patas
y d�ndole la espalda avanzo al centro de la habitaci�n qued�ndose quieta a la
espera de la reacci�n de su amado. El se tomo su tiempo para acercarse a ella,
al hacerlo Diana sali� de su inmovilidad y lo rodeo caminando en cuatro patas.
El tambi�n gir� y entre los dos caminaban siguiendo un circulo invisible. En la
segunda vuelta el se detuvo a su lado y mientras mov�a la cola totalmente
parada, como una perra ella col� la cabeza bajo el vientre del macho y por unos
instantes lami� la punta roja que asomaba del capuch�n. Pasado unos instantes el
avanz� rode�ndola y colocado atr�s de ella, lami� la jugosa vagina de su amada.


Al sentir sus caricias Diana que estaba inm�vil, se agit� al
ritmo de las lamidas de su amado que le recorr�an desde su cl�toris hasta el
ano, col�ndosele ligeramente en ambas depresiones de su cuerpo. El juego de
perseguirse y lamerse mutuamente prosigui� hasta que como una perra, ella
comenz� a empujarlo con su hermoso trasero desnudo, luego tras retroceder
lentamente hasta colocarse debajo de el, lo provoc� frotando el vientre de su
amado con la piel de sus caderas.


El permaneci� quieto y expectante mientras ella le frotaba el
vientre con su trasero, pero Diana retrocedi� mas y cuando la h�meda punta del
miembro de su amado subi� por entre sus nalgas alcanz�ndole la espalda, ella se
paralizo. Al sentir la humedad del miembro de su macho en su piel desnuda, a
Diana le recorri� una corriente que la hizo estremecer y que trepando su columna
le llego hasta el cerebro.


Pasado el primer contacto, ya ubicada frot� con descaro pero
suavemente su bello trasero contra el vientre de su amado, mientras quieto y
expectante con las orejas paradas, el mov�a la cola en se�al de excitaci�n y
gusto, ella gem�a al sentir en su piel descubierta el roce del miembro de su
amado. De pronto el se apart�, ella pens� que se retiraba e iba a voltear a
verlo cuando sinti� el peso de las patas en su espalda que seguidamente le
envolvieron la cintura.


Era lo que ella esperaba pero la hab�a sorprendido,
totalmente entregada, la hembra centro su atenci�n a los picoteos del sexo del
macho en su trasero. El no acertaba a enfundarle el pene en su vagina, doblando
el torso hacia abajo ella coloc� su trasero en pompa, exponiendo aun mas su
inflamada vulva para facilitar el ingreso de su amado a su juvenil cuerpo. El no
atinaba y desesperado desmonto a la hembra, ella sabia que el regresar�a y
espero con paciencia. La monto de nuevo empero para frustraci�n de ambos se
repiti� lo mismo.


Cada vez que la montaba ella colocaba el trasero en pompa, a
la tercera vez para ayudar, ella iba separando lentamente las piernas
disminuyendo la altura de su sexo cuando la intimidad de ambos seres se unieron.
La ardiente barra del macho se col� en la h�meda entrada vaginal de la hembra y
tras sujetarla, el meti� el resto de su pene en la caliente gruta hasta pegar su
vientre a las hermosas nalgas de Diana.


El se ve�a enorme movi�ndose con el salvajismo propio de su
especie en estos actos y ella aparec�a menuda debajo de el, gritando cada vez
que su cuerpo era empalado por el enorme miembro de su amado. Con ella
disfrazada, ambos parec�an perro y perra entregados al ritual de la procreaci�n
canina. Mientras la pistoneaba, ella avanz� en cuatro patas para escapar al
dolor que le ocasionaba las dimensiones del miembro que entraba y sal�a de su
vagina, teni�ndolo a el sujeto a su cintura casi sobre ella.


Cuando ces� de pistonear y solo presionaba, ella detuvo su
marcha sollozando al sentir el bulbo de su amado forz�ndole mas aun el sexo. El
no cejo en su empe�o y Diana sinti� que su ser entero se abri� al paso del
enorme intruso y grit� con todas sus fuerzas. Cuando el enorme intruso avanz�
por su estrecho canal vaginal le ocasiono mas dolor aun, que soporto apretando
fuertemente los dientes. Al trasponer su estrecho canal, ella suspiro de alivio
hondamente y mientras tomaba aire para no desfallecer, lo sinti� crecer en sus
entra�as.


El sacrificio para la hembra no acabo all�, una vez que logro
meter su bulbo en la vagina de la hembra asegur�ndola, el se volvi� y trato de
avanzar. Ella berre� de dolor e intent� oponerse a los deseos de su macho pero
fue in�til, el dolor se lo impidi� y tuvo que ceder, retrocediendo lo acompa��
en su paseo. Cuando perd�a el paso retraz�ndose, el bulbo de su macho la jalaba
estirando los tejidos de su sexo ocasion�ndole un dolor que la hacia gritar. Con
su miembro atorado dentro de ella, el la llev� consigo sujeta como reh�n.


Preocupada por mantener el paso Diana se sinti� dominada por
el macho al ser literalmente arrastrada por el, entonces un extra�o sentimiento
que parti� del centro de su cuerpo, desde alg�n punto de su dilatada matriz, la
invadi�, sinti� que le pertenec�a a el, que el perro era su due�o y que ella era
una posesi�n de su amado, comenz� a llorar de felicidad pues le calo como el
miembro de su amado hasta la profundidad de su ser.


Hab�an quedado frente al closet, Diana se volvi� hacia el
mueble y con los ojos h�medos vio sus im�genes en los espejos de las puertas.
Salvo el detalle de sus senos descubiertos y la desnudez de sus gl�teos, eran
dos aut�nticos perros unidos por los cuartos traseros. Desde que la anudo, Diana
sent�a chorritos intermitentes en sus entra�as y estando absorta en la imagen
del espejo una gran inyecci�n de liquido en su interior la hizo perderse en el
orgasmo, rendida por las convulsiones bajo el pecho hasta quedar con la mejilla
en el piso.


Al terminar de fertilizar a su hembra, satisfecho su deseo su
miembro perdi� dureza y el comenz� a tirar hacia delante para sacarlo del cuerpo
de su amada. Diana resinti� el miembro de su macho que era enorme aun y grit� de
dolor mientras a duras penas, ahora de salida, el bulbo recorri� su canal
vaginal abri�ndola otra vez. Con el sonido del destape de una champa�a el
miembro sali� de la vagina de la hembra y quedaron libres, ella cay� sobre su
costado y el se acost� a su lado.


Ella vio a su amado sorprendi�ndose por el tama�o de su
miembro, se le hizo incre�ble haberlo albergado y entendi� por que a pesar de su
experiencia sexual lo hab�a resentido. Pasados varios minutos aun se sent�a
abierta y toc� su inflamada vulva comprobando que ten�a un hoyo en ella, luego
unt� sus dedos en el semen que manaba de su interior y lo sabore� con los ojos
cerrados. A partir de esa primera vez, el sentimiento que los un�a se fortaleci�
en ambos.


Diana recordaba que excepto la primera vez, no la hab�a
vuelto a arrastrar despu�s de abotonarla, as� comprendi� que lo hizo para fijar
su posici�n dominante al modo de los perros y que al tratarla as� la reconoci�
como hembra de su especie, su hembra, cosa que supo que pasar�a desde que lo
vio. A pesar del dolor, entendi� que precisamente mediante ese acto fue que sus
sentimientos se le aclararon. Desde entonces cada vez que la abotonaba
permanec�a delicadamente sobre ella protegi�ndola mientras la fertilizaba.



3ra. parte


A los quince a�os Diana dejo de practicar la sodom�a con los
hombres, cuyos penes normales eran peque�os frente al miembro de el, no habiendo
vuelto a practicarla con hombre o bestia alguna. El era tan apasionado al
poseerla que una oportunidad en que reglando Diana y facilitado por la humedad
de la sangre, por la ansiedad de ambos al equivocar el camino, el le introdujo
su miembro por el ano haci�ndola gritar. Debido a su sensibilidad al hacerla
suya, el detuvo su avance un tiempo pero subyugado por la estrechez del camino
descubierto, con movimientos suaves continuo empalando el recto de la hembra
hasta introducir el inmenso tronco de su miembro y logro que su bulbo basal
chocara contra el ano de ella.


El orificio anal de Diana no era virgen, pero sinti� que el
se lo estrenaba, solo su amor hacia el la llevo a soportarlo y quedo tan mal que
casi una semana anduvo adolorida. Cada vez que ten�an relaciones anales, el lo
hacia con delicadeza casi humana y no la abotonaba al sodomizarla, conform�ndose
con llenar de semen el recto de su amada, que por su abundancia a pesar que al
forzar el orificio anal escapaba del cuerpo de la hembra, le repletaba las
tripas a Diana oblig�ndola a visitar muy seguido los servicios higi�nicos.


Pero a pesar de que ya lo gozaba, le era incomodo a Diana
tener relaciones anales, record� con satisfacci�n el d�a que puso en practica el
consejo de una amistad. Una tarde se preparo para que ser sodomizada,
embadurnando su ano con un lubricante especial. Cuando sinti� en su esf�nter el
golpe del bulbo basal, ella sujeto las patas traseras de su macho
inmoviliz�ndolo y resuelta empujo su bello trasero contra el.


Con ayuda del lubricante, en lenta agon�a el bulbo forz� su
ano y se le introdujo, ella solt� las patas de su amado y berreando de dolor con
lagrimas en los ojos, sinti� avanzar el enorme invasor por su recto. A causa de
la estrechez quedaron abotonados durante bastante tiempo. Esa oportunidad el
resentimiento le duro casi un mes a Diana, pero desde entonces el ano se le
dilataba tanto, que cuando la sodomiza, su esf�nter acoge sin dificultad el
miembro de su amado con todo y bulbo, goz�ndolo plenamente.


Eso hizo que el amor de Diana hacia el creciera, amor que
supo correspondido luego. Ten�an la rutina de correr los domingos cuando el sol
aun no clareaba en el horizonte, llegando a una zona de abundantes �rboles y
arbustos bastante alejado de viviendas, veredas y carreteras. Libres de miradas
indiscretas por el d�a y la hora, descansaban y despu�s de terminar ella sus
ejercicios, a veces se enredaban en juegos de amor sin llegar al coito.


En una oportunidad ella se encontraba ejercit�ndose y un
grupo de perros que ven�an tras una hembra en celo se ubico frente a ellos
interrumpiendo su tranquilidad. El se inquieto pero permaneci� sentado. Diana
recuerda que al ver salir del capuch�n de su macho la punta rojiza del miembro,
que tanto placer le daba se sinti� inquieta, pero no lo detuvo al verlo
incorporarse y acercarse a la turba de animales llevando medio miembro fuera. El
se detuvo y se volvi� a mirarla, pero volvi�ndose a los perros ladr� e impuso su
autoridad a la turba, que le cedi� el paso intimidado por su gran tama�o.


Diana sinti� morir de celos al ver que tras ubicarse detr�s,
lami� el sexo de la perra, pero revivi� de felicidad al verlo dar media vuelta
abandonando a la hembra de su especie y retornar con ella. Se detuvo a metros de
Diana y la miro a los ojos con deseo. Ella entendi� lo que su macho le ped�a
silenciosamente y despoj�ndose del pantal�n del buzo y la trusa, le dio alcance
avanzando en cuatro patas.


Quedaron frente a la turba canina y mientras ella observaba
al grupo de animales, el la rode� y la mont�, Diana sinti� el delicado ingreso
de su amado en su jugoso sexo. Tras sentir la estocada en la profundidad de sus
entra�as, gozo sus embates percibiendo en la creciente velocidad de sus
acometidas, la excitaci�n de su macho, mientras a escasos metros suyo la perra
tambi�n era cogida.


Recordaba que al sentir la presi�n del bulbo de su macho,
escucho los quejidos de la perra y supo que ambas estaban siendo abotonadas. Se
sinti� hembra y sobreexcitada cerro los ojos disfrutando la dilataci�n que el
bulto ocasionaba en su sexo y que trasponi�ndole los labios vaginales, se
instalo en su cuerpo. Abri� los ojos cuando ya ten�a el bulbo en sus entra�as y
a diferencia de la perra que era brutalmente llevada por el macho que la ten�a
anudada, ella disfrut� el placer que su amado le prodigaba con amor y cari�o,
que mientras la inseminaba sigui� sobre ella d�ndole amorosa protecci�n.


Cuando sinti� en sus entra�as que el miembro perd�a dureza,
Diana se resigno a quedar libre, pues pronto la desmontar�a, pero transcurridos
varios minutos, el no se baj� de su hermosa grupa. Extra�ada movi� un poco el
trasero y al quedarse quieta, sinti� dudosos embates de el. Poco a poco su
pistoneo fue cobrando velocidad y se hizo firme, mientras sin moverse y
expectante, Diana sent�a en su interior que el miembro de su macho volv�a a
cobrar dimensi�n y dureza hasta hacerse una enorme y quemante piedra, tras un
tiempo en que tuvo que jadear para soportarlo, gimi� de placer al ser nuevamente
abotonada.


Luego de llenar el sexo de Diana por segunda vez y
desanudarse, el la desmonto. Aun estremecida por las ultimas sensaciones, lo vio
rondar con el sexo inflamado un poco alejado de ella y lo crey� satisfecho, pues
ella se sent�a as�. Iba a incorporarse cuando empuj�ndola desde atr�s, el volvi�
a montarla, posey�ndola nuevamente hasta anudarla e inseminarla. La hab�a
pose�do seguidamente varias veces y ya Diana no soportaba el roce del miembro en
las paredes de su inflamada vagina pero tras liberarla la desmont� por un
peque�o lapso de tiempo, tras lo cual como maquina de sexo la volvi� a montar y
poseer una cuarta vez, volviendo a anudarla e inseminarla, tras lo cual la
libero definitivamente.


Exhausta, con el sexo maltratado y las piernas pegajosas con
semen, Diana se tiro de largo sobre el c�sped a descansar. El regreso a casa lo
hicieron lentamente, a ella las piernas le temblaban y caminaba separ�ndolas
escaldada por el continuado roce del sexo de su amado que hab�a cobrado
dimensiones enormes inflam�ndole fuertemente la vagina y que le dificultaba
hasta el sentarse, a�adido a lo agotados que quedaron luego del combate sexual.
Mas tarde mientras aplicaba compresas de hielo a su maltrecho sexo, Diana
comprendi� que fue el humor de la perra en celo que al llegar a el lo
mantuvieron activo, disparando su potencia sexual por lo cual el la posey�
varias veces.


En otra ocasi�n, un fin de semana tuvo que aceptar el
compromiso para que el sea padrillo. Al imaginarlo montando a otra hembra tuvo
celos que a duras penas domin� frente a su amistad. Horas mas tarde al llegar la
perra en celo, el no se comporto como un macho canino com�n, a pesar de tener
casi todo el miembro afuera se acost� en el c�sped indiferente a la perra que lo
rodeaba. En vista que la jornada iba a tardar, la due�a de la perra se marcho,
para volver cuando se haya producido la cruza.


Diana sabia lo que le suced�a y ni bien quedaron solos los
tres, fue donde el y acarici�ndolo lo gui� a donde la perra. Tras incorporarse
con gestos suaves el le indico que la deseaba a ella, a Diana se le derriti� el
sexo pero haciendo un esfuerzo para no ceder, sin dejar de besarlo lo ayudo a
montar a la hembra. Ya montado sobre la perra, el encontr� r�pidamente su sexo y
la pistone� haci�ndola gemir, cuando los gestos de dolor de la hembra le
indicaron a Diana que el la estaba anudando, no soport� verlos y corriendo se
refugi� en su habitaci�n a llorar. Tras un tiempo, el apareci� en el marco de la
puerta y se quedo all� sin entrar, con su miembro expuesto cubierto por restos
de fluidos.


Al verlo Diana se le abalanzo y tras besarlo, sin pensarlo
meti� la cabeza bajo la barriga de el y usando diestramente la lengua, limpio
totalmente su miembro. Luego llam� a la due�a de la perra que apareci� una hora
despu�s y se llevo a su mascota. A solas ambos esa noche, desnuda y a cuatro
patas Diana se entrego a el con todo su amor, recibiendo los embates de su amado
que la anud� e insemin�. Al quedar libres, chorreando semen del sexo, ella se
acost� en la cama reteni�ndolo a su lado y se quedo dormida feliz. El no hab�a
sido su primer macho pero era el ser a quien ella amaba y el por su parte le
procuraba una felicidad que nunca antes Diana hab�a conocido.



4ta Parte.


Por cosas del destino quien la hizo mujer, el primer pene que
la penetro desvirg�ndola, fue el de su propio padre. La noche que bajo los
efectos del alcohol, el violo a su madre desvirg�ndole su ano, sali� de casa y
despu�s permanecer quien sabe donde, en un momento que seg�n testigos, orinaba
apoyado en un poste, un auto conducido por un magnate ebrio derrap� de la pista,
golpe� el poste y a su padre, lanz�ndolo seis metros dej�ndolo en el pavimento
al borde de la muerte.


Diana y su madre se enteraron por que la polic�a las visito
la tarde del d�a siguiente. El causante del accidente asumi� los gastos, la
indemnizaci�n hizo que ella, su madre y su padre quedaran con el futuro
econ�mico resuelto, adem�s de pagar la educaci�n de Diana y darle una pensi�n al
margen de su familia, le obsequio una casa para su familia y otra a Diana en las
afueras, asegur�ndola en un buen puesto de una de sus tantas compa��as.


Su padre sobrevivi� pero ambos brazos le quedaron tan
destrozados que solo quedo amputarlos para evitar la gangrena, de la rodilla
para abajo ambas piernas estaban tan da�adas que no pod�a sostenerse en ellas y
se las dejaron solo por est�tica, producto del golpe en la cabeza quedo ciego,
con los o�dos da�ados, el cerebro sufri� trauma y pr�cticamente era un vegetal
aislado del mundo. Sus dem�s funciones corporales quedaron intactas pero era
totalmente dependiente.


En el tiempo que su padre paso internado en la cl�nica, la
relaci�n l�sbica e incestuosa con su madre se consolid�. Ya recuperado y
rehabilitado, su padre fue llevado a la nueva casa que el magnate les hab�a
dado, donde ya resid�an. Su madre se dedico a atender las necesidades de su
maltrecho padre, al asear sus genitales descubri� que por alg�n extra�o motivo
al frotarlo su miembro se endurec�a y erecta, manteni�ndolo.


Al principio solo lo masturbaba pero al verlo eyacular, el
deseo la llevo a examinar el fluido, confirmando que no pod�a procrear pues su
liquido era azopermico como lo dijeron en la cl�nica. El golpe en los genitales
le da�o el deposito esperm�tico esteriliz�ndolo. Con esta seguridad, mont�ndose
sobre el, su madre misma se insertaba el miembro de su padre en su sexo
hambriento y gozaba de su dureza hasta que el eyaculaba en las entra�as
femeninas ba��ndolas con su in�til fluido.


As� vivieron tres a�os desde el accidente de su padre, su
madre manteniendo relaciones con Diana y el cuerpo de su padre. Diana aprendi�
mucho de sexo aunque a los trece a�os aun era virgen. Una tarde su madre le
ense�o a masturbar a su padre y de ah� a chuparlo fue solo decisi�n. A poco
haber aprendido esos menesteres se volvi� experta, recordaba que una noche
despu�s de poner firme el miembro de su padre, vio a su madre cabalgarlo y que
salvo la firmeza de su pene, el enfermo no hacia gesto alguno.


Record� que al ver gozar a su madre ensartada por el pene de
su padre, su mente se le aclaro y de golpe entendi� que la vaga inquietud que
tenia luego de sus encuentros con su madre, se deb�a a la insatisfacci�n pues en
su inconsciente su cuerpo le ped�a ser penetrada, convirti�ndose en obsesi�n el
conocer el miembro de su padre y as� calmar la inquietud de su sexo adolescente.


Una tarde su madre vio a Diana masturbarse con una pel�cula
donde una joven era pose�da por un se�or de edad, al conversar con ella supo del
deseo de su hija por ser penetrada por un miembro y que Diana deseaba que el de
su padre fuese el primero. Al principio su madre se neg� rotundamente pero ante
la insistencia de ella, le dijo que lo pensar�a. Desde ese momento Diana la
importun� constantemente hasta que una tarde al volver de la escuela, al remover
el asunto recibi� el consentimiento de su madre.


Tras hacer desvestir a Diana, su madre se dedico a preparar a
su padre y cuando el miembro viril quedo firmemente erecto, la madre lo unto con
vaselina. Diana subi� a la cama y se paro en ella con el cuerpo de su padre
entre sus piernas. Se acuclillo hasta quedar en posici�n de rana con la punta
del pene sujeto en su sexo virgen, subiendo y bajando lentamente, mientras gem�a
de dolor conforme entraba en su cuerpo, ella misma se clav� en la cabeza del
pene.


El agudo dolor en sus entra�as la desanimo de seguir y se
puso de pie, intercambi� opini�n con su madre y ella le coloco su propia trusa
en la boca. Diana se acuclillo nuevamente, sujet� en la entrada de su sexo la
punta del miembro y tras apoyar una mano en el hombro materno, se dejo caer con
todo su peso sobre el pene paterno, soltando un grito dej� caer de la boca la
ropa interior.


El pene la penetro totalmente, ella qued� sentada sobre el
pubis paterno berreando de dolor. Sinti� que el intruso parti�ndola en dos le
lleg� al cerebro, permaneci� quieta sin atreverse a mover un m�sculo mientras
las lagrimas mojaban su infantil y angelical rostro contra�do de dolor. Al rato
percib�a hasta la mas m�nima protuberancia del intruso que le llenaba el,
ayudada por su madre comenz� un lento sube y baja sobre el cuerpo de su padre.


Lo hizo durante un tiempo y ya pr�xima al orgasmo, presiono
fuertemente su estrecha vagina contra el pene de su padre, vencida por el placer
entre convulsiones cayo hacia delante y permaneci� aplastando sus peque�os senos
sobre el pecho velludo, mientras en involuntarias contracciones nerviosas
alrededor del miembro paterno, su desvirgada vagina lo ba�aba con abundante
n�ctar sexual.


Nunca antes Diana hab�a experimentado un orgasmo as�, al
recuperarse de la euforia el dolor sentido era cosa del pasado. Acostada aun
sobre el pecho paterno percibi� dentro de ella, el pene de su padre que la
sofocaba con sus dimensiones y que empujando su desflorado sexo, duro y firme
pugnaba como si tuviera un resorte, por recuperar su verticalidad natural.
Obligada por el miembro que ten�a atravesado se sent� y el garrote le lleg�
hasta lo profundo de sus entra�as haci�ndola gemir de placer y dolor.


Nuevamente excitada, esta vez sin el dolor del
desvirgamiento, cabalg� a su padre sin ayuda. Al inicio lo hizo lentamente
gozando el roce en sus paredes vaginales, cuando el intruso sal�a de su cuerpo y
jadeando de placer al clavarse ella misma en el miembro. Al ingresar a su sexo,
ella ten�a la sensaci�n que su ser se abr�a al paso del respetable intruso, pero
presa del deseo lo engull�a totalmente con la vagina.


Cada movimiento le ocasionaba placer, pero tratando de
dominarse aceler� el sube y baja sobre su padre, cuando el liquido caliente ba��
sus entra�as sinti� un cosquilleo en su matriz y no pudo contenerse mas,
derrumb�ndose estrecho nuevamente los senos en el pecho de su padre y tras las
convulsiones del orgasmo, quedo despatarrada sobre el, ba�ando el cuerpo de su
padre con los l�quidos que flu�an de su sexo.


Pasado un rato, tom�ndola con ternura su madre la saco de
encima del cuerpo de su padre y deposit�ndola boca arriba en su propia cama, le
separ� con delicadeza sus piernitas. A su vista quedo la rosa abierta del sexo
de Diana. Ella acerc� sus labios y sin prisa, bebi� el liquido blancuzco
manchado de sangre que manaba del interior de Diana hasta dejarla limpia,
despu�s de lo cual la arropo y la hizo descansar.


Tras perder la virginidad, a Diana se le hizo costumbre tener
sexo y por el tiempo entre sus quehaceres y estudios, generalmente por las
noches o tras descansar el almuerzo, sola o con su madre, gozaba del cuerpo de
su padre hasta tres veces por semana, siendo sorprendida por su madre varias
veces en plena cabalgata. A veces su madre participaba con ella. Algunas veces
su madre se ensartaba por el ano el sexo de su padre, pero Diana conservaba la
virginidad de su ano.



5ta. parte


No necesitaban juguetes para satisfacer sus deseos, para ello
Diana y su madre ten�an el cuerpo de su padre, haci�ndose expertas en obtener
satisfacci�n del sexo del inv�lido. Poco a poco el comportamiento sexual de su
madre fue cambiando, lo primero fue sexo s�rdido con su padre, montando
vigilancia lleg� a seguir el ritmo de orina de su padre y sacando provecho
sexual de ello, comenz� practicas sexuales con el orines paterno, bebi�ndolo o
recibi�ndolo en su sexo.


Otro cambio fue cuando una tarde al retornar de la escuela,
vio a su madre en la sala conversando con una desconocida, pronto la desconocida
se convirti� en compa�era sexual de ambas, el siguiente fue incluir a un se�or
de edad, amigo de su madre, en los juegos sexuales con el cual Diana tuvo su
primer encuentro sexual con un hombre propiamente dicho, haci�ndolo con placer.
Para benepl�cito de su madre, su amigo trajo a un joven amigo suyo, era muy
impetuoso y enloquec�a de placer a ambas.


Aunque Diana era una amante experta no hab�a probado el sexo
anal, siendo virgen por ah�. Faltando diez meses para cumplir quince a�os, una
noche que con su madre disfrutaban en una org�a con los dos amigos, perdi� la
ultima virginidad de su cuerpo adolescente contra su voluntad. Montada sobre el
mas joven de los amantes, con el pene de el movi�ndose en su interior al borde
del orgasmo, el joven la abrazo sujet�ndola fuertemente e inmoviliz�ndola contra
su pecho.


As� atrapada sinti� las manos del mas viejo sujetarle las
caderas, al inicio no supo que pasaba, pero el dolor que sinti� por la presi�n
del pene en su min�sculo orificio anal la hizo reaccionar y grito, pero el amigo
de su madre no se detuvo, Diana no pod�a hacer nada pues la fuerza del joven
sobrepasaba sus d�biles intentos de zafarse para evitar ser sodomizada y
doblemente penetrada.


Ella recordaba el dolor que sinti� y los gritos que dio
cuando el miembro del se�or forzando su esf�nter, se lo abri� introduci�ndose en
su recto. Le parti� el alma y poco a poco los movimientos del joven dentro de su
vagina, alejaron un poco el dolor. Al rato el pene del se�or se hinch� en su
interior aun mas y llorando ella sinti� que le inund� las tripas. Tras deshacer
el tr�o, ambos la dejaron abandonada sobre la cama, con el ano desbocado y
fluy�ndole semen, para seguidamente tomar a su madre. Diana continuo sollozando,
mas por la violaci�n que por el dolor, pues le revivi� amargos recuerdos del
comportamiento de su padre. Alcanz� a ver entrar y salir al mismo tiempo del
cuerpo de su madre, los miembros de los dos hombres, mientras enloquecida de
placer su progenitora se mov�a dando suspiros y gemidos.


Despu�s de ello no le era agradable participar con los
amantes de su madre en los juegos y se alej�, buscando la manera de
independizarse. La oportunidad se le presento al intimar con el magnate causante
del accidente de su padre y tener sexo con el. Este le obsequio una vivienda
convirti�ndola en su amante ni�a. El cuarent�n era soltero y ma�oso en el sexo,
de mentalidad abierta ten�a sexo de todo tipo y la hizo su alumna.


Vivian juntos en la casa que el le hab�a obsequiado pero ella
iba a la escuela pues a pesar de todo deseaba sobresalir. A veces cuando lista
para salir estaba preparando el desayuno, el se levantaba, entonces ella le
hacia una mamada, luego tras abrazarla por detr�s se untaba el pene de alg�n
lubricante de la cocina, mantequilla, aceite, etc. la inclinaba a noventa
grados, levantaba su falda escolar, le bajaba la truza y la empalmaba. Si estaba
menstruando la tomaba por el ano sino por donde se le antojara. Siempre despu�s
de haberla hecho alcanzar un orgasmo por lo menos, acababa dentro de ella que
veces sin tiempo para asearse, solo se colocaba una toalla y sal�a, muchas veces
estuvo en clase con el semen fluy�ndole del cuerpo.


Su madre la visitaba de vez en cuando y aunque sus relaciones
hab�an cambiado, la quer�a mucho. La recib�a y conversaban sobre sus
actividades. Fue por su madre que Diana se enter� de la zoofilia, pues ella
hab�a comenzado a incluir animales en su sesiones de sexo. Despertada su
curiosidad, esa noche al volver su protector, le dijo sobre la conversaci�n con
su madre, el solo la escucho sin decir nada.


Dos d�as despu�s lleg� con unas cintas de video y sin
explicarle el contenido, la obligo a sentarse para verlas juntos. Conforme
avanzo la cinta ella la vio con mas inter�s y excitada meti� la mano a su trusa
para descaradamente masturbarse, llegando al momento cumbre cuando en la
pel�cula el perro se vuelve y ambos se quedan unidos, all� Diana estallo en
liquido. Cuando animal y humana se despegaron, ella vio salir de la babeante
vagina de la mujer el enorme miembro del macho y se admir� del tama�o, fue a
partir de ese momento que se le hizo obsesi�n tener relaciones con un perro.


Para su protector fue sencillo conseguir al animal adecuado y
pronto le llev� un hermoso labrador. Diana recordaba que al verlo el animal le
pareci� poca cosa, pero sigui� las indicaciones de su maestro, el animal se
acostumbr� a ella y fue cuesti�n de semanas que el d�a en que el perro la
montar�a lleg�.


Al retornar de la escuela ese d�a, vio que su protector hab�a
preparado todo desde c�maras de video estrat�gicamente ubicadas hasta un disfraz
que ella habr�a de usar. Nada mas llegar ella la hizo desnudar y colocarse el
disfraz de perro que le dejaba de la cintura hacia abajo hasta arriba de los
muslos, totalmente descubierto, semej�ndola a Diana con una gran poodle. Ella
estaba tan excitada que ten�a la vagina h�meda.


De aquella primera vez lo sucedido antes que el perro la
monte, lo recordaba vagamente como en sue�os, solo ten�a claro lo sucedido desde
el momento que el perro la penetr� estando a cuatro patas hasta que la desmonto,
fue por los videos que pudo explicarse como llego a esa situaci�n.


Al inicio sinti� que el perro le col� en la vagina algo muy
caliente, fino y peque�o que por momentos le llegaba profundamente. Pero sucedi�
que el perro no mantuvo la posici�n y se baj� de la grupa de Diana, haci�ndolo
varias veces. Instruida por su maestro Diana no se movi� de su lugar ni vari� de
posici�n, hasta que finalmente el perro sujeto firmemente a su cintura, se
mantuvo tras de ella metiendo y sacando su pene velozmente de la cavidad sexual
de Diana, haci�ndola gemir de placer y dolor.


Nunca antes Diana hab�a sido pose�da de la forma en que lo
hizo el perro, lo percib�a entrar y salir velozmente de su cuerpo, d�ndole un
placer incre�ble y cada vez que lo hacia el miembro del perro cobraba una grosor
mayor. Al rato cuando le ingresaba al sexo, el pene del animal se lo colmaba
haci�ndola jadear, el pene del perro sigui� creciendo y le dio la sensaci�n que
realmente era la primera vez que la penetraban.


Todo le sucedi� a la vez, placer mezclado con dolor,
satisfacci�n y angustia, y otras cosas mas, todo un mundo de sensaciones que no
pudo asimilar y terminaron por embotarle los sentidos. Estaba estremeci�ndose
por las continuas corrientes de placer que la atravesaban, cuando el perro
jal�ndola fuertemente presion� sus labios vaginales, pugnando por colarle algo
mas grande aun en su abierto sexo.


Atontada trat� de entender que suced�a pero no tuvo tiempo,
el esfuerzo del animal dio resultado y forzando los labios vaginales de la
chiquilla, termino por colarle su bulbo basal en la vagina. Al mismo tiempo que
pego un grito, Diana dio un peque�o salto hacia delante. Sin soltarla el perro
continuo prendido a su grupa empujando aquello dentro del cuerpo de la
adolescente que berreaba de dolor.


Fue cuando vio aproximarse a su maestro, pens� que la
ayudar�a a zafarse del animal pero sorpresa de ella, el hombre le meti� a su
peque�a boca su pene totalmente duro. Mientras el bulbo del perro recorr�a su
canal vaginal haci�ndola sollozar de dolor, hasta instalarse en sus entra�as,
obligada mantuvo la boca abierta para que la estaca ardiente de su maestro
entraba y sal�a de su hermosa cavidad bucal.


No tardaron los machos en vaciar su esperma en el cuerpo de
Diana, su maestro lo hizo en su boca y el perro lo hizo en su sexo. Despu�s
tirando hacia delante acompa�ado de un sonido como destape de champa�a, el
animal arranc� su crecido miembro de la vagina de la chiquilla haci�ndola gritar
nuevamente, Diana se derrumbo sobre la colcha y quedo acostada con la mirada
extraviada, en tanto el semen de su maestro le escurr�a de la boca y el semen
del perro manaba de su dilatado sexo.


Fue as� que a los quince a�os a pesar de lo incomodo de la
primera vez, a Diana le gusto mucho el sexo con el animal y se aficiono a la
zoofilia, altern�ndola con las sesiones sexuales de su maestro, dejando de lado
el sexo anal. Aunque pocos fueron d�as felices para ella durante los cuales fue
muy dichosa, que fueron interrumpidos por la tr�gica muerte de sus dos machos.
Con pena evoco el d�a que su protector falleci�, el iba conduciendo por la
carretera al borde del mar cuando una roca que se desprendi� del talud, lo
golpeo mat�ndolo, sin control alguno en la siguiente curva el auto sigui� de
frente cayendo al abismo, muriendo tambi�n la mascota con la cual se inicio en
la zoofilia.


En su testamento su maestro dejo parte de sus bienes a la
adolescente, que de la noche a la ma�ana se vio con una solvencia adecuada para
el mundo sexual que su protector le hab�a mostrado y que su cuerpo joven y
hambriento demandaba. Con los recursos a su alcance durante peque�as temporadas
entre sus estudios y en sus vacaciones veraniegas, viajaba a lugares previamente
contactados para ese fin.


Esos eran sitios especializados en proveer sexo de todo tipo,
en ellos Diana satisfac�a con libertad sus deseos de sexo canino, la primera vez
que asisti� a uno de ellos, con sorpresa vio la cantidad de mujeres y hombres
que practicaban dicha forma de sexo. All� aprendi� desde t�cnicas para seducir a
un perro hasta la forma de hacer el amor con ellos, llegando a participar en
org�as donde hombres y mujeres eran pose�dos por inmensos perros especialmente
entrenados.


Practico diversas formas de sexo con perros, pero desde la
vez que estando a horcajadas sobre un gran d�lmata con la vagina atravesada por
la inmensa herramienta sexual del animal y que un participante la sodomiz�,
disimulando su disgusto no volvi� a aceptar la participaci�n de otros machos que
no fueran perros, aunque lo soporto bien. Se entrego al sexo zoof�lico y lo hizo
en las mas diversas posiciones, practicando desde la del misionero hasta algo
cercano a entregarse piernas al hombro, llegando incluso a encerrarse con varios
machos que aislados sin sexo por un tiempo estuvieron sometidos a olores de
hembras en celo.


Esa oportunidad como si fuera ella una hembra de su especie,
ri�eron brevemente por ser el que la monte primero. El macho alfa proclamo su
victoria tom�ndola la posey� hasta abotonarla, al liberarla el lugar encima de
las caderas de Diana fue ocupado por el animal que quedo en segundo lugar. Para
el placer de Diana, fue pose�da por todos los machos que en forma ordenada
ocuparon su hermoso trasero, tom�ndola por donde su cuerpo cobijara sus penes,
repitiendo el plato varios de ellos hasta que satisfechos la dejaron de lado con
el cuerpo ara�ado y resumiendo semen de sus dos orificios, siendo esa la ultima
vez que fue sodomizada, volviendo a tener sexo anal cuando lo encontr� a el.


Ella estaba acostumbrada a las dimensiones de los miembros de
los perros y gozando con placer de ellos, en una palabra era una perra
consumada. Su trajinado sexo atestiguaba un conocimiento del pene canino que
ella aceptaba y entre sonrisas afirmaba que si los colocaban uno tras otro, eran
muchos los metros que su vagina hab�a saboreado. Estaba convencida que tal vez
por su experiencia sexual, fue que se enamor� de el con solo verlo, llegando a
convertirse en lo que actualmente es, una real perrita que disfruta el cari�o y
placer que su macho canino le prodiga, quedando atr�s sus traumas y soledad
cuando en la intimidad de su hogar, ella le entrega con amor su cuerpo y
correspondi�ndole, el la toma mont�ndola con pasi�n y cari�o hasta satisfacer
ambos sus deseos de amor.


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