Relato: Incesto forzado... pero deseado (05)



Relato: Incesto forzado... pero deseado (05)

INCESTO FORZADO....PERO DESEADO (V)



Autor: Incestuosa




POR CUESTIONES DE PRIVACIDAD ESTE EMAIL FUE REMOVIDO



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CAPITULO V



No s� si de manera intencional o no, pero advert� que por
varios d�as mi padre se hizo ojo de hormiga, pues no daba visos de aparecer por
ning�n lado, y no me refiero precisamente al hecho de poder hablar con �l, lo
cual no suced�a desde hac�a semanas, hecho casi coincidente por cierto con la
partida de mi madre; sino a las pr�cticas tan calientes y ocultas que ambos
hab�amos venido teniendo "a valor entendido" en los �ltimos d�as, supuestamente
cada cual por su propia cuenta. Pero si hay algo bueno qu� decir de esos d�as,
es que realmente me sirvieron para descansar del tremendo tren de vida que hab�a
venido llevando, pues me estaba masturbando con tanta frecuencia que estuve
sinti�ndome algo desgastada por tanta manipulaci�n y desenfreno, aunque a decir
verdad todo eso era algo que me encantaba. As� que al no ver acci�n por parte de
�l aprovech� ese breve per�odo de silencio, que era como una especie de tregua
entre mi padre y yo para recuperarme del todo. Pero habiendo recuperado mi vigor
y ahora que me sent�a nuevamente en forma, anhelaba que pap� retomara sus juegos
secretos con el fin de que yo me encargara de hacerlo participativo por mi
propia cuenta.



Al recordar todas las escenas vividas con anterioridad,
inevitablemente me encend�a de pasi�n y de brama deseando ardientemente que pap�
volviera a aparecer en el escenario, continuando con su estupendo y excitante
juego secreto conmigo. Y as� sucedi�, en efecto. Pero antes debo decir que a�n
en ese per�odo de tregua yo no hab�a dejado de estar atenta a mi ropa, aunque
sinceramente durante ese lapso y aunque parezca extra�o, no not� nada irregular
en mis prendas interiores. Yo me preguntaba intrigada: �Era acaso otra
estrategia de pap� que tal vez formaba parte de sus planes? �O era simplemente
que �l se hab�a sentido igual que yo, desgastado por tanta leche que hab�a
derramado a raudales durante las �ltimas semanas? Simplemente no ten�a una
respuesta, al menos por el momento. Sin embargo, cierto d�a en que retorn� de la
escuela, me dirig� como siempre lo hac�a hasta el cuarto de servicio para
revisar de nuevo el dep�sito que conten�a mi ropa sucia. Y esta vez, al estar de
nuevo observando las prendas que se hallaban dentro, not� que aparec�an las
t�picas manchas de leche en mis bragas, mis sostenes y mis blusas y corpi�os, de
manera tan abundante que algunas de ellas se encontraban todav�a pegajosas. Al
parecer mi pap� acababa de tener contacto con mi ropa interior, disfrutando
seguramente y como era ya su costumbre con las preciosas telas que albergaban
mis intimidades. Al darme cuenta de ello mi coraz�n dio un vuelco, pues yo sab�a
que sin duda aquello era un mensaje de pap� dirigido a mi persona y que desde
luego ten�a un significado: Mi padre quer�a reanudar el juego, aquel glorioso
juego que tanto anhelaba yo, as� que deseando tanto retomarlo y repetir los
sucesos que me calentaban hasta el delirio, me puse jubilosa y contenta por eso.
Pero claro que yo ten�a que mantener las formas y prestarme al delicioso juego
de papito de la manera en que �l lo deseaba, cooperando en silencio y con
inteligencia para que las cosas no se echaran a perder por mi causa. As� que
pens� que lo mejor era hacer algo de ruido dentro de la casa a fin de que mi
padre, estuviera donde estuviese, se diera cuenta de mi presencia y dispusiera
del tiempo necesario para actuar como �l quer�a.



Con pasos r�pidos sub� las escaleras y al entrar en mi
habitaci�n empuj� con fuerza la puerta, como mand�ndole tambi�n un mensaje de
que all� me encontraba, dispuesta a continuar con aquel excitante y morboso
jueguito. Puse m�sica lo m�s alto que pude y comenc� a desvestrirme con el
objetivo de ducharme, pues me sent�a bastante sudada. Al estar bajo el roc�o del
agua fr�a me d� cuenta que yo estaba tarareando de manera inconsciente las
canciones que escuchaba, concluyendo que todo lo que estaba a punto a suceder
con pap� me cambiaba totalmente el �nimo caus�ndome una alegr�a tan intensa y
deliciosa que me encantaba. Sal� del cuarto de ba�o y me apresur� a ponerme una
falda corta y una blusita sport, sin nada debajo para facilitar cualquier
contingencia que se presentara. En seguida me baj� y fui a meterme en el desv�n
del service room, cerrando la puerta por dentro. Me acomod� lo mejor que pude
tras la rejilla de la ventanita y me dispuse a contemplar el panorama en espera
de mi papi. No cab�a duda que mi padre era un hombre muy inteligente, pues no
hab�an pasado ni veinte minutos cuando escuch� pasos dentro del cuarto de
servicio, viendo despu�s c�mo se perfilaba la figura de pap� dentro de la
estancia, dirigi�ndose directamente hasta el cesto de mi ropa sucia. All�
comenz� a realizar aquel acto que tanto me encend�a por dentro, sacando con
parsimonia una a una mis prendas interiores y clasific�ndolas por tipo. En ese
ritual de selecci�n mi padre se esmeraba en la observaci�n de cada una de ellas,
mirando atentamente las partes que m�s le agradaban. Si eran pantaletas, se
centraba en la b�squeda de olores y manchas sobre la parte baja de la telita que
ten�a contacto con mi rajita. Si se trataba de sostenes ubicaba su mirada y la
punta de su nariz en el centro interno de las copas que albergaban mis senos. Si
eran mis corpi�os o blusitas y vestidos sin mangas, procuraba oler primero la
parte baja de los brazos donde quedaban mis axilas, esa regi�n olorosa a sudor
m�o que tanto le encantaba.



Mi padre tard� en esa suerte de revisi�n aduanal por lo menos
media hora, mientras yo estaba ya desesperada por admirarlo desnudo, pues
ansiaba volver a disfrutar, aunque fuese de reojo, su enorme verga que ya pod�a
advertir en forma de bulto debajo de su pant azul. Pero �l manten�a como siempre
una estudiada l�nea de acci�n que me pon�a tan caliente, que para calmar
parcialmente mis ansias tuve que comenzar a tocarme con fruici�n y locura mis
intimidades, aprovechando que en esta ocasi�n mis reconditeces se hallaban en
total libertad. All� mismo donde estaba "oculta" me empec� a tocar mis tetas
apret�ndolas con suavidad con una de mis manos, mientras mis dedos exploraban el
nivel de humedad que sal�a a borbotones de mi hendidura frontal. Cuando pap�
termin� su labor clasificatoria, se dio a la tarea de comenzar por fin con la
fase preliminar de su acto escrutador que tanto me encantaba. Primero se
desvisti� sac�ndose el pant lentamente, dejando al descubierto aquel grueso y
largo objeto del deseo que tanto ansiaba admirar de nuevo, viendo que se hallaba
a punto, pues la roja cabeza se ergu�a como un fusil cuerno de chivo, mientras
el mango de carne desafiaba la gravedad debido a su extremo largor que me hac�a
sentir un delicioso cosquilleo en lo m�s �ntimo de mis entra�as. En seguida se
puso de costado de manera que yo admirara a mi antojo su erguido pene, para
comenzar a oler primero las pantaletas, las cuales despu�s de tenerlas pegadas
una por una y por largo rato a su nariz y boca, las bajaba despu�s hasta aquella
asta de bandera de tama�o extrafamiliar.



Juro por lo que m�s quiero que aquel ritual de lujuria,
aunque mi padre lo repitiera mil veces, mil veces estar�a dispuesta a
contemplarlo con asombro y calentura, pues me hac�a hervir la sangre a una
temperatura tan altamente incomprensible, que me causaba una brama que no puedo
explicar y mucho menos describir con simples palabras. Al acabar de explorar mis
braguitas sucias, se dedic� ahora con ah�nco al desarrollo de la segunda fase de
su imp�dica maniobra, revisando cuidadosamente mis sostenes por la parte de
adentro, oliendo y chupando la parte interior de la tela, para luego ir frotando
una por una y con suavidad sobre el tronco de su endurecida verga, acabando de
tallarlas en el grueso glande coloreteado de la punta de su pito enardecido.
Despu�s de largos minutos de estar disfrutando de aquellas excitantes visiones,
lleg� por fin el momento de presenciar el acto supremo, aquello que por lo que
hab�a visto calentaba tanto a pap�: Oler las exquisiteces de la parte axilar de
mis vestiditos y mis blusitas, a los que se a�ad�an de manera unitaria mis
corp��os sudados, y con los cuales �l se enardec�a tanto que le era imposible
retener por m�s tiempo la eyaculaci�n. Pude apreciar con toda claridad c�mo se
le sub�a la sangre a la cabeza volvi�ndose loco de la brama, en tanto ol�a y
chupaba con delectaci�n incontenible cada uno de mis vestiditos sin mangas, para
luego hacer lo mismo con mis corpi�itos y mis blusitas cortas, que al final iban
a parar en la punta del enrojecido ca��n de su pene, quedando colgados de aquel
basti�n de fuego con el que se me hac�a agua la boca, y no hablo precisamente de
la que tengo debajo de la nariz.



Todo lo que ve�a en esos instantes de lujuria no era para que
yo me quedara quieta, por supuesto, pues durante todo el tiempo que hab�a durado
aquel ritual incre�ble yo me hab�a dedeado con ansiedad brutal los plieguecitos
de mi vagina inundada de licor vini�ndome en el trayecto contemplativo varias
veces, pero deseando manipularme a�n m�s observando las delicias inigualables
que mi papi me ofrec�a. Habiendo llegado por fin el momento de eyacular, mi
padre se vino en deliciosos y delirantes espasmos, chorreando de leche todas
aquellas prendas m�as que tanto placer le causaban, embarrando una por una con
su semen las partes que a �l m�s le agradaban, mientras gritaba repetidamente mi
nombre, como para que yo no tuviera ninguna duda de cu�l era la motivaci�n y la
causa de su brama. Al oir los gemidos de placer indescriptible de pap�
poronunciando a gritos mi nombre, yo tampoco me pude aguantar m�s y me volv� a
venir en orgasmos sin fin, tratando de ahogar, no s� por qu�, las palabras que
amenazaban con salir de mi garganta, entre las que se hallaba el nombre de mi
papi.



Cuando hubo terminado de venirse, comenz� a limpiarse la
cabeza de su largo y grueso falo con varias de mis pantaletas, para despu�s
volver a ponerse el pant y abandonar la estancia como hab�a llegado. Yo me qued�
encerrada en el desv�n con el fin de acabar lo que hab�a empezado: masturbarme
como una loca evocando la figura de mi papi haciendo todo aquello. As� que presa
de la lujuria y recost�ndome en el piso me abr� de piernas completamente, y
apretando con fuerza mis tetas y pellizcando especialmente la puntita de mis
peque�os pezones, me met� dos y hasta tres dedos dentro de mi hendidura inundada
de leche, en tanto toqueteaba mi cl�toris con ansiedad, hasta que volv� a
experimentar tremendos orgasmos que se multiplicaron uno tras otro sin parar,
quedando finalmente tendida cuan larga era sobre el suelo del cuartillo. Creo
que deb� quedarme dormida, segurmente extasiada por la brutal y salvaje sesi�n
del d�a, ya que me despert� horas despu�s a�n tendida sobre el suelo.
Comprendiendo que ya era hora de irme a descansar, me arregl� la ropa y sal� de
mi escondite con direcci�n a mi cuarto. De pasadita ech� un vistazo al reloj de
la sala, que marcaba las once de la noche.



PAUSA.



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DIARIO DE DON JOS�.



18 de mayo de 1985



Querido diario:



Por todo lo que te he contado, ahora ya sabes hasta donde han
llegado las cosas con Dianita..... �y qu� te puedo decir? Si te cuento que las
cosas caminan como yo lo hab�a planeado es poco en verdad. A mi juicio ser�a
mejor confirmarte que.... �todo va m�s que perfecto! Y te dir� por qu�. Sin
pretender ser reiterativo en mi dicho, Dianita ya se dio cuenta claramente de
mis intenciones, de eso estoy completamente seguro. Pero creo que ahora, dado el
cariz que han tomado las cosas, debo ser m�s inteligente que antes....debo
evitar las prisas...y por eso mismo te conf�o que har� una pausa a prop�sito
dejando pasar unos d�as para que ella se sienta intrigada y florezca con mayor
fuerza su deseo de que la penetre. As� que por algunos d�as no intentar�
absolutamente nada con ella; no me masturbar� con sus prendas sucias de modo que
ella lo note, pues me doy cuenta que a diario baja a revisarlas con todo
cuidado. Y todo eso, con seguridad tambi�n me servir� para que cuando llegue el
momento de reiniciar mi juego, ella misma coopere ampliamente en mi cometido.



Y puesto que estar� silencioso por ese per�odo que te digo,
pues me despedir� de ti hoy dici�ndote que no volver� a escribir nada hasta que
considere que debo retomar mi plan, que por otra parte me parece ha entrado en
su etapa final.



Bye.



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29 de mayo de 1985



Diario amigo:



Bueno, querido diario, ha llegado el momento de reanudar mis
planes. Aunque Dianita no se ha dado cuenta, yo la he espiado permanentemente y
he podido ver c�mo ella se halla tan intrigada con mi silencio que hasta la he
notado desmejorada. A diario veo que revisa el dep�sito de ropa sucia, y al no
encontrar sus prendas �ntimas manchadas, se desconcierta m�s. Sin duda que esa
desmejora de que te hablo obedece en parte a las brutales y deliciosas
masturbaciones que ha venido practicando, pero tambi�n al des�nimo de no ver
movimiento por parte m�a. S� que a estas alturas ella me desea con intensidad,
pero era conveniente hacer las cosas de esta manera. Es por ello que hoy,
despu�s del per�odo de pausa, decid� continuar de nuevo con el rico juego con mi
hijita, y qu� mejor forma de enviarle un mensaje tan directo como volver a
masturbarme con su ropa personal. Sin duda que Dianita entender� en seguida mis
intenciones y m�s seguro estoy de que cooperar� de inmediato en todo lo que yo
quiera hacer.



Ya nos veremos.



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30 de mayo de 1985



Diario �ntimo:



Ayer me di cuenta que Dianita volvi� a revisar el cesto de su
ropa sucia, encontr�ndola toda lechosa de mi semen. Pero lo mejor de ello fue la
cara de contento que puso cuando se dio cuenta de ello, pues comprendi�
inmediatamente el mensaje que le estaba enviando con todo eso. �Por qu� lo
afirmo? Porque despu�s de darse cuenta de ello, subi� a su dormitorio jubilosa,
hizo mucho ruido con las puertas y hasta puso m�sica, como para que yo
advirtiera que el mensaje hab�a sido entendido. �Genial, no? Pero eso no es
todo....escuch� cuando ella se meti� en la ducha y se puso a cantar en voz alta,
como contest�ndome el mensaje y al mismo tiempo expresando de ese modo la
felicidad que la embargaba. Mientras ella se ba�aba, yo me fui silenciosamente
hasta el sitio privilegiado desde donde puedo ver el interior de su dormitorio,
para ver lo que hac�a. As� que no tuve que esperar mucho, pues ella entr� a su
habitaci�n enrollada en la toalla y comenz� a buscar alguna ropa para ponerse.
All� pude contemplar de nuevo su maravillosa hermosura reflejada en su m�rbida
desnudez, mientras ve�a c�mo escog�a una faldita corta y una blusita sin mangas
para ponerse. Por cierto �sta �ltima ha sido una de mis prendas favoritas cuando
est� sucia, la cual embarro de leche en la parte que queda debajo de sus
sobacos. Pero lo que m�s asombro me caus�, querido diario, fue ver que Dianita
no se pon�a ni sost�n ni pantaleta. Eso me caus� una calentura fenomenal que me
dieron ganas de pajearme all� mismo, cosa que no hice para guardar el semen para
el momento precioso que yo sab�a que habr�a de venir muy pronto. Y
efectivamente, Dianita sali� r�pidamente de su cuarto sin nada debajo,
dirigi�ndose hacia el service room. Yo la dej� actuar como ella deseara hacerlo,
pues estaba seguro de que se ir�a a encerrar al desvancillo como de costumbre.



As� que dej� pasar como veinte minutos d�ndole el tiempo
suficiente para que se acomodara con tranquilidad en su "escondite", desde donde
ver�a de nueva cuenta todo el espect�culo que yo estaba dispuesto a ofrecerle
con pasi�n. Pasado ese breve tiempo me fui al cuarto de servicio y comenc� a
explorar el cesto de ropa sucia de mi hija, imagin�ndome c�mo sus brillantes
ojos estar�an pegados con ansiedad infinita a las rejillas de la ventana desde
donde me observaba. Imaginaba tambi�n lo que ella estar�a haci�ndose en esos
momentos, ardiendo en calentura y autoprodig�ndose placer con sus dedos en esa
rajadita de mis sue�os. Comenc� pues por clasificar su ropita interior, una por
una, haciendo montoncitos sobre la mesa junto a la lavadora. Era el momento de
quitarme el pant, que ya se hallaba como carpa de circo por la dureza de mi
miembro que se ergu�a como una estaca de madera. Despu�s me puse a contemplar
escrupulosamente sus bragas y pantaletitas, buscando la humedad y las manchas
que Dianita deja en la parte interior de la tela, recreando en mi mente c�mo esa
regi�n privilegiada tuvo antes contacto con su exquisito chochito. Las llevaba
hasta la punta de mi nariz para oler con ardiente deseo aquel singular aroma que
Dianita deja en esa zona de las prendas, para despu�s proceder a chuparlas una
por una hasta terminar con ellas, no sin antes tall�rmelas con ardor en la verga
bien parada y dispuesta. Pas� luego a explorar sus sostenes, haciendo lo propio
con cada uno de ellos en el interior de las copas con todo cuidado. Y lleg� por
fin el momento que m�s me gustaba recrear: explorar sus vestiditos y sus
blusitas especialmente en la parte de las axilas. Me imaginaba sus sobacos
sudorosos refreg�ndose contra la tela cuando los tra�a puestos, mientras ol�a y
chupaba esa regi�n exquisitamente olorosa, el tierno y penetrante aroma que
desped�an sus axilas, olor que me parec�a tan familiar y tan propio que te
confieso que estuve a punto de venirme.



Como comprender�s, querido diario, tuve que hacer un enorme
esfuerzo para no explotar all� mismo, pues ten�a que acabar con mi deliciosa
tarea de no dejar una sola prenda sin oler ni saborear. Colgaba sus vestidos y
sus blusas de mi palo enhiesto a m�s no poder, poni�ndome en una posici�n
lateral de modo que Dianita pudiera deleitarse una vez m�s con la esplendorosa
visi�n de mi larga y gruesa verga que estaba seguro pronto habr�a de
introducirle entre sus piernas. Aunque yo hac�a como que no escuchaba nada,
pod�a oir con claridad los leves gemidos que Dianita exhalaba adentro del
desv�n, mientras se ven�a en trepidantes orgasmos que casi la hac�an aullar de
la brama. Todo ese cuadro imaginario hizo que yo tambi�n finalmente eyaculara
con una pasi�n incontenible, tratando de perfilarme con lascivia lo mejor que
pod�a para que mi hijita me viera con plenitud en acci�n, y sobre todo, que
calculara mejor que la �ltima vez la estatura de mi enrojecido miembro, que tan
ardientemente deseaba ya.



Despu�s de haberme derramado en leche sobre mis manos, me di
a la rica e interesant�sima tarea de embarrar una a una sus prendas interiores,
para despu�s limpiarme la leche que me segu�a saliendo a borbotones de la punta
de la verga. Terminado el delicioso momento, deposit� la ropa dentro del cesto,
me puse el pant y me sal� de all�, para que Dianita creyera que abandonaba el
service room. Pero deliberadamente me qued� afuera de la puerta esperando que
ella se apartara de la ventanilla, suponiendo que se entregar�a en seguida a los
m�s deliciosos placeres de la carne hasta saciar sus anhelantes y calientes
deseos. Y yo estaba en lo cierto, querido diario, pues pasados breves minutos,
me acerqu� sigilosamente hasta la rejilla de la ventana y pude admirar a Dianita
tendida sobre el piso, masturb�ndose con una lujuria animal, que hasta ganas me
daban de irrumpir dentro del desv�n y cog�rmela all� mismo. Pero no lo hice, a�n
cuando mi deseo era intens�simo, a fin de no malograr mis planes. Dianita se
vino tantas veces que hasta la cuenta de sus orgasmos perd�. Al final ella se
qued� dormida, pues pasaba el tiempo y estaba quietecita sobre el piso de la
buhardilla. As� que me retir� a mi habitaci�n para pensar en el siguiente paso y
en la estrategia que habr�a de poner en pr�ctica muy pronto.



Ya te estar� contando lo que ocurra.



Chao.



CONTINUAR�......



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