Relato: Autosometida en pa�ales. La fantas�a de Raquel



Relato: Autosometida en pa�ales. La fantas�a de Raquel

RAQUEL AUTOSOMETIDA EN PA�ALES



La siguiente es una historia que rescat� de la web y que
realmente me gust� mucho asi que la he traducido al espa�ol. Su versi�n original
estaba en ingles y se titulaba "The Lock". Me disculpo por no tener los
creditos, pues he perdido el rastro de la p�gina donde la obtuve, asi que si
alguien la reconoce por favor hagame llegar la informaci�n para honrar al
autor/a como se merece. Le he cambiado el t�tulo porque quer�a que fuese mas
representativo de su contenido y me he permitido tambi�n hacer algunos retoques
personales que me parecieron interesantes para darle mejor color al argumento,
especialmente al final. Espero que disculp�is lo simple de la presentaci�n pues
a�n estoy familiarizandome con estas herramientas. Aprovecho para agredecer a
Laura "Pee girl" por su asesor�a en los retoques visuales. Prometo ir
progresando en la presentaci�n gr�fica de mis pr�ximas historias.



El gui�n b�sico narra la historia de Raquel, una chica de 28
a�os que fatasea con ser disciplinada como bebe adulta. Ella tiene en su cuarto
una cuna de tama�o para adultos y su fantas�a principal es que la pongan en
pa�ales y la recluyan en su cuna sujetada con cintas y arneses, de modo que no
tenga mas opci�n que mojarse y ensuciarse encima hasta que alguien la libere.
Raquel nunca ha conseguido ning�n compa�ero/a con quien compratir este juego
hasta que finalmente compra en una tienda un cepo electr�nico que funciona con
una clave digital y que solo puede ser abierto a un dia y una hora previamente
programada. Con la ayuda de su nuevo artefacto Raquel planea someterse a si
misma en pa�ales encadenandose a su cuna durante todo un fin de semana. Contiene
elementos tales como infantilismo, mujeres en pa�ales, sumisi�n y dominaci�n
entre mujeres, reclusi�n, regrsi�n infantil y una sabrosa dosis final de
exposici�n en pa�ales y humillaci�n p�blica.



�Que lo disfrut�is!


Daniel (
POR CUESTIONES DE PRIVACIDAD ESTE EMAIL FUE REMOVIDO
)





Cuando Raquel vio el lock en una tienda de aparatos
electronicos casi se derrite en su exitaci�n. Alguien habia oido sus plegarias
finalmente y habia encontrado el dispositivo indicado para sus juegos. Raquel
era una infantilista y la exitaba particularmente la incontinencia forzada y la
reclusi�n. Su fantasia mas ardiente era ser amarrada a una cuna y forzada a
mojarse sus pa�ales sin posibilidad de escape. Sin embargo nunca habia
encontrado un compa�ero de juegos con quien llevar esta practica a cabo y por lo
tanto solo podia contentarse con ponerse ella misma sus pa�ales y fingir en su
mente que estaba siendo sometida y reclu�da hasta mojarse encima, pero esto no
era lo mismo. Ahora gracias a este milagro de la tecnolog�a, su sue�o se volv�a
plausible, ten�a la chance de inutilizarse a si misma por un per�odo de tiempo
sin la necesidad de que nadie mas interviniese en el asunto. Se llamaba la
compu-lock, era una variedad de cepo electr�nico con la capacidad de programar
combinaciones por largos periodos de tiempo, una herramienta muy utilizada en
sistemas de seguridad de los bancos y tambi�n hogare�os. Se desbloqueaba
usualmente ingresando la combinaci�n apropiada en el teclado al frente de la
cadena. Sin embargo, insertando una clave especial en el temporizador de la
parte inferior del dispisitivo, el cepo podia ser programado para responder a la
combinaci�n solo en ciertos tiempos precisos de d�a y hora. De esta manera, aun
la persona que conociese la combinaci�n solo pod�a desbloquar el artefacto de
seguridad en la fecha y hora indicadas, en ningun caso antes de tiempo. Raquel
pag� felizmente los 50 pesos que val�a el dispositivo y se march� a su casa a
toda prisa con su nuevo juguete.





Tan pronto como lleg�, se dispuso a leer rapidamente las
instrucciones y a testear las funciones para comprobar el correcto
funcionamiento del artefacto y asegurarse de que hab�a comprendido el correcto
uso del mismo con toda seguridad. Primero, insertando la clave configur� la
combinaci�n del teclado, luego reingresando la clave intent� abrir el cepo.
Efectivamente funcion�. Luego teste� el dispositivo de tiempo, seteandolo para
que admita ser abierto unos minutos mas tarde. Luego prob� de abrirlo ingresando
la clave y el dispositivo no funcion�, hasta que transcurrieron los minutos
preestablecidos en el reloj del artefacto. Transcurrido el tiempo prefijado el
dispositivo se abri� seg�n lo previsto en el manual. Exist�a tambi�n una llave
manual que permit�a abrir el cepo en cualquier momento del d�a mas all� de el
programa del temporizador. Pero bastaba con dejarla fuera de su alcance cuando
fuese el momento. Realiz� los mismos testeos un par de veces hasta convencerse a
si misma de la correcta operaci�n del cepo electr�nico hata que qued�
completamente satisfecha y segura. Raquel estaba exitad�sima, extasiada. Sin
embargo no pod�a hacer uso del dispositivo inmediatamente. Ella era soltera y
estaba viviendo en una casa grande con dos amigas mas, las cuales ignoraban por
completo su interes por el infantilismo y el sometimiento mediante ataduras y
Raquel se hab�a asegurado de mantener esto en secreto, practicando sus fantas�as
en su cuarto, bloqueando la cerradura siempre segura de su habitaci�n de la cual
solo ella ten�a el cerrojo, o bien practicando sus fantas�as libremente en la
casa cuando sus amigas estaban fuera por largo tiempo. Con el tiempo hab�a
adquirido varios implementos infantilistas, el mas de importante de los cuales
era una cuna de tama�o adulto, con un sistema de cintas para sujecci�n en su
parte superior, que permit�an mantener a la persona amarrada a la misma sin
posibilidad de moverse demasiado. Dos cintas la sujetaban de los pies, otra a la
altura del pecho y de la cintura, dos cintas serv�an para aprisionar cada una de
las manos respectivamente y en particular un arnes para la entrepierna que
cruzaba varias cintas entre las dos piernas, y se un�a a la cintura con una
lamina mas gruesa en la zona de la vagina. Dicho sistema hac�a imposible para la
mujer alli sometida cualquier intento de quitarse sus pa�ales. Esta era su cuna
de bebe adulta con su equipo completo de sumisi�n, la cual manten�a
desensamblada y guardada en su closet y solo la armaba cuando sus compa�eras
estaban fuera por largo tiempo. Por supuesto cuando la utilizaba ten�a que
mantener la llave del sistema de sujecci�n en sus manos para poder liberarse
cuando llegase el momento, lo cual le quitaba un poco la exitaci�n de verse
realmente atrapada y desesperada. Ahora ten�a finalmente la soluci�n a su
problema, solo ten�a que esperar al momento indicado para poder utilizarlo.





de agua racionado de a intervalos. Entonces tom� de su
vestidor ocho pa�ales para adultos, de la mejor calidad, mullidos y absorventes.
Se tendi� en la cama, y habiendose untando previamente con talco y aceite de
bebes en su zona genital se los fue abrochando uno encima del otro. Us� unas
trabas especiales para pa�ales, de modo tal que, sumando a la sujecci�n del
arnes de la cuna, le hiciese aun mas imposible cualquier intento de quitarselos
mientras estuviese amarrada a la cuna.


Apenas pod�a caminar con semejante bulto entre sus piernas,
pero era consciente de que no tendr�a ninguna chance de cambiarse los pa�ales en
las pr�ximas 48 hs y necesitaba toda la absorvencia que pudiera conseguir para
evitar filtraciones. A continuaci�n se coloc� dos bombachitas de goma una encima
de otra. No quer�a derramar ni una gota de sus orines fuera de sus pa�ales. Por
ultimo, en un minuto final de inspiraci�n, tom� de estuche personal seis
supositorios de glicerina, los que procedi� a insertar en su ano de a intervalos
para que fuesen asimilados por su organismo progresivamente. Para ello tuvo que
quitarse sus pa�ales y bombachitas de goma uno a uno, pero rapidamente se los
volvi� a colocar y sujetar firmemente y el ezfuerzo vali� la pena. Ahora ten�a
garantizado que su forzada incontinencia no solo la llevar�a a mojar sus pa�ales
sino tambi�n a ensuciarse con caquita blanda. Se coloc� encima un pijama con
talla adulta pero de estilo infantil que hab�a adquirido meses antes mediante un
env�o por catalogo que pag� con su tarjeta de credito y unos zapatos de algod�n
que compr� del mismo modo.






Ahora hab�a llegado el momento de la verdad, tomando el cepo
electr�nico, salt� dentro de su cuna, subi� la baranda del costado y la sujet�
en la parte superior. Luego comenz� a instalar el aparejo que la mantendr�a
sujeta en indefensa durante su estad�a de fin de semana. Se coloc� las cintas
que mantendr�an sus pies firmes, a continuaci�n las que la sujetaban de la
cintura y el pecho y luego el arnes completo que cruzaba por su entrepierna y
por sus muslos hasta unirse con la cinta que sujetaba la cintura, a la manera de
un cintur�n de castidad, el cual le impedir�a cambiarse los pa�ales.


Finalmente se amarr� la mano izquierda con las cintas
destinadas para este prop�sito, dejando libre solo la derecha para poder tomar
los biberones y el alimento de bebes asi como para poder digitar la clave cuando
llegase el momento de liberarse dos d�as mas tarde. Se asegur� de que queden
bien tirantes, aunque sin lastimarla pero de manera que no le permitiesen ning�n
movimiento c�modo. Y para culminar insert� el cepo electr�nico en ambos aros de
los extremos que manejaban el aparejo completo y procedi� a cerrarlo. Para
asegurarse de que no hab�a posible escapatoria intent� ingresar la clave en el
teclado para abrir el cepo y este definitivamente no se abri�. Ello confirmaba
que no habr�a ninguna manera de que Raquel pudiera salirse de su estado de
completo somtimiento hasta el domingo por la tarde, que era el tiempo programado
para abrir el cepo.





Se recost� rendida en su cuna, contemplando su vergozosa
situaci�n, que no ten�a escape alguno y se sobrevino enormemente exitada y
espectante. Y no tuvo que esperar mucho tiempo para contemplar las
consecuencias. La enorme cantidad de bebida que hab�a ingerido hasta hace poco
rato hab�a llenado su vejiga y le estaba exigiendo que se orinase
inmediatemante. Raquel no era incontinente, aunque hab�a fantaseado muchas veces
con serlo, llevando a cabo sus juegos habituales, orinandose a drede en sus
pa�ales o a veces sin ellos, mojando su bombacha y sus faldas o jeans como una
ni�a deseperada. Pero esta vez decidi� llevar al extremo su fantas�a, sabiendo
que estaba all� sometida en pa�ales sin v�a de escape, decidi� experimentar
hasta donde pod�a llegar su desesperaci�n por contener sus esfinteres como una
mujer adulta, contra toda probabilidad. Quer�a saber que significaba aquella
sensaci�n de impotencia al orinarse contra su propia voluntad y no de manera
deliberada como sol�a hacer en sus juegos. Permaneci� as� varios minutos,
cambiando de posici�n tanto como sus amarras se lo permit�an, en busca de
contener sus orines. La deseperaci�n fue creciendo, en tanto que el l�quido que
hab�a ingerido continuaba llenando su vejiga de manera apremiante hasta volver
su esfuerzo casi vano. Raquel continuaba retorciendose cada vez mas, con una
evidente expresi�n de frustraci�n y desconsuelo en sus ojos, a tal punto que
lleg� a derramar lagrimas de ellos. Hasta que finalmente para su derrota y su
�xtasis, contra toda orden mental, su vagina comenz� a liberar por si sola las
primeras gotas de pis. Primero unas pocas gotas, pero luego un fluido mas
contante, hasta que se volvi� un potente chorro de orin que sal�a de su conchita
con la potencia de un surtidor. Raquel apenas pod�a concebirlo, no era una orden
mental deliberada la que la hac�a orinarse de aquella manera, ella no ten�a
control alguno en aquel proceso, su cuerpo, su vejiga reaccionaba de manera
autom�tica sin que ella pudiera detenerlo de ninguna manera.


Era su primera incontinencia real, desde que era una ni�a,
cuando era puesta en pa�ales por su madre. Ahora a sus 28 a�os hab�a recuperado
aquella sensaci�n infantil de falta completa de control sobre sus orines. Y no
ten�a mas alternativa que hacerselo en sus pa�ales. Al recuperar su cordura por
unos momentos contempl� su cuadro completo y con especial terror. Se hab�a
orinado encima, no por gusto como tantas otras veces, sino porque no ten�a
alternativa posible de ir al ba�o y hacerlo como era propio a una mujer normal a
su edad.



No mucho despu�s de que su concha hiciera la primera descarga
sobrevino la segunda, esta vez Raquel no opuso mucha resistencia pues ya hab�a
tenido la plena satisfacci�n de saberse incontinente e incapaz de cambiar su
situaci�n durante las proxima 48 hs.


Del mismo modo, despu�s de llenar su pa�al gran cantidad de
pis, rato despu�s los supositorios que se hab�a introducido en el ano comenzaron
a hacer su efecto y Raquel no tuvo chance mas que relajarse y mover el vientre
abriendo sumisamente su orificio anal para dejar fluir la espesa materia que
comenz� a llenar la parte trasera de sus pa�ales, embadurnando paulatinamente
sus nalgas. Ahora ella conclu�a que realmente pod�a exprimentar lo que una
bebita siente cuando esta recostada en su cuna, cagadita y orinada, sin ninguna
posibilidad de hacer algo al respecto hasta que su mami venga a cambiarla. Y
esto �ltimo no ser�a posible hasta dentro de dos d�as, cuando el temporizador
del cepo electr�nico habilitase la apertura del dispisitivo.



Rato despu�s decidi� intentar su cena. Tom� una de las latas
de comida envasada para bebes y se dirigi� una cucharada a la boca. Aquel
alimento infantil sab�a tan desagradable para el paladar de un adulto que Raquel
estuvo cerca de escupirlo. Decidi� entonces que preferir�a seguir con algo de
hambre antes que intentar ingerir aquella pasta viscosa que conten�a la lata y
se content� con beber uno de los biberones con formula para bebes, que tampoco
sab�a demasiado agradable, pero era mas admisible que la comida de concentrada
de los envases. Al transcurrir las horas se pregunt� si conseguir�a dormir en
aquel estado, con sus pa�ales ya humedos y sucios. Le tom� un rato, pero
finalmente Raquel se adormeci�.


Despert� el S�bado por la ma�ana, descubriendo de manera no
muy sorpresiva que ten�a necesidad de hacer pis nuevamente. Esta vez Raquel dej�
fluir el orin de su conchita sumisamente. Sinti� su pa�al extremadamente mojado,
pero segura de que se hab�a colocado suficientes pa�ales y bombachitas de goma
para evitar cualquier posible derrame. Tambi�n experiment� mucho apetito, pues
no hab�a cenado la noche anterior, excepto por el biber�n con formula de bebe.
Entonces decidi� darle otra oportunidad a su comida enlatada y esta vez el
hambre pudo mas que su desagradable sabor y se termino una lata de alimento
junto con una lata de cereales. Aunque las latas de alimento no eran demasiado
abundantes, pues estaban dise�adas para el apetito de un bebe aut�ntico, no una
bebe adulta como ella, raquel comprendi� que solo ten�a 8 latas a su disposici�n
y deb�a racionarlas para el resto de su fin de semana, pues no hab�a chance de
moverse de all� para ir a buscar mas alimentos.


Ahora el aburrimiento conmenzaba a surgir. Adem�s de tomar
ocasionalmente un biber�n, orinarse encima, hacerse caca encima y comer mas
alimento enlatado no hab�a mucho mas que ella pudiera hacer all� donde estaba,
atrapada en su cuna sin posibilidad de escape. Para mantenerse ocupada fataseaba
con la idea de haber sido sometida a esta situaci�n de indefensi�n y reclusion
infantil por siempre. Esto la volv�a a exitar de a ratos, pero lentamente la
idea de indefensi�n y sometimiento comenz� a er cada vez menos atractiva a
medida que se aburr�a mas y mas. Se hall� a si misma impelida y sin sue�o, tal
como un bebe. Al momento en que Raquel decidi� tomar su pr�ximo alimento de
bebes, estaba muy hambrienta y el sabor desagradable de la comida triturada no
le preocup� en absoluto. Para este momento (Sabado por la tarde) ya se hab�a
bebido la mitad de sus biberones, se hab�a orinado muchas veces y se hab�a
cagado encima otra vez. Estaba casi flotando dentro de sus pa�ales en una espesa
combinaci�n de caca y orines, pero las bombachas de goma aun imped�an que los
posibles derrames llegasen a sus pijamas delatando a simple vista su
incontinencia. El tiempo se volv�o realmente insostenible para Raquel cuando
advirti� que aun deb�a permanecer 24 hs. mas en aquel estado infame. No mucho
mas tarde Raquel consigui� dormirse. Acostumbrada ya a su forzada incontinencia
incluso se orino dormida un par de veces. El domingo por la ma�ana no fue muy
diferente al sabado, aunque algo mas molesto aun. Raquel se orin� otra vez al
despertar, ya casi sin advertirlo conscientemente hasta que el flujo de orin
estaba ya escapando por los labios de su conchita. Pocos minutos despu�s se
hab�a cagado encima con la misma facilidad. Ya se sent�a flotar dentro de su
pa�al. Sus nalgas patinaban en un mullido y tibio colchon y para peor se hab�a
comenzado a irritar la concha por la exposici�n continua al orin y el roce de la
tela de su pa�ales ya empapados uno tras otro e incapaces de absorber una gota
mas. Adem�s de todo ten�a mucho hambre y se sent�a por dem�s aburrida. Se
percat� de que no pod�a traer a su mente sus fantas�as para consolarse y solo
ten�a presente cuanto tiempo hab�a estado all� amarrada en su cuna y cuando
restaba aun. Para media tarde ya se hab�a devorado toda la comida triturada de
bebes y se hab�a bebido su �ltimo biber�n. Despu�s de ello se volvi� a hacer pis
y caca encima casi en un mismo instante. Tras ello not� como, burlando sus
precauciones, su bombachita de goma hab�a comenzado a ceder y derramar unas
primeras gotas en su pijama, que rato despu�s se extend�an hasta las sabanas de
su cuna, liberando en su ropa y en la cama el acido aroma de su pis y su
caquita, delatando el contenido de sus pa�ales. En aquel cuadro Raquel no pudo
ya contenerse y estall� en un llanto casi infantil, como coronando su solemne
acto de impotencia.



Finalmente la tarde transcurri� y lleg� el momento deseado.
Las 5 PM del domingo, Raquel suspir� aliviada convenciendose de que en instantes
ser�a libre otra vez. Rapidamente ingres� la clave y puls� el bot�n para
expulsar. �Nada Sucedi�! Lo intent� nuevamente. No hubo ning�n resultado. Volvi�
a chequarlo varias veces. Finalmente decidi� revisar el programa. Siguiendo las
instrucciones hall� la hora y d�a programados: 5 PM del 8 de Marzo. Domingo 8 de
Marzo pens� Raquel. Repentinamente un instante de cruel lucidez estall� en su
mente! �Sus calculos hab�an fallado. El d�a estaba bien configurado pero el mes
hab�a sido ingresado de manera incorrecta, era Domigo 8 de Febrero y el cepo no
se abrir�a hasta el d�a 8 de Marzo! Raquel entr� en panico. Sus compa�eras
estaban por llegar en tres horas mas y la encontrar�an en tal estado de
humillaci�n como nunca hubiera so�ado. Comenz� a forcejear bruscamente,
golpeando el cepo electr�nico, forzando las cintas, intentando derribar la
estructura de la cuna. Record� tambi�n la llave maestra, pero deliberadamente
ella la hab�a colocado en su closet, a una distancia imposible de alcanzar de
manera alguna desde su posici�n actual. Todo fue en vano y ella lo sab�a desde
el principio, se hab�a preparado asi misma una reclusi�n infalible. No hab�a
manera de salir de all� a no ser por la intervenci�n de alguien mas o aguardando
hasta el pr�ximo mes. Finalmente comenz� a lloriquear como un bebe admitiendo su
inminente derrota.



Tres horas mas tarde, puntualmente sus amigas retornaron a
casa. Despues de unos minutos de acomodar su equipaje y cambiarse de ropas,
Donna y Paula empezaron a preguntarse por Raquel. Las tres acostumbraban dejar
siempre alguna nota explicativa cuando sal�an por la noche, para tranquilidad de
todas. Ya que no se la ve�a en ninguna parte de la casa Donna pens� en entrar a
su cuarto para chequear si hubiese dejado alguna nota all�.





Al abrir la puerta ambas mujeres se quedaron boquiabiertas,
mudas y at�nitas ante aquella escena. All� estaba su amiga, recostada en una
cuna del tama�o de un adulto, amarrada con cintas y arneses, vestida con pijamas
infantiles de su tama�o, que ya mojados a la altura de su cintura dejaban asomar
debajo el bulto de la bombacha de goma y los pa�ales de adulto que en vano
intentaban contener el orin y la caca que Raquel se hab�a hecho encima durante
todo un fin de semana. Las sabanas tambi�n yac�an mojadas y sobre la mesa
estaban los biberones vac�os y las latas de comida concentrada para bebes. No
pod�an creer lo que sus ojos ve�an. Raquel estaba ba�ada en lagrimas y no
consegu�a expresar palabra alguna, sus amigas tampoco reaccionaban. Para colmo
de su verguenza su cuerpo exudaba ya libremente el aroma a orines y caca que sus
inservibles pa�ales ya no pod�an disimular. En un �ltimo aliento Raquel
consigui� recuperar el habla y les coment� entre sollozos todo lo sucedido a sus
amigas.


Donna y Paula escucharon atentamente las historia. Durante el
relato su rostros cambiaron desde la consternaci�n, la sorpresa, la verguenza y
la expresi�n mas seria. Cuando Raquel concluy� su odisea se qued�
contemplandolas como qui�n espera una respuesta. Ambas la miraban con una
expresi�n de serio desaprobo, pero de pronto la solemnidad de Paula se durrumb�
y estall� a reir a carcajadas en frente de su amiga infantilista. "Perd�n
Raquel, pero es que es lo mas descabellado que he visto en mi vida" exclam�
entre carcajadas, "estas por dem�s loca mujer, como has podido. No tienes
dignidad, que verguenza�" sigui� riendo. "Es absurdo" a�adi� Donna en tono mas
grave, "mirate, est�s hecha un asco, que verguenza me das Raquel, nunca cre� que
una amiga m�a podr�a hacer semejantes cochinadas. Yo te cre�a una mujer adulta y
normal, como hubiera imaginado las fantas�as extra�as que tienes. �Desde cuando
haces estas cosas?". Paula continuaba riendose y burlandose de su amiga y Donna
no hac�a otra cosa que lanzarle severos reproches. Finalmente Raquel se atrevi�
a suplicarles, "La llave esta en mi closet, por favor traedmela asi podr� por
fin liberarme".



Las dos mujeres se miraron entre si y se retiraron del cuarto
un momento a conversar en voz baja, dejando a Raquel expectante, aun atrapada en
su cuna en su lamentable estado. Un minuto despues volvieron a entrar al cuarto
y Donna tom� la palabra "�No hay nada que hacer!" dijo en tono severo. "Fue tu
decisi�n estar alli recluida. Vos configuraste el cepo para abrirse el 8 de
Marzo y all� vamos a dejarlo. No es culpa nuestra". Raquel comenz� a suplicarles
desesperadamente, pero ambas mujeres salieron del cuarto velozmente dejando a su
amiga en la misma situaci�n.



Rato despu�s Donna y Paula retornaron con unas pinzas y otras
herramientas con las cuales procedieron a cortar el arnes que atrapaba los
pa�ales en su entrepierna. Paula mir� subitamente a su amiga antrapada en la
cuna y le dirigi� la palabra "Como ya te hemos dicho no tenemos intenciones de
liberarte de la trampa en que vos misma te metiste imprudentemente. Sin embargo
como prueba de solidaridad te vamos a limpiar y a cambiar los pa�ales". Raquel
permaneci� en silencio durante esta operaci�n, hasta que ya libre del arnes se
sinti� mas aliviada, aunque aun ten�a sobre si las cintas que sujetaban sus
pies, su cintura y su mano izquierda, todo lo cual aun la manten�a completamente
indefensa y docil a merced de sus amigas. Acto seguido Paula revis� el vestidor
de Raquel en busca de los elementos necesarios.


Rapidamente encontr� su provisi�n de pa�ales limpios, sus
bombachas de goma, los pins para sujetar sus pa�ales y las llaves de estos pins,
as� como mucha mas ropa infantil en talle adulto, biberones, chupetes, algunos
pa�ales descartables, bombachitas de entrenamiento, hasta toallas de
incontinencia que Raquel utilizaba bajo sus bombachas de mujer adulta para
orinarse encima cuando estaba en su oficina o en la universidad sin que nadie se
de cuenta, tambi�n latas de comida para bebe, talcos, aceite de bebe y otra
parafernalia. Toda su vida infantilista estaba all� expuesta para su verguenza y
para deleite de sus amigas. Paula y Donna se entretuvieron unos minutos
revisando aquella utiler�a y haciendo bromas sarc�sticas y humillantes delante
de su indefensa amiga, qui�n no tuvo otra opci�n que aguardar all� atada
mientras las chicas terminaban de hacer su inspecci�n. Ya hab�a comprendido que
de nada serv�an sus suplicas, asi que aguard� en silencio.


Finalmente, minutos despu�s Paula le dirigi� la palabra con
desden "Vamos, tenemos que cambiarte los pa�ales y ponerte unos limpios. No
queremos que te vayas a enfermar, mir� en que estado estan esos que llevas
puestos�". Raquel no profiri� queja alguna. Estaba muy intrigada por saber lo
que habr�an de hacer con ella a futuro, pero la idea de poder cambiarse sus
pa�ales le urg�a mucho mas que cualquier proyecto posterior.


Paula y Donna se acercaron a la cuna y bajaron la reja
frontal para poder acceder a Raquel mas de cerca. Donna sostuvo la mano derecha
de Raquel, que era la unica extremidad libre de su cuerpo, mientras Paula
comenz� desvestirla, bajando primero sus pijamas y a continuaci�n las dos
bombachitas de goma hasta la altura de sus tobillos. El olor a pis y caca se
hizo mas fuerte en toda la habitaci�n y Paula no perdi� la oportunidad de
hacerselo notar con sarcasmo. Luego, mientras Donna la sosten�a firmemente,
Paula desbloque� de a una a la vez las cintas que aferraban sus tobillos para
poder remover completamente el pijama y las bombachas de goma empapadas, para
luego ajustar cada cinta nuevamente a los tobillos. Despu�s comenz� a
desabrochar cada unos de los ocho pa�ales, los cuales estaban ya plenamente
empapados. Al quitar el ultimo pa�al Raquel quedo definitivamente expuesta en la
mas vergonzosa situaci�n que una mujer de su edad pudiera concebir.


Donna y Paula contemplaron entre burlas y expresiones de
reprobaci�n la enorme fuente de que hab�a conseguido desbordar los ocho pa�ales,
una tibia masa ya ininteligible y espesa de pis y caca que Raquel hab�a
conseguido acumular durante dos d�as completos de incontinencia sobre sus nalgas
y su conchita. Las dos mujeres apenas pod�an creer que su amiga se hubiese
provocado a drede semejante bochorno. Donna aun no sal�a de su asombro, "Que
verguenza Raquel, una se�orita de tu edad haciendo semejante cochinada. �Mira
como te has puesto! � Hueles a pis y caca como un bebe o quizas peor�" termino
diciendole. Paula retiraba los pa�ales sucios en una bolsa de plastico para
arrojarlos luego en la lavadora mientras agregaba sus propias quejas "�y pensar
que otras mujeres de tu edad ya son madres y le cambian los pa�ales a a sus
hijos y vos en cambio a tus 28 a�os te lo haces todo encima como los bebes". En
medio de otras burlas y reproches Paula limpi� pacientemente todas las zonas
intimas del cuerpo de Raquel y luego le unt� con crema suavizante y aceites para
calmar la irritaci�n que hab�a desarrollado en los dos �ltimos d�as
especialmente en los labios de la concha. Por ultimo le pusieron un pa�al limpio
y una nueva bombachita de goma. La perfumaron y cambiaron las sabanas que
tambien estaban sucias por otras nuevas.



Cuando terminaron toda la operaci�n Raquel se dirig�
nuevamente a sus amigas de manera interrogante. Entonces Donna tom� la palabra,
"�Lo que hiciste es una verguenza Raquel y vas a tener que hacerte cargo vos
misma de tus actos. Nosotras no vamos a intervenir en absoluto para liberarte de
un castigo que vos sola te has impuesto. Adem�s de irresponsable sos una cochina
y no queremos ser complices de tus locuras. Como �nica prueba de solidaridad te
hemos liberado los arneses que sujetan tus pa�ales, para que se puedan cambiar a
diario, pero las demas cintas que te aprisionan se van a quedar alli en su lugar
hasta que el dispositivo se habra nuevamente por si solo dentro de un mes.
Tambi�n podes intentar liberarte por vos misma, nosotras no vamos adetenerte
pero tampoco vamos a ayudarte. Aunque parece que tu trampa es demasiado buena
para que puedas con ella, asi que creo que vas a estar ahi recluida por todo el
mes!".


Raquel sab�a que Donna ten�a raz�n, no le iba a ser posible
liberarse de aquella reclusi�n sin ayuda de sus amigas. Desesperada comenz� a
llorar nuevamente de manera desconsolada. Pero entonces Paula se acerc� a ella,
la tom� de la cabeza y le acarici� con dulzura casi maternal. Ante sus ojos le
mostr� un chupete que hab�a tomado del closet. Raquel instintivamente dej� de
llorar y abri� sumisamente la boca para que Paula pudiera insertarle el chupete
entre sus labios. "No nos tomes a mal Raquel. Nosotras somos tus amigas. Vos te
metiste en este problema y tenes que aprender a enfrentarlo por vos misma.
Queremos que aprendas algo en este mes que va a transcurrir alli bloqueada en la
cuna. Lo que hiciste no es propio de una mujer adulta como vos, por lo tanto si
quer�s comportarte como una ni�a que aun se lo hace encima entonces tendr�s que
aceptar que se trate como tal." Incluso Donna, que hasta entonces hab�a sido las
mas dura con ella le habl� en un tono mas suave y maternal, "vamos a ser buenas
mamis en este pr�ximo mes. Vamos a cambiarte los pa�ales dos veces al d�a por lo
cual ya no vas a necesitar usar multiples pa�ales. Te vamos a limpiar para que
no est�s irritada y te vamos a alimentar del mismo modo que lo has venido
haciendo este fin de semana, mediante biberones y comida de bebes." Raquel se
debat�a entre su impotencia y su rsignaci�n, aunque en un punto sinti� que muy
dentro suyo hab�a recuperado una parte de la exitaci�n que hab�a sentido el
primer momento cuando se someti� a si misma en su cuna el fin de semana. Sus
amigas la dejaron sola y ella aun consternada comenz� a llorar.



El lunes por la ma�ana, Raquel despert� con su pa�al mojado.
Pese a los �ltimos sucesos, hab�a dormido mejor que las dos noches anteriores,
con un pa�al limpio y seco protegiendo su intimidad femenina. Aunque ya se hab�a
orinado parec�a que el peque�o accidente transcurrido durante la noche hab�a
sido muy bien contenido por su pa�al sin necesidad de irritaci�n alguna. La
noche transcurrida le hab�a mejorado un poco el animo y albergaba alguna
esperanza de que sus amigas cambiasen de opini�n respcto a su decisi�n de
dejarla recluida all� en su cuna durante todo el mes.


Repentinamente Donna abri� la puerta de su cuarto "Buenos
d�as Raquel. � Has dormido bien ?" cargaba en sus manos su telefono mobil, asi
como un biber�n con formula de bebe. Se recost� junto a ella y comenz� a darle
su desayuno, que Raquel bebi� hasta acabarlo. En breve sinti� los efectos de la
formula y se di� cuenta que pronto iba a hacerse caca. Pens� que era una buena
idea hacerselo ahora, pues Donna de seguro la cambiar�a en breve. Luego Donna le
acerc� el telefono a su mano libre y le indic� que marcase el n�mero de su
trabajo. "Llam� a tu jefe, decile que has tenido una urgencia familiar y que
necesitas pedir tu vacaciones ahora mismo durante todo este mes". Raquel se
deshizo en protestas, solicitando que la liberasen y la dejasen retomar su vida
normal, pero todo fue en vano. Finalmente Donna la apercibi� "hasta que no hayas
llamado a tu jefe no te vamos a cambiar los pa�ales".


De mala gana Raquel tom� el tel�fono y marc� el n�mero de su
trabajo, pidi� hablar con su jefe directo y comenz� a darle la explicaciones
pertinentes. Durante el trancurso de la llamada Raquel se cag� encima casi sin
notarlo, pues estaba atenta a la gesti�n de sus vacaciones. Finalmente el tema
fue arreglado y obtuvo su mes libre. Al instante Paula se hizo presente y
procedi� a cambiar sus pa�ales. Esto la hizo sentir aliviada, mientras recordaba
la horrorosa experiencia de haber contenido su pis y caca dentro de los mismos
pa�ales durante dos d�as, Raquel concluy� que la situaci�n ahora era mucho
mejor. Sus amigas se marcharon dejandole cerca de su cuna suficiente comida
triturada y un par de biberones con formula para que pudiese alimientarse hasta
que ellas volviesen, una vez concretado su d�a de trabajo. Raquel reflexion�
unos instantes y comprendi� que aquella situaci�n era la que en verdad pretend�a
homologar con su autoreclusi�n del fin de semana.



Epilogo



El mes transcurri� calmo y lentamente. Raquel acept� sin mas
protestas su reclusi�n y se port� de manera obediante con sus dos amigas. Lo
d�as transcurr�an y Raquel iba desarrollando su rol de bebita sometida de manera
cada vez mas natural. Por las noches ten�a accidentes y amanec�a siempre
orinada. Incluso algunas veces lleg� a cagarse encima mientras dorm�a. A medida
que su incontinencia aumentaba Donna y Paula decidieron aumentar la frecuencia
diaria de cambio de pa�ales para evitar que tuviese irritaciones en la concha a
causa del orin. Tambi�n fue necesaria una compra extra de pa�ales de adultos y
bombachas de goma.


Los alimentos de bebe ya le sab�an de manera totalmente
natural e incluso sabrosa y las formulas de bebe saborizadas con chocolate se
convirtieron en su coktail favorito. Raquel no volvi� a proferir ninguna
pretesta. Finalmente lleg� el tan ansiado d�a del 8 de Marzo y tal como estaba
programado el cepo electr�nico se abri� dejando a Raquel completamente libre de
las cintas que la sosten�an a la cuna. Donna y Paula hab�an salido de paseo
aquella tarde, poco antes de la hora indicada por el temporizador del
dispositivo electr�nico. Retornaron horas mas tarde, esperando a su regreso
encontrar a su amiga disfrutando de su nueva libertad. Al entrar en el cuarto de
Raquel la encontraron en la misma posici�n que de costumbre, durmiendo en su
cuna, con pa�ales y ropas de bebe, aunque ya no estaba sujeta por las cintas ni
los arneses. Cuando Raquel despert� las tres mujeres sostuvieron una larga
convrsaci�n sobre lo transcurrido en el �ltimo mes. Raquel formul� finalmente
una propuesta y sus amigas accedieron. Al d�a siguiente por la ma�ana temprano
el jefe de Raquel recibi� un telegrama en el que ella le comunicaba su renuncia
indeclinable. Una vez emitido el telegrama Raquel sali� de la oficina postal y
se dirgi� a su casa con toda velocidad.


Mientras transitaba por la calle sent�a que sus pa�ales ya
estaban algo humedos. Lleg� a casa y se dirigi� directamente a su cuarto, se
quit� su vestimenta adulta que hab�a usado para el tramite de su renuncia debajo
de la cual asomaron sus humedos pa�ales. Se coloc� sus pijamas infantiles y se
recost� en la cuna. Un instante despu�s entraron Donna y Paula y las tres
mujeres se miraron entre s� con complicidad. " Ya est� hecho mamis" dijo Raquel
en tono infantil, imitando la voz de un ni�o. Acto seguido Paula le cambi� los
pa�ales y Donna le dio a beber un biber�n con su formula favorita.


A continuaci�n la sentaron en su cuna y le dieron unos
peluches y una hermosa mu�eca que le hab�an comprado el d�a anterior y que
hab�an reservado como sorpresa. Antes de marcharse le dejaron cerca de la cuna
un par de biberones con formula de bebe y jugo de naranjas, una jarra con cereal
para bebes y una taza con comida triturada. "No queremos que esta bebita est�
hambrienta. Mejor que te hayas tomado toda tu comida y te tomes toda la mema
antes de que regresemos. Si no vamos a tener que darte nalgadas en el culito por
desobediente Raquel�". Esta vez no hubo necesidad de sujetar a Raquel a la cuna
pues estaba bien claro que ella no ten�a otras intenciones mas que quedarse en
su cuna jugando con sus nuevos regalos, comiendo sus cereales y sus formulas y
mojandose en los pa�ales. Al fin y al cabo Donna y Paula tambi�n hab�an
aprendido su lecci�n en el mes que pas�.


Descubrieron su vocaci�n maternal con su amiga adulta
infantilista. Ser mama de una mujer adulta de 28 a�os que aun se lo hac�a todo
en sus pa�ales ten�a un encanto especial. Ambas saludaron a Raquel con un beso y
la instuyeron antes de marcharse, "Portate bien Raquel, que ya no tenes edad de
estar haciendo travesuras". Y dicho esto Donna y Paula se marcharon a sus
respectivos trabajos, pues ten�an sus obligaciones como mujeres adultas que
eran.



Fin




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Relato: Autosometida en pa�ales. La fantas�a de Raquel
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