Mam� y pap� vinieron a visitarme. Entre l�grimas y alguna
risa aislada me aseguraron que pronto saldr�a de todo esto. Que la pesadilla se
terminar�a muy r�pido. Pero �cu�nto tiempo m�s tendr�a que soportar? Mi hermana
menor no estaba enterada al sitio al que un juez me mand�, y por ende no fue a
visitarme en el d�a de mi cumplea�os. Simplemente, mis padres le dijeron que fui
trasladado por asuntos del trabajo. Me apenaba mucho que ella, siendo tan
inocente y ya casi una adolescente, no estaba conmigo en ese d�a tan especial.
Pero sinceramente me apenaba m�s que, en ese d�a tan especial, tenga que ver a
mis padres, sentados alrededor de una mesa, junto con otras personas.

La vida ser�a muy dura. Pero despu�s de todo yo me las hab�a
rebuscado. Yo no hab�a actuado con prudencia. Yo fui el sincero.

Todo comenz� cuando mi novia, a la que amaba con todo mi
coraz�n, me enga�� con otra persona. Es decir, con la persona que yo odiaba m�s
en la vida.

Siempre, era sabido desde hace tiempo, que hab�a una gran
enemistad entre Fernando y yo. �ramos las personas que m�s se odiaban en el
mundo. Jam�s supe como empez� todo, simplemente por algunas peleas callejeras,
ya que �ramos vecinos. Pero el odio aumentaba m�s cada a�o, y esta vez tuve mi
oportunidad perfecta para matarlo. Para destruirlo. El haber tocado a mi novia,
fue lo peor que me pudo haber hecho. Me desquit�.

Esa noche, llegu� a su casa con un arma. No le di tiempo de
explicaciones. Le dispar�. La polic�a lleg� al instante. Ten�a el cerebro tan
lleno de satisfacci�n al ver su sangre goteando por el piso, que no me dio
tiempo de inventar una excusa. Fui sincero. Dije la verdad y con exactitud todo
lo que hab�a pasado. Me detuvieron, y la semana ya me trasladaron a una c�rcel.

Mis compa�eros de celda, que al principio se mostraron
toscos, repentinamente, al enterarse que era mi cumplea�os, cambiaron su humor.
Es decir, no lo hicieron con una buena intenci�n, simplemente que me trataban de
una manera burlona, cosa que me comenz� a irritar y asustar, al mismo tiempo.

Tengo, en total, a tres personas m�s, una m�s fea que la
otra, pero con muchos m�sculos y cara de asesinos. Uno de ellos se llamaba
Alberto. Deber�a tener unos cuarenta a�os, bien fornido, con cara de pocos
amigos y que siempre se lo encontraba con un cigarrillo en la mano, como si los
fabricara con sus propias manos, y de ser as�, no me sorprender�a. Otro era
Luis, que era el sucio del grupo y las risas y burlas tambi�n se acentuaban en
�l. Por �ltimo, lo ten�a a Miguel, que era una persona casi de mi edad. Fue el
�nico hombre que intent� establecer comunicaci�n conmigo, y por lo poco que lo
escuch�, me dijo que dentro de poco ya estar�a afuera.

Cuando apagaron las luces, despu�s del peor cumplea�os de mi
vida, me dispuse a dormir, entre l�grimas, porque no me acostumbraba a esta
nueva vida. Sin duda, Fernando, hasta en su muerte me segu�a causando problemas.
Probablemente, con la ayuda de un buen abogado, pueda apelar que lo hice por un
desborde psicol�gico, pero para el juicio faltar�a bastante, ya que la justicia,
como en todos lados, es lenta.

A�n as�, ya pasado unos minutos de que la celda qued� en la
oscuridad absoluta, estaba por dormirme cuando sent� una mano sobre mi trasero,
que lo acaricia paulatinamente. Me di vuelta al intenta, pero unos brazos me
sujetaron de los hombros y me obligaron a permanecer donde me encontraba.

- C�llate. - me dijo una voz, susurr�ndome. - Qu�date
tranquilo y no te resistas. Los presos que comparten la celda contigo no son tan
ingratos como piensas, por lo que decidimos regalarte algo a ti por tu
cumplea�os.

- �Qu�? - pregunt�, asustado, pero mi pregunta son� como un
gemido de mujer. - �Qu� me van a hacer?

No respondieron. El que me habl�, me agarr� del cabello y me
hizo salir de la cama de un brutal empuj�n. Me par�, sostenido por el terrible
dolor que me provocaba esa mano en mi cabeza, aferr�ndome mi cuero cabelludo, y
tratando de dejarme pelado.

No ve�a nada. Me empujaron contra una pared fr�a y me dejaron
inm�vil. Sent� varias manos sobre mi trasero, que a�n conservaban sus
pantalones. Me tocaban. Me acariciaban. �Estaban a punto de violarme!

Uno de los hombres se me acerc� y me apoy� su bulto erecto
sobre mi trasero, mientras se meneaba como si estuviera penetr�ndome, d�ndome
besos en el cuello, y gimiendo. Puso sus manos en mi cintura y atra�a con fuerza
mi cuerpo, para que chocara contra el suyo. Yo permanec�a inm�vil, asustado,
aterrado por lo que el destino me tra�a en suerte. Seguramente Fernando se
deber�a estar riendo de mi situaci�n, suponiendo que me estuviera observando.

- Ponte de rodillas. - me indic� el hombre que ten�a en mis
espaldas.

Temblando, me di vuelta d�bilmente y me arrodill� en el piso.
A�n segu�a sin que mis ojos se acostumbraran a la oscuridad, as� que no ve�a los
movimientos de las personas que ten�a a m� alrededor. De pronto sent� que algo
caliente choc� contra mi cara.

- Abre la boca. - orden�, la misma voz, que no sab�a cual de
los tres era.

Ten�a ganas de oponerme y salir gritando, pero �qu� ganar�a?
�Cu�nto tiempo pasar�a bien sin que vuelvan a intentar hacerlo conmigo? Abr� la
boca, antes de esperar la segunda orden. Un pedazo de carne asqueroso entr� en
mi boca. Era una verga. Con much�sima inexperiencia la prob�. Sab�a asqueroso.
Estaba parada y not� que era bastante grande. �Qu� ser�a de m� cuando intentaran
penetrarme por el culo? �Tendr�an alguna enfermedad?

No pens� en ello m�s y me dispuse a satisfacer a mis
compa�eros. Mamaba aquella verga, y fui adquiriendo un poco m�s de experiencia.
Record� a las mujeres que mamaban en las pel�culas pornogr�ficas e intent� hacer
lo mismo. Incluso con mi mano la masturbaba un poco.

- Sigue... - gimi� la persona que ten�a ante m�. - Contin�a,
puta.

De la nada, unas gotas de un l�quido espeso y caliente
entraron en mi garganta. Estuve a punto de escupirlo pero me contuve. La tragu�,
aguantando las arcadas y sensaciones de n�useas.

La persona que estaba ante m� se retir�, dando paso a otra.
Abr� la boca, cuando sent� su presencia, pero sin embargo, esta me agarr� la
cabeza y me tir� el cabello hacia atr�s. Estuve a punto de preguntar que estaba
haciendo, cuando sent� un chorro de orina en mi boca.

- �Tr�gatela! - orden�, con voz potente, esta nueva persona.

Otra terrible sensaci�n de asco, pero no me quedaba otra que
ceder. Parec�a que nunca antes en la vida hab�a ido a al ba�o y se estaba
guardando todo para esa noche. No dejaba de hacerlo en mi boca. Y, por ah�,
mov�a su verga hacia alg�n sitio para que su orina me quedara en toda la cara y
parte del torso. Estaba sucio y orinado por alguien a quien hab�a conocido hace
tres d�as. Y lo peor es que era un hombre.

Cuando por fin termin� de orinarme, me agarr� del cabello y
atrajo su boca hasta su gran verga. Segu� con las arcadas, debido al asco, pero
hice mi mejor esfuerzo por controlarme. El hombre gem�a de placer.

- �Sabes que hace tiempo no voy de cuerpo? - pregunt� el
hombre.

No comprend� lo que me quiso decir, pero hab�a algo en mi
interior que no deseaba saberlo. El sujeto que me extendi� su verga en una
primera instancia se ech� a re�r a sonoras carcajadas.

- No le puedes hacer eso. - coment�, ri�ndose. - Pobre.
D�jalo para m�s adelante. Ahora veo que lo de sucio era muy literal.

El sucio. El que me hab�a orinado era el sucio, as� que por
ende tendr�a que ser Luis. Pero yo segu�a sin comprender a que se refer�a con
"ir de cuerpo".

- Ning�n m�s adelante. - dijo, seguro, la persona que me
hab�a orinado. - Ir� al rinc�n y ustedes lo llevar�n. Mientras tanto, Miguel,
dale a este chico tu verga, que debe querer jugar.

Una tercera persona se me acerc�. Deber�a de ser Miguel, lo
cual significaba que la primera persona era Alberto. El chico de mi edad se me
acerc� y me dio su verga. Comenc� a chuparla, aunque ten�a en mi boca a�n el
sabor de la orina de Luis. Miguel, a cambio de los otros, s�lo se qued�
esperando a que yo hiciera todo el trabajo. Parec�a que no se mostraba muy de
acuerdo con la decisi�n de los otros, pero tampoco no se resist�a.

Mientras se la mamaba, escuch� un sonido gozoso desde uno de
los rincones de la celda. De pronto, un tremendo olor nauseabundo me invadi� las
fosas nasales. Oh, no. �Entend�a que quer�a decir "ir de cuerpo"! Luis hab�a
cagado en la celda. �Algo pensaban hacerme con eso!

Lament�ndome por dentro, fing� que no sent�a nada y segu�a
concentrado en la verga de Miguel, cuando Luis se nos acerc�.

- Ya est�. - dijo. - Como yo lo hice, yo lo penetro primero.

Luis me agarr� del cabello y me hizo incorporarme. De un
empuj� me hizo bajarme el pantal�n y pas� su verga sobre mi trasero. A�n
tir�ndome del cabello me hizo caminar tras �l.

- Arrod�llate. - orden�.

Me arrodill� y sent� que estaba a menos de un metro de la
pared.

- Ahora escucha con atenci�n. - advirti� Luis, con una
extra�a voz de confianza. - Har�s esto. Te quedar�s arrodillado, mientras que la
parte delantera de su cuerpo no parar� hasta llegar al piso. Es decir, hasta que
tu bella cara toque el piso o lo que hay antes del piso. - y diciendo esto,
volvi� a re�rse.

Alberto, mientras tanto, se re�a como un condenado
(literalmente) desde su cama. Yo, que apenas pod�a ver a mis compa�eros de
celda, no lograba divisar que era lo que hab�a en el piso. Pero ese olor tan
esputrefacto me hizo imaginarlo, y las ganas de vomitar volvieron. Ahora era
in�til resistirme. Estaba bajando por el empuj�n que Luis me dio. Mi cara no
choc� contra el piso, sino contra algo esponjoso, tibio y con un terrible olor.
�Era el excremento de Luis!

Ten�a mi cara repleta de ese excremento. No pude resistirme
m�s y vomit� ah� mismo. Como durante el d�a no hab�a comido mucho, no fue
demasiado, pero si lo suficiente para que Luis volviera a re�rse con ganas.

- Ahora, si quieres levantarte, tendr�s que comerte tu propio
v�mito y mi regalito. - dijo, divertido.

Yo lloraba. Ten�a la cara llena de su defecaci�n y mi v�mito.
Mi cuerpo se encontraba orinado. Mi garganta sab�a a semen. Me sent�a humillado
y d�bil. Mareado. Perd�a el conocimiento. Deseaba estar muerto.

De pronto sent� el cuerpo de Luis, arrodillado detr�s de m�.
Sent� la punta de su verga tratando de entrar en mi ano desnudo. De un s�lo
empuj�n la meti� por completo. Aull� de dolor, pero al abrir la boca, entr� el
excrement�, provocando que tosiera y volviera a vomitar, causando as� m�s risas
de parte de Luis que comenz� a bombear con brutalidad.

Quer�a gritar, pero la defecaci�n me lo imped�a. Me atragant�
al tragar un poco de lo que me hab�a dejado. Ten�a los ojos nublados y pesados.
Me dol�a el trasero debido a que me trataba como si tuviera experiencia en eso.
Luis gem�a y re�a sin parar. Acab� muy repentinamente en mis intestinos. Luego
se sac� la verga y limpi� sus rastros de semen por mis nalgas. Sent� como se
par�.

- Imagino que no ir�s a ensuciar la cama con eso. - dedujo. -
As� que qu�date all� hasta que comas toda la comida que hice para ti. Luego
podr�s acostarte. �Te voy a vigilar!

Despacito, y con mucho asco, comenc� a comer su defecaci�n.
De a poco me iba acostumbrando al hedor y al sabor amargo. Escuchaba los
comentarios y las burlas. Por suerte, no hab�a mucha "comida", pero s� lo
suficiente como para que las arcadas me dieran cada cinco segundos. Finalmente
mis labios no encontraron m�s excrementos con que alimentarme. Me quit� la
remera y me limpi�, casi en vano, lo que ten�a en mi cara.

A partir de esa noche, siempre que Luis tiene ganas de orinar
por las noches, me levanta para que abra la boca. O, peor, es cuando tiene ganas
de hacer otra cosa, pero eso sucede s�lo una vez por mes. Alberto, en cambio, se
apodera de m� casi todas las noches, pero como lo hacemos con intimidad, me hace
el amor. Con besos. Caricias y suavemente. Miguel, sin embargo, se march� a la
semana siguiente, quedando solo con mis otros dos compa�eros.

De a poco me fui adaptando a mi nueva vida en la c�rcel y ya
no se me hizo tan dura. Pero la oportunidad de vengarme lleg� siete meses
despu�s.

Pasando el d�a del amigo, un polic�a trajo a la celda a un
adolescente, de unos 19 a�os. Ten�a el cabello largo hasta los hombros y era
bastante bien parecido. Estar�a en nuestra celda.

- Hola. - salud�, t�mido, despu�s de que el polic�a lo dej�.
- me llam� Lucas.

Mir� de reojo a Luis y a Alberto. Ahora hab�a encontrado a la
persona perfecta, para darle la bienvenida y hacerle todo lo que me hicieron a
m�.

*

No Dejes de Leer: 12 A�os, la Serie que te Tiene al Filo.

Mariano, Bautista y Lucas ya conquistaron tu coraz�n.

Con m�s misterios. M�s muertes. M�s suspenso. M�s terror. M�s
sexo. Todo lo que te atrapa. No te lo puedes perder. Muy pronto llegar� el
momento en que la muerte venga a llevarse a alguien que quieres mucho. �Qui�n
ser� el que descubra un secreto tan terror�fico que lo llevar� a una muerte
segura? Es alguien que quieres. Alguien por el que nunca vas a perdonar a la
Logia... por matarlo.