Relato: Mi mujer consumida por el deseo





Relato: Mi mujer consumida por el deseo

MI ESPOSA CONSUMIDA POR EL DESEO



Ah� est�bamos los dos, mi esposa y yo de vacaciones en la
playa, tendidos en dos sillas de playa, ella lucia un bikini negro que resaltaba
sus l�neas y yo en la silla de playa a su lado.



Era nuestro primer d�a de vacaciones, hab�amos llegado la
noche anterior y como hab�a sido un vuelo muy largo est�bamos algo cansados por
lo que despu�s de desayunar decidimos recostarnos en las sillas de la playa para
descansar.



Todav�a era media ma�ana y no hac�a demasiado calor, el clima
era agradable, nosotros somos de M�xico y decidimos pasar nuestras vacaciones en
la madre patria, no era la primera vez, pero si la primera que est�bamos en una
playa, generalmente hab�amos ido a las grandes ciudades para conocer los sitios
tur�sticos m�s famosos.



Le pregunte si deseaba tomar un refresco a lo que me contesto
que si, por lo que decid� ir al bar del hotel por un par de bebidas, antes de
que hiciera m�s calor.



Debo aclarar que mi esposa es muy joven y muy hermosa, tiene
una figura incre�ble y siempre destaca por su belleza latina.



Yo soy m�s grande que ella y todo lo contrario, f�sicamente
no soy muy agraciado y soy mayor que ella.



Siempre hab�amos tenido relaciones sexuales satisfactorias
para ambos, aunque debo aclarar que no soy un dechado de virtudes porque no
tengo una polla muy grande, m�s bien mediana, tirando a peque�a, sin embargo
hasta la fecha nos llev�bamos muy bien.



Regresando a nuestro primer d�a de vacaciones en la playa,
cuando regrese del bar note que estaba un joven en traje de ba�o sentado en un
camastro al lado de la silla donde se encontraba mi esposa, quien estaban
conversando con ella, le explicaban los sitios de inter�s en el lugar, la forma
m�s accesible de llegar a ellos, as� como los lugares para divertirse.



Cuando me acerque a darle su bebida a mi esposa me saludo y
me presento al joven que estaba a su lado.



Mira te presento a Alberto es un joven de la localidad que
amablemente estaban platicando sobre este lugar y sus atractivos tur�sticos.



Mucho gusto conteste y me sent� en una de la sillas y me un�
a la conversaci�n.



Alberto en un hombre muy atractivo y varonil, como de 32 a�os
alto, complexi�n normal pero musculoso, eso si muy bien formado, y alto, tenia
un traje de ba�o azul que se le apretaba mucho al cuerpo.



Alberto es muy inteligente y con una gran cultura, por lo que
no era dif�cil conversar con el, casi de cualquier t�pico, de forma que el
tiempo se nos pasaba volando, adem�s tiene una gran personalidad y es muy seguro
de si mismo, esa seguridad la demostraba en su forma de hablar, en su forma de
actuar, como se dice actualmente su lenguaje corporal denotaba seguridad y
firmeza, y al escucharlo se confirmaba esa impresi�n.



Ambos mi esposa y debo confesar que tambi�n yo est�bamos
absortos escuchando la amena platica de Alberto, hasta que me percate que solo
mi esposa y yo ten�amos bebida y Alberto no, por lo que interrump� la
conversaci�n para preguntarle si no deseaba algo de beber, que me apenaba que el
no estuviera bebiendo algo, amablemente me contesto que no me preocupara, pero
yo insist�, a lo que me contesto "vaya hombre con tal de que no se molesten
conmigo, anda tr�eme un trago de lo mismo que ustedes est�n tomando", por lo que
me pare y fui al bar.



Alberto se quedo platicando con mi esposa, quien parec�a que
disfrutaba de su compa��a, regrese con la bebida de Alberto y otra ronda para
los tres, as� nos pasamos una buena parte de la ma�ana.



Durante la conversaci�n entre los m�ltiples t�picos que
tocamos el mostraba curiosidad por saber �como nos conocimos mi esposa y yo?
�como era nuestra relaci�n? �como llegamos a compenetrarnos para casarnos a
pesar de la diferencia en edades? y otras cuestiones relacionadas con nuestra
vida como pareja.



En un momento el detuvo la platica y nos pregunto si se nos
antojaba entrar al mar o asolearnos en la arena, a lo que respondimos que en
momento m�s adelante, mi esposa comento que no tenia bloqueador por lo que no
quer�a ir en ese momento, que lo har�a despu�s de conseguir un bloqueador, a lo
que Alberto respondi� bueno "voy al agua y en un momento regreso con ustedes",
inconscientemente los dos le contestamos "te esperamos, de aqu� no nos movemos.



Mi esposa contemplo la arm�nica figura de Alberto tanto al ir
hacia la playa, como al regresar, en donde destacaba un gran bulto debajo de su
calz�n de ba�o, que resaltaba m�s por la humedad producida por su contacto con
el agua del mar.



Pes�bamos que se dirig�a hacia nosotros, pero de repente se
dirigi� hacia el bar, haciendo se�as de que lo esper�ramos.



Al poco tiempo regreso con tres toallas grandes y un frasco
de crema con protector para los rayos del sol.



"Anda ponle a tu marido para que no se vaya a quemar" le dijo
a mi esposa, con una suavidad y firmeza propia de quien lleva mucho tiempo
tratando a una persona, de tal forma que mi esposa se irgui� y en forma casi
autom�tica le contesto "si, como tu digas ALBERTO".



Mi esposa agarro la crema y me puso r�pidamente en todo el
cuerpo, mientras Alberto extend�a las toallas en la arena para que nos
recost�ramos.



En menos que se los cuento mi esposa t�rmino y le extendi� la
crema a Alberto dici�ndole, "ya termine toma".



"Que b�rbara eres mujer, as� no se hace, ven te voy a ense�ar
como debes hacerlo" le contesto, "vamos acu�state boca abajo en la toalla que he
extendido para ti" me dijo, yo no acert� m�s que ha hacer lo que el me estaba
indicando.



"Ven tu acu�state boca abajo en la otra toalla" le dijo a mi
mujer, "vas a aprender como debes tratar a tu hombre".



"Esta bien ya voy" le contesto mi mujer y se recost� en la
toalla tal como le indicar� Alberto a mi mujer.



Ambos est�bamos tendidos en la playa recostados boca abajo.



"Primero te pones la crema en tus manos y la calientas
frot�ndola suavemente entre ambas manos, despu�s se la pones suavemente
comenzando por las extremidades superiores" le dijo, al tiempo que tomaba la
mano de mi esposa y comenzaba y ponerle la crema protectora, conforme le daba
instrucciones.



"Debes hacer que se relaje y disfrute" le dec�a suavemente,
as� que tu "rel�jate y disfruta como te lo hago yo para que despu�s tu se lo
hagas a tu marido" continuo dici�ndole.



Las manos de Alberto comenzaron a recorres suave y
gentilmente el cuerpo de mi esposa, y al mismo tiempo con firmeza y seguridad,
la seguridad que da el saberse amo de una situaci�n, la experiencia y la nula
resistencia que encontraba, ni de mi, ni de mi esposa sal�a ninguna objeci�n, ni
la m�s m�nima a lo que estaba haciendo.



Alberto un hombre musculoso, alto guapo, varonil estaba
tocando todo el cuerpo de mi esposa d�ndole un masaje "para que penetre bien la
crema debes dar un masaje largo y sostenido en todo el cuerpo, sin prisas, con
toda la paciencia del mundo, lentamente, que cada mil�metro de su cuerpo sienta
lo que recibe, que cada c�lula tenga satisfacci�n por el trato que le estas
dando" le dec�a, pero diciendo y haci�ndole a mi esposa sentir en todo su cuerpo
el trato c�lido y afable que le estaba dando, haci�ndole sentir en cada
mil�metro de su piel la firmeza de sus manos.



Yo estaba tendido en la arena escuchando sus palabras que le
pronunciaba al o�do de mi esposa, seduci�ndola, conquist�ndola con sus palabras,
posey�ndola con sus manos, no hubo una parte de su piel que Alberto no tocara
con sus dedos, yo observaba los cambios en la textura de la piel de mi esposa,
enchin�ndose la piel como cuando uno tiene una sensaci�n placentera y al mismo
tiempo excitante.



"Rel�jate chiquita, suelta tu cuerpecito, afloja tu
m�sculos", ya no le estaba ense�ando la estaba seduciendo con sus palabras y
poseyendo con sus manos, sus manos se deslizaban por todas las partes de su
cuerpo que no cubr�a el diminuto bikini que portaba mi esposa, y un poco m�s le
tocaba la entrepierna y con el dorso de su mano le tocaba su capullo, su
conchita, que poco a poco se fue humedeciendo, le tocaba el costado de los se�os
por abajo del sost�n, mi esposa d�cilmente se fue soltando, llego un momento que
Alberto estaba sentado sobre las piernas de mi esposa, sujetando los muslos de
ella con sus piernas y recargando su enorme polla en el trasero de ella, si ese
enorme le�o estaba en la rajita de mi esposa y un par de test�culos enormes en
la base rosando el trasero de mi esposa, yo estaba mudo, no sab�a que hacer,
como hab�an llegado las cosas a ese punto, no acertaba a pensar, sin embargo la
exitaci�n comenz� a apoderarse de mi.



Alberto era amos y se�or de la situaci�n, ten�a a mi esposa a
su merced y a mi imp�vido, viendo sumisamente como sutilmente se hab�a apoderado
de ella, para demostr�rselo en ocasiones se alzaba un poco separando su enorme
bulto del trasero de mi esposa, quien inmediatamente paraba su colita buscando
el contacto con esa verga, buscando sentir su enorme tama�o y su enorme fuerza,
a�n a pesar de que ambos ten�an colocado el traje de ba�o, la colita de mi mujer
imperceptiblemente buscaba ese le�o para acomodarse debajo de el.



"as�, as� chiquita, disfr�talo, apet�celo," �lo quieres? Le
pregunto y ella inmediatamente respondi� suavemente siiii.



En un momento el estaba sentado sobre sus tobillos y ella
hab�a parado tanto su colita que tenia la punta de la verga en su conchita, el
tom�ndola de las caderas la mov�a muy suavemente, muy dulcemente yo recostado
ve�a como el bikini se le incrustaba en su panochita.



Me tomo de la mano como pidiendo mi anuencia, yo sent� su
calor, bese su mano y con la mirada asent�, no sab�a que seguir�a, pero asent�.



Alberto, anticip�ndose a mis pensamientos, como para atajar
cualquier excusa que pudiera yo tener me dijo "no te preocupes, estamos solos en
esta playa, nadie nos esta viendo



Ella ya no pod�a resistir y comenz� a decirle muy suavemente
como no queriendo que yo escuchar�, a pesar de estar acostado a su lado y haber
asentido.



"Damelo, damelo, damelo", frot�ndose contra la verga de
Alberto, como queriendo desnudar ese le�o con el movimiento de su pelvis, y
queriendo dejar al descubierto su conchita, sin embargo Alberto la ten�a sujeta
de las caderas y en ocasiones de las manos, de tal forma que sent�a la fuerza de
su agarre.



"Date la vuelta" le dijo y ella inmediatamente lo hizo, su
conchita quedo pegada a la polla de Alberto, quien como si nada hubiera pasado
comenz� a masajear el frente del cuerpo de mi mujer.



Ni siquiera le hab�a terminado de dar el masaje y ya la ten�a
encendida, deseando su polla, deseando ser suya, deseando que la penetrar�.



El sigui� d�ndole un masaje suave, colocando crema en todo el
frente de su cuerpo, haciendo crecer el deseo de mi mujer por su polla cada vez
m�s.



Yo estaba excitado, ver como mi mujer "se mor�a" por tener
una polla adentro y el, con toda calma y paciencia d�ndosela a desear.


Alberto ten�a a mi mujer a su disposici�n.



Mi esposa deseando con todo su cuerpo tener su polla adentro.



Yo, sumiso observaba la dominaci�n de mi esposa.



Mi esposa sucumbi�, no resisti� y se corri�, sin siquiera
haber sido penetrada, como el masaje que hab�a recibido, se estaba corriendo
suavemente, d�cilmente, entreg�ndose sin prisas y sin reticencia alguna, como
dici�ndole "SOY TUYA, AUNQUE NO ME PENETRES SOY TUYA".



El se recost� completamente sobre de ella, su polla recargada
en su conchita, recibiendo las palpitaciones de ella y sus jugos.



Alberto me miro, vio que mi pija esta erecta a todo lo que
da, obviamente no del tama�o de la suya, pero si lo m�s posible que su tama�o le
permit�a.



Tomo la mano de ella, la llevo hac�a mi pija y le dijo
"ayudalo a terminar, mientras tu continuas palpitando para mi".



No necesitaba m�s comenc� a correrme en la mano de ella.



"No dejes que se caiga" le dijo y ella obediente no dejo que
se derramara una gota de mi semen de su mano, ah� lo contuvo.



Alberto tomo con sus dedos unas gotas del semen que me hab�a
sacado la excitaci�n de ver a mi esposa deseando tener esa polla y me bautizo
los cuernos, me lo unto en la frente, suavemente y yo sumisamente acepte el
bautizo de cornudo con mi propia leche, despu�s me puso otras gotas en la boca,
que yo sumisamente lam� de sus dedos, y otras gotas en mi trasero, dici�ndome
"en alguna otra ocasi�n lo disfrutaras por aqu�".



Lo mismo hizo con ella, quien d�cilmente lami� de sus dedos
unas gotas de mi semen, y tambi�n recibi� unas gotas de mi semen en cada uno de
sus pezones, en su conchita y en su trasero.



Ella quer�a m�s, mientras Alberto lentamente hac�a esto ella
no paraba de palpitar junto a su verga, no se cuantas veces se correr�a o cuan
larga ser�a la corrida, lo que si era cierto es que no paraba de palpitar y
susurrarle



"TOMAME, TOMAME, ALBERTO TOMAME, HAZME TUYA"



El meti� sus dedos en el bikini, acaricio con ellos su
cl�toris y la hizo correrse repetidamente, los introdujo en su vagina y repiti�
el bautizo, ahora con los jugos de ella.



El tiempo hab�a pasado imperceptiblemente, no se cuantas
horas estuvimos en esa playa, de pronto �l se incorpor� diciendo "dios mio que
tarde es, el tiempo se ha ido volando, tengo que irme, os vere m�s tarde, pasare
en la noche a la discoteca del hotel a buscaros"



Mi esposa solo alcanzo a suplicar "POR FAVOR ALBERTO NO
FALTES, TE ESTAREMOS ESPERANDO CON ANSIAS".



Yo solo dije si, si te estaremos esperando.



Se levanto y se fue.



Que sensaci�n de sumisi�n ten�a, dejo a mi mujer tendida,
deseando ser pose�da por el, sin que la penetrar�, teniendo que contener su
deseo para m�s tarde, deseo que �nicamente se acrecentar�a con el correr de las
horas de espera.



Yo me acerque a mi esposa para acariciarla y tratar de
aliviar su deseo y tomando mi mano suavemente me dijo "ahora no, esperemos a
ALBERTO, tiene que terminar lo que ha empezado".



continuara


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