Pertenezco a un familia que conserva sus mejores tradiciones
y por eso soy un hombre que sabe disfrutar del sexo como ning�n otro, ya que lo
practico de todas las maneras y modos que se conozcan en este universo, gracias
a la sensual educaci�n que me dieron mis antepasados locos por el sexo y mis
padres �dem.
Mi bisabuelo era un hombre del circo y hac�a el oficio de
hombre de goma, junto a su mujer que era al igual que �l, era una entusiasta y
arriesgada fan�tica sexual, que muri� al intentar una haza�a sexual
pr�cticamente imposible, en un momento de fanatismo.
En un arrebato en com�n y exigido por ella en un paroxismo de
calentura hizo que �l le metiera un pu�o completo en la concha y otro en el culo
simult�neamente, por lo que falleci� de hemorragia aguda sin poder hacer nada
por detenerla, lo que le caus� a mi bisabuelo un trauma total, ya que se aven�an
demasiado sexualmente.
Por esto �l cambi� completamente de actividad, sumamente
arrepentido ya que la quer�a mucho y la echaba mucho de menos para poder
satisfacer sus intens�simos deseos de sexo super duro.
Por esa raz�n se dedic� al oficio de zapatero recordando las
ense�anzas de su padre, mi tatarabuelo, oficio en que el calzado de esos a�os
s�lo era hecho cuidadosamente a mano y a la medida de los grandes se�ores por
artesanos aficionados, ente los cuales hab�an destacado siempre mis antepasados
por su gran ingenio y creatividad.
Para suerte de mi bisabuelo, le hizo un par de zapatos muy
lindos y buenos a un importante hombre de la corte de esos a�os, que era amante
de la reina, ya que �sta era una fan�tica sexual que buscaba en sus amor�os con
hombres y mujeres las formas mas excitantes del sexo, y como reina absoluta que
era, ten�a a su disposici�n lo que se le ocurriera en este aspecto sin control
alguno, ya que su marido un pr�ncipe consorte, un advenedizo circunstancial, se
lo pasaba en er�ticos juegos de sal�n con sus damas y en los cotos de caza del
reino con sus amigos sin preocuparse de ella para nada, conocedor de su afici�n.
Fue as� como lleg� a conocimiento de la reina la existencia
de este zapatero artesano que hac�a maravillas en su oficio, y lo mand� llamar
para conocerlo y encargarle que le hiciera zapatos mucho mas buenos y c�modos de
los que ella ten�a, ya que imitando a Catalina de M�dicis la precursora en el
tema, insist�a en usar los tacones mas altos posibles por ser muy de poca
estatura, y los desmesurados tacos de su actual calzado le hac�an doler mucho
los pies, por lo exagerado de su posici�n a pesar de que no caminaba casi nada.
Hay que reconocer que mi bisabuelo era un verdadero campe�n
del sexo ya que ten�a un tama�o nunca visto en sus �rganos sexuales, y adem�s de
que era por herencia un artesano zapatero muy diestro e inteligente, que le
sab�a sacar partido a elementos muy ingeniosos en su oficio para alivio de sus
clientes.
Por esta raz�n le pudo hacer unos zapatos maravillosos a la
reina, con un taco de metal de bronce fin�simo y de una altura tan vertiginosa
que parec�a imposible de hacer y menos a cualquier otro zapatero, y a la vez
bastante c�modos en comparaci�n con los que ella ten�a, ya que usaba unos
rellenos internos muy ingeniosos que le favorec�an mucho la extremad�sima
posici�n del pi�.
Ella qued� sumamente contenta de su habilidad y le exigi� que
se quedara cerca de ella en la corte misma para poder continuar contando con sus
servicios, por lo que �l se traslad� a vivir al palacio. Por supuesto que la
reina le encarg� otros pares parecidos, pidi�ndole que le pusiera tacones mas
altos todav�a, a lo que �l trataba de hacerlo lo mejor posible cada vez.
Sucedi� que �l ten�a que prob�rselos a menudo durante la
confecci�n para obtener sus deseos, por lo que la reina se acostumbr� a
recibirlo a menudo en sus aposentos privados y all� mientras le probaba el
calzado cada vez mas alto y precioso, �l le tomaba suavemente los pies con tanta
delicadeza y cuidado que a la reina le comenz� a encantar la operaci�n y se
excitaba sexualmente muy fuerte durante las sesiones de prueba.
Nada de leso mi bisabuelo se dio cuenta del hecho y aument�
la delicadeza y la frecuencia de la operaci�n de las pruebas del calzado,
aduciendo que s�lo as� podr�a adecuarle mejor ese dif�cil calzado a sus pies. La
reina estaba encantada de que le acariciaran tan suavemente los pies, y se
retorc�a disimuladamente durante las pruebas, hasta que un d�a de verano muy
caluroso en que hab�an quedado solos, ella no pudo mas y alargando su pi� le
toc� la bragueta, sintiendo claramente el gran bulto del enhiesto y formidable
pene.
Ella, ya hab�a perdido todas la inhibiciones que su rango le
exig�a, y sin pensarlo mas, se fue encima de mi bisabuelo el cual se hab�a
quedado inm�vil y at�nito por lo inesperado de su acci�n, pero reaccionando con
presteza la abraz� y la levant� con fuerza llev�ndola al lecho real vecino al
sill�n, donde procedi� a levantarle el vestido y sacando su enorme y tieso pene
se lo introdujo de un golpe en la ansiosa vagina lubricada ya por el violento
deseo de la hembra ansiosa.
Ella al sentir como a penas le pod�a entrar esa poderosa
herramienta, se dio cuenta de lo que se hab�a estado perdiendo con anterioridad,
ese magn�fico y poderoso miembro, y se entreg� al acto sexual con el entusiasmo
al tope y el deseo mas intenso, ambos derivados de su intens�sima pasi�n y de la
expectativa por haber encontrado un verdadero potro que le iba a dar nuevos
placeres sin fin, ya que lo tenia a su disposici�n en el castillo mismo.
Sin embargo, para guardar las apariencias, le dijo que lo iba
a casar con una de sus damas de honor, la que hab�a sido su amante lesbiana el
�ltimo tiempo, ya que as� no habr�a problemas en la corte, y para mejor actuar
decidi� nombrarlo, "Proveedor oficial de calzado en la corte" y as� le pudo
asignar un puesto dentro de ella que le permitir�a gozar de los privilegios que
ella quer�a otorgarle, y que le permit�an contraer matrimonio con esa bella y
casquivana dama de honor de ella.
El casamiento se llev� a cabo en brev�simo plazo y sin
dificultad alguna. Incluso la damita del caso que tambi�n era experta en asuntos
del sexo, qued� fascinada por el marido que le hab�an conseguido, el cual ya le
estaba dando mucha felicidad y agrado con su tremendo pene, quien fue mi
bisabuela.
A los 10 meses, de ese matrimonio naci� quien es hoy mi
abuela, una hermosa y atractiva mujer que se conserva muy joven a�n ya que tiene
ahora s�lo 39 a�os, la que fue educada en la licenciosa corte misma por las
damas de la reina, bajo su personal tutela, ya que a su madre, la dama de honor
casquivana de la Reina, o sea mi bisabuela, la mandaron fuera de la corte a un
castillo lejano en compa��a de un caballero ex amante de la Reina, a quien ella
quer�a ya cambiar por otro.
Mi bisabuelo sigui� siendo el amante favorito de la reina y
su proveedor de calzado tan especial, y �l provey� a todas la damas de la corte
de zapatos muy parecidos a los de su majestad, pero jam�s ninguna fue agraciada
con tacos tan altos como los que usaba la reina a diario, la que conservaba as�
su hegemon�a de importancia sobre sus damas y las otras mujeres de la corte.
De este modo en esa corte ninguna mujer pod�a usar tacos
iguales a la reina, la que hab�a llegado a tenerlos hasta 19 cm. de alto, o sea
de 7 1/4", por lo que la mayor�a de las damas llegaba s�lo hasta los 15 cm. o
sea de 6" y ninguna los usaba de menos de 5" incluso en los pies mas chicos, por
lo que esa corte siempre destac� entre sus iguales por lo poco que caminaban las
damas, ya que siempre estaban usando esos los tacos tan exageradamente
alt�simos.
Mi bisabuelo esper� hasta que mi abuela cumpli� los 13 a�os y
entonces con la complicidad de la Reina, la hizo su amante a pesar de que era su
hija, ya que mi abuela siempre fue una chica muy desarrollada y a esa edad ya
parec�a tener unos 18 a�os, y mi bisabuelo, que ahora se convert�a tambi�n mi
abuelo, como premio especial le hizo a escondidas de la Reina, un par de zapatos
tan especiales que sus tacos pasaban de los 20 cm. o sea el m�ximo que casi no
se puede hacer en esa altura sin plataformas altura seg�n su tama�o que ya era
el N� 40.-
As� al cabo de 11 meses, naci� mi padre, hijo de su abuelo y
de su madre, que tambi�n era nieta e hija del abuelo, o sea hijo de un incesto
total de mi familia materna. Ese ni�o creci� en la corte bajo el alero de Reina
tambi�n, la que hab�a sido c�mplice de mi bisabuelo a la vez que su amante, y
fue educado bajo las mismas conductas extremadamente licenciosas, por lo que en
cuanto lleg� a su temprana pubertad empez� su vida sexual tan libertina como la
de sus antepasados, llevado por su tempranamente exacerbado libido.
Ese ni�o fue mi padre a la temprana edad de 14 a�os, y me
tuvo por sus tambi�n incestuosos amor�os con una preciosa y alocada jovencita
que ven�a llegando a la corte del mismo castillo al que fue desterrada mi
bisabuela, la que tuvo esta hija con la concurrencia del ex amante de la Reina
con quien se fue.
Esta ni�a fue educada por su madre en medio de las costumbres
libertinas que le ense�aron en su juventud. De esa manera mi madre siendo hija
de la desterrada bisabuela, ven�a a ser media hermana de mi abuela, por lo que
yo soy hijo de otro incesto en toda la regla.
Mi madre enferm� del parto al nacer yo, y qued� demasiado
d�bil por largos a�os, por lo que quien me cri� fue mi abuela en medio de un
exagerad�simo cari�o realmente enfermizo, lo que no imped�a que por su cabeza
pasaran complicadas esperanzas para el futuro, siempre todas dirigidas a mi
posterior y temprana vida sexual.
Mucho cari�o me ten�a, pero no tanto como para detener sus
exacerbad�simos y desatados instintos sexuales, de tal manera que junto con
criarme tambi�n tuvo amores con mi bisabuelo, o sea su padre, el que todav�a era
todo un gara��n y de quien se embaraz� inoportunamente, as� al a�o de nacer yo,
mi abuela tuvo una hija la que se cri� junto conmigo teniendo ambos una celosa
cuidadora en com�n que era mi abuela, la madre de ella. As� resulta que yo me
criaba junto con una hija de mi abuela, o sea con una t�a carnal un a�o menor
que yo.
Nos hac�an dormir, nos cambiaban pa�ales, nos alimentaban y
nos cuidaban juntos, de tal modo que viv�amos como dos hermanos en la misma
pieza, en la misma cuna y el mismo corral. Tuvimos profesoras en conjunto en
nuestra vivienda, ya que no �bamos al colegio, las que nos ense�aron
cuidadosamente y muy bien, hasta que yo tuve 11 a�os y Ruth, as� se llama mi
hermana, lleg� a los 10 a�os.
Mi abuela segu�a en las andadas y ten�a sus amantes a granel,
pero nos cuidaba con gran dedicaci�n y a pesar de que segu�a con sus trancas
sexuales mas exacerbadas a�n que antes. Esto hac�a que adem�s de cuidarnos,
abrazarnos, besuquearnos y regalonearnos, se daba la libertad de manosear y
curiosear en nuestros sexos a cada instante, viendo desde muy peque�os, como iba
nuestro desarrollo sexual, operaci�n con lo cual se calentaba much�simo y se
masturbaba frente a nosotros, sin que a nosotros nos pareciera extra�o por
nuestra natural inocencia.
As� en cuanto empezamos a caminar y a hablar, la Abuela nos
pon�a juntos y nos ense�aba a que nos acarici�ramos los genitales y nos
bes�ramos a cada momento, haci�ndonos que jug�ramos con nuestras manos y boca en
los genitales del compa�ero, mientras est�bamos desnudos al vestirnos � en la
tina tibia y olorosa al ba�arnos.
A ambos nos encantaba jugar de ese modo una vez ya mas
creciditos, y lo hac�amos tan a menudo como nos fuera posible hacerlo, de tal
modo que muy pronto yo empec� a tener magn�ficas erecciones y ella, mi
hermanita-t�a a tener fuertes orgasmos, mientras yo le acariciaba y mamaba su
menuda conchita, sin que ambos supi�ramos exactamente que nos pasaba, a pesar de
que los juegos nos eran terriblemente placenteros.
As� pasaron varios a�os en que gradualmente fuimos
aprendiendo y ensayando como hacer el amor entre nosotros, con la diestra gu�a y
consejo de la Abuela, siendo tan ni�os a�n que no ten�amos eyaculaciones de
ninguna especie, pero sintiendo formidables placeres al llevar a cabo esas
actividades tan precozmente.
Todo iba viento en popa, cuando una vez nos acost� en su
lecho, cercano a nuestras camitas y empez� con sus tocaciones primero a Ruth y
luego a m�. A mi me pasaba que ya se me paraba cada vez que lo hac�a y la Abuela
gozaba mucho vi�ndome as� y se masturbaba con la otra mano.
En cuanto a Ruth la abuela trajo un trozo de tripa de cordero
inflada, sellada en ambas puntas, y lubric�ndola con mantequilla, se la met�a
por su peque�a vulva y se la refregaba entr�ndola y sac�ndola, con lo que Ruth
gozaba de fort�simos climax y ped�a mas y mas, mientras se le revolv�an los ojos
del tremendo placer.
Un poco despu�s la abuela comenz� a mirar de muy cerca mi
nada de peque�a erecci�n y agach�ndose sobre mi, me besaba el pil�n y me lo
chupaba con lo cual yo gozaba lleno de felicidad, al igual que cuando lo hac�a
ella con Ruth y la gruesa tripa inflada.
Al cabo de poco tiempo eran tales los chupones que me hac�a
en el pene, que una tarde yo sent� una sensaci�n extra��sima mucho mas fuerte
que todas las anteriores y s�bitamente mi abuela sinti� que se le llenaba la
boca del semen que brotaba a raudales en mi primera vez.
Para ella esto fue el apoteosis, se levant� loca de alegr�a y
corr�a sin darse cuenta que lo estaba haciendo calzada con sus zapatos de fiesta
de mas de 20cm. o sea 8", esos mismos que su amante y padre le hab�a hecho como
un premio muy oculto a la Reina y muy especial, al convertirla en su amante. Lo
hac�a por toda casa gritando a voz en cuello, mientras hac�a buchadas con mi
semen y lo tragaba golosa, para luego dejarse caer en cualquier parte
masturb�ndose con ambas manos, al refregarse fren�ticamente la vagina con una
mano con un grueso pepino que hab�a hallado en la cocina, y con la otra mano en
su enhiesto cl�toris.
A los 11 a�os, yo ya eyaculaba un muy abundante semen y mi
pene era tan desarrollado como el que mas, a causa de tanto ejercicio precoz de
la actividad sexual, por lo que al cabo de poco tiempo me convert� en amante de
mi abuela y de mi hermana-t�a a la vez. Y como era tan joven, ten�a una
capacidad de recuperaci�n incre�ble, por lo que serv�a de las dos a la vez, para
los juegos diarios sin problema alguno, con gran placer de ambas tan distintas
de car�cter, pero lo mas bizarro era que para darme mas potencia sexual me daban
t�nicos y sobrealimentaciones que me hac�an mas poderoso sexualmente todav�a.
Un d�a curioseando en los armarios de mi Abuela, encontr� los
zapatos que mi Bisabuelo le hab�a hecho a la Abuela en premio por haberse
convertido en su amante, y llevado por la curiosidad de lo enorme de los tacos,
ya que mis pies eran casi de su mismo tama�o, me los puse para ver si pod�a
caminar con ellos, me quedaban bastante apretados, pero me entraron ayudado por
un par de suaves medias de Ruth, ya que mis pies ya eran N�42, y cuando me fui a
parar me ca� de bruces sin poder equilibrarme.
Picado en extremo, porfiadamente lo intent� de nuevo y esta
vez pude apenas dar un par de pasos, y al cabo de mas de dos horas ya lo pude
hacer mejor, pero en todo caso esta prueba me dio una gran erecci�n en mi pene,
lo que me agrad� de sobremanera. En ese instante entraron a la pieza mi Abuela y
mi hermana y al verme de esa manera calzado la Abuela de enoj� much�simo, ya que
era un recuerdo muy querido para ella y yo se los estaba ensanchando.
Mi hermana se ri� much�simo y aplaudi� con gran entusiasmo mi
marcha con esos tacones tremendos a pesar del enojo de la Abuela, y a la vez me
dijo que aprobaba que yo me quisiera parecer a la Abuela usando sus zapatos
favoritos, ya que a ella le gustaban tambi�n mucho y ya se los hab�a probado
antes sin causarle da�o, ya que calzaba igual que la Abuela.
Con la festiva actitud de mi hermana, la Abuela se calm�
bastante y empez� a mirarme con curiosidad mientras yo caminaba tambaleando en
sus taconazos tan sensuales, y de pronto se percat� que yo ten�a una gran
erecci�n, por lo que se encant� de que los estuviera usando, ya que as� se dio
cuenta de que a mi me causaba mucho deseo sexual, lo que a ellas les conven�a
mucho.
Muy astutamente la Abuela me dijo que esa tendencia revelaba
que yo tendr�a un erecci�n a�n mayor si completaba el atuendo femenino
perfeccion�ndolo al m�ximo y me travest�a completamente de mujer, cosa que mi
hermana aplaudi� entusiasmada ya que seg�n dijo a ella le encantar�a tener una
hermana joven que pudiera jugar al sexo con ella y yo le parec�a la compa�era
ideal para practicar un sexo lesbiano, ya que la Abuela era mayor y ya la
conoc�a de sobra desde siempre y quer�a variar un poco.
La Abuela parec�a un poco picada con el desprecio que le
hac�a mi hermana, pero la idea de vestirme de mujer le aplac� la molestia, y la
provoc� un gran deseo de verme de esa guisa ya que esperaba sacar gran partido
de ese travestismo de mi persona, que me provocar�a un deseo sexual may�sculo y
ellas lo gozar�an de lo lindo.
Asi que esa misma tarde se pusieron manos a la obra,
prepar�ndome vestidos, afeites, zapatos, y toda clase de ropas para este
prop�sito y misteriosamente se desparecieron juntas todo el d�a siguiente y
varios d�as mas, mientras yo me segu�a entrenando para caminar con los alt�simos
zapatos de la Abuela, cosa que llegu� a hacer con cierta destreza al cabo de la
semana que estuvieron ausentes.
El S�bado siguiente se aparecieron ambas con un cargamento de
grandes cajas y maletas en un carro que las segu�a cuando bajaban de su carroza.
Entraron de inmediato a la casa y despacharon el carro que fue descargado
diligentemente por su conductor, el que desapareci� despu�s de ser pagado con
largueza.
Muy misteriosas, me llamaron para que las ayudara al
desempaquetar los bultos, pero cambiando la idea, hicieron que me desvistiera
totalmente, me depilaron el casi nulo vello que ten�a en el cuerpo, y me
llevaron al ba�o, donde me prepararon un tibio ba�o de tina con sales perfumadas
y luego sent�ndome en un taburete procedieron a peinarme mi pelo natural que lo
tengo bastante largo, el que adornaron con postizos y pelo adicional y me
hicieron un peinado alt�simo con un mo�o rodete que alargaba mi cabeza hacia
arriba y atr�s.
Al cabo de mas de 3 horas sal� del ba�o enteramente desnudo
pero peinado como una mu�eca Pompadour, y me llevaron al dormitorio, donde me
sentaron en el peinador que hab�a enfrente a la cama de la Abuela el que estaba
rodeado de grandes espejos de luna clar�sima.
Esmeradamente me dieron una base de suaves cremas perfumadas
por la cara y todo el cuerpo y me pintaron cuidadosamente la cara, con sombras,
coloretes y afeites que le dieron a mi cara un aspecto totalmente diferente al
habitual, me pusieron largas y onduladas pesta�as postizas arriba y debajo de
ambos ojos, las que destacaron aun mas con abundante rimel negro y me pintaron
la boca con un recargad�simo rouge brillante al rojo fuego, poni�ndome luego un
barniz de u�as de igual color en las u�as de manos y pies.
Luego me enfundaron en una faja corset apretad�sima de
brillante cuero y seda negra que redujo cruelmente mi cintura de sus naturales
95 cm. a solo 70, dej�ndome casi sin poder respirar, pero con una erecci�n
salvaje en mi pene el que sobresal�a airosamente por bajo el arco del frente,
abajo de la faja.
La misma faja ten�a unas medias copas para sostener los
salientes senos postizos de material blando como carne que adhirieron sobre las
m�os, y que ten�an unos erectos pezones que sobresal�an por encima de las medias
copas, as� me dieron unos senos de 110 cms.
Esa faja ten�a tambi�n unos protuberantes rellenos que
acentuaban mis caderas dej�ndolas curvil�neas y otros rellenos de igual material
que hac�a sobresalir sensualmente mi derri�re, todo lo cual me hizo unas caderas
de 105 cm.
Las medias eran negras de brillant�sima seda del Oriente que
apretaba muy firme mis piernas hasta casi el cruce de ellas, las que terminaban
envueltas sendas y anchas bandas el�sticas que formaba una sensual liga que las
sosten�a tersa y firmemente adheridas a la pierna.
Me colocaron enseguida un body de material tejido de medias,
que me cubr�a el cuerpo entero desde el pecho hasta el bajo entrepiernas en
transparente malla negra br�llante que se adher�a suave y firmemente por encima
de la faja, dejando s�lo los hombros y los pezones de los senos al descubierto y
el entrepiernas abierto de adelante a atr�s, por debajo.
Luego me colocaron el calzado, que le mandaron a hacer a mi
bisabuelo especialmente, de mi N� 42, los que eran s�lo una suela delgad�sima,
pero reforzada en la planta con duro fierro y atada muy firmemente por una nube
de tirillas fin�simas de gamuza negra las que me envolv�an sensualmente los pies
cada cm. y las piernas hasta casi la rodilla.
Pero una primicia jam�s vista antes, y hecha especialmente
para m� por mi bisabuelo, eran los fabulosos y delgad�simos tacos hechos en el
mismo hierro de 2 mm de grueso, los que terminaban en sendas monedillas de s�lo
6 mm de di�metro, para que no se enterraran en el pavimento, y cuya altura era
de 270 mm, o sea mas de 10 �", sin plataforma alguna.
Estos tacos me dejaban el pie absoluta y totalmente estirado
y apuntando con los extremos de las u�as y las puntas de los dedos al suelo
debidamente protegidos en su extremo por la angosta vuelta de la delgada suela
de hierro y el firm�simo apriete de las tirillas que unidas por una suela
delantera enhebrada en com�n sobre el empeine, imped�an que las puntas de los
dedos toparan la angost�sima suela que topaba el suelo, en resumen tacos de
ballet.
Con tanta parafernalia y mirando mi erecci�n tan evidente,
ambas mujeres se hab�an calentado al m�ximo, y parec�an teteras hirviendo con
las caras rojas de sudor y deseo sexual, a pesar de que hab�an hecho el amor
varias veces entre ambas y se hab�an masturbado mutuamente en muchas ocasiones,
dejando para el final de su obra el plato mas fuerte.
Mientras me paseaban enfrente a los espejos con su
indispensable ayuda, ya que los zapatos no eran nada de f�ciles de usar, por ser
del mas alto ballet y yo no hab�a tenido tiempo de entrenar mas, nos mir�bamos
en el espejo y ve�amos que eran tres las mujeres que lo hac�an, y que la que era
mas alta, o sea yo, parec�a una musa del olimpo de tan bella que la hab�an
dejado y de tan alta que parec�a sobre esos tacos de f�bula casi de 11", y de
tan caliente que estaba, ya que mi pene parec�a una sobresaliente barra acerada
de puro tieso.
Ambas entusiasmadas me llevaron al lecho y entre las dos me
chupaban el pene y me besaban con locura, hasta que la Abuela se decidi� y
trep�ndose sobre m� se sent� sobre mi pene y comenz� a brincar sobre �l gritando
del placer mientras mi pene a cada momento mas tieso le entraba hasta el fondo
de su ansiosa y palpitante co�a llena de jugos, todo esto mientras mi hermanita
Ruth se masturbaba a dos manos esperando su turno y chupaba los senos de la
Abuela.
Poco despu�s los papeles se invirtieron y fue la Abuela que
cansada de tanto gozar, se recost� en el lecho, y mientras Ruth brincaba
galopando sobre m�, ella le mamaba con frenes� ambos senos mientras lleg�bamos
al climax.
Pero nada de eso las calm� y en cuanto hubimos descansado un
poco, ellas bromeando me amarraron las manos y los pies, entre las dos, con unas
pulseras de suave terciopelo y me dejaron amarrado al lecho totalmente
indefensa, y digo indefensa porque yo estaba travestido como ya he explicado y
ellas me exig�an que actuara as�, como si yo fuera una hembra caliente y puta.
El catre ten�a cuatro perillas alt�simas, y all� de sus
extremos superiores me ataron y literalmente me colgaron de espaldas, usando
unas firmes tiras de terciopelo abierto de pies y manos, enseguida, debidamente
instruida y entrenada por la Abuela, Ruth se recost� debajo de m� y provista de
un consolador gigantesco que ten�a amarrado a su ingle, me introdujo el
consolador en el ano y me empez� a follar arque�ndose hacia arriba, mientras la
Abuela se masturbaba con una mano y con la otra me met�a en la boca su
consolador igual al de Ruth oblig�ndome a recibirlo aunque me hac�a hacer
arcadas de puro gordo.
Tanto movimiento en mi culito que me refregaba y exitaba la
pr�stata, y el saber que estaba vestido como puta loca y con tacones de cielo,
ademas del ahogo que me causaba el consolador de la Abuela, hizo que de mi pene
salieran chorros de semen, los que fueron a lubricar el consolador que ten�a en
culo, guiado por Ruth. Ellas tambi�n lograron sendos climax, pero no me
desataron.
a cosa no parar�a all�, ya que tom�ndome entre ambas me
llevaron casi en andas al jard�n de la casa, donde estaba un perro San Bernardo
gigante que ladr� alegre al vernos aparecer, y sin mediar palabra alguna me
volvieron a atar esta vez a un mesita que hab�a para poner los vasos y copas, me
vendaron la vista sin que yo alcanzara a protestar siquiera.
Sent� de pronto que ellas me abr�an las piernas y me untaban
el culo con algo frio, para despu�s azuzar al San Bernardo y con su ayuda �ste
trep� sobre m� y sent� que su tremendo pene me entraba en mi apretado y asustado
culito, ensanch�ndolo hasta l�mites que me hicieron ver estrellas. Luego el
perrazo empez� un vaiv�n de incre�ble velocidad que golpeaba inmisericorde mi
trasero y en brev�simo plazo me llen� el culo de su semen, el que corr�a por mi
piernas y mis lindas medias hasta empapar mis preciosos zapatitos de ballet,
pero ese pene en mi culo no me dej� de causar un placer imborrable por lo
tremendo de su grosor.
A su vez ambas se hicieron follar por turnos por el perro
gigante, mientras yo descansaba postrado por tanto gozar y volv�a excitarme
sexualmente a la vista de tanta actividad de sexo, pero ellas totalmente
perfeccionistas, no quer�an que yo dejara de estar caliente por estar
travestido, as� es que me llevaron a las caballerizas donde hab�a varios potros
a los que ellas acostumbraban a masturbar a mano, mientras estaban firmemente
atados, bebiendo su semen con fruici�n mientras se masturbaban mutuamente, todo
ello ense�anza de la Abuela.
A pesar de tanto sexo loco, todav�a no estaban saciadas y
decidieron probar de hacerse un fisting mutuo, pero lo cual untaron sus manos
con mantequilla y se penetraron mutuamente ambas con sus pu�os en la co�a y en
el culo a la vez, era un gritar, suspirar, reir , gozar y de miedo, ambas con
sus co�os y sus culos llenos totalmente. Ante tanto entusiasmo sexual yo me
hab�a calentado nuevamente por lo que me acerqu� a ellas y les comenc� a dar
palmadas en los traseros, ante lo cual se volvieron como locas y me ped�an que
lo hiciera mas fuerte, y no pararon hasta que tuvieron por lo menos unos diez
climax mas.
Ambas quer�a castigarme por mi audacia y lo hicieron de
inmediato, ya que me metieron por turnos uno de sus pu�os en el culo y con la
otra mano me masturbaron el pene hasta que yo tambi�n tuve los climax
respectivos.
Contar� que la experiencia de sentir que te entra, no un
simple pene, ni un simple consolador, sino que todo un pu�o entero hasta la
mu�eca, el que entra y sale provoc�ndote unos climax maravillosos ya que la
sensaci�n es inenenarrable al sentir dentro de ti, algo tan especialmente gordo
que apenas entra al comienzo y luego parece llenarte a full.
Finalmente como todo hab�a sido tan fuerte, y tan delicioso,
decidimos que lo volver�amos a hacer muchas veces y que el hecho de vestirme
como una mujer tan aputada nos daba una sensaci�n formidable que enervaba a�n
mucho mas nuestros deseos sexuales.