Relato: Cerezas





Relato: Cerezas

Cerezas


s dif�cil de explicar, pero la vida a menudo se comporta como
una extra�a bola de nieve. Lo que quiero decir es que una peque�a acci�n, un
gesto, una cosa que nos parece no tiene ninguna importancia, produce peque�os
cambios que se multiplican entre s� y resulta que despu�s de un tiempo ha
cambiado tu vida por completo. Es como una fuente llena de cerezas, coges una y
cuando tiras sale enganchada una ristra continua de cerezas. Bueno, en realidad
no es la vida, son... las mujeres. Salom�n, el mas sabio de los hombres tenia un
har�n de casi mil mujeres. Pues estoy seguro de que fue enga�ado, varias veces,
por cada una de las mil. Vale, tampoco es cuesti�n de profundas filosof�as
simplemente cuento lo que me ha pasado.


Charo y yo llevamos diez a�os de casados. Ella estudi�
Filosof�a e Historia en la Universidad y ense�a geograf�a, historia y lat�n en
un colegio privado. No pagan un gran sueldo, pero a ella le gusta ense�ar y el
ambiente en el colegio no esta mal. Yo hice Derecho y trabajo en un banco en
algo que no tiene nada que ver con derecho, pero tengo un buen sueldo y las
horas son buenas. Charo tiene treinta y cuatro y yo treinta y seis a�os. Hace
tiempo que decidimos no tener hijos. De ni�os, ninguno de los dos tuvimos una
experiencia familiar particularmente buena; adem�s, nos gusta la independencia y
mejor standard econ�mico que da el no tener hijos. Charo es alta, un metro
setenta y seis cent�metros, casta�a clara. Ni guapa ni fea, salada de cara; pero
con un tipazo impresionante que ya quisieran muchas modelos de revistas. Los
pechos normales, cintura peque�a, caderas firmes, trasero redondito y unas
piernas largas, largas, torneadas, firmes que son una maravilla. Tiene muy buen
car�cter, gran sentido del humor y no llevamos muy bien. Nuestra vida sexual va
bien, normal, no creo que salgamos en ning�n libro de r�cords, pero no tenemos
quejas. Viv�amos en Madrid, en un piso peque�o que compramos hace cuatro a�os.


Todo empez� cuando a Charo le informaron, en Febrero, de la
muerte de una t�a lejana que la dejaba como �nica heredera. No es que heredara
mucho, un poco mas de siete millones de pesetas. Pero era una cantidad que
tampoco se pod�a gastar en una cena. Discutimos lo que hacer con esa cantidad y
decidimos que como ten�amos otros diez millones en el banco, podr�amos comprar
un chalet en la sierra. Encontramos uno que nos gusto, tenia pista de tenis
(tanto a Charo como a m� nos encanta el tenis), costaba cuarenta y cinco
millones As� que con un pr�stamo razonable, a finales de Abril, lo compramos.
Pronto nos acostumbramos a ir all� todos lo viernes y no volver a Madrid hasta
el lunes por la ma�ana. Jug�bamos al tenis por lo menos dos horas al d�a y
empezamos a hacer algunas amistades que tambi�n jugaban al tenis. A primeros de
Junio, Charo me dijo que le hab�an ofrecido un puesto en un colegio privado, muy
caro, que estaba en la sierra a quince minutos de nuestro chalet. Le pagaban
casi el doble que en el colegio de Madrid. El �nico problema es que nos
tendr�amos que mudar al chalet de forma permanente y yo tendr�a que ir y volver
a Madrid cada d�a. Como a m� me gustaba mucho el chalet y el sueldo de Charo
seria muy bueno, as� lo hicimos. Vendimos el piso en Madrid y nos mudamos por
completo a la sierra. A las dos semanas, o as�, de mudarnos, un viernes por la
tarde, llamaron a la puerta; abr� yo y encontr� una pareja de unos treinta a�os
cada uno.




Buenas tardes, no queremos molestar, pero hemos comprado el
chalet de al lado y quer�amos saludar a los vecinos.


Si pasen, pasen.




Se presentaron, ella se llamaba Luisa y el Miguel Gonzalvo.
Luisa era muy diferente de Charo, mas bien bajita, uno sesenta, entradita en
carnes, morena de pelo negro azabache y tez oscura, grandes ojos oscuros, m�s
gorda que delgada y con un culazo y unos pechos impresionantes. Jorge era casi
de mi estatura, uno ochenta y siete, rubio, ojos claros y m�s bien delgado que
grueso. Les invitamos a tomar unas cervezas, charlamos un rato, ellos
mencionaron que la pista de tenis era muy agradable, les invitamos a jugar el
s�bado y ellos pusieron a nuestra disposici�n la piscina de su chalet. Los dos
eran muy simp�ticos, con buen humor y tanto a Charo como a m� nos cayeron muy
bien.


Al d�a siguiente a las cuatro y media llegaron Luisa y Miguel
para jugar al tenis. �Caray con Luisa! Vest�a unos pantalones muy cortos y muy
ajustados que marcaban y exhib�an su t�rgido trasero de la forma m�s
provocadora. Los descubiertos muslos estaban bien desarrollados pero no eran ni
gordos ni fofos, sino s�lidos, lisos, bien torneados. La camiseta, �Dios m�o la
camiseta! Llevaba una camiseta sin mangas, con amplio escote que ofrec�a, para
el goce de ojos varoniles, la deliciosa visi�n de buena parte de sus exuberantes
pechos. La camiseta deb�a ser al menos dos tallas m�s peque�as de su tama�o; la
consecuencia era que sus magn�ficos globos parec�an que la iban a romper en
cualquier momento �qu� b�rbaros los pechazos, como empujaban contra la tela! Me
costo un buen esfuerzo apartar los ojos de aquel bomb�n de mujer, de aquella
fuente de sexualidad y tratar de mantener un m�nimo de conversaci�n. Por fin
empezamos a jugar al tenis. Afortunadamente, los Gonzalvo no jugaban mal. No nos
costo gran esfuerzo ganarles, pero jugaban lo suficientemente bien como para
hacer el partido entretenido y divertido. Lo m�s dif�cil, para m� fue tratar de
separar los ojos de Luisa y mirar a la bola. Cuando Luisa corr�a, aquellas ubres
magnificas bailaban, saltaban de arriba a abajo y yo estaba esperando (y
deseando) que en cualquier momento saltaran de su prisi�n y quedaran al
descubierto. Por desgracia no pas�, pero seg�n jugamos un poco, nuestras
camisetas se empaparon de sudor y cuando la camiseta de Luisa se empap�, aun se
pegaba mas a sus pechos gloriosos. Si no hubiera llevado sujetador, hubiera sido
lo mismo que si estuviera desnuda. �Qu� fiesta para los ojos y que tormento para
la imaginaci�n!


Al acabar el partido estabamos todos cansados y sudados,
Miguel propuso que cogi�ramos los ba�adores y nos di�ramos un chapuz�n en su
piscina. Aceptamos encantados. Mientras nos cambi�bamos en nuestro dormitorio,
yo coment� que eran una pareja muy simp�tica y que me lo hab�a pasado muy bien
jugando al tenis. Luisa se ri� al o�rme y dijo:




A m� me parece un milagro lo que ha pasado.


�Qu� quieres decir, un milagro?


Que has conseguido pegarle a la bola con tu raqueta en
muchas ocasiones.


�Porqu� es eso un milagro?


Por que yo si no estoy mirando a la bola no doy ni una y t�
has estado todo el rato mirando las tetas de Luisa.




Yo me puse colorado y murmure algunas d�biles excusas y
negaciones. Luisa se r�o y le quito importancia:




No seas bobo, estoy seguro que le pasar�a a cualquier
hombre. La verdad es que tiene unos pechos y un trasero, espectaculares.
�Podr�a ser la modelo para una estatua de la diosa de la fecundidad!




Sin mas comentarios fuimos al chalet de los Gonzalvo. Nos
abri� Miguel ya en ba�ador, nos llevo a trav�s del chalet, al patio donde estaba
la piscina. Nos invito a sentarnos a la sombra y dijo que volv�a en un momento.
Volvi� enseguida con unas cervezas y unos vasos. Al levantar la cabeza para
tomar mi primer trago sali� Luisa con unas bandejas. Me atragant� y �Por poco me
ahogo all� mismo! �Qu� t�a! �Qu� buenisima estaba! Llevaba unas sandalias
blancas de tac�n muy alto y un ba�ador de una sola pieza que revelaba mucho mas
de lo que cubr�a. Las piernas y la recia muslada estaban realzadas por los altos
tacones. El ba�ador sub�a hasta mas arriba de la cadera por los lados, de manera
que solo un min�sculo tri�ngulo cubr�a su pubis y otro, rid�culamente peque�o
comparado con aquellos suculentos cachetes, cubr�a su trasero. �Aquellos
enormes, redondos, lisos, t�rgidos y fenomenales cachetes al aire. �No solo al
aire! Con cada paso que daba sub�an, bajaban, vibraban, y a grandes voces
gritaban �Tocarme! �Comerme, comerme! Cuando consegu� arrancar mis ojos de
aquellas glorias mi mirada fue, como el hierro va al im�n, a sus magn�ficos
pechos. �Y qu� pechos! El ba�ador hacia una enorme uve en el medio y los
tirantes a duras penas cubr�an los pezones. Aquellos pechazos, casi
completamente al aire, se bamboleaban a cada paso con un tembleque que mareaba.
La verdad es que Luisa era demasiado. Para hacer las cosas aun mas dif�ciles
empez� a servir platitos con aceitunas, patatas, almendras... y cada vez que
pon�a un platito en la mesa inclinaba el cuerpo exhibiendo aun mas aquellas
ubres embelesadoras, aquellas fuentes de placer y sacaba de forma aun mas
invitante, su resping�n culo. Yo not� que estaba desarrollando una erecci�n que
seria muy obvia con el ba�ador que llevaba, as� que diciendo que tenia mucho
calor y estaba muy sudado me tire al agua. Afortunadamente el agua estaba fr�a y
enseguida desapareci� mi erecci�n.


La tarde transcurri� de forma muy agradable charlando de cien
mil cosas, bromeando y yo tratando de evitar que mi atenci�n a aquel tentador
cuerpo fuera demasiado obvia. Ni que decir tiene, que con bastante frecuencia,
yo tuve "mucho calor" y salte al agua de golpe para "refrescarme". Al anochecer
volvimos al chalet. Charo coment�:




Caray con Luisa, la verdad es que tiene buen cuerpo, pero
me parece que ense�a demasiado las carnes.


Si Charo, �Pero que carnes!


Ya, �so cerdo! �dijo ella riendo- ya te he visto
como mirabas y tambi�n he notado que cuando sal�as de la piscina, tu ba�ador
no estaba tan lleno como cuando entrabas.




Yo me puse colorado, y entre risas dije algo como -no
digas tonter�as Charo, tampoco era para tanto
. Aquella noche hicimos el amor
pero yo, sin poder evitarlo, mientras acariciaba el cuerpo de Charo pensaba en
el tentador e incitante cuerpazo de Luisa. �Aquellos pechazos! �La firme grupa!
�Los recios muslos! Pensar en ellos me pon�a fren�tico y Charo se quej� de lo
hacia de forma tan violenta, que le estaba haciendo da�o, que m�s que hacer el
amor parec�a que estaba pele�ndome con ella.


A pesar de mis calentones y constantes esfuerzos para
disimular mi admiraci�n por el cuerpo de Luisa, las dos parejas nos hicimos muy
amigos. Al cabo de un par de semanas nos dimos las llaves respectivas, as� que
la piscina y la pista de tenis, en la practica, se hicieron propiedades comunes.
Pas�bamos los fines de semana pr�cticamente juntos, jug�bamos al tenis cambiando
de parejas, Miguel y yo ve�amos los partidos de f�tbol juntos por la tele,
mientras Charo y Luisa daban largos paseos. Jug�bamos largas partidas de
bridge... en fin unos vecinos perfectos.


Cuando ya hacia mes y medio que nos conoc�amos, un domingo
por la tarde, mientras mir�bamos el partido por la tele, en el descanso hice
alg�n comentario a cerca de lo rica que estaba la chica de un anuncio. Miguel
con mucha calma dijo:




Si, ya s� que te gustan las tetas bien grandes.


�Que quieres decir, que ya sabes?


�Co�o Alberto! No te hagas el tonto. Habr�a que ser ciego
para no notar como mras los pechos de Luisa y como te empalmas con simplemente
mirarla.


�Miguel! Perdona, no quiero ofender a nadie, pero la verdad
es que Luisa es muy atractiva. Si os he ofendido pido perd�n.


�Que co�o ofender! Al fin y al cabo me estas alabando el
gusto cuando dices que te gusta mi mujer. Adem�s, parte de la culpa es de
Luisa. La muy zorra, como le gustas, te ense�a toda la carne que puede.




Miguel sigui� hablando y yo me estaba quedando de estuco. Me
dijo que el Luisa se quer�an mucho y se lo pasaban muy bien juntos, pero que no
confund�an el amor con el goce sexual. Que el goce sexual era una necesidad
biol�gica y que los dos ten�an libertad para hacerlo con quien est�ticamente les
atrajera. De hecho, varias veces se hab�an montado tr�os y hasta org�as con
cuatro o m�s personas. Yo deb�a estar con la boca abierta y la baba cayendo a
chorros. Su pregunta no ayudo a cerrar mi boca.




�Te quieres beneficiar a Luisa?


�Co�o Miguel! �Qu� pregunta! Luisa es tu mujer.


Mira Alberto, no seas tonto. Yo s� mejor que tu que Luisa
es mi mujer; lo que te pregunto es si �nicamente te gustar�a seguir
masturb�ndote pensando en ella, o si prefieres follartela.


Miguel... no quiero ofenderte, pero si que tengo fantas�as
con Luisa.


Co�o Alberto, eso lo ve hasta un ciego. No te estoy
pidiendo una confesi�n. Lo que estoy ofreciendo es la oportunidad de hacer
realidad tus fantas�as. Tu le gustas a Luisa, Luisa te gusta a ti, yo no tengo
nada en contra... dec�dete.


�Miguel de verdad me ofreces a Luisa?


Mira Alberto, te deber�as lavar las orejas mas a menudo,
porque ya te lo he reptido no s� cuantas veces.


�C�mo lo hacemos?


Muy sencillo. �Charo trabaja ma�ana?


S�.


Pues tu sales a la hora de siempre, llamas a tu banco
diciendo que no te encuentras bien y en cuanto ella se haya ido vienes a casa.


�T� estas seguro de que Luisa estar� de acuerdo?


�Claro que s� gilipollas!




Continuamos viendo el partido, cenamos juntos los cuatro, y
ellos se despidieron. Yo no pegue ojo en toda la noche �Estaba de un excitado!
Solo pensar que iba a tener para m� a aquella personificaci�n de la lujuria,
aquella diosa de la fecundidad, aquellas tetas, me volv�a loco.


Por fin llego el momento, a las nueve y media llame al
timbre. Yo estaba muy nervioso, entre otras cosas no sabia si Miguel me estaba
jugando una mala pasada o que. Sali� Miguel a abrirme.




Pasa Alberto, pasa. Estas vestido muy formal, bueno, claro
te has vestido para ir a trabajar. Mira Luisa se esta duchando y arreglando,
todav�a tardara mas de media hora. Te veo un poco tenso. Mira, ponte uno de
mis ba�adores, salimos al jard�n y nos tomamos un cuba libre, a ver si te
relajas un poco.




La verdad es que decir que estaba un poco tenso no se
acercaba a la verdad. Estaba mas tenso que cable de puente colgante y el ver a
Miguel tan relajado y natural, mas que tranquilizarme me pon�a aun m�s tenso. Me
cambie y sal� al jard�n. All� estaba Miguel, en traje de ba�o con los cuba
libres. Despu�s de tomar un par de tragos consegu� decir:




Luisa... �Est� de acuerdo?


S�, claro. Antes de hablar contigo ya hab�amos hablado ella
y yo.


�Tu vas a estar aqu� todo el tiempo?


S�, claro. Lo siento si no lo deje claro ayer. A m� me
excita mucho ver a Luisa follando como una loca, adem�s yo tambi�n participo.
Espero que no te importe.


No, no...




�Que pod�a decir yo? Seguimos bebiendo y al cabo de media
hora Luisa llamo a Miguel. �l entr� en el chalet y cinco minutos m�s tarde sali�
y dijo:




Vamos dentro que Luisa ya esta lista.




Me llevo a la sala de estar que estaba en penumbra, con las
persianas bajadas, con dos focos apuntando a una puerta. Una m�sica dulzona, de
aires orientales sal�a del est�reo. La habitaci�n estaba alfombrada con gruesa
moqueta y hab�an puesto numerosos cojines por el suelo. Un olor dulz�n
�incienso? llenaba la habitaci�n. Miguel me dio una ginebra con t�nica y me
indico que me sentara en el sof� mirando a la puerta iluminada. Sonaron unos
tambores y entro Luisa. Llevaba su negra melena suelta. La cara abundantemente
maquillada, los p�rpados azules, cejas y pesta�as bien pintadas, colorete en las
mejillas y los labios de un rojo intenso. Un m�nimo sujetador con lentejuelas
doradas cubr�a el esplendor de sus pechos. Unos pantalones rojos, de
semitransparente gasa, que empezaban bien debajo del ombligo llegaban hasta sus
tobillos. Por debajo de los pantalones se adivinaba una m�nima braguita. En
ambas manos tenia unos min�sculos platillos, con los acompa�aba el ritmo de la
m�sica. Iba descalza pero bailaba de puntillas. En realidad no bailaba,
embrujaba con sus sinuosos y sensuales movimientos. Ver a aquella sacerdotisa de
Venus, en sensual danza era mas de lo que cualquier mortal tenia derecho a
aspirar. Hac�a una danza del vientre, pero el vientre era lo que yo menos
miraba. Aquellas tetas inmensas, malamente tapadas por el sujetador dorado,
bailaban, sub�an, bajaban, temblaban, incitaban. Y la grupa, aquel culo
magnifico, m�nimamente velado por la transparente gasa, con los violentos meneos
que ella daba a sus caderas, incitaba, embelesaba, maravillaba. Al poco tiempo
de bailar, Luisa tiro de unos cordoncillos y los pantalones cayeron al suelo. La
braguita no tapaba todo el vello p�bico y por detr�s, esencialmente desaparec�a
en el valle del placer y dejaba su magnifica grupa, aquellos inmensos,
incitadores y recios cachetes al aire. Yo no me pude contener y chille:




Luisa �me vuelves loco!




Luisa dejo de bailar y con una sonrisa y gran contoneo de
caderas se acerco hacia m� y dijo:




Tu tambi�n me vuelves loca a m�, Alberto.




Si decir mas, puso una mano en mi ingle y al notar mi
erecci�n, dijo:




Ya veo que estas contento de verme.




Yo no pude mas, me abalance sobre ella puse ambas manos en
aquel maravilloso culazo y me empece a embriagar bebiendo de aquella boca
maravillosa. Si yo estaba ansioso en mis besos, Luisa no me iba a la zaga, met�a
su lengua hasta mi garganta aspiraba, con sus manos en mi nuca empujaba mi boca
contra la suya, restregaba sus pechazos contra m� y con bruscos movimientos de
sus caderas golpeaba mi ingle con su pubis. �Qu� mujerona! �Qu� energ�a! �Que
vicio! Cuando tuvimos que "salir a por aire", Luisa se aparto un poco, puso
ambas manos en la espalda y mientras dec�a:




Anda mam�n, date un fest�n con estas tetorras con las que
llevas meses so�ando.




Quit� su sujetador y aquellas monta�as so�adas, aquellas
fuentes de placer, aquellas joyas de mis anhelos, quedaron expuestas, a mi
alcance. Eran aun m�s magnificas de lo que me las imaginaba. Firmes, enhiestas,
duras, de oscura tez, grandes y oscuras areolas y enormes pezones. Con respeto,
embelesado, me acerque a aquellos objetos de mi adoraci�n. Empece a tocar,
estrujar, retorcer, puse mi boca en un prominente pez�n y chup� como si en ello
me fuera la vida.




Calma mi amor, calma Alberto, que tenemos tiempo. No hace
falta que te las comas, conque chupes basta.


Perdona, Luisa, perdona. No quer�a hacer da�o.


No le hagas ni caso Alberto, que a esta zorrona le encanta
que la traten duro.




Yo, inmerso en las maravillas del cuerpo de Luisa me hab�a
olvidado de que Miguel estaba all�. Yo hab�a pensado que seria muy violento
joder con el marido delante. Obviamente hab�a subestimado los encantos de Luisa,
no solamente me hab�a olvidado de Miguel si no tambi�n del mundo entero. Tenia
unas carnes duras y prietas, firmes el�sticas.. deliciosas. Segu� chupando,
amasando, estrujando y disfrutando de aquellas delicias. Luisa dijo:




Alberto, que te gustan mas, mis tetazas o mi culote.




Al decir esto me dio la espalda, doblo la cintura, puso ambas
manos sobre sus respectivos tobillos y exhibi� aquel culazo, en toda su gloria,
a un palmo de mi cara mientras sus imperiales ubres colgaban en toda su
majestad. Yo me arrodille tras de ella y empece a besuquear, chupetear,
mordisquear y babear en aquellos colosales y gloriosos cachetes, mientras sobaba
y estrujaba los globos de leche.




Luisa, no puedo elegir �Tus tetas y tu culo son
fenomenales, me vuelven loco!


Bien dicho capullo, bien dicho. Bueno vamos a ver que es lo
que tu tienes que ofrecer.




Sin mas pre�mbulos, se dio la vuelta y me quito el traje de
ba�o.




�Muy bien Alberto, muy bien! Tiene un buen nabo. Mira
Miguel, yo creo que es m�s grande que la tuya.




Miguel se acerco y se quito su ba�ador. Tenia un nabo de buen
tama�o y tambi�n estaba con una magnifica erecci�n. Luisa midi� con sus manos
ambas vergas y pronuncio su veredicto:




S� la de Alberto un poquito mas larga y un poquito m�s
gorda. �Que bien! Dos buenas vergas todas para m� �C�mo me voy a poner!




Sin perder tiempo se puso de rodillas y empez� a chup�rmela
como una loca. �Que mujer! La met�a la sacaba, chupaba, aspiraba, me acariciaba
el escroto, me apretaba un test�culo, chupaba, aspiraba.. yo estaba en el
s�ptimo cielo. Mientras ella me ministraba yo acariciaba sus inmensas ubres.




Anda Miguel, no te me quedes ah� como un pasmarote, deja
que te la menee.




Miguel se acerco y Luisa sin perder el ritmo, mientras
chupaba mi nabo, cogi� el de Miguel con una mano y empez� a tocar zambomba. Sin
ning�n aviso empez� a alternar cipotes, sacaba el m�o de su boca y met�a el de
Miguel. Yo estaba extasiado e incr�dulo. No es que yo sea un ne�fito en materias
sexuales, he tenido mis aventurillas, he estado con t�as un tanto viciosas, con
algunas putas, pero nunca hab�a estado con una mujer que exudara sensualidad y
sexualidad por cada poro, que tuviera tal cuerpazo, y que actuara en material
sexual con tal desparpajo, particularmente en presencia de su marido.




�Si�ntate en el sof�! Alberto.




Yo me sent�, Luisa saco un frasquito con un aceite que ol�a a
fresa, se puso un poco entre sus pechos puso mi nabo entre ellos y apretando con
ambas manos me hizo el cubano m�s maravillosos de mi vida. Cuando mi glande
asomaba entre sus pechos, con glotoner�a le daba chupetadas y leng�etazos.




Uy Alberto �C�mo la tienes! Yo creo que ya estas listo,
anda �chate en el suelo, amante.




Yo me eche de espaldas en el suelo, mi nabo quedo apuntando
al techo. Luisa, se quit� la m�nima braga que llevaba ense�ando un pubis
densamente poblado. Volvi�ndose a Miguel le dijo:




Anda marica, prep�rame el culo un poco.




Mientras dec�a esto se puso de rodillas en el suelo entre mis
piernas inclin�ndose a hacerme un chupeteo, dej� su culo en alto ofreci�ndolo a
Miguel. Miguel empez� a besar y estrujar su maravilloso culo. Ella le pidi� que
metiera la lengua.




Ay si, marica que gusto que me das. Ahora mete un par de
dedos. As�, as�.




Todo esto lo dec�a a intervalos mientras chupaba mi pene. Por
fin dijo:




Ya vale Miguel, ya esta listo.




Sin mas anuncio, se vino sobre m� y se meti� mi nabo en su
co�o. �Que gusto! Estaba c�lido, h�medo, apretado. Mientras ella sub�a y bajaba,
los pechos de mis ensue�os bailaban a un palmo de mi nariz. Yo los cog� con mis
manos, apretaba, estrujaba sus pezones. Ella dejo de moverse, se inclino hacia
delante y meti� un pez�n en mi boca.




�Chupa, mamomcillo! Chupa de mis tetorras. Dame gusto en
estos pezones. Ay cabr�n �que bien te lo pasas con mis tetas!




Mientras yo chupaba como un desesperado, note una extra�a
sensaci�n en mi polla y escuch�, asombrado a Luisa diciendo:




Si cabronazo, r�mpeme el culo, si hasta dentro cabr�n, que
bueno las dos pollas para m�, si darme, darme.




No me lo pod�a creer, yo nunca hab�a participado en un
"bocadillo", pero all� estaba la calentorra de Luisa, con mi picha en su co�o y
la de Miguel en su culo. Miguel bombeaba como loco con grandes embestidas de su
pelvis. Yo apoy�ndome en mis talones levantaba a aquella viciosa a pollazos,
mientras segu�a estrujando y manoseando aquellos pechos de ensue�o. No s� cuanto
tiempo estuvimos as�, yo me hab�a corrido un par de veces, Luisa hab�a dado
varios gritos de orgasmos y o� rugir a Miguel mas de una vez. De alguna forma
acabamos los tres en el suelo sudados, agotados, satisfechos, saciados. Yo nunca
haba dado por culo a nadie. La idea de que Luisa la due�a de aquel enorme y
maravilloso culazo, tomaba por atr�s como una reina me tenia hechizado. Yo tenia
que probar aquello. Yo tenia que empalar aquel culazo. Yo tenia que romperle el
culo a Luisa. Yo tenia que ensartar aquel culo con mi lanza y gozar como un
cerdo en una charca. La voz de Luisa me sac� de mis obsesiones.




Que cabritos sois los hombres, pero que gusto me hab�is
dado mamones. Buena verga tienes Alberto, buena verga.




Luisa se levanto y dijo:




Vamos a la piscina, nos refrescamos y nos limpiamos.




�Dios, que gusto daba ver a aquella mujer andar a la luz del
sol! Mov�a todo lo que hab�a que mover, meneaba todo lo que hab�a que menear y
tenia cantidad y calidad para menear y mover. Yo la segu� a la piscina y despees
de chapotear un poco me acerque a ella y empece a mordisquear su cuello y tocar
sus pechos y trasero.




�Aun quieres m�s Alberto?


Luisa, nunca tendr� bastante de ti. Eres una delicia, un
bomb�n, una exquisitez, un vicio, quiero mas y m�s.


Uy cuantos piropos, zalamero �Qu� es lo que quieres de m�,
Alberto?


Tu culo Luisa, te quiero dar por el culo.


Chato, pues claro que s�. Yo soy muy viciosa y me gusta
todo. A m� me da mucho gusto que me den por atr�s. Anda tont�n, nos secamos un
poco, tomamos otra ginebra con t�nica, picamos unas almendritas y me la hundes
hasta el corvej�n. Uy pich�n, que calent�n que eres. �Qu� bien que nos lo
vamos a pasar!




Salimos de la piscina y nos secamos un poco, pasamos otra vez
al cuarto de estar, Luisa se tumbo sobre unos cojines mientras Miguel preparaba
las ginebras con t�nica. Yo me tumbe al lado de Luisa y empece a sobar aquel
culo maravilloso.




Alberto �tu le has dado por atr�s a alguien alguna vez?


No Luisa, nunca


Y a ti, �te han dado por atr�s alguna vez?


Co�o, no. �Te crees que soy marica?


No seas tonto no hay que ser marica para tomar por atr�s. A
Miguel le tiene sin cuidado el sexo del due�o del culo. Miguel da y toma por
todos los lados.


�Miguel es marica!


�Y dale! Uy que tontos sois los t�os. Miguel no es marica
ni mucho menos, lo que es, es un salido de mucho cuidado


En ese momento entro Miguel con las bebidas y unas
almendras.


Miguel, Alberto quiere saber si eres marica




Dijo Luisa ri�ndose.




No Alberto, si quieres puedes decir que soy un todo
terreno. En el plano sexual me gusta de todo y con quien me acuesto no depende
de su sexo sino de s� est�ticamente me atrae y complace o no. Hay muchas t�as
con las que nunca har�a nada y muchos t�os a los que les har�a o dejar�a hacer
lo que quisieran.


No os entiendo.


Pues hijo es muy f�cil de explicar y de entender. Lo que
pasa es que no lo quieres entender. Anda b�bete la ginebra con t�nica.




Yo me levante para beber y Luisa dijo:




Mira creo te lo puedo explicar de forma muy f�cil. Pero
primero de todo veo a tu verga muy triste. �A ver si le podemos dar algo de
alegr�a!




Sin mas pre�mbulos, se puso de rodillas introdujo mi pene en
su boca y empez� a hacer maravillas. No tardo mucho mi pene en ponerse "alegre".
Luisa dijo:




Alberto, que instrumento mas majo tienes, es muy
agradecido, en seguida se pone alegre, es de buen tama�o.. Me gusta mucho
chuparlo. Pru�balo Miguel que esta muy rico.




Sin que me diera tiempo a reaccionar, Miguel se puso de
rodillas delante de m� y empez� a chup�rmela. Mientras, Luisa se hab�a puesto de
pie y restregaba sus tetones por mi cuerpo. Con voz mimosa dijo:




Lo ves tontin, �Tu notas alguna diferencia entre que te la
chupe Miguel o te la chupe yo?




�Que pod�a responder yo a aquella gata viciosa, poseedora de
aquellas fabulosas tetas, que me estaba haciendo caricias, besuqueando,
restregando sus tetas y en unos minutos me iba a sacrificar su culo?




La verdad es.. Que no. Lo hace bien Miguel


Como no lo va a hacer bien, si es mas vicioso.. Adem�s �le
encanta comer verga! Anda Miguel d�jalo ya, que ahora me la tiene que clavar a
m�. No se yo.. Todo este aparato en mi culo..




Miguel sac� mi instrumento de su boca. Luisa se tumb� boca
abajo poniendo varios cojines bajo su abdomen y separo bien las piernas,
asegur�ndose de que aquel culazo de mis ensue�os quedaba empinado, expuesto,
bien accesible.




Miguel, el pobre Alberto no se ha hecho un culo en su vida.
Ens��ale como se hace y prep�rame bien, por que si no con ese verg�n que tiene
�Me desgracia el culo de por vida!




Miguel se arrodillo detr�s de Luisa y en tono magistral
empez� a ense�arme.




Mira Alberto, separa bien los cachetes para que quede al
aire ese negro botoncito de las delicias que es el culo de mi Luisa.




Efectivamente, all� estaba en toda su gloria el peque�o bot�n
de placer, tentador, vulnerable, invitante, diciendo �r�mpeme, perf�rame,
vi�lame
.




Lo que hay que hacer �prosigui� Miguel- es hacer que
se relaje el esf�nter. Yo primero doy besitos por todo el culo, despu�s
besitos en el ojete y despu�s le meto la lengua.




Todo esto lo dec�a predicando con el ejemplo. Luisa,
suavemente mov�a su culote y ronroneaba hasta que Miguel introdujo su lengua.




Si Miguel, si. Dame gusto en el culete, ya sabes lo guarra
que soy.




Miguel se apart�, y se�alando al hermoso trasero, cort�smente
me ofreci� el culo de Luisa:




Toma Alberto, ch�paselo un poquito que la vuelve loca.




A m� me daba cierto reparo meter la lengua. Lo que yo quer�a
era meter mi lanza, pero bueno �Todo sea por la dicha final! Empece a chupetear,
besar y a meter mi lengua. Luisa me animaba:




Si, capullo, si. Eres bueno, aprendes pronto, si Alberto,
mete tu lengua bien metida, dame gusto mi amor, dame, dame.




Parec�a que de verdad le gustaba. Lleno de curiosidad
pregunte:




�De verdad da tanto gusto?


Anda Miguel, haz una obra de caridad y ense�a al que no
sabe.




Antes de que pudiera decir nada, note como Miguel estaba
detr�s de m� y besaba, chupeteaba, y met�a su lengua en mi culo.




Mirar, si que da gusto, pero me pone nervioso que sea un
hombre quien me lo haga. Adem�s, tengo miedo de que Miguel sea marica y me
quiera dar por culo a mi.


Que tonto eres Alberto �dijo Luisa- te he dicho cien
veces que Miguel no es marica pero le gustas y claro esta que te quiere dar
por culo. Pero sin prisas y �nicamente cuando tu te dejes. As� que deja de
preocuparte, y goza de mi culo que quiero que me ensartes bien ensartada con
ese poll�n que tienes.


Para ver si me entiendes de una vez �dijo Miguel- y
por favor no te ofendas, me gustas tu, pero tambi�n me gusta mucho Charo. Si
tengo que elegir me quedo con Charo y alg�n d�a espero tener sus largas
piernas enroscadas en mi cintura, apret�ndome a mi mientras hacemos el amor.
Claro esta que �nicamente con tu permiso. Pero ahora mira como poco a poco le
meto un dedo a Luisa, despu�s dos, luego tres..




Hac�a como dec�a y mov�a sus dedos en un suave circulo dentro
del culo de Luisa. Luisa ronroneaba y la viciosa se empalaba ella misma en los
dedos de Miguel.




Aqu� lo tienes, todo tuyo, el culo de mi mujer. G�zalo y
hazle gozar a ella.




Se hizo a un lado, puso un gel transparente en mi cipote
(aprovechando para sobarlo bien sobado), separo los cachetes de Luisa y dijo:




Pon la punta contra el ojete. As�. Aprieta, lentamente, no
hagas nada, esta yegua viciosa se empala ella sola.




As� era. Poco a poco con un peque�o vaiv�n, Luisa se iba
empalando en mi nabo. Hasta que con un movimiento final su culo voraz, se comi�
toda mi verga.




�Aaah! Que bien por fin todo tu verg�n dentro de m�, ahora
dame bien dado, r�mpeme el culo, �a lo bestia! Me encanta sentir todo tu
verg�n dentro de m�. Fuerte, fuerte, dale sin miedo, que no me rompo. �Me
encanta que me enculen.! �Destrozame! Hazme tuya para siempre, pich�n �M�teme
hasta los huevos! Miguel tu ven aqu� que te la chupe. No quiero que te
aburras.




Miguel se puso delante de ella, mir�ndome a m� y Luisa
chupaba su tranca con fruici�n. Yo no me hice de rogar. Como un caballo
desbocado enculaba, enculaba y enculaba. �Qu� placer, aquel enorme, firme y
acogedor culazo todo m�o! Yo lo ensartaba con autentica violencia, embest�a como
un toro joven, �A ciegas! �Con ira! Pensaba que Luisa se iba a quejar, pero la
mujerona aquella lo �nico que hacia era pedir m�s y m�s. Ella a�ad�a a mi
violencia con firmes movimientos de sus caderas, empal�ndose hasta la
empu�adura, chocando violentamente con mi pelvis. Yo enloquec�, empece a dar
azotes en aquellos carrillos gloriosos hasta tornarlos rojo cereza, tiraba de su
pelo, inclin�ndome sobre ella atrap� los pechazos en mis manos y los estrujaba
sin piedad; besaba y mordisqueaba su nuca y todo eso mientras invad�a su recto y
mi polla maceraba su culo y horadaba sus entra�as. Perdido todo el control, la
ensart� y ensart� con gritos y risas hasta que con un aullido de placer, ca�
agotado, exhausto, jadeando sin respiraci�n a su lado.




�Joder con Alberto! �dijo Luisa- parec�a tan t�mido
y modosito y se me ha follado a lo bestia. �C�mo me has dejado el culo,
cabr�n!




Yo empec� a murmurar unas disculpas, pero Luisa me
interrumpi�.




Que no, tonto. Que no son quejas, que me has dado muchisimo
gusto. Espero que te lo hayas pasado muy bien y ya sabes
-hizo un gesto
con la mano abarcando la habitaci�n- esta es tu casa y �se�alando con
su dedo a su glorioso trasero- este es tu culo. Puedes usar los dos cuando
quieras y... cuanto quieras.




Levant�ndose, me bes� en la boca y despu�s, jugueteo,
pas�ndome los pechazos por la cara, meti�ndome los pezones en la boca. Enseguida
vino Miguel con unos pa�itos h�medos con los que nos limpiamos. Nos dimos otro
chapuz�n en la piscina y, sentados al sol, bebimos como camellos sedientos.


Despu�s de vestirme empec� a despedirme.


No s� como agradeceros el d�a tan fant�stico que me hab�is
dado. No recuerdo hab�rmelo pasado tan bien nunca. Luisa eres una maravilla,
espero poder gozar contigo otra vez muy pronto. Y tu Miguel.. No se como
agradecerte tu generosidad compartiendo tu mujer.




Mira si quieres agradecer �Qu� mejor que hacer lo mismo?


�Quieres decir compartir a Charo?


�Porque no?


No creo que Charo quiera. Podr�a insinuar algo, pero..




Miguel y yo empezamos a hacer planes sobre como convencer a
Charo. El propuso un doble ataque: mientras yo hacia mis sugerencias, el har�a
sus insinuaciones y en dos o tres semanas ya ver�amos como respond�a Charo.
Cuando estabamos mas enfrascados en la brillantez de nuestra estrategia o�mos la
risa de Luisa.




La verdad es cuando Dios hizo tontos a los hombres,
exager�. No hacia falta haceros tan tontos.


�Que quieres decir?


Adem�s de tontos ciegos. No os hab�is dado cuenta de como
mira Charo a mis tetas. �Si hasta saca la lengua cuando las mira, relami�ndose
de gusto! Vosotros hacer todos los planes que quer�is, os pod�is sentir
estrategas y generales, pod�is sacar mapas, hacer maniobras envolventes y
dise�ar un fuego cruzado. Yo os aseguro que, �nicamente con estos dos ca�ones
�dijo se�alando a sus hermosos pechazos- rendir� la fortaleza. Os prometo que
en dos semanas tengo a la casta Charo haciendo tortillas conmigo como una
loca.





Ven lo que digo, las consecuencias son siempre impredecibles,
es como tirar de una cereza y sacar una ristra. Se muere una t�a lejana de mi
mujer y la consecuencia es que yo me follo por todos los lados a una vecina
buenisima, voy a emputecer a mi mujer que acabara medio lesbiana y a m�... a m�,
como me descuide, �Miguel va a acabar d�ndome por culo!


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Relato: Cerezas
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