Relato: Una amiga inesperada





Relato: Una amiga inesperada

Las minutos parec�an horas, mir�bamos incansables el reloj,
deseando por fin que el timbre tocara y poder as� salir al recreo. Era clase de
Sociales en un soleado d�a del mes de Mayo, agotados por los numerosos ex�menes
de esta �poca, la profesora parec�a incansable, intentando poder explicar toda
la materia programada. Yo estaba sentado al final de la clase, era el mejor
lugar, desde all� pod�a observar a todos mis compa�eros y so�ar as� despierto,
me llamo Alex, tenia 16 a�os y las hormonas estaban a flor de piel, miraba y
observaba a cada chica; desnud�ndola con la mirada, palpando con mi mente cada
curva que sus j�venes cuerpos dibujaban, en ocasiones pensaba si ser�a normal
que continuamente pensara en chicas; en como seria tener ante mi una mujer
desnuda. Por esa �poca aun no hab�a conocido el arte del sexo y para calmar mis
ansias dispon�a de una gran variedad de revistas y videos pornogr�ficos que
diariamente, en la soledad de mi habitaci�n ve�a mientras me masturbaba con
ellos y despu�s me tumbaba en mi cama y solo pensaba en una compa�era de clase;
la cual es mi amor plat�nico como se suele decir desde que tengo uso de raz�n,
se llama Olga. Olga era una chica simp�tica, de mi misma edad y compa�eros desde
los 4 a�os, para m� era hermosa, bajita, con una cabellera casta�a y pelo
rizado, en su cuerpo en flor asomaban sus pechos, algo peque�os en comparaci�n
con el resto de las chicas de su edad, delgada y un culo esplendido, redondo
aunque un poco grande para lo baja que era, ella no era perfecta, es m�s muchos
pensaban que no era guapa, pero para mi era mi diosa, la mujer que tanto deseaba
y por quien tenia perdida la cabeza desde hace tantos a�os.


Son� la campana que anunciaba el final de la clase, y todos
nos levantamos sin esperar a que la profesora lo dijera, por lo cual se enfado
un poco, era ya media d�a; el hambre y cansancio se hacia presente en todos
nosotros. La profesora ante tanto alboroto, nos dijo:



-esperar un momento-



-El pr�ximo mi�rcoles realizaremos una peque�a marcha, por
los pinares y campos de alrededor, nos llevara toda la ma�ana, as� que llevaros
comida y agua-



�Una marcha? La idea me parec�a poco sugerente, solo
visitar�amos los campos de nuestro pueblo, sin salir de aqu�, aquellos campos
que todos conoc�amos y en los que tantas veces hab�amos ido a jugar unos a�os
atr�s. Pese a la rareza de la excursi�n, nadie pregunto, no por falta de
intereses sino por el deseo de salir al patio, de despejarse despu�s de una
larga ma�ana, donde el calor se hacia palpable. Durante el recreo comentamos
entre los compa�eros lo que Charo (ese era el nombre de la profesora de
sociales) nos hab�a comentado, a ninguno nos entusiasmaba la idea pero a pesar
de ello pensamos que ser�a bueno tener un d�a de relax, entre tantos ex�menes y
que al salir fuera del aula, por lo menos dejar�amos de copiar y podr�amos
olvidar los bol�grafos y cuadernos durante todo un d�a.



Llego el Mi�rcoles, era temprano cuando me dispuse a ir al
instituto, era el d�a de la llamada excursi�n, mientras andaba por las calles
desiertas del pueblo, solo pod�a pensar en Olga, aquella ni�a, cada d�a sent�a
m�s hacia ella, cada noche so�aba en ella, en su cuerpo, en sus manos, en poder
disfrutar de sus pechos� mientras lo imaginaba, se hac�a patente en mi la
excitaci�n y la erecci�n era visible bajo el ch�ndal.


Llegue por fin al lado de mis compa�eros, de los cuales a�n
faltaban muchos por llegar, as� que aprovechamos para fumarnos un cigarro
tranquilamente mientras convers�bamos si al final ir�amos o no a la excursi�n,
ya que la noche anterior estuvo lloviendo y los charcos se hac�an presentes en
las calles, por lo cual los caminos y senderos estar�an empapados y habr�a
barro, pero eso no pareci� asustar a Charo, la cual apareci� de una forma muy
campechana como nunca la hab�amos visto; vest�a un ch�ndal verde, con unas botas
de monta�ismo marrones y una visera roja, nadie se ri� pero todos pensamos que
parec�a un espantap�jaros. En su espalda una mochila que parec�a pesada y como
m�s tarde descubrimos llevaba en ella la comida para el d�a, una br�jula, unos
playeros y unos mapas de la zona; la cual ella no conoc�a, pero entre todos los
compa�eros era muy cotidiana.


Esperamos durante 15 minutos a que llegara el resto de la
gente, los cuales ven�an con retraso entre los que faltaban se encontraba Olga,
que a medida que pasaban los minutos me pon�a un poco nervioso, pensando que tal
vez no vendr�a, pero minutos mas tarde apareci�, bella y radiante como siempre,
vestida con un ch�ndal azul; el cual no dejaba que sus pechos hicieran acto de
presencia, llevaba el pelo suelto y una mochila a su espalda.


Una vez estuvimos todos, salimos en direcci�n a las ruinas de
un castillo de la edad media, las chicas iban hablando entre ellas y los chicos
�bamos un poco mas atr�s, hablando entre nosotros, aunque no me enteraba de
mucho porque iba mirando la figura de Olga, observaba a cada paso que daba el
movimiento de sus caderas, viendo como el ch�ndal la iba apretando el culo seg�n
avanzaba y divisaba as� la goma de las braguitas que llevaba debajo.


Efectivamente seg�n �bamos avanzando por el camino los barros
se nos pegaban a las suelas de los zapatos, resbal�ndonos, pero ninguno le dimos
importancia y nadie se quej�, subimos las cuestas que hab�a hasta que al final
llegamos y Charo nos comentaba la historia de esas ruinas, que ninguno sab�amos
y todos la escuch�bamos con atenci�n, sentados encima de las piedras que por
all� hab�a, una vez finaliz�, todos intent�bamos quitarnos el barro de las
suelas con las piedras, pero una vez quitado emprendimos de nuevo la marcha y
volvimos a mancharnos de barro.


A medida que la ma�ana pasaba el grupo de chicas y chicos se
disolv�a y todos juntos empez�bamos a mezclarnos, hablando entre nosotros, y
claro esta, intente acercarme lo m�ximo posible a Olga, para intentar solamente
conseguir el roce con su brazo. Yo era un chico muy t�mido, en tantos a�os nunca
pude decirle a Olga que me gustaba, que la deseaba, que era la chica m�s hermosa
que hab�a visto y que me mor�a de celos cada vez que la ve�a con su novio,
bes�ndose y abraz�ndose; muri�ndome de envidia por dentro y so�ando que fuese
yo, imaginando que toda la noche ser�a m�a y foll�ramos sin parar hasta el
amanecer. Pero nunca tuve valor para decirla nada de eso y simplemente hablaba
con ella como un amigo.


Llegamos a un camino que no desembocaba a ninguna parte,
Charo se gu�o por su mapa y de repente se paro y nos comento que seg�n su mapa
habr�a un camino, pero all� simplemente hab�a tierras sembradas, por lo cual
tuvimos que atravesarlas, llen�ndonos de barros hasta arriba, manch�ndonos los
pantalones casi hasta las rodillas, pasado ese tramo, paramos a comer y Charo
miro el mapa, descubriendo con admiraci�n que estaba publicado hace m�s de 10
a�os y por lo cual todo hab�a cambiado.


Me sent� al lado de Olga para comer, sacamos los bocadillos,
mientras yo la miraba de reojo, sintiendo como un calor invad�a mi cuerpo y como
si un mill�n de hormigas corriera por mi estomago, hablamos de todo lo que
hab�amos visto y los tropiezos que hab�amos tenido. Al finalizar, nos levantamos
y reanudamos la marcha de nuevo, esta vez ya camino al pueblo y dar as� por
finalizada la excursi�n. El resto del camino estuve al lado de Olga, y tuve que
ayudarla varias veces para que pudiera bajar las cuestas sin resbalarse,
hablando amigablemente con ella, aunque dentro de m� estaba palpable mi deseo
sexual hacia ella, por lo que solo pensaba en comerla las tetas y poder hacerla
gemir hasta cansarme.


A medida que el tiempo transcurr�a, notaba que algo me
acercaba mas a Olga, hab�amos hablado mucho, compartido miradas y sonrisas y me
sent�a muy libre. Llegamos al pueblo y cada persona cogi� su rumbo con direcci�n
a su casa. Olga viv�a cerca de mi, por tanto ella se vino conmigo y seguimos
hablando esta vez de los ex�menes, por lo que me sorprendi� mucho cuando ella se
dirigi� a mi y me invito a que esa misma tarde fuese a su casa y pudi�ramos
estudiar juntos, a lo que r�pidamente di mi confirmaci�n.


Llegamos a mi casa y nos despedimos dici�ndonos un hasta
luego, sub� las escaleras de dos en dos, estaba lleno de ilusi�n, sab�a que
solamente estudiar�amos pero no me importaba, solo el echo de pensar que estar�a
a su lado, toda la tarde, me hacia sentir especial. Me duche y arregle pero no
muy formal, puesto que era mi�rcoles tarde, as� que decid� ponerme unos vaqueros
y una camisa azul de manga corta; porque el tiempo afuera era bastante caluroso.
Una vez termin�, com� algo y me sal� a la terraza, donde fume un cigarro,
pensando que era el hombre m�s afortunado de este mundo, que lo que tanto hab�a
so�ado, se pod�a hacer realidad. Sal� de casa direcci�n a casa de Olga, y una
vez all�, estaba muy nervioso a�n, tome aire y llame al timbre. Olga me recibi�
en la puerta, estaba buen�sima, tenia unos pantalones cortos donde se pod�an ver
sus piernas, y una camisa negra ajustada donde sus pezones asomaban t�midamente
y eso me produjo una erecci�n muy r�pido, pero por suerte llevaba vaqueros, por
lo que no se hacia evidente a su vista.


Subimos a su habitaci�n y mi sorpresa fue que all� no estaba
Olga sola, sino que hab�a una amiga suya, era Beatriz, la cual conoc�a m�s de
vista que otra cosa, ya que iba al mismo curso que nosotros pero estaba en otra
clase diferente. Era bastante guapa, muchos sin duda dir�an que mas que Olga;
era m�s alta que ella, tenia un culo mejor y una cara muy bonita. Pero a mi como
hombre me gustaba, no dejaba de ser una mujer que estaba buen�sima, pero entre
ella y Olga, Olga era sin duda mi favorita.


Me sent� al lado de Beatriz, sintiendo que mis sue�os se
desvanec�an, que ya no estar�a a solas con la chica que tanto deseaba y cada vez
estaba m�s triste.


Estudiamos durante horas, hablamos mucho y durante toda la
tarde miraba de reojo a Olga, a esas tetas que se hac�an palpables debajo de la
camisa, se ve�a perfectamente sus pezones, eran redondas, peque�as y me mor�a de
deseos de agarrarlas y com�rmelas como hab�a visto en las pel�culas
pornogr�ficas, deseaba poderlas lamer y acariciar.


El d�a se fue apagando, y poco a poco el sol se ocultaba en
el horizonte, entonces decidimos dejarlo por hoy e irnos todos a casa, que al
d�a siguiente ten�amos clase. Beatriz y yo salimos de all�, y juntos �bamos
andando por la calle, hablando de las clases y los amigos, yo un poco apenado,
porque la chica que iba a mi lado hab�a destrozado la mejor oportunidad de mi
vida para estar con Olga a solas y aunque no hubiera pasado nada pero estar�amos
los dos.


Beatriz me mir�, y vi en ella algo que me llamo la atenci�n,
tenia unos ojos preciosos, imagine que siempre hab�an estado all�, pero que me
hab�a cegado tanto en Olga que nunca vi la luz de otras mujeres.



-�Quieres que tomemos un caf�? Aun no es tarde y hace una
tarde buen�sima- me dijo Beatriz, a lo cual no pude negarme.



Nos acercamos a un bar cercano a un parque, nos sentamos en
una de las mesas del fondo, pedimos dos coca colas, y Beatriz acerco su silla a
mi lado y empez� hablarme calmada con una voz muy suave,



-�Te lo has pasado bien esta tarde?-


-Si- la respond�, -�Por qu� me lo preguntas?


-Esta tarde, cuando te vi entrar vi en tu cara un poco de
decepci�n, imagino que ser�a que no te agradaba encontrarme all�-



-No, simplemente me sorprendi�, Olga no me hab�a dicho nada-
conteste.



-Sabes, Alex, yo le ped� a Olga que no te dijera nada-



-Y, �porque la tuviste que decir eso?- conteste.



-Olga es mi mejor amiga y se que te gusta, nosotras hablamos
de todo, y ella sabe que te gusta, pero tiene novio y esta muy enamorada, t�
eres un chico muy simp�tico y una persona incre�ble-



Me quede un poco pensativo, parece que el mundo se me ca�a
encima, y sent�a en mi interior un vaci� solo de pensar que Olga sabia que esta
loco por ella y ante los halagos de Beatriz, solo pude decir



-Pero, no respondiste a mi pregunta, no entiendo porque la
dijiste que no me dijera nada-



-�No lo entiendes, Alex?- contesto con una voz suave y muy
dulce.



-La dije a Olga que no te dijera nada porque era yo la que
quer�a estar all�, desde hace mucho tiempo Olga sabe que tu me gustas, y ella
intento juntarnos a trabes de una mentira piadosa, invit�ndote a ir a su casa a
estudiar, ella sabe que no la rechazar�as. Sin embargo creo que no salio como
estaba planeado, porque en toda la tarde ni me has mirado, hablabas mas con ella
y yo solo estaba en segundo plano, tu solo mirabas a Olga.-



-Lo siento Beatriz, pero nunca imagine que yo te gustara,
cuando nos conocemos muy poco, tu eres una chica preciosa y esta tarde he
descubierto que adem�s eres muy inteligente- Fue lo �nico que pude decirla,
porque me di cuenta que ella tenia raz�n, que me hab�a obsesionado con un amor
imposible.



Beatriz puso su mano encima de la m�a que estaba encima de la
mesa y sin decir ni una palabra me beso, fue un beso corto, solamente junto sus
labios, despu�s se puso colorada y bajo la mirada hacia el suelo, y me dijo muy
bajito,



-Alex, nunca pens� que una persona me gustase tanto como me
gustas tu-



A lo cual no pude responder y solamente me levante y la
invite que fu�ramos a dar un paseo juntos, se levanto un poco cortada y una vez
est�bamos andando, los dos �bamos en silencio, sin mediar palabra, direcci�n a
un parque cercano, en el cual sabia que por su oscuridad la gente no le
transitaba.



La noche hab�a ca�do, aunque a�n no era tarde y se notaba el
calor en el aire. Nos sentamos en el c�sped, mire a Beatriz a los ojos y la
dije,



-eres preciosa, tienes unos ojos muy bonitos-



Ella se sonri� y se abalanz� encima de mi y me beso, esta vez
mas calmada, m�s lento, ofreci�ndome su lengua y poni�ndose encima de m�. Sent�
en mi cuerpo su calor, note como su calor penetraba por mi boca, mientras rozaba
sus labios. Hab�a besado antes a otras chicas pero nunca tan apasionadamente,
tan dulce, pude sentir como mi erecci�n se hacia patente y note como ella se
hab�a dado cuenta y sin embargo no paro de besarme.


Nos bes�bamos mientras la acariciaba su espalda, sintiendo
debajo de su camisa el sujetador y bajando subvente por su cuerpo hasta situarme
en su culo, el cual era hermoso y le palpaba con ambas manos, mientras Beatriz
empezaba a soltar alg�n peque�o gemido, notando como su respiraci�n era m�s
acelerada y como su manera de besar se hacia mas r�pida y profunda. Sent� sus
pezones ya erectos encima de mi pecho y empez� a acariciarme los cabellos
mientras no dejaba de besarme.


Beatriz estaba encima de mi, separo sus labios de los m�os y
se incorporo hacia detr�s, pude ver entre la oscuridad el movimiento de sus
cabellos, y como poco a poco se quito la camisa que llevaba, descubriendo debajo
de la misma un sujetador rosado, con unos encajes que hac�an excitarme m�s, a lo
que se acerco a mi o�do y pasando la punta de la lengua por el me dijo con una
dulzura inimaginable,



-Me le puse porque so�aba que este momento ser�a hoy-



Lo cual me hizo sentir un escalofri� que me recorri� todo el
cuerpo.


La desabroche el sujetador lo mejor que pude, que no me fue
tan mal, pese a mi falta de experiencia y aunque no se lo pregunte, Beatriz creo
que ya tenia m�s experiencia, sus besos eran maravillosos y en sus caricias se
delataba que ya ten�a algo de practica.


Pude ver sus pechos, redondos, tan hermosos como nunca hab�a
imaginado, con unos pezones peque�os que invitaban a ser comidos, eran mucho
mejores que los pechos que hab�a visto en las revistas o pel�culas. Les agarre
con mis manos y ella las puso sobre las m�as y me empez� a mov�rselos, lo que
sent� fue indescriptible pero lo que si sent� fue que mi polla intentaba salir
del pantal�n, tenia una erecci�n que desconoc�a. Lam� cada uno de sus pezones,
pasando mi lengua lentamente y notando como Beatriz gem�a encima de m�. Me beso
y me dijo que me levantara, me puse de pies delante de ella y ella delante de mi
y me quito la camisa, empezando a pasar su lengua por mis pechos, notando su
calor y notando como mis pezones al igual que los suyos asomaban mas de lo
normal. Recorri� todo mi pecho con su lengua y lentamente sigui� bajando hasta
llega a mi pantal�n, el cual me quito.


All� me encontraba en ropa interior en aquel parque, desnudo,
con una mujer bell�sima, la cual me impresionaba el cuerpo que ante mi divisaba.


Beatriz me paso la mano por encima del calzoncillo, el cual
estaba para reventar, albergando mi polla, deseosa de salir y explorar lo que
tantas veces antes hab�a observado en pel�culas. Me les bajo, dej�ndose ver tan
dura, como nunca antes la hab�a visto, con la cabeza totalmente fuera de ella.


Me paso la lengua por los huevos, sintiendo en ellos su
aliento, su saliva, me miro a los ojos y me dijo,



-estas guap�simo, me encantas desnudo-



No pude contestar, aunque quise, pero nada mas acabar ella de
hablar, sent� como se meti� mi polla toda entera en su boca y solamente pude
emitir alg�n gemido mientras ella segu�a comi�ndosela toda ella, sent�a mucho
calor, su saliva produc�a un placer que nunca antes hab�a sentido, notaba como
sus labios rozaban toda mi polla y como su lengua jugaba dentro de su boca,
roz�ndome la punta, sintiendo a veces dolor, pero un dolor exquisito.


Una vez hab�a terminado de hacerme la mejor mamada que me han
hecho nunca, se puso de pies y empez� a besarme con m�s �mpetu que la primera
vez, la coloque las manos en la cintura y lentamente comenc� a bajarla el
pantal�n, dejando ver poco a poco su tanga; a juego con el sujetador, el cual
era excitante de ver; apretado a su cuerpo, sobre un culo, dibujando unas
medidas casi perfectas.


Con gran lentitud, comenc� a acariciarla con las manos la
parte interior de los muslos, rozando su cuerpo con las yemas de mis dedos,
sintiendo como cada cent�metro de su piel se estremec�a y como su rostro
dibujaba gestos de placer. Volv� a recorrer de nuevo la parte interior de los
muslos con mi lengua, tan suave, tan carnal� llegando hasta el tanga rosado, y
acaricie por encima, notando su olor cuanto mas me mov�a; con sumo cuidado fui
retirando el tanga, descubriendo ante mi su parte mas personal, viendo con mis
ojos aquel h�medo co�o, casi totalmente depilado, solo un poco de bello estaba
encima de �l. Pod�a ver en la oscuridad y sentir su anatom�a, rozando con mi
nariz primeramente y posteriormente con mi lengua aquella maravilla que se me
ofrec�a, pase la lengua en c�rculos como aprend� en las innumerables revistas
que hab�a le�do, sent�a que ella era solo m�a, que me hab�a ofrecido lo m�s
grande que en ella exist�a, y eso me hacia sentir genial y cada vez comerlo con
mas ganas, con mas �mpetu, con mas ilusi�n.


A los pies de aquel �rbol, encima de ese c�sped, en aquel
solitario parque, los gemidos de Beatriz eran cada vez m�s fuertes, que ha veces
me estremec�an y pensaba si alguien nos pudiera estar oyendo o viendo en ese
instante, pero eso eran vagos pensamientos que r�pido se me iban de la mente, no
import�ndome nada en ese momento que me viesen o escucharan, solo me importaba
que casi por casualidad, conoc� a una mujer preciosa, que me estaba convirtiendo
en hombre y sent�a que deb�a de aprovechar el momento, que esa experiencia se me
quedar�a guardada durante toda mi vida.



-D�jame sentirte-



Fueron las palabras que Beatriz me dijo y sent� como ella me
tumbo en el c�sped, se puso de rodillas encima de m�, volviendo a ver de nuevo
sus hermosos pechos con los pezones en todo su amanecer, y poco a poco sent�
como mi polla entraba en su co�o, rozando sus labios y penetrando hasta el
fondo, vi en su rostro una mezcla de placer y dolor, seguido de unos gemidos
suaves que me hac�an sentir escalofr�os. Una vez toda ella dentro, pude percibir
el placer al meterla totalmente hasta dentro y los huevos tocar su co�o.
Suavemente fue subiendo y bajando, haciendo movimientos como en las revistas
pero no era igual, estaba sintiendo a una mujer, est�bamos gimiendo los dos, a
medida que el ritmo se hacia mas r�pido y los gemidos mas agudos.


Me sent�a atontado por el placer del momento, la agarraba las
tetas mientras ella botaba encima, mientras gem�a mirando al cielo y de vez en
cuando bajaba los ojos me miraba y sonre�a.



-av�same si te vas- exclamo entre gemidos.



Pero no pude, llegado el momento en el que sent�a que iba a
correrme, la agarre de las caderas y la impulse lo mas fuerte que pude contra
mi, subiendo y bajando, despertando en ella unos gemidos que mas que placer eran
de dolor y asegurar�a que alguien tuvo que o�rlos, y deje que saliera todo mi
semen dentro de ella.


Me miro, me beso, nos abrazamos y despu�s de unos pocos
minutos nos vestimos, nos levantamos y nos fuimos direcci�n a nuestras casas,
agarrados de la cintura por un pueblo dormido, donde nadie se podr�a imaginar lo
que hab�a vivido con Beatriz.



La oscuridad inundaba las calles, el silencio era el
predominante, llegamos a la Puerta de su casa, me dio un calido beso y me dijo
�te quiero-, y all� me desped� de ella, y me confeso que estaba muy feliz, que
hab�a sido su primera vez, aunque yo realmente pensaba lo contrario pero no la
dije nada.


Llegue a mi casa y aquella noche no pude dormir, solo pensaba
en ella, reviv� cada momento que hab�amos vivido esa noche e incluso me di
cuenta que no me acorde para nada de Olga.



Son� el despertador y me dispuse a levantarme para ir al
instituto y volver a ver a Beatriz, necesitaba sus calidos besos, pero en cambio
ese jueves del mes de mayo, me sorprendi� con algo que no esperaba. Beatriz no
fue all�, pregunte a Olga si sabia algo y me dijo que durante la noche no se
sent�a bien y sus padres la llevaron al hospital y no sabia nada m�s, que la
llamar�a despu�s de clase para interesarse por ella.


Sent� un dolor enorme en mi pecho, cog� el autob�s y me fui
direcci�n al hospital, sin nada que perder y mucho que ganar, las enfermeras me
dijeron que se encontraba en la planta 3, habitaci�n 256, sub� lo m�s r�pido que
pude, me pare ante la puerta, suspire y entr�. El doctor estaba all� y Beatriz
en la cama recostada, vi a su madre llorar y entonces comprend� que Beatriz
acababa de irse para siempre, mi rostro empez� a llenarse de lagrimas, mi
coraz�n a romperse y mi alma a evadirse.



El doctor solo nos dijo que su coraz�n no aguanto.


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Relato: Una amiga inesperada
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