Relato: Las aventuras de Sara (2)





Relato: Las aventuras de Sara (2)

Las aventuras de Sara (2� parte)


Sara estaba cocinando como se le ordeno, y cuando la mire en
la cocina preparando nuestra cena vestida con esas sandalias de taco alto y el
delantal que solo le cubr�a de la cintura a la entrepierna nada mas, o sea lo
�nico que no se le ve�a era la concha, se me ocurri� cambiarle un poco la
vestimenta. Entonces la mande a que se ponga unas medias de nylon color bronce,
se deje el delantal y se cambie las sandalias por unas botas altas hasta justo
debajo de las rodillas de cuero negro y tacos altos. Daniel, el otro de mis
amigos, le agrego a este atuendo de mi mujer, una cadenita que un�a los pezones
de Sara ya que los extremos de la cadenita estaban abrochados a cada pez�n
mediante un broche especial. Luego, con su nueva vestimenta sigui� con la
preparaci�n de nuestra cena.


Cuando la comida estaba ya servida en la mesa, Mar�a nos
llama a Gonzalo, Daniel y a mi para que nos sentemos a comer. Sara nos servia y
atend�a, y cuando no lo hacia deb�a permanecer de pie a un costado de la mesa,
derechita y con la vista hacia el suelo. No somos malos, le dimos de comer lo
mismo que comimos nosotros, solo que debi� esperar hasta que nosotros hac�amos
la sobremesa tomando caf�. Entonces le ordenamos servirse la comida en un plato,
que ponga el plato en el piso, y que se pusiera en cuatro patas a comer
directamente del plato como lo hacen los perros.


Despu�s de todo esto, le dije que se vaya a cambiar, que se
vistiera como quisiera, y que venga con nosotros cuando terminara para charlar y
pasar el resto de la noche de una forma amena con amigos, que para ser su primer
d�a en el campo ya estaba bien, no le �bamos a hacer nada mas. A la noche,
cuando nos fuimos todos a dormir, ella antes de acostarse me agradeci� y me dijo
que hab�a disfrutado de todo, luego hicimos el amor con gran dulzura e
intensidad, y luego nos fuimos a dormir hasta el d�a siguiente.



En el segundo d�a comenzamos el d�a desayunando todos juntos
de manera normal. Estaba claro que cuando comenzaba el juego ella deb�a
someterse a las reglas del mismo, pero si nadie le dec�a nada �ramos todos
iguales, simplemente un grupo de cinco amigos en el campo, y cuando alguien
comenzaba a jugar dej�bamos de ser cinco amigos para pasar a ser cuatro amigos y
una perra.


Daniel despu�s del desayuno la mando a cambiarse, le dijo que
se vista con ropa de gimnasia, zapatillas de correr, medias tipo sockete de
algod�n, una calza de gimnasia elastizada, bombacha blanca de algod�n y corpi�o
igual, y una remerita. Luego la mando a caminar por el monte, por la zona
arbolada, y que cuando nosotros vayamos ponga resistencia. La idea de Daniel era
asaltarla y violarla en el medio del monte. As�, vestida como una mina que sal�a
a hacer un poco de aerobics, salio Sara caminando hacia el monte. Minutos mas
tarde salimos los tres varones a buscarla, cazarla y violarla.


Cuando la vimos entre los �rboles caminando nos fuimos
acercando tratando de que no nos viera, cuando la tuvimos al alcance saltamos
sobre ella, la tomamos por la fuerza tir�ndola al piso. La dimos vuelta para
poder atarle las manos a la espalda, aunque se resist�a no pod�a hacer mucho
contra tres varones; le atamos las manos y la pusimos de pie. Gritaba y recib�a
un cachetazo por eso, mientras tanto le baj�bamos un poco los pantalones
elastizados y le arrancamos la bombacha. Una vez con la bombacha de nuestra
victima en la mano, se la metemos por la fuerza en la boca para callarla y le
tapamos la boca con cinta. La remera tambi�n se la arrancamos destroz�ndola, el
resto de la ropa se la quitamos, aunque ella se opon�a. Despu�s, desnuda,
amordazada y las manos atadas le pusimos su zapatilla en la cara haci�ndole
olerla y luego la dejamos correr tratando de escapar. Divertido verla correr en
bolas y las manos atadas a la espalda entre los �rboles. La corrimos, la tiramos
al piso y la violamos todos. Mientras uno se la cojia, los otros dos le
sosten�amos las piernas manteni�ndoselas abiertas, y luego cambi�bamos las
posiciones para seguir garchandola. Luego de violarla la pusimos de rodillas y
quit�ndole la bombacha de la boca la obligamos a chuparnos las pijas.



Acto seguido, la sentamos en el piso, de culo en el pasto
apoyando su espalda contra el tronco de uno de los �rboles, le desatamos las
manos de la espalda y nuevamente se las atamos por detr�s del tronco de aquel
�rbol. Luego las piernas se las atamos estaqueadas al piso a la altura de sus
tobillos, por debajo de las rodillas, por encima y cerca de la entrepierna.


Despu�s tomamos otra cuerda para atarle el cuerpo contra el
tronco del �rbol, pas�ndole la cuerda por el cuello, por debajo de las axilas,
por debajo de sus tetas y por su abdomen. Como mordaza le colocamos un
implemento con una argolla que va en su boca manteni�ndosela bien abierta
impidi�ndole hablar y con la ventaja de que por el medio de la argolla uno pod�a
meterle cosas en la boca a Sara. Luego nos dedicamos a descansar un poco,
fumando un cigarillo, charlando y vi�ndola a Sara ah� atada y en bolas contra el
�rbol. De vez en cuando alguno se acercaba a ella para molestarla un poco, para
manosearla, meterle los dedos en la concha y masturbarla, meterle la pija en la
boca o pisotearla un poco con las botas.


Ya se acercaba la hora del almuerzo que estaba preparando
Mar�a, por lo que decidimos liberar a mi mujer, le dimos las medias y zapatillas
para que se ponga, caminamos todos juntos hasta el camino, Sara desnuda y con
zapatillas, nos subimos todos a la camioneta del campo y nos dirigimos hasta la
casa para el almuerzo. Una vez en la casa, mientras nosotros ayud�bamos a Mar�a
en poner la mesa y esper�bamos para sentarnos a comer; Sara se dio una ducha
r�pida y se cambio, poni�ndose un jean ajustado, remera blanca y zapatos de
estilo cl�sico de taco alto. Una vez todo y todos listos nos sentamos a almorzar
los cinco amigos. No pudimos evitar charlar sobre lo que le hab�amos hecho a mi
mujer un rato antes, pero fue solo uno de los temas de los que hablamos durante
la comida, y Sara no se sent�a incomoda de hablar del tema. Obviamente la que
m�s preguntaba sobre lo que hab�amos hecho en el bosque fue Mar�a que no hab�a
ido.



Unas horas despu�s de almorzar, la que quiso jugar con Sara
era Mar�a, que la llamo a mi mujer a que venga al comedor, le dijo que se
quitara la remera y corpi�o y que se acostara boca arriba sobre la mesa del
comedor. Luego le ato las manos por sobre su cabeza teni�ndola a Sara estaba
acostada sobre la mesa con las tetas al aire.


Despu�s Maria dio vuelta a la mesa, le desabrocho el jean a
Sara, le bajo el cierre, le quito los zapatos y finalmente le quito el jean y la
bombacha dej�ndola toda desnuda a mi mujer sobre la mesa. Le volvi� a colocar
los zapatos, y le tomo una pierna por vez, flexionando cada una, juntando pierna
y ante-pierna, y se las ato as�, dej�ndole las piernas atadas de manera que cada
uno de sus tobillos quedaba casi tocando cada uno de sus gl�teos. Una vez que
Maria la tuvo a mi mujer atada y desnuda como quer�a sobre la mesa del comedor,
le separa las piernas y mediante una cuerda se las mantiene separadas y bien
abiertas y flexionadas como estaban. Luego apoya sobre la mesa, entre las
piernas de Sara, una brocha, espuma de afeitar, una afeitadora descartable, una
toalla peque�a y un taz�n con agua.


Si, efectivamente, con todos estos elementos se sienta en una
silla frente a la concha de mi mujer, y comienza a afeitarla, sin dejarle al
final de su labor ni un solo pelo entre sus piernas. Ya con la vagina de Sara
toda afeitada, sin pelos que la pudieran entorpecer, Maria comienza a lam�rsela,
chup�ndole con ganas la concha servida a la mesa. Luego Maria se levanta, se
quita la bombacha por debajo de su minifalda, se sube a la mesa, y sent�ndose
con las piernas abiertas sobre la cara de Sara la obliga a chuparle la concha a
ella. Era la primera vez que Sara interactuaba con otra mujer, y por supuesto
jam�s tuvo que chuparle la concha a otra mujer, esta iba a ser su primera vez.
Cuando Maria logro que Sara le chupara la concha como ella quer�a, ella se
agacho y quedaron sobre la mesa haci�ndose una espectacular sesenta y nueve.


Despu�s de esto, se bajo Maria de la mesa, se quito la
minifalda, se coloco una pr�tesis con arn�s entre las piernas, la tomo a Sara de
las piernas dej�ndola bien al borde de la mesa, y la violo con la pr�tesis
colocada a manera de pija. Luego la desato por completo y se la llevo al cuarto
para hacerle el amor como dos lesbianas. A la media hora escucho que Maria lo
llama a Daniel y le dice que vaya al cuarto para cojerla a Sara mientras Sara le
chupaba la concha a ella. Mas o menos una hora mas tarde salen los tres del
cuarto y nos volvemos a juntar los cinco para sentarnos en la galer�a y charlar
mientras tom�bamos un caf�.



Despu�s del caf�, a eso de las siete y media de la tarde, le
dimos a Sara lo que se tenia que poner para lo que quedaba del d�a. Se cambio
enfrente a todos nosotros, primero se quito todo lo que tenia puesto quedando
completamente desnuda, luego comienza a vestirse, se pone unas medias de lycra
negras, luego se pone el catsuit, el enterito de l�tex negro que la cubr�a desde
los tobillos hasta el cuello, y mangas largas cubriendo hasta las manos. Pero no
la tapaba del todo, porque este enterito ten�a aberturas en los pechos, otra en
la zona vaginal, y otras dos aberturas en los cachetes del culo. Ahora se
colocaba la mascara tambi�n de l�tex negro, que le tapaba toda la cabeza pero
con orificios en los ojos, la nariz y la boca. Despu�s las botas de cuero negro
brillante de taco bien alto y que le llegaban hasta las rodillas, y finalmente
se puso los guantes de l�tex negro. Esplendida imagen verla vestida as�,
hermosa.



Y que hacer con mi mujer vestida de semejante manera. Por el
momento no ten�amos pensado nada, simplemente mirarla, admirar vi�ndola pasear
por la casa y el jard�n. Alguno que la sentaba con el y la besaba o la
toqueteaba por alguno de los agujeros del conjunto, pero no mucho mas que eso.
Pens�bamos que ya hab�a tenido bastante por el d�a, pero igual quer�amos algo
m�s antes de irnos a dormir hasta el pr�ximo d�a. Seguimos as� hasta la noche,
as� se sent� a la mesa para comer, as� se sent� en el living luego para charlar.


A eso de las once de la noche Gonzalo le dice a Sara que ese
d�a la violaron todos, pero si quer�a que el d�a fuera completo deb�a ser
violada una vez m�s. Sara asinti� con la cabeza, y Gonzalo le dijo que faltaba
solo ser violada por los perros del campo, que ayer los pobres perritos se
quedaron con las ganas de cojerla y que a si ella era una buena chica deb�a
dejarlos que la monten. Mi mujer ni ninguno de nosotros esperaba que Gonzalo
dijera esto. A la cara de sorpresa de Sara le sigui� una cara de preocupaci�n y
aceptaci�n de su destino. Entonces llamaron a los perros dentro de la casa
mientras Sara se colocaba apoyando su abdomen sobre un sill�n y de rodillas en
el piso. Los perros entraron y se dirigieron directamente hasta donde estaba
Sara recostada sobre el sill�n dejando su concha ofrecida para los perros. Estos
inmediatamente comenzaron a lamer esa concha que le estaban ofreciendo, met�an
sus hocico bien entre las piernas de Sara tratando de que sus lenguas llegaran
lo mas profundo posible dentro de la concha de mi mujer.


Finalmente un de ellos se sube, apoyando sus patas delanteras
sobre el sill�n a los costados del cuerpo de Sara y comienza a bombear buscando
que su pija encuentre un orificio donde entrar, y encuentra la concha de Sara
enseguida, y empieza a cojerla con fuerza y rapidez. Mientras este perro la
violaba a Sara, el otro como no pod�a llegar a esa concha que tanto lo atra�a se
desesperaba alrededor de Sara tratando de ver que pod�a hacer con su pija gorda
y roja colgando. Lo tranquilizamos y recostamos en el sill�n de manera de poder
meter semejante pija en la boca de mi mujer. Cuando lo logramos y Sara comenz� a
chup�rsela mientras el otro la segu�a cojiendo, este se tranquilizo y dejo que
mi mujer se la siga chupando. Luego de ser violada por todos, incluidos los
perros, el d�a dos de Sara en el campo hab�a terminado.


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