Cuando conoc� a David �l ten�a 19 a�os y yo 17. La verdad es
que todo fue muy precipitado. Recuerdo que mudarme y obsesionarme con �l fue
casi simult�neo.
Por culpa del trabajo de mi padre nos cambiamos de barrio.
As� que pas� de vivir en un chalet a las afueras de Madrid a vivir en un piso en
pleno centro. El edificio era uno de esos inmuebles del XIX que pueblan el Paseo
del Prado y ten�a un patio interior lleno de naranjos.
Un d�a, estaba asomado a la ventana de mi cuarto intentando
que mis manos dibujaran lo que ve�an mis ojos cuando vi que de una de las
plantas bajas una silueta se acercaba hacia la fuentecilla que hab�a en mitad
del patio con un caballete de pintura entre las manos. Me aclar� la vista y
distingu� lo que ve�a. Un chico joven, con un pantal�n corto (por llamar de
alguna manera a ese pedazo de tela rota y desgastada que apenas le cubr�a hasta
las ingles) que se estaba quitando la camiseta y que al parecer iba a empezar a
pintar al �leo la fuente del patio. Se le ve�a fuerte, vigoroso, en�rgico,
moreno� y depilado. �Dios! Estaba como para com�rselo.
Y encima era guapo de cara. Unos preciosos ojos azules
iluminaban su rostro y su pelo rubio (y sus m�sculos) lo hac�a parecer un
personaje de cualquier cuadro renacentista.
Tras haber roto con mi novia por sentirme atra�do por otro
chico, decid� que ten�a que intentar poder, al menos, besar a este Adonis para
saber si era gay o no. As� que, aprovechando que hac�a calor y que no era raro
que la gente paseara por el patio decid� bajar.
Me puse unos vaqueros ajustados y una camiseta sin mangas, me
pein� mi pelo con gomina y, por supuesto, no me puse ropa interior para
intentar, por lo menos, que mi paquete llamara un poco su atenci�n, ya que sab�a
que, si �l era gay, mi cuerpo conseguido a base de horribles rutinas de gimnasio
no le iba a defraudar.
As� que me plant� en el patio con la mejor de mis sonrisas.
Cuando entr� en la zona de los naranjos lo pill� con una mano rasc�ndose la
entrepierna y le dije: �Hola!. El pobrecillo se asust� un poco, porque enseguida
sac� su mano de ah� y me dijo: �Hola! �Qu� tal?. Empezamos una conversaci�n
est�pida sobre el tiempo y cosas as�. Hasta que me dio por fijarme en su cuadro.
La verdad es que pintaba muy bien, aunque tambi�n me di cuenta de que ten�a
mucha imaginaci�n. En el cuadro, adem�s de la fuente y los naranjos, hab�a
dibujado un joven de m�s o menos mi edad, desnudo, bebiendo de uno de los ca�os
agachado de tal manera que se ve�a perfectamente su culo y sus test�culos
asomando por debajo. Me empalm� de tal manera al verlo que tuve que inventarme
una est�pida excusa para irme de all�. As� que, corriendo, llegu� a mi casa y me
hice una soberana paja mientras pensaba en el t�o del cuadro, y en el pedazo de
pintor (en todos los sentidos) que ten�a como vecino.
Poco a poco, nos fuimos haciendo amigos, hasta que un d�a
sucedi� lo inevitable: hablando un poco de todo, me dijo que necesitaba un
modelo para un cuadro de semidesnudo y que le era muy dif�cil encontrar gente
que lo hiciera sin cobrar, as� que yo, casi sin pensarlo, me ofrec�, recibiendo
como respuesta un: es justo lo que quer�a o�r, que me dej� helado. Quedamos ese
mismo d�a por la tarde en su casa.
Como siempre, me puse mis vaqueros sin ropa interior y un
polo ajustado y baj� las escaleras un poco nervioso, pensando en la verg�enza de
posar para otro.
Cuando me abri� la puerta, lo vi m�s guapo que nunca. Llevaba
la paleta de los pinceles en una mano y s�lo vest�a una camisa larga, en plan
renacimiento, que le cubr�a lo justo como para que no se le viera nada pero se
intuyera todo.
Me dijo que pasara y que me desnudara para posar. Yo me qued�
un poco cortado y le dije que d�nde me cambiaba. Entonces �l se ech� a re�r y me
dijo: Te voy a ver desnudo, as� que c�mbiate aqu� mismo, �no?
Yo me re� hist�ricamente y me empec� a desvestir. Entonces me
puse de espaldas a �l y me quit� el pantal�n.
-Vaya, vaya. No llevamos ropa interior eh�
-Yo me puse rojo de verg�enza y no me atrev� a girarme.
-Venga, no seas tonto. No pasa nada. Yo tampoco llevo. Ves
Y se quit� su camia qued�ndose s�lo vestido con unas
alpargatas. Yo a�n segu� sin darme la vuelta y decid� quedarme as� al ver que mi
polla hab�a reaccionado como una campeona ante el espect�culo de m�sculos que me
mostraba el pintor. Y, desnudo como estaba, me era imposible esconder mis 19 cm
de rabo.
Como se dio cuenta, se acerc� por mi espalda, peg� su cuerpo
al m�o y dijo: vaya, si te pintara as� el cuadro ser�a mucho m�s interesante
�verdad? Y agarr� mi polla con su mano. Yo, simplemente, gir� mi cabeza y le
bes�. Y ah� estall� la locura.
Estuvimos rato y rato comi�ndonos la boca mientras �l me
hac�a una paja y se sujetaba las manos de tal manera que yo no pod�a tocarle.
�l controlaba la situaci�n y yo era consciente de ello, y lo
disfrutaba. De repente me dijo: vamos a hacer otra cosita. Y me puso de espaldas
a �l. Fue entonces cuando not� la polla m�s grande que hab�a (y he) visto en mi
vida. Contra mi espalda hab�a una vara de carne ardiente que deb�a medir no
menos de 25 cm y que babeaba por m�.
Yo le dije que no pod�a m�s, que necesitaba mamar y ver ese
trozo de cielo. Y �l, de un golpe, me gir� y me ensart� su polla en la boca con
rudeza.
Yo lam� como si me fuera la vida en ello, y �l no para de
gemir y de decirme lo bien que lo hac�a y lo mucho que le gustaba. Y la verdad
es que a m� tambi�n. Mi polla rebotaba contra mi est�mago con cada lamida que le
daba a la suya.
Entonces �l dijo que si me atrev�a a hacer algo m�s. Yo,
simplemente, le dije que era suyo.
Me puso en cuatro y empez� a comerme el culo. Yo no paraba de
gritar, ya que nunca me hab�an hecho eso, y �l me dec�a: tranquilo nene, ahora
vendr� lo mejor.
Y cuando vio que mi culo estaba listo, me la meti� de un
golpe. Aunque fue mi primera vez, no recuerdo haber pasado dolor, sino un placer
repentino y una especie de latigazo que me recorri� todo el cuerpo hasta la
cabeza y me llev� al �xtasis, tanto que en pocos minutos tuve que decirle que me
corr�a, que parara y �l simplemente puso su paleta bajo mi polla y dijo: ahora
nene. Y yo empec� a correrme de manera brutal, soltando la mayor lechada de mi
vida. Cuando acab� �l s�lo dijo: los cuadros quedan preciosos con este barniz. Y
me bes� mientras me segu�a penetrando. Al poco tiempo me pidi� que me girara y
dijo: abre esa boquita mi amor. Se corri� en mi boca y me bes� rob�ndome su
propio semen.
Nos quedamos tumbados sobre la tarima, entre el barniz y los
�leos. Y desde ese d�a, supe que mi pintor y yo no nos separar�amos nunca. Y que
siempre vivir�a con �l, entre pinceles.
(Perd�n a todos mis lectores por haber tardado tanto en
volver a escribir, pero no he podido hacerlo. Agradecer� vuestros comentarios.
Un beso).